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lunes, 8 de abril de 2013

Tablas de Daimiel II: el pato colorado.

Las Tablas de Daimiel están a rebosar. No pudimos ir en mejor momento ya que este enclave especial y diferente está volviendo a la vida. 2.020 hectáreas se encuentran cubiertas por el agua.
Hacía más de treinta años que las Tablas no se encontraban con tal cantidad de agua teniendo en cuenta que entre 1984 y 2010 las tablas estuvieron secas debido, fundamentalmente, a la sobreexplotación de los acuíferos proveniente del cambio de usos agrícolas propiciado en los años sesenta y setenta por el franquismo, pasándose de cultivos tradicionales de secano a los de regadío así como la desecación de las lagunas para su aprovechamiento agrícola. Todos estos condicionantes propiciaron la sobreexplotación del acuífero 23 que es el que sustenta las Tablas y el estar secas durante 26 años hasta que el 23 de febrero de 2010 el agua volvió.
Este enclave peculiar está regado principalmente por dos ríos. El Guadiana, de agua dulce y el Gigüela, de agua salobre, además de la aportación del Azuer, formando un complejo ecosistema de lagunas que fue declarado Parque Nacional en 1973 y que en estos días está absolutamente repleto de agua y lo que es mejor, habrá agua para los próximos, como mínimo, 5 años (aún sin que llueva más) ya qué el acuífero que las sustenta está lleno.
En este enclave peculiar estuvimos haciendo una ruta guiada de casi cinco horas que se nos pasó volando, buena culpa de ello la tuvo el guía, Manuel, de voz pausada, clara, precisa y muy didáctica que nos explicó todo lo que las tablas significan, su historia, sus problemas, sus usos tradicionales, su fauna o su flora.
El emblema del Parque Nacional es el pato colorado. El mayor pato buceador de los que podemos encontrar en nuestro país. Allí estaba. Un precioso macho solitario que se zambullía constantemente y salía con grandes trozos de hierbas que se comía rápidamente en la superficie.
Es un pato espectacular. De cabeza anaranjada, las plumas levantadas le hacen parecer todavía más cabezón, pico rojo intenso al igual que su iris y una sensación de elegancia y robustez que deja constancia en sus movimientos por la laguna.
Los patos buceadores tienen unas características especiales. Los patos buceadores han evolucionado para poder sumergirse con facilidad. Tienen las patas más fuertes y un poco más atrás para poder impulsarse mejor, lo cual, les hace andar con dificultades pareciendo un poco torpes en tierra firme; además de tener los dedos un poco más largos, al igual que la membrana interdigital. Sus alas son más cortas con lo que no son buenos voladores y, para poder despegar, deben impulsarse recorriendo la superficie para coger impulso pero, esas alas, las suelen utilizar para impulsarse bajo el agua y la cola la utilizarán a modo de timón.
El pato colorado se considera un pato buceador pero no es
un pato buceador típico como los porrones.
También la hembra de pato colorado se dejó ver desde las pasarelas.
Hembra de color menos llamativo, como la inmensa mayoría de las hembras deben pasar lo más desapercibidas posible y ocultarse a la vista de los depredadores para así criar a sus pequeños sin problemas, que el macho pero muy hermosa que se quedó muy cerca de nosotros, dormitando tranquila entre los carrizos.
El pato colorado está incluido en el Libro Rojo de las Aves de España como especie vulnerable y en nuestro país tiene la zona de cría más importante de toda Europa. 
Pareja de patos colorados. Macho a la izquierda y hembra a la derecha.
Este espectacular pato lo pudimos contemplar en varios lugares de las Tablas pero no fue el único habitante que pudimos observar en las lagunas y, aunque vimos menos variedad y cantidad que en la Laguna de Navaseca, disfrutamos de un buen número de ellos. Así vimos: focha común, pato cuchara, ánade friso, garza real, gaviota sombría y reidora, garcilla bueyera, golondrina común y daúrica, cormorán común, avefría, somormujo lavanco, ánade friso, cerceta común, garza imperial, calamón, porrón europeo, zampullín común, ganso común, azulón, cigüeña blanca, alcaudón real y el aguilucho lagunero, única rapaz del entorno que sobrevolaba sin parar las lagunas esperando capturar algún porrón o ánade; pero marchamos con la pena de no poder disfrutar del bigotudo, ave que teníamos especial interés en ver aunque sí pudimos contemplar innumerables pajarillos a lo largo de nuestros recorridos por el enclave lagunar y con el todo-terreno que formaba parte de la ruta guiada en el que también conocimos la dehesa de Zacatena que se extiende en una parte de las tablas.
Parte de un gran grupo de gaviotas de diferentes especies.
Somormujo lavanco.
Machos de pato cuchara.
Golondrina dáurica.
Garcillas sobrevolando la laguna.
Imagen testimonial de una garza imperial que vimos prácticamente de noche.
Atenta liebre que pudimos ver, así como conejos y algunas perdices.
Las tablas son un enclave especial, diferente, un enclave que aparece por primera vez mencionado en el Libro de la Caza del Infante Don Juan Manuel en 1325 y en el que se hace la primera conservación del entorno por parte de Felipe II que lo consideraba un enclave privilegiado para la caza. Un enclave que ha perdido ese carácter cinegético, menos mal, ya qué está protegido su entorno y en él no se puede cazar. Un enclave que lo ha pasado muy mal en los últimos años y que ahora empieza a despegar con fuerza. Un enclave que se encuentra a rebosar de agua. Las tablas están de enhorabuena y todos los amantes de la naturaleza también.

jueves, 4 de abril de 2013

Tablas de Daimiel I: Laguna de Navaseca.

Fue una auténtica y agradable sorpresa. El recepcionista del hotel nos indicó el lugar y nos dijo: "ir allí que hay muchos pájaros". Fuimos y no se equivocó. Esta laguna situada a unos dos kilómetros de Daimiel es un hervidero de vida, una laguna que por uno de sus extremos está junto a la depuradora de Daimiel (Ciudad Real) y que, en este momento, se extiende por los dos lados de la carretera, incluso la salta en muchos tramos y con las últimas lluvias estaba llena de agua y desbordada, conformando un espacio con una tremenda variedad de aves que se movían por ella. Pudimos observar muchas más aves en esta laguna que en las Tablas de Daimiel.
La vida en esta laguna es muy variada y espectacular, sorprendiendo a todo aquel que llega por primera vez y la atraviesa por el centro con el coche. En esta primera pasada aparecieron ante nuestros ojos zampullines cuellinegros y comunes, fochas comunes, gallinetas de agua, malvasías cabeciblancas, flamencos, gansos comunes, azulones, patos cuchara, mochuelo o lavanderas blancas y boyeras, todo con el constante paso de gaviotas (sobre todo reidoras y sombrías).
Nuestra sorpresa era tremenda. No esperábamos encontrar tanta vida y variedad. Paramos el coche en uno de los extremos y nos dedicamos a pasear por el centro, por la carretera y buscar un poco más. 
Inmediatamente aparecieron  ante nuestros ojos calamones, canasteras, correlimos comunes, combatientes, archibebes comunes, patos coloraos, ánade friso, tarro blanco, garza imperial y real, andarríos chico, cigüeñuelas, porrón europeo, porrón moñudo, gaviota cabecinegra, charrán común, además de algún aguilucho lagunero que prospectaba la zona e innumerables ranas que estaban por toda la orilla.
De toda esta variedad me quiero centrar en dos especies que normalmente no puedo observar en nuestra tierra: la malvasía cabeciblanca y el calamón. Una tercera especie característica es el pato colorao, al cual reservo un lugar destacado en la próxima entrada dedicada a las Tablas de Daimiel. 
Nunca había visto una malvasía cabeciblanca y en esta laguna pudimos observar decenas de ejemplares y además, en pleno celo. Persecuciones, posturas erguidas, colas levantadas y, sobre todo, el cambio de coloración del pico en los machos que pasa de color gris a un azul claro intenso que sorprende cuando lo puedes contemplar por primera vez.
Varios machos se acercan...
...la hembra acosada se sumerge y...
...comienza la pelea, mientras...
...la hembra sale más allá hasta qué...
...el ganador. Orgulloso. Lo demuestra.
La malvasía cabeciblanca se encuentra en el Libro Rojo de los Vertebrados de España  y en el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas con la categoría de “En peligro de extinción”. En 1977 solamente se censaron en España 22 ejemplares en la laguna de Zoñar (Córdoba) que, gracias a adecuadas medidas de recuperación, se han ido recuperando hasta alrededor de los 1.800-2.000 que hay en la actualidad.
La malvasía cabeciblanca se enfrentó y sigue enfrentándose a problemas como la caza ilegal (mucho más controlada ahora que en los años setenta), la pérdida de su hábitat o la predación sobre sus huevos y, sobre todo, con el grave problema de la introducción en nuestro país de una especie alóctona, la malvasía canela que se introdujo en 1983 procedente de Inglaterra donde llegó en los años cuarenta procedente de Estados Unidos y qué se hibridó con la malvasía cabeciblanca produciendo híbridos fértiles y, aunque se eliminaron las primeras aves detectadas, el problema sigue actualmente.
Pareja sesteando.
La malvasía cabeciblanca es un ave sorprendente y no sólo por su gran pico que utiliza para arrancar la vegetación del fondo de la laguna y capturar así pequeños insectos o moluscos sino por todo lo que le rodea, desde su peculiar forma compacta hasta lo buena buceadora que es y que raramente vuela. Fue una verdadera alegría y sorpresa poder disfrutar de ella en esta pequeña laguna.
La segunda es un ave que hemos podido observar más veces, sobre todo en Doñana, pero que siempre que la vemos nos produce una enorme satisfacción. El calamón.
Aquí se pueden ver su hermosas alas y la enorme longitud de sus dedos,
con los que se mueve ágilmente entre los carrizos.
Ave de un azul intenso con reflejos metálicos espectaculares. Muy discreto y no fácil de observar pero tuvimos la inmensa suerte de ver tres ejemplares en sus movimientos más característicos como es andar entre los carrizos, algo no común como es nadando y algo completamente inusual que es verlo volando o sumergiéndose en la laguna.
El calamón se mueve ágilmente entre los carrizos buscando alimento, incluso se puede subir a las cañas y, cuando se mueve de unos cañaverales a otros, lo hace o nadando o volando, siendo muy curioso porque, según vuela, lleva las patas colgando en una postura inconfundible. Pudimos disfrutar de esta ave desgarbada y grande que nos gusta especialmente poder ver y disfrutar.
Flamencos peleándose.
También había un grupo de unos trescientos flamencos que pudimos observar en sus quehaceres cotidianos e incluso en sus disputas y un número muy elevado de zampullines cuellinegros que realmente nos sorprendió ya qué acostumbrados a ver alguno suelto en Villafáfila aquí pudimos disfrutar de varias decenas de ellos con un plumaje nupcial espectacular.
Diferentes imágenes del espectacular zampullín cuellinegro.
Lo más abundante sin lugar a dudas eran las gaviotas reidoras que volaban entre los carrizos y algunas estaban preparando sus nidos. Entre ellas también aparecieron sombrías, cabecinegras y varios charranes comunes. 
Aquí os mostramos algunas fotografías de algunos de los habitantes de la laguna.
Canasteras.
Cuatro machos de pato colorao acosando a una hembra
 con el fondo lleno de gaviotas.
Porrón europeo, zampullín cuellinegro y malvasía cabeciblanca.
Lavandera boyera.
Andarríos chico.
Mochuelo.
Esta es la laguna de Navaseca. Un enclave diferente que nos sorprendió agradablemente ya que no conocíamos de su existencia y era un paraje lleno de vida.