Zamora tiene una enorme variedad de pajarillos que van y vienen por toda la ciudad. Dentro de la misma nos encontramos con tres zonas principales en las que se mueven: la propia ciudad con sus jardines, parques y árboles, el bosque de Valorio (reivindico de nuevo su condición de “bosque”. No de jardín o parque) y las orillas del río Duero, incluyendo los Tres Árboles. Por lo tanto, nos encontramos con unas condiciones muy favorables para la existencia de estas pequeñas aves, los pajarillos que, aunque con ese nombre no vengan en el diccionario de la Real Academia de la Lengua, siempre los he llamado así, pajarillos y así los seguiré llamando.
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Gorrión comiendo flores en la Plaza de La Marina |
Con este término me voy a referir a las pequeñas aves, tipo gorrión o lavandera, que revolotean, comen y cantan por nuestra ciudad. Dejaré aparte las aves acuáticas y las que sean más grandes, tipo urraca, oropéndola o pito real. De ellas hablaré en otra ocasión. Me referiré a aquellas que veo en mis paseos por las tres zonas indicadas anteriormente.
Hay una controversia entre los que piensan que cada vez hay menos pajarillos en la ciudad y los que no, pero, disquisiciones aparte, creo que un número considerable de pajarillos se han adaptado perfectamente a vivir en la ciudad.
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Aviones cogiendo barro para el nido en Alfonso XII. |
Su adaptación se ha producido siguiendo tres factores
: temperatura, alimentación y seguridad. Dentro de las ciudades la temperatura siempre es superior a la que se pueda encontrar en el campo y este es un hecho que los pajarillos no pasan por alto.
El segundo es la alimentación. En la ciudad disponen de alimento más fácil en vertederos, parques y jardines sobre todo. Aquí en Zamora añadimos dos zonas muy importantes: El Bosque de Valorio y Los Tres Árboles.
El tercero es la seguridad. Dentro de la ciudad los depredadores son menores o incluso no existen y además no hay caza, con lo cual se encuentran más seguros.
Estos tres aspectos son los que han marcado que cada vez más aves se vayan urbanizando. Cuando un ave se viene a la ciudad necesita adaptarse para poder sobrevivir, con lo cual necesitará desarrollar nuevos hábitos para conseguir alimento. Si es capaz de hacerlo sobrevivirá, pero para hacerlo necesitará explorar nuevos lugares, y toda exploración lleva asociada una serie de riesgos. Con lo cual, el cuidado y la necesidad de buscar nuevas oportunidades entran en batalla. Aquí es donde se fraguará el éxito o el fracaso de la adaptación de esa ave a la ciudad. Si el cuidado y la búsqueda están equilibrados, el pajarillo triunfará, se adaptará a la ciudad pero si la cautela puede a la búsqueda de nuevas oportunidades, o al revés, no podrá adaptarse.
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Petirrojo en un jardín de Trascastillo. |
Por supuesto que en las ciudades también tienen problemas, sobre todo en las contaminadas. Basta decir que nuestro común y querido gorrión, como contaba en una entrada antigua, está teniendo muchos problemas en grandes ciudades y de otras ya ha desaparecido como Londres, Dublín, Edimburgo, Praga o Berlín. En Gran Bretaña han desaparecido 5 millones de parejas en los últimos 30 años. En España, por el momento, la situación no está tan mal, pero sí es preocupante en ciertas zonas como por ejemplo en Valencia, donde ha descendido en los últimos años en un 90% su población y en Madrid están comenzando a desaparecer.
Sus causas pueden ser varias pero entre ellas está la feroz competencia de las palomas y la perdida de alimento por contaminación, la excesiva limpieza de las calles y la eliminación de zonas verdes.
También hemos mejorado en algo. Cuando era pequeño recuerdo que se ponían pajarillos de "tapa" en algunos bares, a algunos os parecerá extraño, pero así era. Por lo menos en eso hemos cambiado, igual que en lo de poner trampas y redes que hace unos años era demasiado común.
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Herrerillo comiendo, de forma acrobática, en un parque. |
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Mosquitero comiendo en la muralla. |
Para que sigamos disfrutando de ellos debemos ser capaces de hacer comprender, respetar y valorar que su presencia en la ciudad es beneficiosa y, sobre todo alegre y colorida; y saber que si desaparecieran, nuestras ciudades serían mucho más tristes.
Espero que sigan alegrándonos los días con sus cantos, vuelos y peripecias.
Buen artículo. Son especies muy próximas a nosotros en las que la mayoría de la gente no repara. El carbonero que sale creo que es un carbonero garrapinos. Saludos.
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