miércoles, 23 de noviembre de 2011

Turismo lobero en La Sierra de la Culebra.

Algo está cambiando en la Sierra de La Culebra, la mentalidad. Muy poco a poco los habitantes de los pueblos que surca la sierra están cambiando su manera de ver al lobo. Está pasando de ser un proscrito a ser un creciente foco de beneficios económicos y revitalizador de la economía y vida en muchos pueblos de la Reserva Regional de Caza de la Sierra de La Culebra y alrededores.
Espera en la sierra.
Hace algún tiempo cuando te acercabas a la sierra, a observar al lobo, nadie decía nada. Los lugareños te miraban como un bicho raro que llevaba un telescopio o unos prismáticos para ver a un animal que para ellos era un enemigo o, cuanto menos, no era un amigo. La situación en los últimos años ha cambiado. Ahora puedes comentar, hablar en el bar de lo que has visto, e incluso entablar conversación con unos y otros para compartir información. Están viendo cómo durante muchos meses al año viene gente de todas partes de España y de Europa que  duermen, comen, echan gasolina, compran en las tiendas y gastan en los bares. Se van unos y vienen otros y los más avispados empezaron a crear casas rurales orientadas hacia ese turismo de calidad que se queda 3 ò 4 días y vuelve, porque todos volvemos, ya sea, para ver a los lobos, a los ciervos o simplemente a pasear por la sierra y disfrutar de este enclave natural, pero siempre se vuelve, la sierra engancha.
La niebla abraza el amanecer.
El turismo de la zona puede tener un motor, el lobo, pero también una herramienta para su propia conservación, además de la divulgación del enorme legado etnográfico y cultural de toda la sierra en torno a dicho animal, como son las costumbres, las tradiciones o las construcciones. Si todo suma, ya es hora que sume de verdad, que despegue de una vez por todas, lo debe de hacer de una forma regulada, de una forma sensata y coherente, y las regulaciones las deberán de hacer personas que sepan del tema, no un técnico situado en un despacho, en una ciudad lejana que no tiene ni idea de lo que se cuece en la sierra y, su único fin, será complacer a sus superiores que, tampoco sabrán nada del tema.
Lo lógico es que preguntaran a quien más sabe, y estos son los que viven y/o trabajan allí o tienen algo que decir del tema, ya sea gente de los pueblos, guardas de la reserva, naturalistas, biólogos o ecologistas, incluso a los turistas. Serán necesarias unas limitaciones, pero racionales; un código de conducta, también racional pero sobre todo mucha cordura, negociación y sentido común. Si no se hace así, escuchando a todos, surgirán los problemas, se hará mal y lo lamentaremos, y cuando lo lamentemos, será demasiado tarde para arreglarlo, habremos perdido una ocasión única que se esfumó. Para una vez que la zona puede tener algo a lo que agarrarse, algo que sirva de motor económico y revitalizador, por favor, que se haga bien.
Rastro de un lobo.
Un estudio del economista Esteban de la Peña calcula que el turismo lobero puede suponer 3,4 millones de euros anuales de beneficios. Una cifra nada desdeñable, a la que dicho economista añade otra serie de beneficios provenientes de acudir a la sierra en tiempo de berrea o la observación de otros tipos de animales. Acudirían unos 27.000 turistas al año que gastarían unos 120€ por persona y fin de semana.
Cada vez más están surgiendo iniciativas importantes como el Centro Temático del Lobo impulsado por el Ayuntamiento de Puebla de Sanabria (tendrá una entrada aparte) y el crecimiento de grupos organizados desde empresas, asociaciones o por su cuenta, que se desplazan hasta la sierra para ver al lobo, observar sus huellas, recorrer sus territorios, observar sus defecaciones, rascaduras; en definitiva, conocer a tan increíble animal en su entorno natural. Entorno que cuando lo descubres, aprendes a quererlo, valorarlo y respetarlo.

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