El verano de las mariposas
Estamos en la parte final de un verano que ha sido especialmente abundante en mariposas. En las rutas por el campo con y sin niños hemos podido ver una gran cantidad, quizás más que otros años. Sus colores llamativos, alegres y vistosos llaman poderosamente la atención.
La idea instintiva de muchas personas es ir a tocarlas, sobre todo por parte de los niños, a los que hay que aleccionar e intentar que las observen, que contemplen su belleza, su vuelo, sus evoluciones en las flores, pero que no las cojan, ni toquen. Siempre les digo lo que mi abuela me decía a mi, “no las toques que les quitas los polvitos y se mueren”. No le faltaba razón ya que ese polvo realmente son miles de escamas que recubren sus alas y, al tocarlas, se desprenden formando un polvo muy fino. Si pierden muchas, dejan desprotegida el ala, lo cual puede provocarle un verdadero problema. Una rotura, volar mal o incluso no poder volar. Lo que facilitará que sea atacada por uno de sus innumerables depredadores. En definitiva mi abuela, a su manera, tenía razón.
Por cierto, las mariposas son de la familia de los lepidópteros. Palabra que proviene del griego y significa “alas con escamas” (“lepis” es escama y “pteron”, ala). Esa ingenua frase también lleva implícito un significado defensivo, de superstición, de…¡cuidado no las toques que te puede pasar algo!, puesto que las mariposas han sido consideradas en muchas creencias populares como presagios de mal agüero (sobre todo las nocturnas) o que si las tocas y luego te llevas la mano a los ojos o boca puede provocar síntomas alérgicos. En definitiva la creencia popular de mi abuela llevaba implícito un aprecio a la naturaleza, es lo que creía puesto que para ella las flores de su patio eran lo mas bello que podía existir; y un sistema defensivo, que seguramente no supiera, pero que había sido heredado de tiempos pasados, de boca en boca, de generación en generación.
Esa fama pasada de problemáticas se ha ido quitando poco a poco, aunque en su fase de oruga pueden suponer alguna plaga, ahora se las va viendo mas como beneficiosas ya que intervienen de una manera muy importante en la polinización de las flores y forman parte de la alimentación de innumerables animales como libélulas, arañas, lagartijas, ranas, aves o murciélagos. Recuerdo una vez que me encontré con una mariposa caída que se movía por el suelo. Me fijé mas y… ¡era una hormiga que la arrastraba llevándola a su hormiguero!. Es increíble la fuerza que pueden tener las hormigas. Cuando la arrastró un buen tramo aparecieron mas hormigas y la ayudaron a meterla en el hormiguero.
Algo que llama poderosamente la atención de los niños es cuando les cuentas que las mariposas ya existían cuando vivían los dinosaurios y que pueden vivir horas o meses. Sus caras de sorpresa son increíbles. Te miran con los ojos muy abiertos y acribillan a preguntas para mitigar una curiosidad que les desborda. Hemos tenido la inmensa suerte de poder verlas en todas las fases de su vida: huevo, oruga, crisálida y adulto, algo que muchos de ellos nunca habían visto.
Disfrutar de las mariposas, de sus vuelos, de sus colores llamativos, alegres y vistosos y como decía mi abuela, “no las toques que les quitas los polvitos y se mueren”.
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