Mostrando entradas con la etiqueta zampullin cuellinegro. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta zampullin cuellinegro. Mostrar todas las entradas

jueves, 27 de febrero de 2025

Santoña y III: desde el Calidris de Aves Cantábricas.

Una magnífica manera de disfrutar de las aves en el estuario del río Asón dentro del Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel es desde el barco Calidris de Aves Cantábricas donde, Alejandro García, con enorme tranquilidad y serenidad, además de su sapiencia y ojo entrenado te muestra todos los habitantes de la bahía.
Siempre que me acerco hasta este magnífico enclave una visita obligada es montar en el barco de Alejandro; desde el que disfrutas de otra manera, disfrutas desde dentro y ahí las aves se ven de otra forma.
En este viaje me gustaría destacar dos especies de las casi 50 vistas: el paiño europeo y el zampullín cuellirojo.
El paiño europeo es la más pequeña de las aves pelágicas que vemos en la Península Ibérica, es decir, las que pasan toda su vida en alta mar y solamente se acercan a tierra para reproducirse. Un grupo de ellos había entrado al estuario para protegerse del temporal de los días anteriores, también entraron algunos ejemplares de paiño boreal pero no pudimos verlos.
El paiño europeo es una pequeña ave, no más que un gorrión, de alas largas, coloración negruzca con el obispillo y franja blanca en las alas que no paraban de volar incansablemente en busca de alimento. Pasaban a nuestro alrededor a enorme velocidad en un constante vuelo acrobático en la agradable mañana.
Durante siglos tenían mala fama entre los marineros porque creían que estaba asociada a las tormentas, al mal tiempo. De ahí su nombre en inglés: European Storm-Petrel. Storm:tormenta.
Recuerdo hace unos años cuando recogí un paiño en el puerto de Lastres que había caído al suelo. Al tenerlo en la mano te das cuenta de lo pequeño y frágil que es. (Recordar esa entrada aquí)
El zampullín cuellirrojo es casi idéntico al cuellinegro pero, en esta época su cabeza “plana” le delata sin remisión.
Es el zampullín más escaso que tiene sus principales cuarteles en Finlandia además de Dinamarca, Suecia, Rusia o Noruega desde donde nos visita en invierno. Experto buceador, como todos los zampullines, con las patas muy atrás para facilitar la inmersión y el buceo que le permite tanto alimentarse como escapar de cualquier peligro.
Santoña es el único lugar de la Península Ibérica en el que este pequeño y hermoso zampullín inverna de forma regular año tras año en pequeños números.
Como, según se dice, una imagen vale más que mil palabras que mejor manera de apreciar algunas de las aves y experiencias que se disfrutan desde el Calidris que con una pequeña muestra de algunas de las imágenes tomadas en la salida por el estuario para mostrar la enorme diversidad de especies y la forma tan maravillosa de poder disfrutarlas: desde el agua.
Zampullín cuellinegro
Colimbo grande
Cisne vulgar
Cormorán moñudo
Somormujo lavanco
Espátula
Gavión atlántico
Chorlito gris
Tarro blanco
Correlimos tridáctilo
Gaviota cabecinegra y ostrero
Barnacla carinegra
Gaviotas patiamarilla y sombría con gavión atlántico.
Zarapito real
Gaviota reidora
Zampullín cuellinegro
Colimbo grande
Visitar el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel con Alejandro García, de Aves Cantábricas siempre es muy, muy recomendable.
(Agradezco enormemente a Fernando García sus preciosas fotografías para ilustrar parte de esta entrada)

sábado, 15 de febrero de 2020

Santoña II: Ibis sagrado, moritos, barnaclas carinegras...

Los antiguos egipcios veneraban tres especies de ibis: el ibis sagrado, el ibis brillante y el ibis eremita; curiosamente los dos primeros los he podido ver y disfrutar en mi última visita a las marismas de Santoña: el ibis sagrado al cual consideraba un mensajero del dios Toth (dios del conocimiento, de la sabiduría, la escritura y maestro del tiempo) y el ibis brillante, el morito común.
El ibis sagrado es una especie de origen africano; los que llegan hasta las marismas de Santoña provienen de una población asilvestrada de Francia, en el valle del Loira, con más de 5.000 individuos, desde la que, cada cierto tiempo, viene algún ejemplar.  Las primeras observaciones en España se produjeron en 1989 en las islas Canarias de aves procedentes de escapes de colecciones privadas o parques zoológicos.
El ibis sagrado es un ave extraña, de largo pico curvo, cabeza y cuello negro, pelado que contrasta con su plumaje blanco inmaculado y las puntas de las alas y cola negras. Lo pude ver, junto con Ernesto Villodas, cerca de la laguna de Gandarias donde un gran grupo de garcillas bueyeras comían tranquilamente entre las vacas que sesteaban o comían ignorando por completo a sus ilustres vecinos.
El ibis sagrado está considerado en España como especie exótica invasora y desde la consejería de Medioambiente de la Junta de Andalucía: “…desde 2008 la Consejería de Medio Ambiente está llevando a cabo labores de control a raíz de la observación de 5 ejemplares que intentaron reproducirse en la colonia de cría de moritos (Plegadis falcinellus) cercana al Centro de Visitantes José Antonio Valverde del Parque Nacional Doñana. Hasta mayo de 2011, el Equipo de Seguimiento de Fauna Silvestre junto a técnicos del espacio protegido ha eliminado 16 ejemplares”.
Entre el gran grupo de garcillas bueyeras tres preciosos moritos también se movían elegantes, con andares lentos y pausados en la alfombrada pradera que servía de zona de alimentación a un pequeño grupo de ánsares comunes que, seguramente, estuvieran en paso, mientras, un alcaraván, asomaba su cabeza curioso ante tanto movimiento.
Moritos comunes que habíamos descubierto minutos antes en el monasterio de Montehano donde descansaban junto con espátulas, archibebes comunes y claros, vuelvepiedras y garcetas comunes mientras dos enormes gaviones observaban desde su atalaya o una pareja de halcones peregrinos comenzaban a reclamar insistentemente en un preludio de la futura temporada de cría.
En la misma zona del monasterio cuatro zampullines cuellirrojos nadaban tranquilos. Este zampullín es casi idéntico al cuellinegro pero, en esta época su cabeza “plana” le delata sin remisión.
Es el zampullín más escaso que tiene sus principales cuarteles en Finlandia además de Dinamarca, Suecia, Rusia o Noruega desde donde nos visita en invierno. Experto buceador, como todos los zampullines, con las patas muy atrás para facilitar la inmersión y el buceo que le permite tanto alimentarse como escapar de cualquier peligro. También pudimos ver otros miembros de su familia como el cuellinegro, el chico y el somormujo lavanco.
Zampullín cuellinegro.
Somormujo lavanco.
En la bahía un enorme grupo de unas 700 barnaclas carinegras inverna este año. Su número ha ido aumentando exponencialmente en los últimos años, sobre todo por la proliferación de su comida preferida, un alga, la zostera marina.
Este pequeño ganso proviene del ártico. De dos zonas concretas: del norte de Rusia la subespecie nominal bernicla y la hrota proveniente de Groenlandia y norte de Canadá. Aquí, en Santoña, la que se encuentra normalmente es la subespecie bernicla, aunque de vez en cuando aparece algún ejemplar de la subespecie hrota. Todavía hay una tercera subespecie que no llega hasta nosotros, es la nigricans que vive en el noroeste de Canadá, Alaska y Siberia oriental.
Ver a las barnaclas carinegras es un espectáculo increíble. Verlas comer y moverse por la orilla te emboba pero ver pasar muy cerca de ti el enorme bando de las 700 barnaclas es algo único. Bando que se alimentaba tranquilamente en una de las orillas cuando, de repente, la silueta negra y blanca del águila pescadora provocó un enorme revuelo de pánico (temen al águila pescadora aunque no les hace nada en absoluto) que hizo que se levantaran todas y emprendieran vuelo hasta la otra punta de la bahía.
Espectáculo que pude ver desde el Cofre, pequeño barco de Aves cantábricas desde el que Alejandro García con su tranquilidad y serenidad, además de enorme sapiencia y ojo entrenado te muestra todos los habitantes de la bahía (montar en el Cofre es indispensable en toda visita a las marismas de Santoña).
Las barnaclas carinegras nos pasaron muy cerca en un vuelo que nos dejó impactados. El ruido de las alas. El sonido que emitían chillando, animándose a dirigirse hacia el lado salvador de la otra orilla.
Orilla en la que colimbos grandes y chicos nadaban y se sumergían en un constante movimiento que pareciera tuvieran prisa pero, eso será otra historia. Otra historia. Otra muestra de la enorme cantidad de vida que se aglutina en las marismas. Otra historia de un lugar increíble que rebosa vida por los cuatro costados.

lunes, 11 de diciembre de 2017

Santoña I: serreta mediana, colimbos, barnaclas…

Llegas y lo primero que te llama la atención es que hay agua por todas partes y con agua hay aves. Miles de aves. Aves por todos lados aunque cuando hablas con alguien de aquí te dicen que todavía no hay mucho pero, no se dan cuenta, que en el interior estamos secos, completamente secos…
Santoña rebosa vida. Mires donde mires hay aves. En esta primera entrada voy a contar el viaje en barco que realizamos con aves cantábricas por las marismas. Viaje en el que Alejandro García nos mostró todo sus saber y conocimiento de este lugar tan bello y maravilloso. Nos embarcamos con grandes ilusiones de poder disfrutar de la marisma y sus habitantes.
El primero y el último en aparecer fue un colimbo grande. Ave impresionante, de fuerte pico, cuello robusto y pinta de cormorán cuando lo ves a distancia. Salía. Cogía aire y se sumergía nuevamente. Se estaba alimentando.
Ave proveniente del ártico que cría en Groenlandia, Islandia o Norteamérica que pasa el invierno en estas marismas junto con otro colimbo, el colimbo chico que también viene del ártico y del que vimos varios ejemplares.
Es el más pequeño y extendido de todos los colimbos; con un pico más fino, menos robusto y aspecto más frágil. También se alimentaba constantemente. Su actividad era febril. Se sumergía y salía sin descanso. Nos mostraba su destreza en el buceo. Al igual que el colimbo grande (y la mayoría de los patos buceadores) tiene las patas muy atrás en el cuerpo para así desplazarse más eficientemente bajo el agua aunque en tierra le hace ser un poco patoso.
Pasará el invierno aquí, en Santoña y luego volverá a sus zonas de cría en el norte de Rusia, Groenlandia, Islandia y norte de Canadá.
Casi noventa barnaclas carinegras hay ahora mismo en las marismas. El año pasado pasaron de las cuatrocientas. Su número ha ido aumentando exponencialmente en los últimos años, sobre todo por la proliferación de su comida preferida, un alga, la zostera marina.
Este pequeño ganso también proviene del ártico. De dos zonas concretas: del norte de Rusia la subespecie nominal bernicla y la hrota proveniente de Groenlandia y norte de Canadá. Aquí, en Santoña, la que se encuentra normalmente es la subespecie bernicla, aunque por ejemplo, el año pasado aparecieron dos ejemplares de la subespecie hrota. Todavía hay una tercera subespecie que no llega hasta nosotros, es la nigricans que vive en el noroeste de Canadá, Alaska y Siberia oriental.
Acostumbrado a ver muy pocas barnaclas carinegras, lo máximo que he visto en las Lagunas de Villafáfila han sido tres ejemplares en 2015, encontrarte con unas noventa es un espectáculo fascinante. Se movían tranquilas, comiendo y observando como una fila de caballos pasaban muy cerca de ellas.
Una preciosa serreta mediana (y única en la marisma) apareció en la lejanía. Era un hembra solitaria entre azulones, agujas y rabudos.
Lo primero que te llama la atención es el pico. Pico largo y delgado que tiene unos pequeños “dientes aserrados” (de ahí su nombre) para sujetar mejor a sus presas. Otra ave del norte que baja hasta Santoña en invierno. Ave que parece el pinocho de las aves con ese pico tan peculiar. Ave que fue toda una agradable sorpresa encontrarnos.
Continuamos en nuestra ruta con un sinfín de observaciones: agujas colinegras y colipintas, ostreros, ánade silbón, ánade friso, zarapito real y trinador, gaviota sombría, reidora y patiamarilla, espátulas, zampullín cuellinegro…
Preciosos ostreros alimentándose.
Una enorme variedad que nos sorprendía constantemente. Entre cormoranes grandes y moñudos, garcetas comunes, reales y grandes apareció la majestuosa silueta del águila pescadora.
Allí estaba. Posada en un magnífico oteadero. Esperando. Decidiendo cuando emprender el majestuoso vuelo que revoluciona a los miles de silbones, ánades reales, frisos, rabudos y cucharas que deambulan por la marisma.
Este invierno hay dos ejemplares en Santoña. Dos águilas pescadoras que pasarán aquí todo el invierno y, quién sabe, si en algún momento se decidan a criar en esta zona.
Tres zampullines cuellirrojos aparecieron casi a la vez que la pescadora. Estaban bastante lejos pero con el telescopio se veían muy bien. Este zampullín es casi idéntico al cuellinegro pero, en esta época su cabeza “plana” le delata sin remisión.
Fotografía testimonial de dos de los zampullines cuellirrojos.
Es el zampullín más escaso que tiene sus principales cuarteles en Finlandia además de Dinamarca, Suecia, Rusia o Noruega desde donde nos visita en invierno. Experto buceador, como todos los zampullines, que tiene las patas muy atrás (como comentaba anteriormente) para facilitar la inmersión y el buceo que le permite tanto alimentarse como escapar de cualquier peligro. También pudimos ver otros miembros de su familia como el cuellinegro, el chico y el somormujo lavanco.
Zampullines cuellinegros.
Gavión atlántico (la gaviota más grande de Europa), charrán patinegro, tarros blancos…Santoña es un espectáculo de vida. Es un deleite para los sentidos. Es un lugar que hay que visitar para conocerlo y aprender de todo lo que allí se puede encontrar.