Mostrando entradas con la etiqueta herrerillo común. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta herrerillo común. Mostrar todas las entradas

martes, 31 de marzo de 2020

111 especies desde las ventanas de muchos zamoranos (desde mi ventana III).

Una semana mas. Una semana mas desde mi ventana. Desde la ventana de muchos zamoranos. Desde la ventana de 38 zamoranos de 17 localidades desde las que hemos visto ¡111 especies!, ni más ni menos que 111 especies desde cada una de nuestras ventanas. 
Precioso escribano soteño fotografiado por M. Segura en Calabor.
Trepador azul fotografiado por H. Hernández "Poli" en El Puente de Sanabria.
Desde especies comunes como el colirrojo tizón, el mirlo común, la paloma doméstica o el estornino negro hasta especies mucho más sorprendentes como el búho chico, el torcecuello, el pico picapinos o el vencejo real pasando por especies que nunca me hubiera imaginado que se vieran desde casa como la cigüeña negra, la pagaza piconegra, el zarapito real o el chorlito dorado europeo. (Si pincháis aquí veréis la lista completa). Quiero agradecer enormemente a dos amigos: M. Segura y H. Hernández "Poli", grandes amantes de la naturaleza y magníficos fotógrafos prestarme sus preciosas fotografías para ilustrar esta entrada.
Pinzón vulgar fotografiado por M. Segura en Calabor.
Pico picapinos fotografiado por Poli en El Puente de Sanabria.
Serín verdecillo fotografiado por M. Segura en Calabor.
Las ventanas están abiertas, abiertas a la naturaleza urbana o rural, abiertas a la esperanza, abiertas a un mundo que antes no mirabas, no prestabas atención, estaba ahí y no tenía nuestro interés. Ahora no nos queda más remedio y nos estamos sorprendiendo de todo lo que se puede ver desde la ventana de nuestra casa, con sus peculiaridades y diferencias de unas ventanas a otras, ya sea por la ubicación de la ventana, el campo de visión o la capacidad para ver (no sólo para mirar).
Mi ventana me sigue dando alegrías. Me sigue dando aire. Me sigue dando vida. Sigo viendo la mayoría de las especies que he comentado en las anteriores entradas pero aparecen sorpresas, momentos únicos o momentos impactantes.
Vencejo real.
El vencejo real es el más grande de los vencejos españoles, desde luego para mí, el más bonito y espectacular. Es un ave especial, diferente, un ave que como todos los vencejos tiene la silueta típica en forma de arco. Vencejos que nunca se posan en el suelo y si lo hacen sería sinónimo de muerte, no podrán levantar el vuelo y morirán.
Una vez leí un artículo que me impresionó y quiero poner aquí un extracto de él: “Los ornitólogos saben desde hace mucho tiempo que el vencejo es una criatura especial. Las observaciones y las mediciones con radares les hacía sospechar que estas aves son capaces de pasar largos periodos en el aire, sin necesidad de tocar tierra o bajar al nido, hasta el punto de que se cree que duermen en el aire, dando vueltas en círculo. El equipo de Felix Lietchi, del Instituto Ornitológico de Suiza, acaba de presentar la primera prueba de que el vencejo real, la especie de mayor tamaño de estas aves, realiza una verdadera proeza: es capaz de pasar seis meses en el aire, durante su migración transahariana, sin bajar ni posarse en un solo momento.
El trabajo, publicado en Nature Communications; Liechti F., Witvliet W., Weber R. & Bächler E. (2013). First evidence of a 200-day non-stop flight in a bird, Nature Communications, 4 DOI: 10.1038/ncomms3554; sugiere que estos animales realizan todas sus necesidades fisiológicas, incluido el sueño, durante su larguísimo vuelo. Los autores del estudio colocaron unos pequeños receptores a seis ejemplares de vencejo real (Tachymarptis melba) y recapturaron a tres de ellos a su regreso a Europa tras un periodo de siete meses. Los datos recogidos en los receptores indicaban la posición mediante GPS y valores como la incidencia del sol, la posición respecto al suelo y la actividad de sus alas. Los resultados, explican los científicos, no dejan lugar a dudas: los tres vencejos volaron desde África occidental hasta Europa durante el periodo de no cría y recorrieron una distancia de 2000 km durante alrededor de 200 días sin dejar de volar” (Extracto sacado del siguiente enlace).
Este precioso vencejo real lo he visto en varias ocasiones de la última semana. Hasta seis ejemplares he podido ver juntos. Vencejos reales que vuelan rápidos, sin descanso, infatigables entorno a mi ventana. Una alegría para la vista.
Vencejos reales que vuelan por debajo de la atenta e inescrutable mirada del águila calzada que vigila esperando su ocasión. Ocasión en la que, en una décima de segundo, se gira, pliega las alas y se lanza como un misil en picado sobre una desdichada paloma del tejado.
Palomas que viven en el alambre como les gusta a varios mirlos cercanos a mi casa. Mirlos que se acercan a pequeños saltitos al objetivo. Ven al gato. Lo controlan. Saben donde está y qué va a hacer.
Un saltito mas. Un paso mas. Llegó. El gato sigue ahí. Se tensa. Agacha el cuerpo cual pequeño tigre en pos de un antílope. Salta. El mirlo se libra por poco. Volverá. Unos granitos de pienso siempre vienen bien.
Los gorriones aprovechan la tranquilidad del patio para darse un merecido baño de arena. Arena que les servirá como protector de parásitos. O para ir llevando material a su preciado nido que permanece oculto en un pequeño arbusto.
La vida sigue. Los herrerillos comunes se han unido a mi lista de vecinos al igual que los jilgueros, las currucas capirotadas, los verdecillos, los mosquiteros o los verderones que cantan y se mueven por la tranquilidad de la ciudad. Incluso un sorprendente pito real cruza por mi ventana. Pito real al que he oído varios días tamborilear en algún árbol cercano. Sin olvidarme de un aguilucho lagunero que he podido en varias ocasiones o las gaviotas reidoras y sombrías que están en plena migración.
Cigüeña blanca con material para su nido.
Un total de 42 especies llevo vistas desde mi ventana. Especies que cada una de ellas ha llenado mis anhelos de naturaleza.
Águila calzada morfo claro.
Los buitres leonados siguen pasando regularmente.
La vida sigue. La vida tranquila de la fauna de ciudad. Fauna que estamos viendo y descubriendo desde nuestras ventanas.
(Podéis encontrar más información sobre las aves vistas en la provincia desde casa en otros dos blogs zamoranos: saliegosbirding y zamorabiodiversa.

jueves, 16 de febrero de 2012

El herrerillo. Un consumado acróbata.

El herrerillo es un pequeño pájaro (10-12 gramos y 21 cm con las alas abiertas) nervioso, ajetreado, inquieto que no para ni un instante. Busca por aquí y por allá y lo hace de cualquier manera, es decir, se puede poner en cualquier postura para picotear, comer o rebuscar. Es muy común verlo por el Bosque de Valorio o por las orillas del río Duero. Su color azul es espectacular y mezclado con el amarillo, verde, blanco y negro le confieren una gran belleza.
El otro día, en un paseo por Valorio, me encontré con Fernando y Alegría, dos enamorados de la naturaleza. En un tramo del paseo que hicimos juntos, nos quedamos un buen rato contemplando a uno de estos pequeños acróbatas cómo se dedicaba a comer las semillas que estaban metidas en una vaina colgando de un árbol. Era muy curioso verlo trabajar.

Primero buscó una buena rama. Luego cortó con el pico la vaina del árbol. La agarró con la pata y con su fuerte pico la abrió y tiró el lado que le sobraba, así solamente tenía un lado con las semillas, el que él quería. La agarró fuertemente y comenzó a comer cada una de las semillas que estaban ancladas. Así estuvo un buen rato repitiendo el proceso de rama en rama. Si la vaina estaba abierta comía las semillas directamente, sin arrancarla.

Los herrerillos se alimentan de insectos, larvas, arañas o semillas, como era este el caso ya que la época es la propicia para hacerlo y no puede desperdiciar un recurso tan nutritivo. Allí estuve viéndolo hacer acrobacias boca abajo agarrándose de las ramas por sus fuertes patas y largas uñas que le permiten moverse así sin ninguna dificultad.
Algunas veces también bajan al suelo a remover hojas y musgo para seguir buscando incansablemente. Es un pajarillo muy listo y aprende con mucha facilidad. Un ejemplo claro es lo que sucedió en Inglaterra en los años sesenta cuando aprendieron a abrir las botellas de leche que los repartidores dejaban en las puertas de las casas y no sólo eso, sino qué enseñaban a sus crías a hacerlo también. Como los ingleses son tan aficionados a las aves, para evitar que las siguieran abriendo cogieron la costumbre de dejarles bebederos con un poco de leche en los jardines. No solamente pasa en Inglaterra sino que también en Alemania, donde en muchas zonas hacen lo mismo. Unos familiares mios tienen esa costumbre en Alemania y todos los días les ponen un poco de comida y de leche a los pajarillos que viven en el jardín (herrerillos, carboneros, gorriones, petirrojos,...). 
También es muy fácil verlos cuando crían en las cajas nido que tenemos en parques y jardines. Cajas nido que son originales de la India, viniendo a Europa en el s.XVIII y generalizándose en el s.XX. Estas cajas nido están fundamentalmente destinadas a las aves insectívoras, aunque no solamente, y cuando se empezaron a instalar en España tuvieron un gran problema ya que el primer año que las pusieron la inmensa mayoría de las polladas se perdieron. El problema era muy sencillo. Ese año hicieron los agujeros de entrada todos del mismo diámetro con lo cual los depredadores podían entrar sin dificultad a comerse los huevos o los pollos. Solución. Al siguiente año hicieron cajas nido con agujeros de diferentes diámetros y así solamente podían entrar los pajarillos que anidaban allí.
El herrerillo común tiene un primo, el herrerillo capuchino que por aquí no abunda pero que tiene una característica muy distintiva, la cresta, que levanta o no en función de su estado de ánimo.
Tras despedirme de Fernando y Alegría continué mi paseo por Valorio y seguí viendo más herrerillos haciendo sus piruetas y acrobacias cual especialistas circenses, además de carboneros, pitos reales, colirrojos, petirrojos, búhos chicos, milanos reales, urracas, palomas, azulones, estorninos e incluso una pareja de pico picapinos menor. Un buen paseo que, como siempre que bajo al Bosque de Valorio, es una gozada. Siempre se ve algo y, aunque no se viera, recorrer sus caminos merece la pena.