Los últimos siete días he estado con mis alumnos de 3º ESO
en Umbralejo, un pueblo abandonado situado en el Parque Natural de la Sierra
Norte de Guadalajara englobado en el Programa de Recuperación de Pueblos
Abandonados dependiente de los ministerios de Fomento, Educación y Agricultura;
además de la Junta de Castilla-La Mancha. En él se realiza un programa
educativo amplio y variado que pretende dar a conocer, valorar y apreciar
la riqueza y variedad del patrimonio natural, social, cultural y etnográfico.
Un programa que comenzó en 1984 y que este año estuvo a punto de desaparecer
(en primavera no se realizó) por los desgraciados recortes y que, gracias a la
tremenda presión social, los diferentes ministerios volvieron a poner en marcha
este otoño.
En estos tiempos solamente interesan las inversiones en las
que se vean resultados inmediatos e inminentes que den beneficios a muy corto
plazo. Es difícil darse cuenta y entender que la educación es una inversión de
futuro; que la inversión en la educación de nuestros jóvenes es necesaria. La
educación ambiental sufre constantemente menosprecios, recortes o supresiones.
La educación ambiental no interesa. Dicen que no es rentable pero ¿qué hay más
rentable que hacer que un niño aprecie, respete y valore la naturaleza que le
rodea? ¿Qué hay más rentable que hacer que un niño aprecie, respete y valore el
patrimonio cultural y etnográfico que le rodea?
Este pueblo tiene una fauna rica y variada tanto en su
interior como en sus alrededores; pico picapinos, piquituertos, corzos,
jabalís, zorros, ginetas, garduñas o cárabos se mueven sin que nadie les asuste
ni moleste además de pinzones, papamoscas cerrojillo, mirlos, herrerillos capuchinos y
comunes, carboneros garrapinos y comunes, buitre leonado, águila real, arrendajo
o pito real además de la protagonista de esta entrada, la simpática y ágil ardilla.
Los pinceles en las orejas le salen en invierno. |
La ardilla es un animal sociable y curioso que se mueve ágil
entre las ramas y que al amanecer comienza su actividad; hasta siete ardillas pude
contabilizar una de las mañanas saliendo del mismo nido. Seguramente fueran las
crías que hubieran nacido a finales del verano y que todavía están con su madre; ardilla que
seguramente fuera una hembra no primeriza y que hubiera tenido dos partos, uno
en primavera y otro a finales del verano mientras que las hembras primerizas
solamente tienen uno, normalmente el de primavera.
Las jóvenes ardillas salían ruidosas siguiendo los pasos a
una ardilla adulta que las va guiando en los primeros momentos del día; según
va pasando el día se van distribuyendo por la zona en busca de alimento; en
esta época un gran nogal y un avellano eran un lugar idóneo para poder verlas y
seguir sus evoluciones y peripecias.
Es fascinante verlas subir y bajar por los troncos y saltar
de rama en rama distancias que parece imposible puedan cubrir, hasta cinco metros pueden saltar
para moverse de un árbol a otro.
La ardilla está diseñada para vivir en los árboles. Sus uñas
y su cola son fundamentales a la hora de moverse. Las fuertes y largas uñas le
permiten agarrarse sin dificultad para subir o bajar, por cierto siempre bajan
boca abajo ya que así les es más rápido moverse y la larga cola es un magnífico
punto de apoyo, además de permitirle equilibrarse en saltos y movimientos; algo muy curioso es que también es un medio de comunicación entre ellas y si viene un
depredador la utilizarán para intentar asustarlo, pareciendo ser más grandes y
poderosas de lo que realmente son.
Ardilla comiendo una nuez. |
En los momentos centrales del día la ardilla descansa,
volverá a su nido donde dejará pasar las horas de mayor calor, volviendo a
salir al atardecer para continuar recorriendo su territorio en busca de comida. Comida que
pueden consumir en el acto o llevar hasta uno de sus nidos donde la irán guardando
para los fríos días del invierno.
En muchos lugares a las ardillas se les llama “las sembradoras de árboles” ya que cuando una ardilla considera que debe de guardar su botín, lo puede hacer en algún hueco de un árbol, en el nido o escarbar en el suelo para enterrarlo y volver a por él cuando sea necesario pero, lo que ocurre muchas veces, es que no vuelve y, esa nuez, almendra o avellana quedará allí, germinando, para dar lugar a un nuevo árbol.
Las ardillas no hibernan aunque en las épocas de más frío
disminuyen mucho su actividad permaneciendo en el nido alimentándose de los
frutos que han ido guardando poco a poco.
Todo el mundo conocemos una famosa frase que dice: "El
historiador romano Estrabón decía que una ardilla podía recorrer Hispania sin
bajarse de las copas de los árboles, sin tocar el suelo". Esta frase nos
la decían en el colegio y es aceptada como cierta, como algo inmutable pero ¿es
cierta?
Los machos, como este, marcan su territorio orinando en lugares específicos. |
En Zamora las ardillas han ido siendo cada vez más comunes.
Recuerdo que en los años ochenta y noventa era muy difícil ver alguna por el
campo pero a partir de finales de los noventa y principios del s.XXI se han ido
extendiendo y actualmente no son difíciles de ver en la Sierra de la Culebra o
Sanabria donde, seguramente vinieran de Portugal.
Sus fuertes y largas uñas les permiten agarrarse a los troncos con una facilidad pasmosa. |
El día de la ardilla termina volviendo a su nido donde
descansará y se pondrá a salvo de posibles depredadores como la gineta, la
marta, el gato montés o la garduña. A la mañana siguiente seguirá con sus
andanzas, saltos y cabriolas.