Mostrando entradas con la etiqueta bosque de valorio. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta bosque de valorio. Mostrar todas las entradas

domingo, 2 de abril de 2023

Mito y trepador azul atareados en el bosque de Valorio.

El bosque de Valorio, en Zamora ciudad, es una zona muy querida y apreciada por los zamoranos. Bosque en el que se puede pasear, hacer deporte, merendar u observar aves (145 especies según datos de ebird). Desde niños nos traen a él y nos enseñan a conocerlo y amarlo.
En este bosque de tres kilómetros de largo y unas 80 hectáreas un pequeño mito vuela para posarse en una fina rama, trae una nueva pluma que le servirá para ir tapizando el interior de la maravilla del nido que están construyendo. El nido del mito es una verdadera obra de arte.
Este pequeño pajarillo es capaz de construir una preciosidad en la horquilla de un árbol con musgos, líquenes, telas de araña y pequeñas plumas a los que le irá dando una forma ovalada con un pequeño agujero de entrada en la parte superior.
Nido que deberá de pasar desapercibido, los peligros son muchos y deberá camuflarse; vaya si lo hace, su camuflaje es perfecto, queda totalmente integrado en el árbol en el que está construido.
Desde la Edad Media el bosque de Valorio ha sido utilizado como una explotación forestal, hecho que formó su composición y estructura. De la flora autóctona del bosque: robles y encinas; quedan muy pocos ejemplares. Lo que más encontramos son pinos y dado su carácter de aprovechamiento forestal tenemos datos de repoblaciones sucesivas de pinos en el bosque. La más interesante para la configuración del bosque es la que se realiza en 1762, en la cual se plantan los pinos piñoneros que pueblan el centro del bosque en la actualidad, pinos que tienen, por lo tanto, 261 años de vida.
La pareja trabaja en él incansablemente, constantemente entran y salen con plumas que van colocando en su interior. El nido del mito tiene una curiosa peculiaridad ya que gracias a como está construido y los materiales con los que está hecho, hace que se vaya expandiendo según sea necesario, es decir, según van creciendo los pollos.
Un trepador azul se aproxima a la zona del nido y rápidamente es expulsado por uno de los mitos que se lanza sobre él incordiandolo para que abandone la zona pero, el trepador azul, también tiene trabajo.
El trepador azul no puede hacer el nido como los picos picapinos y los pitos reales ya que su pico no tiene la fuerza y potencia suficiente como para poder taladrar los viejos troncos así es que aprovecha un antiguo nido de estos pero, eso sí, con su peculiar toque ya que le estrechará la entrada con barro que va trayendo poco a poco. Barro que reducirá la boca de la entrada hasta que solamente ellos puedan entrar o algún otro pájaro menor que ellos, con lo cual, el riesgo de depredación sobre sus huevos y pollos es mucho menor.
Un momento importante de cambios en el bosque es entre 1841 y 1852 en los que se reforesta de nuevo y se remodela con la construcción del gran paseo de entrada, La Casa del Guarda, el estanque de Los Pinares y la Fuente del León en 1884.
El bosque va perdiendo extensión a lo largo de los siglos y en 1927, con el paso del tren, termina por configurarse su tamaño actual, aunque, la llegada de otro tren, el AVE ha vuelto a determinar su configuración.
El pequeño mito de larga cola, minúsculo pico y cara de bueno vuelve con una nueva pluma mientras el sonido del trepador azul resuena en el bosque como si de un chillido de alarma se tratara, un pito real martillea en lo alto de un árbol y dos picapinos se persiguen entre los troncos.
El trepador azul sube y baja de los troncos con una facilidad asombrosa, le da igual la dirección de subida o bajada, es un verdadero equilibrista que es capaz de moverse por el tronco en cualquier dirección: hacia los lados, cabeza arriba o cabeza abajo con una fuerza tremenda de sus pequeñas patas que lo sustentan en sus movimientos por el tronco; movimientos que no pueden hacer los picapinos, el pito real o el pequeño agateador que solamente pueden ir hacia arriba en los troncos.
El 20 de Mayo de 2011 el Bosque de Valorio fue declarado Zona Natural de Esparcimiento de Castilla y León por la Junta. Figura jurídica de protección para “enclaves de fácil acceso desde núcleos urbanos para proporcionar a la población lugares de descanso, recreo y ocio de un modo compatible con la conservación de la naturaleza”.
Los pequeños mitos continúan incansables en el remate final del interior de su precioso nido, nido que si fuera depredado, la pareja reproductora ayudaría a otra pareja cercana a sacar adelante a sus polluelos.
Mito y trepador azul, dos maravillas de nuestros bosques que están atareados en la construcción de sus curiosos y sorprendentes nidos en los que en las próximas semanas nacerá una nueva generación.

lunes, 7 de febrero de 2022

Pinzones reales en el Bosque de Valorio.

Hacía bastante que no íbamos al bosque de Valorio, uno de los lugares emblemáticos de los zamoranos, cuna de amantes de la naturaleza y lugar privilegiado para la observación de pajarillos. Decidimos dar un paseo por el bosque en una mañana preciosa, de luz radiante, fresco en la sombra y agradable al sol.
Mi época favorita de visitar Valorio es el invierno. El verde intenso se mezcla con los marrones y grises de las cortezas de los árboles que contrastan con la imponente claridad del cielo y la nítida y preciosa luz del invierno; luz que penetra en el bosque ejerciendo un poderoso juego de luces y sombras que te envuelve en un ambiente especial según paseas por el interior del bosque.
El bosque de Valorio y Zamora han ido unidos desde tiempos inmemoriales. Desde la Edad Media se conoce el bosque por dos razones principales. Una porque durante muchos siglos fue utilizado como una explotación forestal y la segunda por la leyenda de la Virgen de La Hiniesta en la que Sancho IV en 1290 salió de caza con su halcón persiguiendo a una perdiz que se refugió en una retama (hiniesta). Al llegar el rey donde se había refugiado la perdiz se encontró con una imagen de la virgen. El rey impresionado le construyó la iglesia de Santa María la Real, surgiendo el pueblo de La Hiniesta. (Actualmente esa parte del bosque desde La Hiniesta hasta los límites actuales ha desaparecido).
Valorio está lleno de vida. Los pajarillos se mueven sin descanso en un continuo frenesí de sonidos, idas y venidas en busca de alimento. Entre todos ellos quiero centrarme en un pajarillo muy especial: el pinzón real.
Precioso viajero que lleva todo el invierno en nuestros campos y bosques llegado desde la lejana Finlandia y noreste de Europa. Es un pequeño paseiforme de vientre blanco, cabeza parda, pico amarillo y alas oscuras con una franja alar inferior blanquecina y superior naranja, aspecto elegante, porte altivo y belleza deslumbrante.
De la flora autóctona del bosque: robles y encinas; quedan muy pocos ejemplares. Lo que más encontramos son pinos y dado su carácter de aprovechamiento forestal tenemos datos de repoblaciones sucesivas de pinos en el bosque. La más interesante para la configuración del bosque es la que se realiza en 1762, en la cual se plantan los pinos piñoneros que pueblan el centro del bosque en la actualidad.
Esta siendo un año extraordinario de pinzón real, además están aguantando y se están poniendo verdaderamente preciosos.
Encontramos un grupo que comía tranquilo entre el suelo y los árboles de alrededor. Arriba-abajo en función de quién les molestara. El pinzón real se alimenta de semillas, frutos e incluso de los pequeños insectos que pueda encontrar.
Un momento importante de acciones en el bosque es entre 1841 y 1852 en los que se reforesta de nuevo y reacondiciona con la construcción del gran paseo de entrada, La Casa del Guarda, el estanque de Los Pinares y la Fuente del León en 1884. El bosque va perdiendo extensión a lo largo de los siglos y en 1927, con el paso del tren, termina por configurarse su tamaño actual, aunque, la llegada de otro tren, el AVE ha vuelto a determinar su configuración.
El bosque de Valorio tiene una extensión de unas 80 hectáreas distribuidas a lo largo de tres kilómetros de longitud, en el que nos encontramos 133 especies de aves (datos de ebird) además de mamíferos, anfibios, mariposas o insectos que hacen del bosque un enclave privilegiado dentro de la ciudad.
El 20 de Mayo de 2011 el Bosque de Valorio fue declarado Zona Natural de Esparcimiento de Castilla y León por la Junta. Figura jurídica de protección para “enclaves de fácil acceso desde núcleos urbanos para proporcionar a la población lugares de descanso, recreo y ocio de un modo compatible con la conservación de la naturaleza”.
Un buen rato estuve observándo los pinzones reales que lucían su espléndida belleza en la luz del invierno zamorano. Admirando su porte. Sus movimientos. Sus idas y sus venidas eran seguidas por los zorzales alirrojos que rebuscaban entre la hojarasca o las currucas capirotadas que se movían incansables entre las ramas cercanas.
Zorzal alirrojo.
Valorio es vida. Un relincho de un pito real resuena en la lejanía mientras un tamborileo del picapinos se acelera en un árbol cercano. El chi-chi-pan, chi-chi-pan de los carboneros comunes actúa de banda sonora en la que petirrojos, lavanderas, pinzones, gorriones o verdecillos patrullan el bosque que espera que sus ilustres habitantes de la noche hagan su aparición: búho chico, cárabo o mochuelo saldrán al bosque en cuanto las luces vayan dejando paso a las sombras.
Un paseo mañanero se convirtió en agradable y espléndido paseo de gran parte del día. Así es el bosque de Valorio: te absorbe haciendo que su magia recorra todo tu cuerpo.

lunes, 29 de enero de 2018

El zorzal real.

Hacía varios días que Cristian Osorio había descubierto un grupo de zorzales reales al final del bosque de Valorio, ese bosque tan querido por los zamoranos (si queréis saber algo más de él pinchar aquí). Cuando tuve la oportunidad me dirigí hasta el lugar en compañía de mi amigo, gran fotógrafo y amante de la naturaleza, Fernando García. Llegamos y nos pusimos manos a la obra, había que buscarlos.
El zorzal real llega hasta la península ibérica en el invierno, procedente del norte de Europa (Península Escandinava y Rusia) donde la crudeza del invierno le hace bajar hasta nuestras latitudes.
Agradezco enormemente a Manuel Segura cederme algunas de sus
magníficas fotografías de zorzal real para ilustrar esta entrada.
La mañana estaba agradable, no hacía viento y el frío no se dejaba notar. Comenzamos a escrudiñar el prado en el que debían de encontrarse. En él: urracas, grajillas, cornejas, algún cuervo y estorninos negros y pintos se alimentaban sin descanso mientras un alcaudón real observaba desde su atalaya esperando una oportunidad; una perdiz cantaba al viento, un pito real emitía su característico sonido y varias parejas de tarabillas se perseguían de arbusto en arbusto mientras algunos milanos reales no perdían detalle de todo lo que sucedía en el prado.
No aparecían. Buscamos hasta que, pasados unos minutos, un precioso zorzal real apareció tras una depresión del terreno. Allí estaban.
Es muy raro ver un zorzal real tan próximo a la ciudad, es más, J. Alfredo Hernández (quizás el mejor conocedor del bosque de Valorio) confirmó que era la especie número 151 para el bosque.
Comenzaron a aparecer. Estaban ocultos en varias pequeñas vaguadas. 1,2 3…hasta 37 pudimos contar pero había más. Un tiro en la ladera cercana fue como un resorte que los levantó y pudimos ver que había alrededor de 50 ejemplares, poco tiempo después J. Alfredo y Maribel contaron 56.
El zorzal real es un ave preciosa, elegante y espectacular que, normalmente, no tenemos la oportunidad de poder ver y disfrutar. Algo que Fernando y yo hicimos durante los siguientes minutos viendo sus evoluciones cuando se volvieron a posar, lástima que un poco más lejos.
Se posaron en diferentes arbustos, ocultos. Son aves tímidas y huidizas que siempre están alerta, en ello les va la vida ya que son aves que se cazan tanto en España como en Europa.
Las rutas de entrada en la península ibérica son dos: a través del País Vasco y Navarra o por la costa del mediterráneo. Seguramente los que llegan hasta aquí vengan por la ruta vasco-navarra.
Cuando se tranquilizaron bajaron nuevamente al suelo y comenzaron a comer. Cogían lombrices de una forma que me recordaba a los gatos monteses o a los lobos cazando topillos en cualquier pradera de montaña. Se quedaban quietos. Se tensaban y se lanzaban en picado en busca de la lombriz o gusanillo que sacaban colgando en el pico para comérselo inmediatamente.
Dentro del grupo se diferenciaban perfectamente dos tipos. Había ejemplares con el pecho blanquecino y otros, en cambio, tenían el pecho rojizo y espectacular. Los primeros eran jóvenes y los segundos adultos, a más rojizo más edad.
Entre los zorzales reales había otros zorzales infiltrados. Varios zorzales charlos y comunes comían junto a ellos.
El zorzal charlo es el más grande de nuestros zorzales, seguido del zorzal real, el zorzal común y, por último el alirrojo. Los cuatro se han visto en el bosque de Valorio.
Zorzal charlo.
Zorzal común.
Zorzal alirrojo.
Estuvimos varios minutos y continuaron guardando las distancias; se alimentaban y se erguían, estaban en alerta. Un nuevo tiro resonó en la ladera pero esta vez no volaron sino que se agacharon. Se pegaron al suelo como si intuyeran que el tiro no era para ellos sino que venía de la lejanía y sólo debían de ocultarse.
Vimos tres especies de zorzales juntos. Sería increíble poder verlos a los cuatro a la vez, en el mismo lugar y más, en un lugar tan emblemático y querido para todos los zamoranos.

domingo, 17 de abril de 2016

De pajarillos por el bosque de Valorio.

Como muchos sabéis en Zamora tenemos un bosque urbano que es, ha sido y será cuna de muchos amantes de la naturaleza que acuden a pasear, disfrutar de sus habitantes, hacer deporte o merendar.
El bosque de Valorio y Zamora han ido unidos desde tiempos inmemoriales. Desde la Edad Media se conoce el bosque por dos razones principales. Una porque durante muchos siglos fue utilizado como una explotación forestal y la segunda por la leyenda de la Virgen de La Hiniesta en la que Sancho IV en 1290 salió de caza con su halcón persiguiendo a una perdiz que se refugió en una retama (hiniesta). Al llegar el rey donde se había refugiado la perdiz se encontró con una imagen de la virgen. El rey impresionado le construyó la iglesia de Santa María la Real, surgiendo el pueblo de La Hiniesta. (Actualmente esa parte del bosque desde La Hiniesta hasta los límites actuales ha desaparecido).  
De la flora autóctona del bosque: robles y encinas; quedan  muy pocos ejemplares. Lo que más encontramos son pinos y dado su carácter de aprovechamiento forestal tenemos datos de repoblaciones sucesivas de pinos en el bosque. La que más me interesa es la que se realiza en 1762, en la cual se plantan los pinos piñoneros que pueblan el centro del bosque en la actualidad.
Otro momento importante de acciones en el bosque es entre 1841 y 1852 en los que se reforesta de nuevo y reacondiciona con la construcción del gran paseo de entrada, La Casa del Guarda, el estanque de Los Pinares y la Fuente del León en 1884. El bosque va perdiendo extensión a lo largo de los siglos y en 1927, con el paso del tren, termina por configurarse su tamaño actual, aunque, la llegada de otro tren, el AVE ha vuelto a determinar su configuración.
El bosque de Valorio tiene una extensión de unas 80 hectáreas distribuidas a lo largo de casi tres kilómetros de longitud, en el que nos encontramos unas 158 especies de vertebrados (según los datos del gran conocedor de la fauna del bosque, J. Alfredo Hernández Rodríguez) destacando una gran variedad de mariposas y de aves, en función de la época del año.
En esta entrada me voy a centrar en algunas de estas aves, concretamente en los pequeños pajarillos que podemos encontrar cualquier día que bajemos actualmente a pasear por el bosque.
El bosque de Valorio está surcado por un pequeño riachuelo que lo atraviesa en parte, conformando un estrecho bosque de ribera en el cual  muchos pajarillos se mueven de rama en rama. Tanto en las riberas del riachuelo como en el resto del bosque una gran variedad de pequeños pájaros van a alegrarnos el paseo con sus cánticos y movimientos. Valorio nunca defrauda y, siempre que paseas por él, vas a ver o encontrar algo interesante.
La época que más me gusta pasear por Valorio es en invierno; las nieblas, el verde, el suelo cubierto por una fina helada o los árboles sin hojas te permiten ver muy bien a los pequeños habitantes que se mueven entre las ramas y el suelo.
En un recorrido virtual a lo largo del invierno hasta la actualidad el bosque te mostrará una amplia gama de pequeños habitantes que se mueven en sus quehaceres cotidianos. Habitantes que pueden vivir en el bosque permanentemente, que pueden venir en invierno o en visitas ocasionales.
Petirrojo.
Pinzón vulgar.
Escribano soteño.
Mito.
Carbonero garrapinos.
Verdecillo, verderón común, petirrojo, gorrión común y molinero, carbonero común, herrerillo común o pinzón vulgar son algunos de los más habituales que puedes encontrar en un día cualquiera de paseo por el bosque; mosquitero común, picogordo, curruca capirotada, agateador, chochín, escribano soteño, pardillo común, lúgano, colirrojo tizón, lavandera blanca o cascadeña, mito, acentor vulgar, jilguero o pico menor aparecen en mayor o menor medida en el bosque.
Estos pequeños habitantes conforman un bosque lleno de vida, de alegría, por el que es una auténtica gozada pasear; al que desde muy pequeños nos llevaban nuestros padres a jugar y veíamos con ojos curiosos como, un montón de pajarillos sin nombre, se movían de un lado para otro y que poco a poco fuimos poniendo nombre a todos ellos.
Pardillo común.
Pico menor.
Picogordo.
Lúganos.
Agateador común.
Chochín.
Valorio no se olvida. Hay que bajar de vez en cuando, es una necesidad, es un sentimiento y más ahora que bajo con mi pequeña que está empezando a descubrir la naturaleza y, en estos días, baja emocionada a ver los patitos que se mueven en el riachuelo.
Pollada de ánade real.
Sus pequeños y expresivos ojos se abren de par en par cuando los descubre entre las hierbas del riachuelo llamándolos para que vengan hasta que recuerda que no puede chillar y pone el dedo en la boca en señal de silencio para que te calles porque sino se van y va señalando al “papá”, a la “mamá” y cuando algún pequeño se aleja demasiado de la hembra se pone nerviosa y le empieza a decir que vaya con su “mamá”.
Disfrutemos del Bosque de Valorio. Disfrutemos de un lugar maravilloso que tenemos en nuestra ciudad. Seamos conscientes de su valor y de su importancia y, por cierto, no estaría mal que abrieran el centro de interpretación que hicieron hace años ya que, cerrado ¿sirve para algo?

miércoles, 25 de febrero de 2015

De paseo por Valorio II.

El 20 de Mayo de 2011 el Bosque de Valorio fue declarado Zona Natural de Esparcimiento de Castilla y León por la Junta. Figura jurídica de protección para “enclaves de fácil acceso desde núcleos urbanos para proporcionar a la población lugares de descanso, recreo y ocio de un modo compatible con la conservación de la naturaleza”. Esta declaración lo protege de futuras actuaciones irregulares o perjudiciales o no, quién sabe…
En este bosque sigo paseando y, desde la anterior entrada sobre Valorio, he podido ver nuevos habitantes que podemos encontrar estos días en el bosque; me voy a centrar en algunos no muy comunes o muy raros de encontrar. El primero de ellos es un ave que nunca había visto en el bosque y que, en teoría, todavía no debía de estar en la península Ibérica pero que, seguramente, sea uno de esos ejemplares invernantes que pasan los meses más fríos entre nosotros, el torcecuello.
Hace unos días J. Alfredo Hernández, amigo y el mejor conocedor del bosque de Valorio y sus habitantes, descubrió la presencia de un torcecuello en Valorio. Al día siguiente de descubrirlo Alfredo fui a intentar verlo; después de más de una hora de buscar donde había sido visto, decidí marchar ya que no aparecía por ningún lado pero, en muchas ocasiones, suceden las cosas sin buscarlas, ni esperarlas, por entera sorpresa y casualidad, así fue, cuando, un par de días después, pasé por el lugar y, sin buscarlo, apareció.
Allí estaba. En el suelo. Comiendo. Mirlos comunes y estorninos eran compañeros de banquete de este desconfiado pájaro carpintero que comía agachado pero pendiente constantemente de lo que sucedía a su alrededor; se movía a pequeños saltos, como los mirlos pero no dejaba de mover la cabeza y estirarse de vez en cuando para observar todo lo que le rodeaba.
Es un pájaro carpintero atípico ya que no hace los nidos como los demás carpinteros picoteando el tronco de un árbol, ni apoya su cola en el tronco para mantener el equilibrio pero si tiene una larga lengua que le permite rebuscar en grietas de los árboles o en suelo, entre las hierbas, para comer su plato favorito, las hormigas, como estaba haciendo este que se movía por el jardín sin llamar la atención.
Mi primer recuerdo de un torcecuello es, como muchos otros, un recuerdo de infancia, de una infancia en la que el viernes por la noche estaba reservado para el capítulo de El Hombre y la Tierra del gran Félix Rodríguez de la Fuente, en uno de esos capítulos el torcecuello estaba metido en un tronco caído en el suelo y un turón se le acercaba; ahí descubrí el por qué de su nombre ya que cuando el turón se le acercaba, el torcecuello se movía adelante y atrás, se estiraba, se contorsionaba y encogía y retorcía la cabeza como si fuera una serpiente con lo cual el turón estaba totalmente desconcertado, tiempo suficiente para que el torcecuello saliera del tronco y escapara. (Los que no conocéis estas imágenes os recomiendo que lo veáis aquí). Este peculiar movimiento de cuerpo y cuello es un efectivo sistema de defensa pero también lo utiliza en el cortejo girando la cabeza unos 180º.
El torcecuello seguía comiendo. Sobre el verde del césped se veía perfectamente su color, si aún sobre el verde intenso es difícil de ver imaginaros cuando está en un árbol; es mimético, es una prolongación de la corteza. Sus colores pardos, negros y grises y su disposición le hacen ser un ave muy difícil de ver y de encontrar,  incluso cuando canta, lo estás oyendo pero no hay manera de localizarlo.
Ver un torcecuello en Valorio es muy complicado y, estas fechas, más todavía aunque como me comenta J. Alfredo Hernández con su voz tranquila y sosegada cada cierto tiempo se ve alguno en el invierno, espero poder ver a esta ave tan curiosa y hermosa algún día más por el bosque.
Muy cerca de donde se encontraba el torcecuello han estado un par de semanas un pequeño grupo de zorzales alirrojos.
El zorzal alirrojo es el más pequeño de los zorzales que tenemos y es, también, un ave muy hermosa. Es esbelto, elegante, inquieto, con una característica franja blanca sobre el ojo y el tono rojizo bajo sus alas. Siempre lo he visto en la misma zona, rebuscando incansablemente entre la hojarasca hasta localizar alguna lombriz que rápidamente se comía ya que estaba constantemente acosado por los mirlos que, superiores en tamaño y en número, rápidamente iban a quitarlo del lugar en el que estaba escarbando.
En el mismo lugar también se movían zorzales comunes que, al igual que los mirlos comunes, acosaban a los zorzales alirrojos en las zonas en las que rebuscaban; cuando el alirrojo se veía amenazado subía a la rama de un árbol y esperaba a que pasara el peligro ya fuera una persona o a que el mirlo o zorzal común se fueran.
Algo también curioso es que uno de esos días pude ver otro zorzal que nunca había visto en Valorio, el zorzal charlo que también estaba junto a los alirrojos y los comunes pero no lo he vuelto a ver.
Si he podido disfrutar de tres zorzales diferentes también, en el mismo día, pude ver cuatro de nuestros siete pájaros carpinteros: el pico menor, el pito real, el pico picapinos y el torcecuello; esta época es la mejor para verlos ya que los árboles están limpios de hojas y se localizan mejor (aunque no es fácil). 
Una auténtica gozada ya que los pájaros carpinteros me gustan especialmente quizás por la evocación bucólica de que mi abuelo era carpintero y, mucho tiempo de mi infancia y juventud, la pasé en su carpintería a orillas del Río Duero.
El picogordo es otro de los que comían cerca de donde se encontraba el torcecuello. Como digo muchas veces, Valorio es agradecido y siempre que bajas ves algo, más o menos, pero ves algo. 
Búho chico, agateador común, herrerillo, carbonero, lavanderas, mitos, moscones o petirrojos y colirrojos se pueden ver estos días moviéndose por el bosque. Incluso, viendo muy poco, pasear por el bosque siempre es una auténtica delicia.