lunes, 21 de junio de 2021

Flamenco en el embalse de Ricobayo (Zamora).

Ayer por la mañana saltó la sorpresa. Miguel Ángel G. Matellanes y Juan José González descubrían un flamenco común de segundo año de calendario en el embalse de Ricobayo. En principio intentaría acercarme por la tarde pero una frase lo cambió todo: “Papi quiero ir a verlo”. Mi pequeña quería ir y eso era una oportunidad que no podía dejar pasar así que, al poco, nos presentamos en el embalse donde el tiempo nos indicaba que estábamos en octubre y no en una mañana de junio: frío, viento y lluvia hacían que el día estuviera muy complicado.
Nada mas llegar lo vimos. Bajé el telescopio y pertrechados entre las dos puertas del coche y sin estirar las patas del telescopio pudimos verlo a placer. Ahí estaba, en el embalse, en un lugar que era la primera cita de esta especie ya que todas las demás citas siempre habían sido en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila. Era la séptima cita para la provincia de Zamora (según los datos del gran ornitólogo zamorano Alfonso Rodrigo).
La lluvia arreció cada vez mas y tuve que meter el telescopio dentro del coche desde donde mi pequeña seguía viendo al curioso flamenco en tan extraño lugar.
Los principales pigmentos que dan color a las aves son las melaninas y los carotenoides. Los carotenoides se adquieren mediante la dieta y son transformados en pigmentos mediante la acción de encimas; eso es lo que sucede con los flamencos que van adquiriendo su color rosa por la alimentación de pequeños crustáceos que acumulan gran cantidad de carotenos.
Esta era un ave de segundo año de calendario a la que se le empezaba a vislumbrar el color rosa por los flancos.
El flamenco había llegado la pasada noche ya que, daba la casualidad, que el día anterior por la tarde estuve en ese mismo punto observando el grupo de espátulas con las que el flamenco compartía zona y él no estaba. Grupo de espátulas entre las cuales hay dos anilladas: AXJJ y NAX3 anilladas en Francia y Holanda, de las que todavía no tengo datos.
Al poco de estar allí llegó Alfonso Rodrigo con el que compartimos tan curiosa e inesperada visita. El flamenco se movían intentando comer entre el barro y la zona de menos agua: ¿Qué comerá? ¿De qué se alimentará el tiempo que esté aquí? La verdad es que algo deberá de comer pero en este lugar es muy complicado encontrar algo que le sirva de alimento. ¿De dónde vendrá? ¿Será francés, español...? Quién sabe. Ojalá hubiera estado anillado para poder saber su procedencia, algo que pensé nada más verlo. Los flamencos son grandes viajeros que se mueven por el Mediterráneo (algunos con unos historiales muy interesantes) y muy longevos como lo demuestran algunos ejemplares que he visto con 33 años (aquí podéis recordar sus historias).
En un momento determinado algo les asustó y tanto el grupo de diez espátulas como el flamenco levantaron el vuelo y tras una pequeña vuelta volvieron al lugar del que se habían levantado. Tenía fuerzas, ese vuelo lo demostraba.
Las espátulas se alimentaban constantemente y el flamenco lo intentaba. Era increíble verlo allí, supongo que cuando el tiempo mejore continuará su viaje y desaparecerá pero nos habrá dejado una inusual estampa de un flamenco en un embalse zamorano, algo verdaderamente sorprendente.

2 comentarios:

  1. Qué maravilla!!!! Las fotos preciosas y esa narración y comentrios hechos con la misma ilusión con la que por primera vez escribiste en tu blog.
    Enhorabuena, Pepe. Sigue deleitándonos. Gracias.

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  2. Estas historias de aves viajeras no dejan de sorprendernos, el mismo lugar que has visitado habitualmente durante largo tiempo, un buen día te sorprende con un protagonista que nunca hubieras imaginado encontrar allí. Que la naturaleza y sus seres no dejen de sorprendernos nunca. Saludos José

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