Esta semana la he pasado recorriendo la parte de la Sierra
de la Culebra más cercana a Puebla de Sanabria y tramos del río Castro en
compañía de mi buen amigo José Luis Santiago (Llobu). Mi abuela siempre me decía: "Escucha a los que más saben porque de ellos es de quién más se aprende". José Luis es una de
esas personas prudentes, que no se hacen notar y no se dan importancia pero que
tienen un enorme conocimiento de la sierra y sus habitantes, además de ser una buena persona.
El amanecer en la sierra es diferente. Espectacular y muy
hermoso. Las primeras luces van dejando ver un paisaje espectacular de laderas,
valles y roquedos. Los primeros rayos del sol van dando un tono rojizo y
brillante al mar verde que te rodea y en este mar de luces y colores se mueven
sus habitantes; algunos se dejan ver y de otros solamente puedes apreciar sus
rastros o escucharlos.
Uno de esos animales que no vimos es el habitante más famoso, más emblemático y misterioso de la sierra, el lobo. No verlo no significa no sentirlo, no notar su presencia, él está ahí y puede estar observándote...
La mañana era agradable y varios grupos de ciervos se movían
entre brezos, escobas y pinos cuando José Luis me dijo casi en un susurro:
"Tenemos un lobo detrás. Mira a ver". Los pelos se me erizaron como
las púas de un erizo cuando se siente amenazado. También lo había oído.
Silencio. Un jadeo. Silencio. Me giré muy despacio y busqué entre las peñas que
teníamos detrás nuestro. No veía nada pero allí estaba. Sentíamos su
presencia. Una presencia que no ves pero que sabes que está allí. No vimos
nada. Giramos de nuevo la cabeza hacia los ciervos y otra vez. Silencio. Jadeo.
Silencio. Jadeo. Silencio. Allí estaba por segunda vez. Detrás nuestro. Observándonos.
Nos volvimos a girar pero nada nuevamente. Había estado allí. Nos había observado él a
nosotros.
La conclusión que sacamos fue que el lobo venía de la otra
ladera y se asomó a las rocas que estaban por encima nuestro, al vernos, paró su
marcha entre las rocas y nos observó dos veces. Por donde nos pasó es un
misterio. Los lobos son expertos en el camuflaje, en pasar desapercibidos. Pudo
pasar por cualquier lado o darse media vuelta pero su presencia nos recorrió
los sentidos e hizo ponernos alerta. El lobo había estado allí. No lo vimos
pero notar su presencia, oírlo jadear es algo indescriptible, algo que hay que
vivirlo para poder entenderlo.
Joven ciervo en la oscuridad y seguridad del pinar. |
Las hembras siempre alerta. Sus orejas se mueven como parabólicas, su hocico se levanta y sus ojos nos observan. Hay que estar atentas... |
Las cuernas asoman entre los jóvenes pinos... |
Algo curioso son las diferencias entre las cuernas de los varetos (machos de entre un año y dos).
La diferencia de cuernas entre los varetos de estas dos fotografías es ostensible. El de la derecha de la segunda imagen y el de la izquierda de primera. |
El macho del centro, mucho más oscuro que los otros dos, estaba muy gordo. |
Los corzos pueden resultar heridos en sus rencillas o persecuciones. Vimos a un macho cojo que seguramente sea pasto de los lobos que ejercen su función de selección y control de la especie. En la naturaleza un animal herido o enfermo tiene mal destino.
También observamos a un corzo con un sólo cuerno que podría haber perdido en una pelea, en el crecimiento de la cuerna o ser algo genético.
Algo curioso que siempre me cuenta Poli, otro buen amigo y gran conocedor de la naturaleza sanabresa es que: "cuando un corzo ladra pone la lengua para arriba. En cambio, un ciervo, cuando berrea la pone para abajo". Que razón tiene este gran amante de la naturaleza y fotógrafo ya que en esta extraordinaria fotografía suya se puede apreciar perfectamente.
Agradezco enormemente a Poli prestarme esta excepcional fotografía. |
En esta otra se puede ver que el ciervo cuando berrea pone la lengua para abajo. |
Pero la sierra siempre reserva sorpresas y una de ellas se presentó el último día. Después de dejar a José Luis en su casa se me cruzaron dos ardillas en la carretera. Bajé del coche a intentar hacerles alguna fotografía consiguiéndolo con este precioso macho que se movía entre los pinos y los robles parándose de vez en cuando a observarme y emitir un sonido muy agudo que hacía con sus dientes. Estaba dando la alarma. El extraño era yo. Él estaba en su hogar.
La siguiente entrada la dedicaré al río; donde hay una gran cantidad de vida que se mueve entorno a él y, las sorpresas, son constantes...
Estupenda entrada compañero..... Puedo dar testimonio de lo que aquí se cuenta respecto a la emoción de ver un ejemplar de estos en la naturaleza... "En su casa" es algo inexplicable cuando se es amante de estos bellos animales y primerizo en los avistamientos. Saludos Pd: seguro que sabes quien soy... Puedes visitar: http://esetribal.blogspot.com.es/ en
ResponderEliminarHola Roberto. Sí había entrado en tu blog. Creo que sabemos bien de esa emoción de verlo (lee las próximas entradas porque la cosa no acabó ahí). Un saludo y gracias por tu comentario.
ResponderEliminarExcepcional el relato del lobo y de tus andanzas por la sierra. En tu línea, entrada completa y que siempre nos enseña algo nuevo.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Cuando volvíamos de Portugal hicimos una parada fugaz en Villardeciervos como una primera toma de contacto con la Sierra de la Culebra. Volveremos pronto.
Saludos
Muchas gracias. Espero que os guste la próxima entrada. Ya me comentaréis...Un saludo.
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