sábado, 14 de abril de 2012

Harold y Poli. Los ojos de Mari Carmen y Mariano.

Hemos estado toda esta semana de viaje, en París. Tenía preparada una entrada para hoy, nada más llegar, pero durante estos seis días en una ciudad increíble y espectacular hemos coincidido en el grupo con dos personas dignas de admiración por su valentía, perseverancia y amor a la vida. Se llaman Mariano y Mari Carmen y son ciegos. Ciegos. Sí. Pero con unas tremendas ganas de disfrutar, de hablar, de conocer, de relacionarse, de absorber sensaciones, de vivir… y con ellos iban Harold y Poli, sus ojos. Y en ellos me quiero centrar.
Este es Harold.
Este es Poli.
Actualmente en España hay 1.000 perros guía ayudando a personas ciegas. Casi todos provienen de la escuela que la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) tiene en Madrid. Cada año educa y entrena a 100 perros guía; también provienen de una escuela norteamericana en Rochester, Estados Unidos, que cada año manda a España 24 perros guía. Harold y Poli provienen uno de cada una de estas escuelas.
Mariano y Mari Carmen han ido a todos los lugares con nosotros. Han entrado en museos, iglesias, palacios, han ido por el metro, han subido en escaleras mecánicas, han paseado por París, han entrado en restaurantes y siempre se les veía tranquilos, muy educados y sociables. Os aseguro que es satisfactorio observar cómo se mueven, la confianza absoluta que tienen en sus perros. Mariano me dijo en una ocasión, “Poli son mis ojos. Me fío de él. Confío en él”.
Harold y Poli son dos cruces de Labrador y Golden Retriever. Poli tiene más de Labrador y Harold tiene más de Golden. Ver su comportamiento es digno de todo elogio. Son perros amables, cariñosos, inteligentes, vivaces y con una mirada de buenos que no pueden con ella.
Para no extenderme demasiado voy a centrarme en situaciones concretas para que entandáis la importancia de los perros para Mariano y Mari Carmen y del entrenamiento tan intensivo que han tenido que recibir  para poder realizar su función.
Poli con la cabeza levantada y Harold tumbado en la
Sainte Chapelle esperando a que sus dueños
terminen de leer en Braille un libro acerca  de los monumentos de París.
Su entrenamiento comienza desde que nacen. Aunque quizás comience incluso antes de nacer, seleccionando a sus padres para que de su cruce salga una buena camada. Sin embargo, no todos los perros valdrán para ser perro guía. Los van seleccionando poco a poco. A los dos meses se los dan a una familia de acogida que los sociabiliza hasta el año, que es cuando empezarán su entrenamiento en serio. Entrenamiento que me decía Mariano que era durísimo y muy complicado. Suele durar un año y cuando el perro tiene dos es entregado a una persona que lo ha solicitado. Aunque no se entregan al azar, sino que a cada persona solicitante se le asigna el perro que mejor se adapte a sus características o circunstancias. Cuando se le entrega el perro deberá acudir a la escuela de perros guía a aprender a tenerlo, tratarlo y andar con él, será más o menos durante un mes. Después se lo podrá llevar.
Como cualquier perro normal hay que sacarlo por la mañana a hacer sus necesidades pero estos perros no las hacen sin que sus guías les den la orden. En una ocasión, caminando por una de las calles de París veo que Mariano se separa un poco del grupo, me acerco a él y le pregunto que si le sucede algo y me contesta que Poli va a hacer sus necesidades. Le digo que no tiene pinta y me dice: “Sí. Sí quiere”. Le suelta un poco la correa y comienza a animarlo y a darle una orden. Poli comienza a dar vueltas, a ponerse nervioso y termina haciéndolo. Automáticamente Mariano saca una bolsa de plástico del bolso, recoge el excremento y me dice, “vamos con el grupo”. Estos perros no hacen ninguna necesidad hasta que su dueño se lo ordena.
Bajando las escaleras de la Opera Garnier.
Harold y Poli iban decididos, caminaban por la calle en línea recta, un poco por delante de sus dueños. Si veían cualquier obstáculo, siempre pasaban ellos al lado de él, es decir, pasaban entre el obstáculo y su dueño. Sorteaban pibotes, farolas, gente, coches y cuando llegaban a un escalón, bordillo o escalera paraban y marcaban que había una dificultad. Mariano y Mari Carmen de vez en cuando les daban una caricia, una palabra amable e incluso una galletita que llevaban en el bolso con un cariño tremendo y el perro les correspondía con una mirada tierna que, aunque sus dueños no puedan ver, sí la perciben perfectamente. Aunque en alguna ocasión si iban nerviosos o demasiado deprisa les reprendieran simplemente con un, "¡no!", y un pequeño tirón. Su relación y compenetración es absoluta.
En otra ocasión nos encontrábamos en uno de los palcos de la Opera Garnier y Mari Carmen estaba agachada acariciando a Harold. Me acerco y le pregunto qué le pasa. Me contesta que Harold está nervioso con tanta gente. Allí estaba ella, tranquilizando a su perro, a sus ojos. Acariciándolo con gran dulzura y hablándole tiernamente. Me quedé contemplándolos cuando me dice: “Qué pesados estos japoneses. Si les cobrara un euro por cada foto que están haciendo a Harold me haría rica”. El perro estaba nervioso porque el palco estaba lleno de japoneses haciéndole fotos y yo no me había dado cuenta.
En otra ocasión, según íbamos andando por la calle me comenta Mariano todo sorprendido: “No sé por qué se asombran tanto estos franceses de vernos por la calle. Seguramente sus ciegos no se muevan tanto como nosotros”. Era cierto. Por donde íbamos eran el centro de las miradas e incluso en el Museo del Louvre; en la Opera Garnier tuvieron problemas para entrar con sus perros, pues no los dejaban pasar. Al final entraron.
En el Museo del Louvre donde hicieron parte de nuestro recorrido y
después fueron a una sala donde pudieron tocar algunas reproducciones. 
En España es obligatorio por ley que los perros guía entren en cualquier sitio. En Francia, por lo visto, no están tan adelantados como nosotros. En algunos lugares no entiendían que son perros especiales que cuando entran en un autobús, taxi, metro, museo o iglesia si su dueño se lo ordena se van a tumbar a sus pies, no harán nada, no ladrarán y no mancharán, pero estarán absolutamente pendientes de su dueño.
Os podría contar decenas de hechos de estos días tanto de Harold y Poli como Mariano y Mari Carmen. De su percepción, de sus sentimientos. De cómo se hacen fotos, de cómo reconocen las marcas de los coches, de cómo saben si las tiendas están abiertas o cerradas, de cómo aprecian la belleza sin verla, la sienten de otra manera, la perciben de otra forma; como Mari Carmen, que cuando le preguntamos qué era lo que mas le había gustado del Palacio de Versalles nos contestó que los jardines porque eran muy bonitos. Ella los sentía, los olía, los oía…de una forma que los demás no buscamos, porque somos muy visuales y obviamos el uso de los otros sentidos para disfrutar las cosas. Durante estos días nos han dado a todo el grupo una lección de amar la vida, de afrontarla con optimismo, de querer vivirla aun con sus dificultades y problemas. Mi admiración hacia los cuatro y hacia todos aquellos, tanto adiestradores como fundación ONCE, que son capaces de hacer posible que unos animales sean tan importantes para la vida de tantas personas. Espero que algún día seamos capaces de ver estas situaciones como algo normal, eso sería la verdadera integración para todos.

5 comentarios:

  1. Increíble la capacidad de superación de estas personas con alguna minusvalía. Deberíamos aprender los "normales", que nos quejamos por cualquier nimiedad.
    Un saludo.
    Antonio Córdoba

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    1. Hola Antonio. Ha sido una experiencia extraordinaria el ver la lección de superación que nos dieron a todos. Un saludo y gracias por seguir el blog.

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  2. Una crónica reflexiva que nos invita a sacarle partido a la vida de otra forma y a aprender de estas personas y 'sus maravillosos ojos' Harol y Poli, que derrochan afán de superación y ganas de disfrutar de todo lo que nos rodea, sin ahogarse en los problemas que, en mayor o menor medida, todos tenemos.
    Un saludo desde Pucela.

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    1. Como bien decís deberíamos disfrutar de la vida y no preocuparnos por problemas sin importancia. Un saludo y gracias por el comentario.

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