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sábado, 29 de diciembre de 2012

Mi primer collar amarillo y mucho más...

La mañana amaneció soleada y fría, con una luz espectacular para la fotografía y muy buena visibilidad, así es que me dirigí  hasta las lagunas de Villafáfila, que en esta época están en su mayor auge a nivel de cantidad de ejemplares. Nada más pasar Villarrín un grupo de gansos comía tranquilamente. Continué hasta el cruce de Otero de Sariegos donde, como dice uno de nuestros refranes,"todo mi gozo en un pozo". No se veía absolutamente nada. La niebla era tremendamente densa y lo cubría todo desde ese punto.
Como he comentado en varias ocasiones las Lagunas de Villafáfila son de agua salada, hecho que sorprende a mucha gente que llevo a conocer este magnífico entorno. Este hecho provocado por el tipo de suelo ha propiciado desde la prehistoria la extracción de sal que fue muy importante y codiciada ya que no había ningún otro lugar cercano de extracción de este mineral, con lo que a lo largo de la historia las salinas fueron controladas por señores poderosos (nobles o reyes) y la Iglesia.  Las lagunas eran un centro de abastecimiento de sal y como tal debían de ser protegidas y controladas ya que la sal era un bien de primera necesidad. 
Allí estaba. Entre la niebla. Un ganso con collar amarillo.
Según me dirigía hacia el pueblo de Villafáfila distinguí un gran grupo de gansos muy cerca de la carretera, detrás del pinar. Bajé y me situé entre los pinos desde donde se distinguían las siluetas de miles de gansos. Según los miraba con el telescopio apareció uno diferente, ¡tenía un collar amarillo! Los gansos con este collar han sido anillados en Alemania y no son muy comunes en esta zona. Tenía que intentar leerlo pero la niebla era un adversario demasiado poderoso.
Allí estuve más de media hora esperando ver el código de su collar. Nunca había conseguido leer entero un ganso con este tipo de collar y con este parecía que iba a suceder lo mismo. En un fugaz momento en el que el sol derrotó a la niebla conseguí ver la letra grande. Era una N. Poco a poco el sol se abrió paso hasta dejar al descubierto al ganso. Esta era la mía. Por fin lo leería. Cuando estaba completamente despejado, la visibilidad era buena y el ganso lo tenía a menos de 60 metros...¡se fue! Se marchó y me dejó completamente decepcionado. Una vez más no podría leer un ganso con collar amarillo.
Siempre alerta. Mientras unos comen, otros vigilan.
Otro momento importante en la historia de Villafáfila fue la reunión entre Fernando el Católico y Felipe el Hermoso el 27 de Junio de 1506. Felipe había desembarcado en La Coruña proveniente de Flandes. Desde allí se dirigió hasta Puebla de Sanabria donde esperó a que el rey Fernando llegara. Así el 20 de Junio de 1506 se reunieron en el campo de Remesal donde discutieron la incapacidad de la reina Juana para gobernar. Días más tarde firmaron en Villafáfila el Tratado de la Concordia en el que se ponía por escrito lo acordado en Remesal en el que Felipe el Hermoso (marido de Juana la Loca) quedaba como rey de Castilla y Fernando el Católico (padre de Juana) se retiraba a Aragón.
Tras mi frustrada lectura del collar y viendo que la niebla había levantado me dispuse a continuar mi visita a las lagunas. Según me acercaba al pueblo un pequeño grupo de gansos comía tranquilamente a unos 200 metros de la carretera. ¿Y si estaba ahí? Siempre hay que probar suerte y aunque el grupo era muy pequeño cabía esa posibilidad así es que paré en un camino alejado. Coloqué el telescopio y...¡allí estaba! No se me podía escapar. Recorrí un buen tramo de la carretera andando para intentar verlo mejor. Me acerqué todo lo que pude y después de casi cuarenta minutos de: "vamos gírate", "la N ya la he visto", "parece un 7", "otra vez el mismo lado. Gírate", "¡Es el 77!". Lo leí. Era el N77.
Era el N77.
El tratado de Villafáfila duró muy poco tiempo ya que el 25 de septiembre de ese mismo año murió Felipe el Hermoso, y Fernando el Católico volvió a ser el rey como regente de su hija Juana la Loca ya que el hijo de esta con Felipe solamente tenía 5 años. Sería el futuro Carlos I de España y V de Alemania.
De ahí, de Alemania era de donde provenía el ganso. Había sido anillado el 11 de Junio de 2008. Tenía 4 años y era una hembra. Se anilló en Bergen (Rügen) y era la primera vez que se le veía en España. Esta era su primera lectura en nuestro país, lo cual supone un orgullo añadido. Primera vez que conseguía leer un collar amarillo y además era la primera vez que se le veía en España. A este ganso se le ha visto 25 veces. De ellas, 23 en Alemania, 1 en Polonia y 1 en Villafáfila. Mi satisfacción era total. Todas estas observaciones, alemanas y polaca, se produjeron en una zona muy concentrada, con lo cual se había movido muy poco, por lo tanto esta vez puede que fuera su primer desplazamiento hasta nuestras tierras o quizás había venido antes y nadie lo había conseguido leer.
Continué toda la mañana por las lagunas con una enorme satisfacción pero las lagunas siempre sorprenden y me tenían reservadas otras sorpresas.
4 gansos caretos. 3 adultos y un joven que está entre los dos adultos que se ven bien.
El tercer adulto está de espaldas en el centro de la imagen.
Al fondo de este grupo de gansos comunes se ven 4 gansos caretos.
Este año está siendo muy bueno en la entrada y observación de gansos caretos. Pude ver un grupo de 12 en la Salina Grande y otros 5 junto a la carretera de Otero, pero la siguiente estrella fue un tarro canelo que llevaba varios días por la zona y que por fin pude ver. 
Tarro canelo en el centro de la imagen rodeado de un gran grupo de gansos
en el que había varios caretos y dos gansos marcados con un collar azul oscuro. 

 Al fondo varios tarros blancos.
No es la primera vez que veo un tarro canelo en las lagunas pero sí es la primera de este año. El tarro canelo vive habitualmente en el norte de África, oriente de Europa y parte de Asia. Tiene un color inconfundible, llamativo y vistoso además de muy espectacular. Pasa casi todo el día fuera del agua y no es nada común verlo en nuestras tierras.
Imagen, no tomada en Villafáfila, de un tarro canelo.
Imagen de un tarro canelo tomada el 6 de febrero de 2011 en la laguna de Barillos.
Aparte de los gansos caretos y el tarro canelo volví a ver un ganso campestre que fue la imagen frustrada de la mañana ya que pude sacarle una fotografía pero, por diversas razones, salió muy movida. También un águila real llamó mi atención. Era una adulta y estaba posada en un montón de alpacas. Observando. Oteando y esperando su oportunidad.
Alcaudón real.
Un alcuadón real, tres cigüeñas blancas, un bando de doce perdices, verderones y jilgueros, chorlitos dorados, avefrías, estorninos, cercetas comunes, frisos, azulones, silbones, cucharas, tarros blancos, avocetas, un rabudo, ratoneros, laguneros, milanos reales, algún mochuelo, correlimos comunes y algunas gaviotas reidoras fueron salpicando mi recorrido por las lagunas.
 De un lado los cazadores. Del otro las perdices dentro de la Reserva.
Momento de aseo. Los estorninos pintos forman enormes bandos.
Porrón bastardo que continúa en el Centro de Interpretación.
En el centro de interpretación seguía el porrón bastardo además de fochas, zampullines, azulones, frisos y alguna agachadiza. 
Grupo de fochas espantadas ante la presencia de un aguilucho lagunero.
El día anterior había ido a las lagunas con unos familiares y, junto a la pequeña
Claudia que estaba emocionada leyendo los collares de las fochas, 

 conseguimos leer el de esta, que resultó ser la primera observación que se hacía
de este ejemplar desde que se anilló el 3 de febrero de este año.  
La mañana llegaba a su fin. Había sido una buena jornada que se vio reforzada cuando José Miguel San Román, al que agradezco enormemente su celeridad y gestiones, me mandó el historial de mi primer ganso marcado con un collar amarillo.

domingo, 11 de diciembre de 2011

Reunión de ciervos.

La helada era considerable y la hora muy temprana. El pasado jueves nos dirigíamos a un punto concreto de la provincia de Zamora. En él se había visto un grupo considerable de ciervos y queríamos comprobar si eran ciertas las informaciones que nos habían dado. Debíamos llegar antes del amanecer ya que el grupo se marcharía con las primeras luces. Tras una pequeña caminata llegamos al lugar en cuestión.
El ciervo, junto con el lobo, han sido dos animales que he tenido la ocasión y suerte de ver muchas veces y creía que no me iba a sorprender lo que buscábamos.
El comportamiento del ciervo en invierno es totalmente diferente al de cualquier otra época del año. Para pasar la temporada de frío se reúnen grandes grupos, siempre dirigidos por una hembra, la hembra lider. Estos grupos los suelen formar ciervos de todas las edades pero sobre todo hembras, crías del año y año anterior y machos jóvenes; los grandes machos se suelen aislar o, como he podido comprobar en muchas ocasiones en la Sierra de La Culebra, se mantienen a una distancia prudencial de estos grandes grupos.
Todavía de noche, avanzamos hasta situarnos en un pequeño alto para ver la zona y así localizar el grupo. 
Lo encontramos. Nuestra sorpresa fue enorme ya que, entre los primeros rayos de la mañana, en un pequeño valle, empezamos a vislumbrar una enorme cantidad de siluetas de ciervos de todas las edades. Había hembras con sus crías, de este año y el anterior, baretos, y machos que como mucho tendrían 4 ó 5 años.
Única foto de parte del grupo ya que la escasez de luz me jugó una mala pasada.
Lo máximo que había visto hasta ese momento eran grupos de entre 30 y 40 ciervos, pero allí había más de 120. Nos quedamos tremendamente impresionados ante tal cantidad de individuos y más aún cuando cuatro machos de unos 4 años se dedicaron a embestirse, simulando una pelea, resonando sus choques en el valle. Estaban tranquilamente comiendo. Nuestra felicidad duró muy poco. Un coche pasó por un camino relativamente cercano y los alertó, con lo cual, se metieron en el bosque formando largas hileras como si fueran hormigas siguiéndose unas a otras. No los volvimos a ver, pero la impresión ya estaba causada y la sorpresa también.
Era muy pronto y decidimos aprovechar el día así que nos dispusimos a ir hasta las Lagunas de Villafáfila. En el camino hasta el coche nos cruzamos con otro habitante de la noche, el zorro, que olisqueaba todo en busca de cualquier oportunidad, menudo es nuestro amigo raposo. 
Vimos varios bandos de perdices que parecían sortear a los cazadores que se diseminaban por aquí y allá buscándolas. Pero lo que más nos sorprendió fue la enorme cantidad de huellas de lobo que encontramos en el camino, rastros completos que indicaban por donde había pasado y a donde se dirigía y excrementos que marcaban un cruce de caminos. Hasta seis de diferente tiempo marcaban dicho cruce. No había duda, el lobo andaba por la zona y aquel lugar le gustaba especialmente. Había comida, agua y protección. Ideal para un lobo.
Según continuábamos descubrimos un esqueleto, seguramente de una oveja, que a su lado tenía una marca de quién se la había comido, un excremento de lobo marcaba el lugar sin ningún género de dudas diciendo: “he estado aquí y me he comido esta oveja. Estáis en mi territorio”.
Esqueleto de oveja con excremento de lobo al lado.
Llegamos al coche y fuimos hasta Villafáfila donde disfrutamos de avutardas, gansos comunes, avefrías, tarros blancos, avocetas, milanos, cernícalos, aguiluchos laguneros, mochuelos y un buen número de cercetas comunes y ánades de varios tipos. 
Avutardas en el horizonte.
Miles de gansos pasando por Otero de Sariegos hacia la Salina Grande.
Como era el día de encontrar restos de alguna comilona nos encontramos con los de un ganso que habían servido de pitanza para un zorro y alguna rapaz, ya que sus plumas así lo indicaban.  
Cuando encuentras un ave comida puedes saber quién se la ha comido mirando las plumas. Si el cañón está roto o cortado ha sido un mamífero, seguramente un zorro en este caso; si el cañón está intacto, han arrancado la pluma, con lo que ha sido otra ave quién la ha comido, una rapaz. En este caso había de los dos tipos, con lo cual, tanto un mamífero como una rapaz se habían comido al ganso pero, ¿quién lo mató? Eso es mucho más difícil de precisar dado como estaban los restos.
Una mañana muy completa, intensa y llena de sorpresas que la naturaleza de vez en cuando nos regala.