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viernes, 2 de abril de 2021

Pequeños dragones en un muro con historia.

La mañana está agradable. El sol calienta lo justo para una día de marzo y los “pequeños dinosaurios” salen a solearse. Lucía y Marco son dos pequeños niños curiosos e inquietos que se sorprenden cuando van descubriéndolos a lo largo del viejo muro de piedra junto al río Duero en su paso por la ciudad de Zamora.
Muro de piedra entre las aceñas de Olivares y el puente de piedra que tiene una larga y desdichada historia. Muro compuesto por piedras que formaron parte de uno de los monumentos mas impresionantes de la ciudad de Zamora que ha desaparecido por completo: el monasterio de los Jerónimos.
Una pérdida irreparable de una joya arquitectónica que causaría impresión y admiración a todo aquel que lo pudiera visitar en nuestros tiempos. Una de las muchas pérdidas de patrimonio de la ciudad de Zamora como las torres del puente de piedra, el Hospital del comendador Don a Alonso de Sotelo (entre la calle del Riego y San Torcuato), puertas de las murallas de la ciudad (por ejemplo las de Santa Clara y San Torcuato) o el viejo palacio del museo (actual Plaza de Hacienda); todos destruidos en favor de la mal llamada modernidad o progreso en los que no importaba nada mas que los supuestos beneficios que traería.
Lucía y Marco iban descubriendo las pequeñas lagartijas que se soleaban o perseguían insectos a lo largo del muro de piedra. Lagartijas de la especie Podarcis guadarramae lusitanicus que es la que habita en la ciudad de Zamora (Gracias Miguel Rodríguez por tu ayuda).
Lagartijas que buscaban el sol y que en algunas se podía ver perfectamente por donde habían perdido la cola. La pérdida y después regeneración de la cola es un mecanismo de defensa ante el ataque de un depredador: sueltan la cola para distraer al depredador y huyen.
La cola es una parte vital en la anatomía de las lagartijas, la utilizan para mantener el equilibrio, almacenar energía o desplazarse y, si la pierden, es por un motivo de peso como el ataque de un depredador. Cola que tardará en regenerarse entre un mes (en lagartijas pequeñas) hasta un año (en lagartos grandes).
Este proceso de pérdida de la cola se puede hacer de dos formas diferentes: “Muchas especies tienen unas zonas débiles en las vértebras de la cola, que se extienden hasta los músculos y el tejido conectivo que las rodea. Cuando la cola ha sido atrapada, el lagarto contrae tan fuertemente el músculo que rompe la vértebra, perdiendo así la cola para escapar. Este mecanismo de pérdida de la cola es conocido como autonomía intravertebral. El otro mecanismo se denomina autonomía intervertebral, debido a que el lagarto rompe la cola entre las vértebras”. (Párrafos extraídos del blog: knowi.es. Si queréis ver el artículo completo pinchar aquí).
“A diferencia de la primera cola, que tenía vértebras, la nueva cola regenerada será únicamente de cartílago. Así, si el lagarto necesita desprenderse nuevamente de la cola, solamente podrá hacerlo más arriba de donde lo hizo la vez anterior, ya que la nueva cola no tiene vértebras para partir”.
Este muro está construido con piedras del desaparecido monasterio de Los Jerónimos, situado en la margen izquierda del río. Piedras que se trasladaron para cimentar la nueva carretera Villacastín-Vigo (se comenzó a construir en 1834) a su paso por Zamora ciudad. 
La destrucción del monasterio supuso la venta y utilización de todo lo que se pudiera aprovechar (que era todo). Piedras y más piedras que se vendieron o expoliaron para la construcción de casas, ese muro de cimentación o para la construcción del Cementerio de San Atilano tras la epidemia de cólera que asoló la ciudad (una ola en 1834 y otra en 1850) y obligaba a sacar los enterramientos fuera de las ciudades.
Monasterio construido en el s. XVI comenzando sus obras en 1535. Monasterio impresionante que incluso Felipe II quiso saber de él para tenerlo como referencia en la realización del proyecto de El Escorial. Monasterio que tras la desamortización de Mendizabal en 1835 comenzó su rápida destrucción; desapareciendo en muy pocos años todo su esplendor (si queréis ver como era pinchar aquí y accederéis al magnífico trabajo de “Tras las huellas de la orden jerónima en la ciudad de Zamora. Estudio y restitución gráfica del monasterio de San Jerónimo de Montamarta” de Daniel López Bragado, Víctor Antonio Lafuente Sánchez y Marta Úbeda Blanco).
Continuábamos por el muro situado a la orilla del río cuando una salamanquesa (Tarentola mauritanica) llamó poderosamente la atención de Lucía y Marco. Estaba medio asomada en un oscuro agujero. El pequeño dragón no se movía mientras los dos niños la observaban con una mezcla de curiosidad y sorpresa: “Mira tiene pinchos”. “Vaya ojos”. “No se mueve”. Eran algunas de sus frases mientras la miraban embelesados.
La salamanquesa es uno de los reptiles mas comunes en las ciudades y casas donde permanece escondida hasta que empieza a oscurecer y sale en busca de insectos, polillas, o arañas. Es asombrosa su facilidad para subir y bajar por paredes verticales que consigue gracias a unas pilosidades que conservan entre los pliegues de las palmas de la mano y no por “las ventosas” que tiene en la punta de los dedos. Salamanquesas que son inofensivas y muy beneficiosas al controlar los insectos de las casas. Por cierto, las salamanquesas también pueden perder la cola.
El muro del viejo monasterio se erguía solemne mientras lo iluminaba el sol y sus pequeños habitantes se desplazaban por él. Monasterio del que se salvaron algunas de las obras mas importantes que tenemos en la catedral de Zamora: el Santísimo Cristo de Las Injurias o La Virgen María con el Niño Jesús y San Juanito de Bartolomé Ordoñez.
En los jardines del castillo podemos encontrarnos con algunos restos del viejo monasterio que en 1945 trasladó el Ayuntamiento hasta allí como son todas las columnas graníticas y la puerta que formaban parte del claustro principal.
Lagartijas y salamanquesas que viven en el muro conformado por las piedras de un magnífico monasterio que se vio relegado a la nada sin tener en cuenta su importancia, majestuosidad o historia como ha sucedido con muchas de las iglesias, palacios, monasterios o casas del casco histórico de Zamora que se destruyeron sin el más mínimo miramiento y, desgraciadamente, algunas en épocas muy recientes.

martes, 26 de mayo de 2015

Los arribes del Duero.

Después de pasar la mañana por la ribera sayaguesa nos dirigimos hasta los arribes del Duero. Cañón espectacular y hermoso que nos trajo unas cuantas sorpresas pero antes me gustaría explicar como se formó este imponente cañón.
Hace unos años volvíamos de la sierra de Andujar y uno de los temas sobre los que veníamos hablando eran los “cerros testigo” y el porqué eran así. A raíz de ellos mi gran amigo Ernesto Hernández (al cual agradezco enormemente su colaboración para la realización de esta entrada ya que sin él hubiera sido imposible de hacer) nos explicó a Isabel y a mi la creación de los arribes del Duero de una manera sencilla que voy a intentar reproducir para que se entienda perfectamente (quiero contarlo de una manera sencilla, sin desviar la atención sobre nombres o años para centrarme en como se formó que es lo que realmente me interesa).
Hace millones de años el río Duero no existía; los ríos de la zona que ahora ocupa la cuenca del Duero eran ríos menores que desembocaban en el mar Cantábrico depositando sedimentos en la zona central de la actual meseta. En esa época, la actual meseta, estaba cerrada en el oeste por pequeñas sierras como la Sierra de la Culebra o la Sierra de la Estrella (Portugal) con dirección noroeste-suroeste y por el lado noreste el Sistema Ibérico.
Cientos de años después un nuevo plegamiento, el llamado plegamiento Alpino dio lugar a los grandes sistemas montañosos de la península ibérica (Pirineos, Cordillera Cantábrica, Sistema Central) con lo cual la salida de esos ríos quedó cerrada transformando el interior de la actual meseta en un gran lago con ríos que se iban moviendo depositando sedimentos, cuando habían sedimentado totalmente una zona, el cauce de esos ríos se movía a derecha o izquierda para ir rellenando otra zona, cuando esta zona también estaba rellena de sedimentos, el cauce se vuelve a mover hasta otra zona y así, sucesivamente, a lo largo de miles de años, provocando que la gran zona interior limitada por las montañas se fuera rellenado de sedimentos.
Mientras tanto, en la sierra de Portugal, un pequeño río procedente de la zona de la Sierra de la Culebra va horadando la montaña de oeste a este, ya que la gran pendiente entre la sierra y la costa portuguesa facilita la erosión y el arrastre.
Cuando este río alcanza la zona del actual Duero, la cubeta interior bascula hacia el Atlántico, encontrando una salida y, el Duero, comienza a abrirse paso entre las fracturas aparecidas en los terrenos graníticos.
La fuerza del agua, la dureza y la fractura del terreno hacen que el Duero se vaya encajonando más y más hasta formar el arribe, con una diferencia de altura desde los cero metros sobre el nivel del mar en Oporto hasta los mas de 700 m que tenía entonces el depósito interior.
Por esa apertura fluye el río. La cuenca que había funcionado como un gran lago, comienza a vaciarse hacia Portugal provocando una erosión hacia atrás y excavando, en las zonas rocosas, cañones (los arribes del Duero). En las zonas blandas, la erosión lateral hace que los valles adquieran una forma más ancha surgiendo todo el valle del río Duero quedando zonas altas y planas que no son erosionadas, los cerros testigo, que son la altura original que tenía la meseta después de la gran sedimentación provocada por el enorme lago antes de encontrar la salida y que podemos ver en el paisaje de la actual meseta.
Este imponente cañón se vio inalterado durante miles de años y la fuerza del río Duero fue excavando su configuración. El río en este tramo era un río bravo, de fuertes pendientes, de rápidos y muy peligroso que era frontera entre España y Portugal, lugar de contrabando que se cruzaba saltando sobre estacas clavadas en el suelo y que sobresalían sobre los rápidos. Era un lugar peligroso de fuertes pendientes rodeado de abruptos precipicios de hasta 400 m de altura que conformaban un entorno hostil que se vio modificado totalmente con la creación de sucesivas presas que remansaron el bravo río Duero desde 1902, año en el que se construyó la primera presa sobre el río Duero, la presa de San Román o El Porvenir en el inicio de los arribes del Duero y que suministraba energía eléctrica a Zamora, Valladolid, Toro, Salamanca y numerosos pueblos; a partir de ahí, se sucedió la construcción de diferentes presas tanto en la zona española como la portuguesa, configurando el estado actual del río Duero que pasó de ser un río bravo y rápido a un río remansado y tranquilo en el que la altura de los acantilados del cañón se vio recortada en más de la mitad quedando en unos 200 m de altura en la zona más alta.
(Si queréis ver una entrada anterior sobre los arribes pinchar aquí)
En este precioso e imponente cañón de casi 200 km de longitud nos encontrábamos disfrutando de un espléndido día en el que pudimos observar algunos de sus habitantes más conocidos y otros que no deberían de estar ahí.
Observar el cañón es una maravilla y, si además, puedes observar a alguno de sus habitantes como buitre leonado, águila calzada, alimoche, águila real,  o vencejo real la observación es mucho más entretenida.
Águila calzada.
Alimoche.
Águila real.
Buitre leonado.
Nos faltó uno de los habitantes más famosos del cañón, la cigüeña negra que hemos podido disfrutar en otras ocasiones.
Cigüeña negra.
Podarcis guadarramae lusitanicus.
Gracias Abel por la identificación.
Podéis ver un magnífico reportaje 
en su blog
PINCHANDO AQUÍ
No solamente pudimos disfrutar de las aves sino que también de algunas lagartijas que tomaban plácidamente el agradable sol de la tarde pero, la gran sorpresa del día, fue una pequeña mariposa que no ha puesto de acuerdo los diferentes expertos que he consultado, lo único que les ha puesto de acuerdo es que esta pequeña mariposa no debería de estar ahí y es un bombazo que sí esté ahí; me explicaré.
Lycaena tytirus o Lycaena bleusei esa es la cuestión. Ninguna de las dos debería de estar en este lugar. La Lycaena tytirus se distribuye por el norte de Castilla y León, encontrándose también en Sanabria, por lo tanto en los arribes no está.
La Lycaena bleusei, por el contrario, se distribuye por el sur de nuestra comunidad, por lo tanto, tampoco debería de estar ahí entonces ¿qué hacía ahí?
Solamente pude hacerle fotografías con las alas abiertas lo que supuso que su identificación como una u otra especie fuera prácticamente imposible ya que los especialistas consultados opinaban que podía ser cualquiera de las dos, el caso es que, su sola presencia allí ya era un "bombazo".
El día llegaba a su fin y nos volvíamos con la agradable sensación de haber disfrutado de una esplendida jornada de campo.