En este complicado mes de trabajo me he dado cuenta que
entre las 154 entradas que he publicado en la vida de este blog no había
ninguna dedicada a la nutria, aunque sí he hablado en algunas ocasiones de ella; por lo
tanto creo que ya es hora de contar alguno de mis encuentros con este
inteligente y curioso animal.
Una asignatura pendiente que tengo con este animal tan bello es el poder hacerle unas buenas fotografías y quiero agradecer enormemente a Hipólito Hernández "Poli", gran amante y conocedor de la naturaleza, prestarme algunas de sus magníficas fotos para poder ilustrar convenientemente esta primera entrada, que no será la última, relativa a la nutria.
El primer recuerdo que tengo de una nutria es una imagen de mi infancia cuando, en un programa del gran Félix Rodríguez de la Fuente, una nutria agarró a un cervatillo y lo sumergió en el agua. Mi espanto, fascinación e intriga fueron tremendos. ¿Cómo podía hacer eso si no era una de sus presas? Cuando el cervatillo estaba casi inconsciente y parecía que su destino estaba marcado, lo soltó. Una de las explicaciones que dio Félix me dejó perplejo. Quizás estaba jugando con él. (pinchar aquí si queréis ver el capítulo en el que sale esta secuencia).
El primer recuerdo que tengo de una nutria es una imagen de mi infancia cuando, en un programa del gran Félix Rodríguez de la Fuente, una nutria agarró a un cervatillo y lo sumergió en el agua. Mi espanto, fascinación e intriga fueron tremendos. ¿Cómo podía hacer eso si no era una de sus presas? Cuando el cervatillo estaba casi inconsciente y parecía que su destino estaba marcado, lo soltó. Una de las explicaciones que dio Félix me dejó perplejo. Quizás estaba jugando con él. (pinchar aquí si queréis ver el capítulo en el que sale esta secuencia).
Desde entonces he visto en el río muchas nutrías y he
podido comprobar la curiosidad innata que tiene este animal ante algo que le
atraiga especialmente o por el cual sienta un cierto interés. Así lo comprobamos una
tarde de febrero en el río Tera a su paso por Puebla de Sanabria.
Sabíamos que en la zona se estaban viendo tres nutrias con cierta asiduidad, la pareja y una cría del año anterior. Isa, Ernesto y yo las estuvimos buscando en los lugares que se podían ver pero nada de nada, con lo cual, al anochecer, con muy poca luz, nos volvíamos hablando de que no habíamos tenido suerte a la hora de encontrarlas. De repente, mi amigo Ernesto dijo: ”Mírala. Está ahí”. A lo cual le contesté: “Si. Hombre. Si”. Ya que llevábamos toda la tarde picándonos unos a otros. “Qué si. Ahí está”. Me volvió a decir. Le hicimos caso y miramos. Era cierto. Allí estaba. En el pico de la isla, restregándose contra una de las rocas de la orilla. Se estaba aseando. Comenzaba su recorrido nocturno.
Las nutrías suelen desperezarse al anochecer y tras limpiarse convenientemente comienzan su rutina en la que irán río arriba al anochecer y bajarán río abajo al amanecer. Se introdujo en el agua con una enorme suavidad, casi sin salpicar, como si fuera un buzo perfectamente entrenado. La vimos ir nadando hacia la otra orilla del río. Elegante. Entrando y saliendo del agua con una enorme maestría hasta que se sumergió.
Sabíamos que en la zona se estaban viendo tres nutrias con cierta asiduidad, la pareja y una cría del año anterior. Isa, Ernesto y yo las estuvimos buscando en los lugares que se podían ver pero nada de nada, con lo cual, al anochecer, con muy poca luz, nos volvíamos hablando de que no habíamos tenido suerte a la hora de encontrarlas. De repente, mi amigo Ernesto dijo: ”Mírala. Está ahí”. A lo cual le contesté: “Si. Hombre. Si”. Ya que llevábamos toda la tarde picándonos unos a otros. “Qué si. Ahí está”. Me volvió a decir. Le hicimos caso y miramos. Era cierto. Allí estaba. En el pico de la isla, restregándose contra una de las rocas de la orilla. Se estaba aseando. Comenzaba su recorrido nocturno.
Las nutrías suelen desperezarse al anochecer y tras limpiarse convenientemente comienzan su rutina en la que irán río arriba al anochecer y bajarán río abajo al amanecer. Se introdujo en el agua con una enorme suavidad, casi sin salpicar, como si fuera un buzo perfectamente entrenado. La vimos ir nadando hacia la otra orilla del río. Elegante. Entrando y saliendo del agua con una enorme maestría hasta que se sumergió.
Las nutrias son capaces de aguantar hasta tres minutos bajo
el agua donde se manejan con enorme soltura gracias a sus características para moverse en un elemento en el que su cuerpo alargado, pelo
impermeable, membrana interdigital o su larga cola que utiliza como timón y
propulsor son elementos que la hacen una verdadera experta a la hora de nadar y
bucear pero tienen un elemento muy útil y necesario que juega un papel
fundamental en su vida, las vibrisas faciales.
Estos largos pelos rígidos son receptores táctiles que le proporcionan
información constante del entorno. Calcular distancias, percibir corrientes,
captar diferencias de temperatura o detectar movimiento son algunas de las
utilidades de estos largos pelos que le son enormemente útiles junto con la
vista dentro del agua, dado que el oído y el olfato solamente los utiliza fuera del agua.
Nos quedamos en la orilla esperando a ver si volvía a
aparecer o éramos capaces de ver que hacía, cuando, ante nuestro asombro
absoluto, sacó la cabeza fuera del agua a nuestro lado y nos miró con
curiosidad. Nos quedamos perplejos. Estaba a menos de dos metros y nos
observaba con esos ojos grandes y vivos con los que ve perfectamente dentro del
agua. Había venido a ver qué éramos o qué hacíamos allí. Había sentido
curiosidad por nosotros. Nos miró unos pocos segundos como sopesándonos, como
evaluando nuestra presencia allí. Intrigada. Tras mitigar su curiosidad se
sumergió y dirigió río arriba donde comenzaba su ronda nocturna, no sin antes
volver a mirarnos desde un poco más lejos.
En otra ocasión, también en el río Tera, aguas arriba de
Puebla de Sanabria, en un veraniego paseo en piragua, un ruido llamó nuestra
atención. Para nuestro asombro, en la orilla, vimos como un animal caía
por la ladera de la margen derecha del río. Al principio no conseguimos ver lo
que era ya que se perdió en el agua. Sólo pudimos oir el chapoteo y ver algo
caer al agua. Parecía una nutria. A los pocos minutos volvimos a escuchar el
mismo ruido, pero ahora ya estábamos alerta y pudimos comprobar como una nutría
se deslizaba por la orilla empinada como si fuese un tobogán por el que un niño
se lanza emocionado en cualquier parque de nuestras ciudades. Pareciera que
estaba jugando a deslizarse por la pendiente. Era increíble. La vimos una vez
más hacer lo mismo hasta que nos acercamos demasiado y desapareció.
Otra explicación que daba Félix Rodríguez de la Fuente a la escena del cervatillo y la nutria era que quizás quisiera darle una lección al pequeño cervatillo por haber pasado por su charca. Estaba marcando su territorio. Las nutrias aparte de ser curiosas son muy territoriales ya
que no permiten nunca que ningún otro animal pueda cazar en su territorio, así
tendrá controlados, por ejemplo, a los visones americanos a los que expulsará
de su zona de caza.
Esta fotografía y la anterior están tomadas en el río Duero, cerca de Almaraz. |
Nutria en el río Duero a su paso por Zamora ciudad. |
La nutria es un animal que me llama mucho la atención y, en algún momento, espero poder hacerle algunas fotografías dignas aunque las experiencias vividas en su presencia siempre permanecerán en mi memoria y son más importantes que una simple fotografía.