Mostrando entradas con la etiqueta barnacla carinegra. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta barnacla carinegra. Mostrar todas las entradas

domingo, 16 de febrero de 2025

Santoña II: escribanos nivales, barnaclas carinegras, eider y anillas.

Una de las aves que más ganas teníamos de observar eran los escribanos nivales así que nos acercamos hasta el entorno de Ajo para ver si podíamos encontrarlos.
El escribano nival es un ave verdaderamente hermosa que proviene de la zona del Ártico y llega hasta nuestro país oscilando mucho sus números de unos años a otros pero siempre apareciendo en cantidades reducidas sobre todo a las zonas costeras del Cantábrico y Galicia; en ocasiones también se adentra en algunas zonas de interior como en Zamora donde aparece cada ciertos años siendo 5 el máximo número de ejemplares vistos en nuestra provincia por Hipólito Hernández, Poli, el 22 de febrero de 2018.
Llegamos hasta la zona y nos dispusimos a buscarlos. El mar estaba verdaderamente precioso, no había viento y el día estaba tranquilo. Nos distribuimos el terreno, mientras Fernando García buscaba en un lado de los prados yo miraba en el otro. Al cabo de una hora Fernando los localizó bañándose en un charco en una zona de matorral y rocas.
Allí estaban las dos preciosas hembras acicalándose su plumaje mientras las observábamos embelesados por su belleza y las enormes ganas que teníamos de poder disfrutar de esta especie.
Terminado el aseo se levantaron y dieron una vuelta para situarse sobre una roca por encima de nosotros. Las dos hembras estaban tranquilas, parecía no molestarles nuestra presencia incluso a una caminante le pedimos que no pasara junto a ellas por si se podían espantar, al cabo de unos minutos pasó prácticamente junto a ellas y no se inmutaron, quizás no nos vean como una amenaza, quizás en su zona habitual de cría no hayan visto nunca a un humano y no nos asocian con problemas.
Por la parte superior de los escribanos nivales apareció un perro ladrando y siguieron a sus quehaceres sin inmutarse. Los dueños del perro, al vernos, lo cogieron y nos dejaron seguir disfrutando de la pareja de pequeñas aves llegadas desde tan lejos.
Al cabo de unos minutos se levantaron, dieron otra vuelta y se posaron en el prado para comenzar a comer, picoteando de un lado a otro para, poco a poco, ir desapareciendo entre las hierbas y el desnivel del terreno que les hacia aparecer y desaparecer como si estuviesen en un mar agitado, hasta que al final dejamos de verlas.
Otro de los grandes atractivos de Santoña son las barnaclas carinegras que esta invernada han llegado a su récord de casi 1400 ejemplares. No hay ningún punto de la península Ibérica en el que se concentren tal número de barnaclas carinegras. Su número ha ido aumentando exponencialmente en los últimos años, sobre todo por la proliferación de su comida preferida, un alga, la zostera marina de la cual se alimentan y quizás porque en la zona francesa de invernada ya han llegado a su tope de ejemplares y, cada vez más, se van desplazando hasta Santoña.
Ver a las barnaclas carinegras es un espectáculo increíble. Verlas comer y moverse en las zonas que deja el mar en su bajada en mitad del estuario es algo que te emboba y oírlas no es menor. El sonido que emiten mientras comen parece una verdadera conversación muy animada en la que todas intentan hablar en mitad de un enorme banquete de zostera.
Este pequeño y oscuro ganso proviene del ártico. De dos zonas concretas: del norte de Rusia la subespecie nominal bernicla y la hrota proveniente de Groenlandia y norte de Canadá. Aquí, en Santoña, la que se encuentra normalmente es la subespecie bernicla, aunque en 2023 pude ver una de la subespecie hrota. Todavía hay una tercera subespecie que no llega hasta nosotros, es la nigricans que vive en el noroeste de Canadá, Alaska y Siberia oriental.
Verlas volar de una zona a otra del estuario es un espectáculo verdaderamente impactante. El ruido de las alas. El sonido que emiten chillando, animándose a dirigirse hacia otro punto del estuario te deja embobado observándolas en su vuelo majestuoso desde el barco de Aves Cantábricas (la próxima entrada será sobre todo lo que vimos desde su barco).
Si las barnaclas carinegras son estrellas en Santoña qué decir del eider. Es un pato especial, diferente, con un pico muy ancho en la base que le da un aspecto curioso, conformando un perfil característico a su cabeza.
Lo vimos dormido, en una de sus zonas favoritas, descansando a la salida del sol. Al poco se activó y comenzó a nadar hacia nosotros para darnos un pase por delante nuestro en el que pudimos apreciar y disfrutar de su extraña y maravillosa belleza.
Es un pato del norte. Un pato descubierto por Alejandro García en diciembre de 2016 que formaba parte de un grupo de cinco ejemplares (dos machos y tres hembras) que se fueron yendo en diferentes momentos hasta quedar solamente el ejemplar que está actualmente. Incluso después han llegado nuevos eider con los que ha estado un tiempo pero se ha seguido quedando en su tierra de adopción, Santoña.
Es un animal extraño pero de extraño que es, es muy hermoso, por lo menos a mi me lo parece. Aparte del pico destaca, en este macho con plumaje nupcial, su intenso y precioso color, por cierto, el plumón de eider se ha utilizado y se sigue utilizando para rellenar los mejores edredones, sacos de dormir o ropa de abrigo ya que es aislante, suave, mantiene la temperatura y es ligero. Plumón que el eider utiliza para recubrir su nido y mantener aislados y calientes los huevos ante las inclemencias del frío del norte. Plumón que en algunos lugares como Islandia, es recogido a mano y comercializado, siendo un recurso económico muy importante.
Después de su hermoso pase por delante nuestro comenzó a zambullirse en busca de alimento ya sean mejillones que come enteros o cangrejos a los que, como un hábil cirujano, les quita las patas para desarmarlos y así comerlos sin problema. Entre zambullida y zambullida se fue alejando lentamente por la orilla mientras nos quedaba la satisfacción de haberlo visto nuevamente un año más.
En nuestra visita pudimos ver cuatro aves anilladas: un flamenco común, un zarapito real, una gaviota patiamarilla y la ya mencionada gaviota cocinera que anilló Gonzalo Pardo.
En estuario del río Asón quedan 4 flamencos de los 14 que llegó a haber hace unos meses. Flamencos jóvenes de los que uno de ellos porta la anilla V|AAT. Fue anillado en La Rápita, en el Delta del Ebro, el 14-7-2024 por la Sociedad de Ciencias Aranzadi.
El zarapito real es un viejo conocido desde hace 10 años que fue anillado por anilladores del grupo AQUATICA el 15-1-2015 en Cicero; solamente tiene observaciones en este punto durante su invernada, el resto del año desaparece, no se sabe a dónde se dirige ¿A Centroeuropa, a Rusia…?
La gaviota patiamarilla con anilla G:APJ fue anillada el 1-3-2020 Pasaia (Guipúzcoa) con 1 año de vida por la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Todas sus observaciones se sitúan entre el País Vasco y la zona de Santoña.

domingo, 18 de febrero de 2024

Históricos Temminck, flamencos y barnacla carinegra en Villafáfila.

Las Lagunas de Villafáfila están preciosas. El agua es vida y al agua acuden miles de aves como si fueran atraídas por un poderoso imán. Entre esas miles de aves que se mueven por las lagunas hay algunas muy especiales que llevan toda la invernada entre nosotros.
Por primera vez en la historia de Villafáfila cuatro correlimos de Temminck están completando toda la invernada (descubiertos por José Miguel San Román, Alfonso Rodrigo y José Javier Orduña el pasado mes de septiembre). Villafáfila es el principal punto de observación de estos pequeños correlimos en toda Castilla y León de forma regular año tras año, en paso, pero nunca se habían quedado a invernar.
Estos cuatro pequeños correlimos han encontrado un lugar idóneo para ellos en el que disponen de comida abundante y refugio. Se mueven constantemente en una zona encharcada en la que abundan los insectos e invertebrados que suponen su alimentación principal.
Este pequeño y elegante correlimos se reproduce cerca del Ártico e inverna en África Tropical; en la Península Ibérica suelen invernar en muy pocos números en zonas de Cádiz, Extremadura, Levante y delta del Ebro y, hasta este año, nunca lo habían hecho en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila.
Junto con estos pequeños correlimos de Temminck otras dos especies singulares están completando la invernada en las lagunas: dos flamencos y una barnacla carinegra.
Ver un flamenco no es nada habitual en las Lagunas de Villafáfila. Ver dos jóvenes flamencos descubiertos por Gary Losada el pasado mes de septiembre que llevan todo el invierno en las lagunas es todavía mucho más raro y excepcional. Hecho al igual que con los correlimos de Temminck es la primera vez que sucede.
Flamencos que se mueven constantemente en busca de alimento en la Salina Grande como gigantescos Gullivers en un mundo de Liliputienses correlimos, silbones, ánades rabudos o azulones. Flamencos a los que se le va vislumbrando un tono rosáceo por debajo de las alas según van pasando los meses.
El tercer invernante excepcional es una barnacla carinegra descubierta por José Javier Orduña que llegó entre los escasos ánsares comunes que se desplazaron hasta nuestra tierra y al igual que los temminck y los flamencos lleva todo el inverno en las lagunas.
Este pequeño y oscuro ganso proviene del ártico. De dos zonas concretas: del norte de Rusia la subespecie nominal bernicla y la hrota proveniente de Groenlandia y norte de Canadá.
Joven barnacla a la que según pasa el tiempo le ha ido apareciendo la mancha blanca en el cuello característica de su especie. Normalmente las barnaclas carinegras invernan en zonas de costa como en el cantábrico donde Santoña es el principal punto de su invernada y costa gallega. Con lo cual el hecho que esta joven barnacla permanezca todo el invierno en Villafáfila es bastante excepcional.
Tres especies que están completando toda la invernada en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila suponiendo un hecho histórico y sorprendente.

sábado, 13 de enero de 2024

Evolución de la invernada de ánsar común en Villafáfila desde 1979 hasta 2023.

No vienen. Los ánsares comunes ya no bajan hasta nuestra tierra. Lo que era una tendencia acusada, el enorme declive de la invernada de ánsares comunes, se ha confirmado definitivamente: la gran invernada de ánsares comunes es historia.
Hasta mediados de los años setenta del s.XX los ánsares comunes pasaban por las Lagunas de Villafáfila, era un lugar de descanso o de alimentación en el que permanecían relativamente poco tiempo. Es a partir de esos años setenta, cuando comienzan a quedarse durante el invierno; comenzando así la invernada del ánsar común que fue aumentando paulatinamente su número, hasta llegar a su tope máximo en 1999 con 39.296 ejemplares que pasaban el invierno en las lagunas.
En el siguiente cuadro se puede apreciar su evolución desde 1979 hasta diciembre de 2023:

Año

Ánsar común

Año

Ánsar común

1979

88

2002

23.287

1980

350

2003

27.345

1981

846

2004

25.897

1982

3.386

2005

22.833

1983

2.400

2006

24.023

1984

3.943

2007

18.588

1985

4.450

2008

15.537

1986

5.100

2009

14.000

1987

11.770

2010

14.181 (media)

1988

12.872

2011

18.655 (diciembre 2011)

1989

10.219

2012

15.121

1990

17.375

2013

9.000

1991

23.560

2014

12.000

1992

13.088

2015

5.300

1993

18.668

2016

7.476 (14-12-2016)

1994

22.978

2017

5.200

1995

20.264

2018

1.600 (15-12-2018)

1996

24.728

2019

2.488

1997

24.202

2020

1.436

1998

34.755

2021

1.050 (diciembre 2021)

1999

39.296

2022

580 (diciembre 2022)

2000

32.690

2023

697 (17-1-23)

2001

29.779

609 (14-12-23)

(Datos extraídos de los censos realizados en las Lagunas de Villafáfila (mes de enero) y de la “Guía de la fauna de la Reserva Natural Las lagunas de Villafáfila” y “Veinte años de seguimiento de fauna en la Reserva de Villafáfila y su implicación en la conservación” ambos de M. Rodríguez y J. Palacios. Muchas gracias a J.M. San Román por su colaboración)
Desde el tope de ejemplares en 1999 el descenso ha sido progresivo. Descenso provocado por diferentes circunstancias pero que podemos dividirlas en dos grandes fases.
Una primera fase que llegaría hasta 2012, en la que las lagunas de La Nava, Pedraza y Boada se empiezan a recuperar mediante su llenado gracias al aporte de agua desde el Canal de Castilla, lo cual supone que los ánsares que antes llegaban únicamente a Villafáfila, se repartan entre los diferentes humedales, que además tienen agua en el momento crucial de la llegada de los ánsares del norte, 
Una segunda fase desde 2012 hasta la actualidad en la que la bajada ha sido espectacular y dramática. Las causas de este enorme declive son varias pero todas se resumen en una: el cambio climático.
El núcleo principal de ánsares que llegan hasta las Lagunas de Villafáfila procede de los países nórdicos (Noruega, Suecia, Dinamarca,...) que, antes de llegar hasta nuestra tierra, paran en zonas como Holanda y Alemania donde cada año que pasa, se quedan más sin bajar hasta España.
Todos estos ánsares que no están viniendo hasta nuestro país lo hacen por dos razones fundamentales; tienen comida en la zona de Alemania y Holanda ya que, grandes extensiones de tierra ganada al mar, que antes se utilizaban para el cultivo de flores ahora se han abandonado o se dedican al cultivo de forraje (alfalfa,...), para el ganado. Además, en esas tierras abandonadas crecen pastos, que junto con los cultivos de forraje son un alimento idóneo para miles de gansos de diferentes especies; por otra parte, tanto en Alemania como en Holanda los inviernos son cada año menos duros, con lo cual hay miles de gansos que no se mueven de esas zonas. 
Este invierno en el centro y norte de Europa han caído nevadas que hacía muchos años que no caían. Grandes áreas de Alemania, Dinamarca, Bélgica o Holanda han sido cubiertas por la nieve y azotadas por ventiscas, con lo cual, cabía la esperanza de que los grandes grupos de ánsares que se encontraban invernando se desplazaran más al sur, hasta la península Ibérica pero nada más lejos de la realidad, no han bajado hasta aquí, se han quedado principalmente en Francia.
El hecho de no continuar con la migración hasta la península también implica que los ánsares dejan de conocer el camino hasta aquí, se pierde el conocimiento del viaje. Si no vienen los ánsares no podrán enseñar el camino a las nuevas generaciones que no sabrán como, por donde ni a donde ir, con lo cual según vayan desapareciendo los que conocen el camino, las nuevas generaciones no sabrán como llegar , no vendrán. 
Algo similar ocurrió con la invernada de ánsares campestres en la provincia de Zamora. En el libro: “El ánsar campestre y el ánsar común en Castilla y León” de Mariano Rodríguez y Jesús Palacios se menciona que entre 1968 y 1981 el embalse de Ricobayo (Zamora) era el principal punto de invernada del ánsar campestre en España.
En 1968-69: 6.000 ánsares campestres invernaban en la provincia de Zamora. Su número fue decayendo paulatinamente; todavía en 1981 había 3.800 ánsares campestres que continuaban viniendo a pasar el invierno, en 1982: 3.000, en 1983 se produjo una enorme bajada hasta los 1.400 ejemplares, en 1984: 925; 1985: 792; 1986: 450 y así hasta 1991, año en el que vinieron 157. En la década de 1990-2000 continuaron viniendo en muy escaso número pero es a partir de la entrada en el s.XXI cuando prácticamente desapareció y, actualmente, ver alguno es algo extraordinario como sucedió en la invernada 2022-23 que dos ejemplares descubiertos por Gary Losada estuvieron entre los ánsares comunes.
 Dos ánsares campestres de la Tundra
entre ánsares comunes en la invernada 2022-23.
Si cada vez vienen menos ánsares hasta nuestras tierras también baja enormemente la probabilidad de que entre ellos aparezca algún otro tipo de ánsar infiltrado que no sea el común, como los ánsares campestres, barnaclas cariblancas, ánsares indios, ánsares piquicortos o ánsar chico, incluso algún tarro canelo, barnacla cuellirroja o ánsar nival; los únicos que se siguen viendo con relativa regularidad en números muy variables son los ánsares caretos, este año han venido un grupo de cinco ejemplares descubiertos por J.J. Orduña que estuvieron pocos días en las lagunas y una barnacla carinegra también descubierta por J.J. Orduña que está pasando todo el invierno en las lagunas.
Barnacla carinegra entre ánsares comunes.
Al igual que las probabilidades de ver alguno de estos infiltrados han bajado exponencialmente lo mismo ha sucedido con los ánsares marcados con un collar. En función de los collares que he visto en los últimos años su evolución ha sido la siguiente: 

Año

Collares leídos

Nov. 2012-Feb. 2013

20

Nov. 2013-Feb. 2014

19

Nov. 2014-Feb. 2015

15

Nov. 2015-Feb. 2016

9

Nov. 2016-Feb. 2017

10

Nov. 2017-Feb. 2018

12

Nov. 2018 -Feb. 2019

3

Nov. 2019 -Feb. 2020

7

Nov. 2020 -Feb. 2021

4

Nov. 2021 -Feb.  2022

1

Nov. 2022 -Feb.  2023

2

Nov. 2023 -Ene. 2024

1


Este invierno solamente se ha visto un único ánsar común con collar, descubierto por Gary Losada. Además se ha dado la casualidad que este ánsar de collar 2GV se anilló en Finlandia el 30-5-2021 por Antti Piironen, lo que supone el primer ánsar con collar que se ve en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila marcado en ese país. Este ánsar ha cambiado su invernada este año; en 2021 y 2022 desde Finlandia fue hasta Polonia y Hungría donde pasó el inverno, por el contrario este año pasó de Finlandia hasta Alemania y de ahí hasta España donde se ha visto en La Nava (Palencia) y en Villafáfila (Zamora). Una posibilidad del cambio zona de invernada puede ser debido al crudo invierno este año en las zonas que invernó en 2021 y 2022.
Fotografías de Gary Losada
(muchas gracias por prestarlas para esta entrada).
Casualmente los dos únicos ánsares con collar que se vieron el invierno pasado fueron daneses y también era la primera vez que se veía algún ánsar procedente de ese país. Ánsares con una preciosa historia (recordarla aquí).
A fin de cuentas se ha acortado la distancia de la migración (cada vez es más al norte), más cerca de las áreas de cría y la llegada más temprana a sus zonas de cría (cada vez están menos tiempo en las zonas de invernada).
La gran invernada del ánsar común ha muerto. Vienen muchos menos, llegan más tarde y están menos tiempo.