Sanabria es atravesada por el río Tera. Fuente de vida y
prosperidad y hacia él llegan las aguas del río Castro, uno de sus afluentes.
El río es una fuente de sorpresas y tras varios días
acudiendo a los mismos lugares en busca de la nutria, uno de sus habitantes más
característicos, conseguí verla de la manera más extraña que uno puede
pensar cuando se imagina encontrarse con este curioso y hermoso animal; pero
vayamos por partes, todo a su tiempo.
El río Castro nace cerca de Requejo y desemboca en el río
Tera en Puebla de Sanabria. Alrededor de veinticinco kilómetros llenos de vida
en unas aguas cristalinas y un bonito bosque de ribera en el que sus habitantes
se mueven por sus aguas o se acercan a beber.
De entre todos voy a destacar tres encuentros. Cada uno
singular. Cada uno especial. Cada uno diferente.
El primero es con la nutria. Habitante del río que se mueve
sin descanso y que pude observar de una manera totalmente sorpresiva.
Nos encontrábamos seis personas en la orilla cuando oímos un
chillido: "Qué es eso". Me preguntó uno de mis compañeros. "Una
polla de agua". Le contesté. Era la voz de alarma de una gallineta entre
los juncos. Instintivamente miré hacia mi izquierda y ante mi sorpresa, a menos
de cuatro metros, salió del agua una nutria que, ante mi asombro absoluto,
marcó el lugar con un excremento, avanzó unos metros y se lanzó al otro lado
del río.
Después de cuatro días escudriñando el lugar en su busca y
de haberla oído en numerosas ocasiones, salía a nuestros pies con total
tranquilidad, ignorándonos por completo. La naturaleza y el comportamiento de
los animales nunca deja de sorprenderme. La volvimos a ver una vez más cuando
se nos acercó asomando la cabeza de las cristalinas aguas. Su carácter curioso
le hizo, al anochecer, asomarse a ver quienes éramos y qué hacíamos allí.
El segundo encuentro es muy variado ya que en este caso
quiero hacer hincapié en la gran variedad de animales que se acercan al río a
comer en sus orillas o a beber agua. Corzo, ciervo, zorro y jabalí he podido
observar junto al río. La actividad al anochecer es continua. Puedes
encontrarte con un grupo de doce jabalís y a su lado un ciervo y un poco más
atrás a una corza con su cría y un poco más a la izquierda unas ciervas con sus
bambis. Actividad constante. Vida a raudales.
Entre todos estos habitantes el que más nos sorprendió fue
un joven zorrillo. Apareció en la orilla. En esta ocasión no venía ni a beber
agua, ni a comer...venía a curiosear. Se acercó al agua y observó. Se movió
unos metros río arriba y observó.
Observaba a una persona que estaba pescando en la orilla opuesta; la cual no se enteró en ningún momento que el zorrillo la miraba intrigado. ¿Qué hacía con ese palo largo que tiraba al agua? La cara del zorrillo era de sorpresa, intriga y expectación. Era fascinante ver en una orilla a un pescador y, enfrente, observándolo, un joven zorrillo que lo miraba intrigado.
Observaba a una persona que estaba pescando en la orilla opuesta; la cual no se enteró en ningún momento que el zorrillo la miraba intrigado. ¿Qué hacía con ese palo largo que tiraba al agua? La cara del zorrillo era de sorpresa, intriga y expectación. Era fascinante ver en una orilla a un pescador y, enfrente, observándolo, un joven zorrillo que lo miraba intrigado.
Una de las veces que apareció marcó el lugar con una meada. Era
una hembra. Esta vez había venido a curiosear. En otra ocasión vendrá a beber
agua o a buscar comida.
El tercer encuentro es con varios galápagos europeos. Especie catalogada
en España como vulnerable. Especie nada fácil de observar y que me hizo mucha
ilusión ver. El día que más pude observar fueron cinco ejemplares. (Agradezco enormemente a Gonzalo Alarcos su
colaboración en la identificación de alguno de ellos).
Esta especie está en regresión y siempre es motivo de
satisfacción poder observarla ya que tienen un crecimiento muy lento, alcanzando
la madurez sexual muy tarde; a los 12-13 años en los machos y en las hembras a
los 18-20 años. Por lo tanto su proceso de cría es muy lento y poder ver tres jóvenes glápagos es una gran alegría.
Aparte de estos tres encuentros especiales pude disfrutar de un buen número de habitantes del río que viven en él, en su entorno o simplemente pasan por allí. Ente ellos dos polladas de gallineta común (una con tres pollos y otra con dos), martín pescador, mirlo acuático, halcón abejero, buitre leonado, zampullín chico con un pollo, alcaudón real, azulón, garza real, cigüeña blanca, pito real, alcotán, aguilucho ratonero, mucha lavandera blanca y cascadeña con pollos volanderos, perdiz roja, cuervo, arrendajo, corneja, culebra bastarda, lagarto ocelado o andarríos chico. Un buen número de habitantes que viven o se acercan al río en busca de refugio, comida o simplemente a beber.
De todos estos hay dos que me gusta especialmente observarlos. El mirlo acuático y el martín pescador.
El martín pescador me ofreció un verdadero espectáculo con
sus impresionantes picados para introducirse en el agua y capturar una presa.
Es impactante como se lanza cual pequeña flecha azulada para atravesar las
frías aguas y salir con su captura.
El río es fuente de vida. El río es un cúmulo de sorpresas.
Libélulas, caballitos del diablo, ranas o culebras se mueven sin descanso. El
río es un lugar de encuentro. Un lugar de vida. Conservémoslo.
Es un espectáculo maravilloso comprobar la rica variedad de especies y de vida que ofrece un río tan humilde como el río Castro.
ResponderEliminarUn abrazo.
El Castro es un río modesto pero de una enorme variedad de vida. Muchas gracias por seguir el blog y participar con este comentario. Un saludo.
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