Hoy he tenido una inmensa suerte. He podido disfrutar de una
pollada de pato colorado. Esta pollada es la primera cita de cría de esta
especie en la provincia de Zamora. El único lugar que se tenía constancia, hasta ahora, de la
cría de pato colorado en Castilla y León era en el embalse de Monteagudo
(Soria).
Al mediodía paré en una pequeña laguna y...¡sorpresa! Una
hembra de pato colorado se movía entre los juncos y a su lado un pequeño pollo
que no se separaba ni un instante de ella. ¡Habían criado!
Mi alegría fue inmensa ya que llevaba, desde que Alfonso Rodrigo localizó muy cerca de aquí tres ejemplares de pato colorado el pasado
mes de abril, buscando periódicamente donde estaban y sus evoluciones. Todas
las semanas buscaba en las lagunas con la esperanza de que criaran
y la esperanza se hizo realidad.
Allí estaba con cuatro preciosos pollos que la seguían por
la laguna mientras caía un aguacero considerable que hacía todavía más
complicado poder dejar constancia de la observación mediante alguna fotografía.
La hembra se sumergía como un buzo en busca de conchas y salía con un
manojo de plantas acuáticas en el pico a las que acudían los pequeños como si
fueran un poderoso imán que los atraía sin remisión. Picoteaban las plantas hasta terminarlas y, automáticamente, la hembra, volvía a sumergirse para seguir alimentándolos. Pasados unos minutos de
constantes zambullidas la hembra se paró. Se quedó quieta. ¿Qué hacía?
Una focha apareció a toda velocidad y atacó a los pequeños
que, rápidamente, se refugiaron entre los juncos mientras la pata se enfrentaba
a las poderosas patadas, cual experto karateka, que le lanzaba la focha.
La batalla se volvió más violenta cuando se metieron en los
carrizos. Picotazos. Patadas. Aleteos. Persecuciones y cargas se sucedían
frenéticamente entre la espuma y el agua removida. La focha parecía dominar la
situación pero la pata no estaba dispuesta a dejarse vencer y reaccionó con más
energía para acabar expulsando a la agresiva focha que salió huyendo por el
carrizal.
Seguramente la focha lo único que quería era defender su
territorio, expulsar a unos intrusos. Intrusos que se reunieron nuevamente
detrás de la pata y se alejaron del lugar para seguir alimentándose en otra
parte más tranquila de la laguna.
Cuatro pollos son muy pocos; los peligros son muchos,
aguiluchos laguneros o gaviotas se mueven por las lagunas en busca de algún
descuido, de algún fallo, de alguna oportunidad para conseguir un pollo, ya sea
de somormujo lavanco, focha, zampullín, azulón o pato colorado. Cada vez que la
hembra se sumerja, será una oportunidad para un depredador. Cada vez que un
pequeño pollo se retrase, será una oportunidad para un depredador. Esperemos
que alguno de los pollos consiga sobrevivir. Esperemos que alguno tire para
adelante. Cuantos más sobrevivan mejor ya que serán los primeros patos
colorados nacidos en nuestra provincia (que se sepa) y, aunque sea una especie
no demasiado emblemática, su cría en sí ya es importante al producirse en un
lugar alejado de sus tradicionales zonas de cría.