Hace unos días pude disfrutar del trepador azul, de sus
evoluciones y de sus equilibrios en un lugar privilegiado y único como es el
Lago de Sanabria. Allí estaba yo. Apoyado en un joven roble con cámara en mano
esperando a que el pequeño trepador azul saliera de detrás del tronco,
normalmente pasa siempre lo mismo: que quieres ver un pájaro carpintero,
agateador o trepador azul, pues está en la cara del tronco que no ves; que
quieres leer el collar de un ansar, pues está de los más lejanos del bando o de
los más tapados, así es que hay que armarse de paciencia para ver si tienes
alguna oportunidad de ver o fotografiar a ese deseada ave.
La gente pasaba a mi lado y me miraba como pensando: “¿Qué
demonios hace este aquí, sin moverse y con esa cámara?”. A veces te sientes el
observado, el bicho raro al que miran con curiosidad, intriga o simplemente
pasando del tipo extraño de la cámara. No lo entienden. No son conscientes de
que estás disfrutando, de que estás pendiente de las evoluciones del pequeño
habitante de ese bosque. La mayoría de ellos no entiende como eres capaz de
estar tanto tiempo allí quieto, sin moverte, simplemente mirando, observando lo
que se mueve a tu alrededor.
Mirar y observar que acciones mas cercanas y lejanas a la
vez, que similares y diferentes.
Mirar: “Dirigir la vista hacia algo y fijar la
atención en ello”.
Observar: “Mirar algo o a alguien con mucha atención y
detenimiento para adquirir algún conocimiento sobre su comportamiento o sus
características”.
¿Cuánta gente mira pero no observa? ¿Cuánta gente ve pero
no mira? Por cierto ver es: “Percibir algo material por medio del sentido de la
vista”. ¿No enseñan a ver, a mirar, a observar? O simplemente nos quedamos en
ver. ¿Cuántas cosas nos perdemos de la naturaleza por no observar? Eso estaba
haciendo, observar las evoluciones de los trepadores azules (y sus vecinos)
mientras que los que pasaban a mi lado solamente me veían.
El trepador azul es uno de esos pequeños pajarillos
esquivos, de un precioso color azulado, pico fuerte y comportamientos inquietos,
que pasa desapercibido y al que le hacemos muy poco caso.
Es un pequeño equilibrista capaz de subir y bajar, en cualquier
posición, por el tronco de un árbol. Sube y baja apoyándose en sus fuertes
patas y dando pequeños saltitos. Es capaz de rodear un árbol con una enorme
facilidad, como si estuviera en el mismísimo suelo.
Allí estaba. Limpiando las migas que habían quedado en
una de las mesas en las que la gente había tomado su bocadillo. Bajaba por el
árbol cercano para subirse a la mesa, coger un trozo de comida y volver a la
seguridad del robledal. Mientras algún petirrojo o mirlo no perdía la ocasión
de conseguir su trozo del pequeño obsequio involuntario que habían dejado allí
los humanos. Hay que aprovechar cualquier ocasión para conseguir alimento. El invierno
es duro y siempre viene bien una comida extra.
Petirrojo que buscaba una oportunidad. |
Llegó la hora de marchar y me fui con la satisfacción de
haber podido disfrutar de estos pequeños habitantes del robledal a los que pude
ver, mirar y observar.
¡Me encanta este pájaro! es una especie de "joyita" que tenemos en el bosque. Su observación es todo un deleite.
ResponderEliminarSaludos desde León
Es un pájaro precioso, una pequeña joya. Un saludo.
EliminarExtraordinario el trepador. Uno podría pasarse horas empapándose de sus cualidades trepadoras en todas las modalidades.
ResponderEliminarHace una semana traté de fotografiar uno que ascendía por el tronco seco de un pino carrasco y, la cámara se apagó. Repetía la operación de encendido y se apagaba de nuevo.
Viendo estas preciosas imágenes tuyas, entenderás por qué cogí semejante rabieta con palabros inexpresables ante semejante oportunidad perdida.
Veo, miro y observo con agrado este estupendo trabajo tuyo.
Saludos.
Algo parecido me ha pasado en alguna ocasión pero ..."memoria llena" y fastidia. ya habrá otra ocasión. Un saludo.
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