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miércoles, 8 de mayo de 2019

La gallineta defensora y sus vecinos en el río.

La gallineta es una de esas aves que sabes te vas a encontrar en cualquier río, charca o estanque que tenga las condiciones mínimas para poder esconderse y vivir. Es un ave común, que se ve con frecuencia en el río; ave que se adapta a cualquier ambiente y tiene una enorme flexibilidad en su dieta. Ave que es raro que no veas en un paseo por el río Duero en Zamora ciudad.
Hace unos días pude ver una pollada de esta ave. Pollada que estaba perfectamente controlada, dirigida y cuidada por sus padres. Padres que se repartían el trabajo de alimentar a sus pequeños casi a partes iguales; la mitad de los pollos eran alimentados por cada uno de los miembros de la pareja. Dos pequeñas expediciones que no se alejaban mucho una de otra ya que, cada cierto tiempo, se intercambiaban alguno de los pequeños pollos.
Era curioso ver como de los ocho pollos, cuatro seguían a un miembro de la pareja y cuatro al otro. Padres que no paraban un solo instante de buscar material vegetal para alimentar sin descanso a sus pequeños que pedían incansablemente entre los juncos. Juncos que les protegen y dan alimento. Juntos entre los cuales aparecían y desaparecían intermitentemente como si estuvieran jugando al despiste.
La gallineta es un ave valiente, que no dudará en atacar a cualquier otra ave que se acerque a sus pequeños y le da igual la especie que sea y el tamaño que tenga. Lo pude comprobar cuando una hembra de azulón se acercó demasiado a los pequeños pollos. La gallineta que estaba al cuidado de esta parte de la pollada se abalanzó con una fuerza, ímpetu y violencia que me dejó realmente sorprendido.
Levantó sus patas, sacándolas fuera del agua, agitó sus alas con fuerza y potencia para lanzarse sin dudarlo sobre la pobre azulona que pasaba por allí y tuvo que esquivar y huir del furibundo ataque de la gallineta que solamente tenía en mente defender a sus pequeños de la intrusa.
La azulona agachó la cabeza y comenzó a chillar mientras la gallineta caía sobre ella en un revoltijo de plumas, patas y agua. En segundos la azulona se revolvió e hizo frente a su atacante que no cejaba en su empeño de echarla sin miramientos de su territorio mientras los pequeños pollos se refugiaban entre los juncos cercanos.
En cuanto la azulona se fue, la tranquilidad volvió a la familia que continuó con sus quehaceres cotidianos de alimentación; alimentación que es tremendamente flexible ya que: “...un 75% de vegetales y un 25% de alimento animal. Aquella se compone principalmente de frutos y semillas (55%), hierba (15%), hojas, musgo, etc. (5%). La materia animal está formada por lombrices de tierra (5,5%), insectos (13%), babosillas y caracoles (4%), renacuajos (1,5%) y diminutos peces (1%). Los pollos comen sobre todo materia vegetal, pero también gusanos y larvas de insectos”. (fuente pajaricos).
El pequeño remanso del río en el que vive esta familia de gallinetas está muy animado estos días. Las garzas reales se acercan hasta aquí para alimentarse ya que, en la colonia cercana, sus pequeños esperan hambrientos, al igual que un cormorán que no para de salir y sumergirse como sin importarle la pequeña batalla acontecida.
Los avetorillos están inquietos. Se muestran más de lo normal. Buscan pareja o están en pleno cortejo mientras un pequeño ruiseñor recolecta material para su nido al igual que el pájaro moscón que está de capa caída ya que, después de estar casi un mes construyendo su majestuoso nido, se le ha caído ya que estaba anclado en un carrizo y, presumiblemente, se haya roto; el hecho de estar en un carrizo es algo realmente extraño, ya que lo normal es que los anclen a árboles que así no tienen tanto riesgo de perderlo.
La vida en el río sigue. Un visón americano campea a sus anchas por el río mientras los abejarucos y la pareja de martín pescador están inmersos en la construcción o el acondicionamiento de sus nidos-túnel o en incubar a la próxima generación en la orilla del gran Duero.
Galápagos europeos o leprosos se solean junto con las tortugas de Florida que observan el acrobático vuelo de un milano negro o al águila calzada que acaba de traer un conejo al árbol cercano donde se dispone a comerlo.
El río fluye. El río vive. Unas nuevas generaciones han comenzado su existencia. El ciclo de la vida continua.

lunes, 21 de mayo de 2018

El ave de los mil colores.

“¡Cuantos colores! Qué bonito”. Es la espontanea expresión de mi pequeña cuando vio sus primeros abejarucos y quedó maravillada por el colorido de este precioso pájaro que lleva en su cuerpo la paleta de colores de un pintor.
Es increíble la belleza de esta ave. Colores y más colores cubren su cuerpo en un dibujo digno de cualquier diseñador de prestigio. Es el ave de los mil colores.
Llevaba varios días viéndolos en la misma zona así es que me decidí a observarlos más detenidamente. Llegaron hace menos de un mes procedentes de África para iniciar su reproducción entre nosotros. Allí estaban. Afanados en la construcción de sus nidos. Nidos que excavan con su pico y van sacando la tierra del túnel con un movimiento rápido de sus patas, lanzándola al exterior formando pequeños montículos de acumulación de arena según va cayendo.
Bajaban en un vuelo acrobático para posarse en el terraplén y comenzar a picar la pared de arena. Lo hacen de una manera muy rápida, como un pequeño martillo percutor que va desgastando la pared. Según pasaban los minutos el agujero se iba haciendo más profundo hasta que pasada más de una hora ya se podían meter dentro de él.
Al día siguiente un reguero de arena se situaba en la entrada del túnel. Un día han tardado los abejarucos en construir el túnel de acceso a su nido. Nido que situarán al final en una pequeña cámara en la que pondrán los huevos y criarán a sus pequeños.
En un solo día habían hecho un profundo túnel. “Normalmente tienen entre 50 y 250 cm. con un ensanchamiento en el final que es propiamente el nido. El diámetro es variable también no sólo en la boca sino a lo largo del túnel y puede estimarse que no es menor de 5 cm ni mayor de 9 cm. La cantidad de tierra o arena que extraen es por lo tanto muy variable, pero 5-8 kilos no son raros, aunque a menudo solamente 3-4 Kg” (fuente pajaricos.es)
El trabajo es enorme para una pequeña ave que como única herramienta tiene su pico y sus patas. Mover unos 4 kg de tierra es una ardua tarea. Tarea en la cual se iban alternando. Es difícil distinguir al macho de la hembra, una de las maneras de hacerlo es fijándose en los tonos más verdes que se presentan en la espalda y en el obispillo de las hembras.
En el trabajo inicial de la construcción del nido era el macho el que llevaba la voz cantante pero cuando ya se podía introducir parte de su cuerpo la hembra comenzó a hacer relevos más largos a la hora de continuar el túnel. Mientras uno estaba en el túnel trabajando el otro miembro de la pareja se posaba fuera y esperaba a que su compañero asomara para darle alimento en forma de abejas, escarabajos e incluso alguna mariposa que cogía y se comía para, rápidamente, volver al túnel a escavar.
Algo que me llamó la atención, que ya había visto más veces, pero que no había visto hacer era la construcción de pequeños agujeros cercanos al túnel principal. Pequeños agujeros, unos más profundos que otros, pero todos falsos que actúan como método de defensa en el caso de que una serpiente, uno de sus principales depredadores, intente acceder al nido en el que estarán sus pequeños indefensos. Estos pequeños falsos túneles alrededor del nido sirven para que la serpiente vaya entrando en ellos, no encuentre nada y desista, lo cual salvará a más de un pollo de ser capturado.
La actividad era frenética. Las parejas se afanaban en la construcción de los nidos en un frenesí excavador que era digno de ver ya que el abejaruco llegaba al agujero y, a una velocidad sorprendente, picaba cual experto minero y sacaba la tierra con las patas por debajo de su cuerpo como si le hubieran dado cuerda mientras otras parejas se obsequiaban con regalos amorosos en cualquier posadero próximo.
En el campo cercano los abejarucos cazaban insectos en potentes y espectaculares vuelos acrobáticos, rápidos y llenos de quiebros y requiebros que les permitían cazar al vuelo a los rápidos insectos que se movían entre las flores o volaban a cierta altura.
Siempre recordaré aquel capítulo de "El hombre y la Tierra" en el que hicieron un corte trasversal de un nido de abejarucos y veíamos extasiados y admirados como los pequeños iban creciendo en aquel agujero lleno de restos de insectos que conformaban una extraña alfombra sobre la que los pequeños se asomaban al túnel esperando la llegada de sus padres que les cebaban incansablemente. Cuando uno comía varias veces seguidas y ya estaba lleno, se iba para el fondo y su lugar lo ocupaba otro  que volvía a realizar la misma operación, de tal manera que todos comían por turnos y todos estaban alimentados.
Para llegar a esta situación todavía falta, aproximadamente, un mes. Ahora mismo la colonia está en una actividad frenética de construcción de nidos, caza de insectos e intercambios de regalos. El pájaro de los mil colores está nuevamente aquí. Ha vuelto a alegrar nuestros campos con sus colores.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Tiempo de reproducción en el río Duero.

En pleno mes de mayo nos encontramos con muchos de los habitantes del río Duero a su paso por Zamora en plena temporada de cría, en el proceso de cortejo o con labores propias de la realización de sus nidos. Estos habitantes habituales del río o temporales se encuentran enfrascados en el cuidado de sus pequeños, en el cuidado de su puesta, en pleno proceso de cortejo o haciendo labores propias de construcción o arreglo de sus nidos.
Como he comentado en numerosas entradas en el río Duero, a su paso por Zamora, nos encontramos con una amplia variedad de especies que viven en él; quiero centrarme en esta entrada en algunos de estos habitantes y que hacen, en estos momentos, en relación a sus labores reproductivas.
Uno de los habitantes más bellos y espectaculares que nos podemos encontrar es el martín pescador. Pequeña flecha azul metálica que actualmente está criando a sus pequeños y que se le ve entrar, en sus nidos excavados en taludes, con pequeños peces o anfibios para alimentar a su prole que le espera al final del túnel, en una pequeña cámara subterránea, donde irán creciendo rápidamente.
Otro de los habitantes temporales del río es el abejaruco, el ave de los mil colores, el ave que lleva en su cuerpo la paleta de colores de un pintor. Ave que llegó hace, aproximadamente, un mes, procedente de África y, que en estos momentos, se encuentra en pleno proceso de construcción de sus nidos. Nidos que excava, como vemos en la siguiente imagen, con su pico y va sacando la tierra del túnel con un movimiento rápido de sus patas, lanzándola al exterior formando pequeños montículos de acumulación de arena según va cayendo.
Pollada de ánade azulón.
Garzas reales, azulones, lavanderas blancas, gorriones molineros, pitos reales o golondrinas ya tienen a sus pequeños, algunos muy crecidos, que crían con dedicación y esfuerzo mientras observan las evoluciones de un macho de avetorillo que se afana en conquistar, desde una orilla del río, a su amada que se encuentra en la otra orilla.
Macho de avetorillo.
El macho de avetorillo observa a la hembra que no quita ojo de como el macho se estira, se mueve inquieto, hace poses imposibles sobre los juncos, pesca un gran pez o canta sin parar hasta bien entrada la mañana. La hembra cruza el río en varias ocasiones bajo la atenta mirada del macho que se mueve intranquilo y expectante. La base rojiza de su pico indica claramente su estado de excitación. En pocos días, cuando los carrizos crezcan un poco más, el macho construirá varios nidos, eligiendo uno de ellos la hembra en el que criará a sus pequeños.
Hembra de avetorillo.
Águila calzada.
Gallineta empollando en el nido.
Águila calzada, milano negro, avión zapador o gallineta se encuentran en diferentes procesos de su cría. Mientras unos ya tienen a sus pequeños otros se afanan en quehaceres de cortejo, empollan en el nido o reestructuran su hogar, como el pájaro moscón que ha terminado su obra de arte y comienza la cría. 
Pájaro moscón.
Las orillas e islas del río son un hervidero de movimiento en busca de alimento para cebar a sus crías, búsqueda de pareja o construcción elaborada o desenfrenada de sus nidos. El río es vida. Los habitantes del río están en pleno proceso: herrerillos, jilgueros, mirlos, carboneros, colirrojos, pico menor, picapinos o cigüeña blanca también crían y criarán y el río se convertirá en un canto a la vida, en un lugar en el que nuevas generaciones seguirán poblando nuestro amado y querido río Duero a su paso por Zamora ciudad.

lunes, 30 de junio de 2014

Gangas ibéricas y más habitantes de la estepa.

La comida familiar había transcurrido agradablemente y en la sobremesa le dije a Paco: "¿Nos vamos a dar una vuelta?" Dicho y hecho. Salimos de Fuentelapeña (Zamora) en busca de los habitantes de la estepa.
Tierras rojizas, campos verdes de regadío y suaves ondulaciones se extendían por doquier, los caminos se entrecruzaban como venas en una tierra curtida por el sol en la que poco a poco fuimos viendo algunos de sus habitantes; quiero empezar por el que más ilusión me hizo y que más ganas tenía de ver, la ganga ibérica.
La ganga ibérica parece creada por un diseñador de renombre. Su gama y disposición de colores la hace especial, diferente y muy vistosa. Las vimos entre las hierbas, agachadas, a ras de tierra, como si un general hubiera dado la orden de "cuerpo a tierra". Se desplazaban pegadas al suelo, levantando muy poco entre las secas hierbas; machos y hembras se entremezclaban en una ida y venida en busca de comida mientras varias calandrias se infiltraban entre ellas como pequeños espías.
Una particularidad que nunca he visto de las gangas y que me parece fascinante es que "los machos de las ortegas y gangas frotaban contra el suelo sus pechos hasta que las plumas quedaban completamente cruzadas, entrando luego en el agua y mojándolas bien para volver inmediatamente con las hembras y los pollos, que sólo unas horas antes habían nacido y abandonado ya el nido. Estos corrían hacia el macho y sorbían el agua haciendo pasar las plumas del pecho y vientre de aquel a través de sus picos. La apariencia era que los pollos "mamaban" del pecho de los adultos" (MeadeWaldo).
Otra de nuestras paradas fue visitar una colonia de abejarucos de más de noventa nidos (ocupados más o menos la mitad), que habíamos conocido hacía unas semanas. Era la segunda vez que íbamos y la actividad era muy diferente.

En la primera visita la actividad era frenética. Las parejas se afanaban en la construcción de los nidos en un frenesí excavador que era digno de ver ya que el abejaruco llegaba al agujero y, a una velocidad sorprendente, picaba cual experto minero y sacaba la tierra con las patas por debajo de su cuerpo como si le hubieran dado cuerda mientras otras parejas se obsequiaban con regalos amorosos en cualquier posadero cercano.
También pudimos apreciar uno de los peligros de las colonias de abejarucos, una culebra bastarda se movía en la cercanía de la colonia esperando su oportunidad pero los abejarucos tienen una curiosa manera de defenderse de ella: la construcción de pequeños falsos túneles alrededor del nido para que entre en ellos, no encuentre nada y desista, lo cual salvará a más de un pollo de ser capturado.
En nuestra segunda visita la actividad era diferente. Los abejarucos cazaban en las tierras cercanas mediante vuelos acrobáticos y picados en los que capturaban libélulas, mariposas, abejas, avispas o moscas que rápidamente llevaban al nido donde entraban y salían sin perder tiempo. Estaban cebando a sus pollos. Era curioso ver como algunos salían marcha atrás lo cual indicaba que los pollos estaban bastante grandes y no tenían espacio para dar la vuelta en la cámara del agujero.
El color del abejaruco es sorprendente. Tiene una gama de colores tan amplia que no te imaginas que pueda existir un pájaro con tal variedad de colores. Azul, verde, amarillo, ocre, negro... y el rojo que aparece en el iris de los ejemplares adultos.
En la colonia de abejarucos pudimos ver una de las escasas tórtolas europeas que se ven últimamente, cuyas poblaciones están sufriendo un preocupante declive en los últimos años.
Dejamos a los abejarucos y continuamos por los caminos rojizos de La Guareña donde descubrimos la más grande de las aves de la estepa, la avutarda.
Ave potente, hermosa, grande y majestuosa que se encuentra en el límite de los kilos para poder volar. 
Caminaban pesadas entre los campos de regadío o las tierras dejadas en barbecho donde los pollos de perdiz seguían a sus padres y los aguiluchos cenizos patrullaban en busca de comida mientras una imponente águila real sobrevolaba la estepa.
En una tierra segada recientemente dos buitres leonados daban cuenta de una carroña. Uno de los buitres comía como un poseso, con enorme rapidez tiraba de la carne y la engullía con ansiedad ayudándose de una de sus patas que ponía sobre la carroña para sujetarla y poder hacer fuerza.
El otro buitre ya había comido y deambulaba por la tierra "como un enterrador del oeste" a grandes pasos mientras varias cornejas, milanos negros y uno real esperaban su oportunidad que llegó cuando los buitres se marcharon pero dos cigüeñas blancas tomaron posesión de los últimos vestigios de la carroña.
El sol iba cayendo y la tarde terminaba pero habíamos podido disfrutar de otros habitantes de la zona como: abubilla, cernícalo primilla, vencejo común, aguilucho cenizo, cogujada común, tarabilla común, triguero, águila calzada, busardo ratonero, estornino negro, jilguero, verdecillo,  gorrión común y chillón, pinzón vulgar, urraca, cuervo, avión común y cuando la noche lo envolvía todo una lechuza común cruzó en pueblo en busca de comida y un chotacabras se levantó de la carretera donde se calentaba sobre el asfalto. 
Una buena tarde en una tierra que es mucho más de lo que parece a primera vista.