Llevaba mucho tiempo con ganas de sacarle unas fotos decentes a esta hermosa ave que siempre me ha impresionado por su color blanco nuclear e intensos ojos rojos. Nunca había conseguido fotografiarlo en condiciones ya que es tremendamente esquivo y no deja acercarte hasta una distancia prudencial, además como no uso hide, ni red, se estaba resistiendo.
La mañana amaneció con una gotas que daban frescor al ambiente pero según nos íbamos acercando a la sierra la niebla empezó a apoderarse de la mañana. En el camino de ida hay una zona en la que, normalmente, se ven elanios y, efectivamente, por allí estaban. Vimos tres.
Nuestro objetivo no eran los elanios así es que los dejamos y continuamos hasta la sierra pero la mañana se fue complicando cada vez más y como la niebla se convirtió en una gran cortina que nos impedía ver nada de nada, decidimos intentar la "operación elanio".
El elanio es originario de Asia y África. Hasta la década de los años cincuenta no se encontraba en España. Esta ave vive en zonas abiertas, normalmente campos de cereales, donde pueda encontrar su comida favorita, los micromamíferos, pequeños reptiles y algunos pajarillos que pasan mucho tiempo en el suelo, además, necesita algún lugar desde el que poder otear a sus presas como postes de la luz o algún árbol que se encuentre diseminado por la planicie y ahí, en este habitat, se encontraban los elanios que queríamos fotografiar.
Siempre que he pasado sólo en el coche y he intentado fotografiarlos me ha sido imposible así es que, como íbamos dos, la "operación elanio" tenía que resultar.
La aparición de los elanios en España se produjo por el aumento de las zonas de cultivos extensivos en los años cincuenta que eliminaron miles de árboles y los campos se destinaron a la agricultura. Así, la mecanización del campo, provocó que se ampliara la extensión de hectáreas, se abarcaba más terreno con la nueva maquinaria por lo que desaparecieron árboles y se ampliaron las zonas de cultivo extensivo. El habitat que necesita el elanio que, en los años setenta, comenzó a criar en España y, en los ochenta, se extendió hasta parte de Francia sin llegar más al norte.
La idea era no parar el coche. Intentar sacarle fotos con el coche en movimiento ya que en cuanto se parara el elanio se esfumaría. En la primera pasada de reconocimiento vimos un hermoso ejemplar posado en unos cables de la luz pero estaba en el lado del conductor con lo cual, imposible sacarle fotografías.
El elanio es de un tamaño parecido al de un cernícalo e incluso se cierne como él, es decir se mantiene quieto en el aire, en la vertical, donde se encuentra su posible presa, batiendo con fuerza sus alas y mostrándonos su portentoso color blanco inmaculado salvo el negro de la punta de sus alas.
Dimos la vuelta y volvimos muy despacio. Allí seguía. En el cable. Quieto. Entre la niebla. Con ese color blanco tan impresionante y las plumas balanceadas por el frío viento de la mañana y esos ojos, de un rojo intenso, que nos observaba con una miraba profunda. La pasada parecía tener éxito. Alguna fotografía, por probabilidad, nos tenía que haber quedado bien.
El elanio hace pequeñas migraciones. Se mueve relativamente poco de sus zonas, de las zonas en las que pasa la mayor parte del año y ahí se encontraba nuestro elanio que, después de dar la vuelta al coche, allí seguía, en el cable. Continuamos y nos cambiamos de asiento. Había que intentarlo otra vez.
En la siguiente pasada se había movido. Estaba más lejos. Se había posado en un árbol algunos metros más allá. Sobre una fina rama se equilibraba mecido por el frío viento de la mañana. Ahí nos mostró su ligereza. Esa pequeña y fina rama sostenía los entre 200 y 300 gramos que pesa un elanio adulto. Es pequeño, liviano y muy hermoso.
Habíamos salido a la sierra buscando lo que no encontramos y nos volvimos con la satisfacción de haber encontrado lo que no buscábamos; de haber visto y fotografiado al elanio azul, de blanco nuclear y ojos rojos intensos que no tienen ese color hasta los seis meses. De haber podido fotografiar a una de las rapaces más hermosas que podemos encontrar en nuestros campos zamoranos.
Aunque no pudiéseis realizar la salida proyectada, el resultado de la variante obtenida es de alto interés pues, como explicas, la bella rapaz que ha poblado nuestros espacios cerealistas, es bastante vergonzosa y se esconde de nuestras cámaras, como si de una joven doncella se tratase.
ResponderEliminarBuen documento.
Un saludo desde Pucela.
Muy esquivo es el elanio y muchas ganas tenía de pillarlo. Un saludo.
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