El río Duero a su paso por Zamora, como he comentado en muchas ocasiones, es un hervidero de vida. Acoge una enorme biodiversidad que sorprende a todo aquel que se acerca a sus orillas, aunque, muchos de los que se acercan no son capaces de ver lo que tienen ante sí; ¿el por qué? Seguramente porque nadie les ha enseñado a mirar o porque no demuestran ningún interés en nuestro río y sus habitantes.
En las últimas semanas cormoranes y gaviotas reidoras conforman una curiosa asociación, más que asociación, diría que las gaviotas reidoras, como buenas gaviotas, aprovechan la coyuntura para sacar provecho de una situación especial.
En las últimas semanas cormoranes y gaviotas reidoras conforman una curiosa asociación, más que asociación, diría que las gaviotas reidoras, como buenas gaviotas, aprovechan la coyuntura para sacar provecho de una situación especial.
Un enorme grupo de cormoranes, entre 150 y 350 (depende
de los días), utilizan un método de pesca en el que el gran grupo se va moviendo
a la vez para ir asustando a los peces y llevarlos hacia la orilla o hacia una
zuda. Peces que se ven acorralados e intentan escapar pero, los cormoranes,
solamente les dejan la salida hacia la orilla o al muro de la zuda. Momento en
el que aprovechan para sumergirse y capturarlos. Con este movimiento van
recorriendo un buen tramo del río, siempre río abajo. Recorrido un tramo vuelan aguas arriba para
iniciar nuevamente la misma maniobra.
Mientras los cormoranes van pescando las gaviotas
reidoras se desplazan con ellos esperando una oportunidad en la que puedan
capturar algún pez. Al igual que alguna gaviota sombría que no perderá ocasión.
Gaviotas que se
empiezan a concentrar el río, a mediodía, provenientes del vertedero, donde se
alimentan durante toda la mañana. Llegan al río y pasan gran parte de la tarde moviéndose de la zuda,
donde se acicalan, beben y descansan, al agua, donde se lavan. Casi al
anochecer, se levantan y marchan río arriba a pasar la noche en su dormidero;
dormidero que no he sido capaz de localizar.
El primer día que apareció el grupo de gaviotas reidoras,
la primera reidora que vi (con el telescopio) coincidió que estaba anillada. Anillada
el 22-6-2019 en Polonia y esta era su primera observación desde su
anillamiento.
Otra de las aves que se intenta aprovechar la manera de
pescar de los cormoranes son las garzas reales;
algunas permanecen en las orillas esperando tener una oportunidad ante
tal cantidad de peces que se ven empujados hacia allí, hacia donde ellas se
encuentran.
No son las únicas ya que un pequeño grupo de somormujos lavancos
lleva también varias semanas en el mismo tramo del río y, cuando aparecen los
cormoranes, se acercan hasta ellos para ver si pueden pescar algo.
Pero el río Duero tiene muchos más habitantes en ese
tramo: gallinetas, azulones, andarríos chico, palomas domésticas, cigüeñas
blancas o garcillas bueyeras también se mueven por la zuda en busca de alimento o descanso incluso un, correlimos común, algo muy inusual, apareció uno de los días en
mitad de la zuda. Tan inusual como un pequeño grupo de golondrinas, unas 10-12
ejemplares, que parece reticente a marchar a sus cuarteles de invierno y siguen
en nuestro río, en nuestra ciudad.
Los cormoranes siguen pescando y descansando durante todo
el día hasta que llega el anochecer y se dirigirán a su dormidero río abajo. Dormidero
en que se congregan más de 500 ejemplares: 583 ejemplares contó un gran
conocedor y amante del río como es J. Alfredo Hernández hace unos días (no
dudéis de visitar su magnífico blog pinchando aquí ).
Río lleno de vida. Río que acompaña a la ciudad. Río que
deberíamos poner en valor porque es un enorme privilegio y satisfacción pasear por sus
orillas y descubrir su vida.
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