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domingo, 28 de octubre de 2018

Las cigüeñas de la catedral de Zamora

Allí está. Aparece al final de la rúa. La calle se estrecha y la maravillosa cúpula románica de la catedral de Zamora comienza a mostrarnos todo su esplendor, toda la belleza de una cúpula singular, diferente, la primera en su estilo románico con inspiraciones bizantinas. Una auténtica belleza que sorprende a todo aquel que la ve, da igual todas las veces que la hayas visto, siempre te impacta, siempre te sobrecoge, siempre es digna de admiración.
Acaba la rúa y la plaza de la catedral se abre ante mis ojos. Su hermana está allí, la grandiosa torre del El Salvador de aspecto defensivo cuida de su hermana, la cúpula. Son un todo. Conforman una estampa de una belleza desmedida; sobria una, elegante la otra; altiva una, delicada la otra. La torre y la cúpula de la catedral de Zamora son dos auténticas joyas que observan el paso del tiempo desde su atalaya. 
Miro a mi alrededor. La gente se admira y comienza a hacer fotografías. Cientos de cigüeñas blancas comienzan a pasar volando por encima de nosotros, entran en la ciudad, entran por la puerta Óptima hasta traspasar las murallas de la bien cercada, la ciudad del romancero que, como cada anochecer, da la bienvenida a cientos de cigüeñas que se irán distribuyendo para pasar la noche en los tejados de iglesias, palacios, edificios o aquí, sobre la cúpula de la catedral.
En la cúpula y pináculos de la catedral duermen alrededor de 20-30 cigüeñas todos los días. Entre ellas hay algunas que tienen una historia que contarnos. Son las cigüeñas que están anilladas.
Entre estas cigüeñas las hay que duermen prácticamente todos los días aquí, en el mismo lugar, cada noche, como lo hace la WA8F, anillada por el grupo GIA el 3-6-2004 en Santa María del Páramo (León) que se sitúa en uno de los pináculos del ábside que sustituyó al anterior románico destruido en un incendio en 1591.
La misma cigüeña: WA8F, durmiendo en la catedral (arriba)
y comiendo en el vertedero (abajo).
La cigüeña con anilla 2316.
Otra de las que suele dormir aquí casi todos los días es la 2316 anillada en Coreses (Zamora) por Pablo Santos el 26-5-1999, con lo cual tiene 19 años. Cigüeña que llevaba sin ver desde hacía cuatro años y que, en lo que va de invierno, la catedral se ha convertido en su lugar preferido para dormir en la ciudad.
Cigüeña con anilla: 0|22A en la catedral (arriba)
y en el vertedero (abajo).
La 0|22A es otra de las que duermen regularmente en la cúpula. Esta cigüeña es una “anónima”, es de esas cigüeñas de las que no consigo ningún tipo de datos. Cigüeñas que por desgracia son más de las que quisiera. Cigüeñas que han sido anilladas pero que no aparecen ni en la base de datos de la Estación Biológica de Doñana ni en ningún otro proyecto conocido. La verdad es que es una verdadera lástima la dejadez o falta de interés de aquellos que las han anillado y luego no dan señales de vida, ¿para qué las anillan?
La F0W2 es otra de las que pasan la noche en tan bello lugar. No es una habitual como las otras pero se deja ver cada pocos días. Fue anillada el 12 de marzo de este año por Pablo Santos después de ser encontrada con el plumaje congelado tras una de las duras noches de helada que son tan frecuentes en nuestra ciudad.
La cigüeña con anilla: Z026.
Desde Lugo ha llegado hasta aquí la Z026. Anillada por Toño Salazar el 19-5-2013 y que es el segundo año que nos visita. Esta cigüeña, como las demás, seguramente pase gran parte del invierno en la ciudad para, al amanecer, levantarse y formar grandes grupos que bajarán al río Duero donde se encontrarían con otra de las habituales las C16M que fue anillada de adulta en Zamora, tras ser encontrada caída en un patio interior, el 15-6-2012 por Pablo Santos; o irán directamente hasta el Centro de Residuos Urbanos para reunirse con otros cientos de cigüeñas que pasarán el día en su entorno alimentándose de una comida fácil y rápida.
La C16M en una de las zudas del río Duero.
Comiendo en el vertedero.
Esta facilidad de acceso a la comida y el considerable aumento de las temperaturas hace que muchas de estas “antiguas” aves migratorias se encuentren en la situación de no tener que migrar, no tener que moverse o hacerlo muy poco del mismo lugar en todo el año.
Todo está cambiando. Las aves del norte no bajan hasta nuestra tierra; cada vez se ven más aves del sur; las aves cada vez migran menos; cada año la invernada es más floja…si alguien todavía dice que el hombre no ha influido en la naturaleza o que el cambio climático no afecta a las aves es que es un ignorante, está ciego o no quiere reconocerlo. En los últimos cien años el hombre ha influido más en el medio ambiente que en miles de años anteriores, lo que antes sucedía en miles de años ahora está sucediendo en menos de cien, con consecuencias que son perfectamente visibles, graves y preocupantes.
Ahí están, como quimeras adornando la belleza de la cúpula, del cimborrio, de ese símbolo de la ciudad que es el lugar que han elegido estos grupos de cigüeñas para pasar las noches en el frío y largo invierno de nuestra querida Zamora.

domingo, 25 de diciembre de 2011

No deberían de estar ahí. ¿O sí?

Cuando hablas de nutrias te las imaginas en un río de aguas claras y limpias, en un río de montaña con un paisaje idílico. Si hablas de un martín pescador pasa exactamente lo mismo, ya que siempre se ha dicho y escrito que un martín pescador necesita aguas como el cristal para poder cazar a sus presas. Cuando pensamos en un águila culebrera la imaginamos en primavera-verano e incluso un poco en el otoño y, si lo hacemos de ciervos, los imaginamos en bosques o zonas de monte bajo con brezos o escobas. Esto sería lo que se considera normal. Lo que los libros, reportajes y estudiosos nos dicen que sucede, este es el comportamiento establecido y aceptado por todo el mundo pero…¿realmente sucede así? ¿Estos animales están siempre en esos lugares y se comportan como creemos que lo hacen? La respuesta es que muchos si, pero hay otros, cada vez más, que se adaptan y no siguen los patrones establecidos.
Lo primero que necesitan y buscan los animales en un lugar es que haya alimento, si hay alimento, allí estarán ellos. Y si además tienen añadidas otras condiciones como cobijo, agua y cierta tranquilidad,  mejor que mejor, y si alguna de estas es un poco complicada por estar muy cerca de la ciudad o en la ciudad misma, serán capaces de adaptarse y sobrevivir y si no que se lo pregunten a todos los animales que voy a poner como ejemplo.
La fotografía es de muy baja calidad (la cámara no era la adecuada)
pero sí es significativa del momento en el que
la nutria cruzaba el río Duero en Olivares (Zamora capital).
Nutrias en Zamora capital. A mucha gente le puede parecer una locura o una fantasía pero no. Ahí están. Las he visto en tres puntos distintos del río Duero que abraza nuestra ciudad. En Olivares, entre el puente de piedra y el de hierro y en los tres árboles. ¿Por qué? Porque tienen comida. Porque el curso medio de los ríos es propicio y rico en peces. Como veis no solamente están en riachuelos limpios y cristalinos de montaña.
Martín pescador en su percha dispuesto a cazar en el río Duero a su paso por
Zamora capital (también en la zona de Olivares).
 Igual que la anterior de muy baja calidad (cámara no adecuada)
 pero muy significativa de su presencia en la ciudad.
No solamente hay nutrias, sino que el martín pescador también está presente en nuestra ciudad. ¿Cómo? Os preguntaréis algunos, "¿pero si lo típico es ver a un martín pescador sumergiéndose en las frías y cristalinas aguas de un arroyo de montaña?" Sí, pero aquí también tienen comida y por lo tanto también están. Los he visto en dos puntos diferentes del río, en Olivares y en las aceñas de Cabañales.
Si esto os parece extraño, ¿qué hacía un águila culebrera en diciembre en Las Lagunas de Villafáfila? Raro. ¿Verdad? Seguramente estaba allí porque tenía comida, a lo que se le puede añadir que como no había hecho mucho frío todavía este año hasta ese día, se ha quedado bastante más de lo normal. Ya que es en septiembre o como mucho octubre cuando emigran hacia África para volver en Marzo o Abril, pero algunas no lo hacen. Había una el 18 de Diciembre de 2011 en Villafáfila que vimos tres personas.
Ese día no solamente tuvimos esa sorpresa sino que hubo alguna más. Cerca del puente romano nos encontramos con mi amigo Fernando y su mujer, Alegría, que buscaban un ganso indio que acababan de ver posarse en la laguna cercana. Nos bajamos del coche y comenzó la búsqueda. No aparecía por ningún lado pero de repente, apareció una águila real 
Águila real en las Lagunas de Villafáfila.
Majestuosa. Poderosa y con su tremenda fuerza y elegancia se fue elevando ante nuestras narices y ojos incrédulos que no esperaban verla allí (por cierto se estaba comiéndo una grulla que había muerta de donde se levantó). La seguimos en su vuelo elegante y poderoso según iba ascendiendo, cuando de repente apareció...¡otra águila real!. Nuestra sorpresa fue mayor cuando vimos…¡una tercera! Había tres juntas (parecían la pareja y un pollo del año pasado). Según las observábamos con admiración en su lenta ascensión apareció el águila culebrera. Pudimos ver a las cuatro águilas juntas, volando en el entorno de las lagunas. Un espectáculo que será muy difícil de repetirse.
También en Villafáfila, otro día diferente, nos dirigíamos hacia la carretera que une el Centro de Interpretación con la laguna de Barillos (carretera de Villalpando) por el camino que va desde Otero de Sariegos; según llegábamos al cruce para salir a esa carretera, en el pequeño pinar de enfrente, nos llamaron la atención tres figuras que se veían entre los pequeños pinos. Al llegar a la carretera nos dimos cuenta de lo que eran. ¡Tres ciervas! Sí. Tres ciervas. La madre, la cría de este año y la del año anterior se paseaban tranquilamente por entre los pequeños pinos. Nunca las había visto en las lagunas. Paramos el coche para contemplarlas. ¿Qué hacían allí? ¿Por qué estaban en las lagunas? ¿De dónde habían venido? ¿No deberían de estar en un bosque o en terrenos de monte bajo? Allí estaban. En plena llanura castellana.
Como dice Benjamín Sanz: “Cada especie tiene un medio que le es propio, o mejor dicho que hemos creído que le era propio, el problema es que nos encontramos en un momento de absoluto cambio, por lo tanto todo lo que descubramos de la fauna puede ser tomado como relativo o complementario”. En definitiva, los animales tienen un enorme poder de adaptación al medio y siempre buscarán los lugares que les sean más favorables para sus intereses aunque nosotros creamos que es imposible que allí se encuentren y, como veis, nada más lejos de la realidad.

martes, 1 de noviembre de 2011

Preparando el viaje.
El fin de semana del 1 y 2 de Octubre se celebró el Día Mundial de las Aves, coordinado por la SEO (Sociedad Española de Ornitología). Este año se centró en las aves migratorias y sus hábitats, y en España el tema elegido fue la caza ilegal de aves migratorias.
Mi primer recuerdo de aves migratorias es sobre la cigüeña blanca ya que cada vez que bajaba a casa de mis abuelos las veía en la plaza de Santa Lucia y mi abuela me decía, con su infinita paciencia, cuándo se iban y cuándo volvían. Aunque ahora, curiosamente, están cambiando en muchas zonas sus hábitos migratorios ya que, sobre todo, los basureros abiertos, han provocado que muchas cigüeñas permanezcan en nuestro territorio al encontrar comida abundante y cómoda, quizás también el aumento de la temperatura haya influido ya que como decía mi abuela: “los inviernos de antes si que eran fríos”.
Zamora tiene censadas 1.581 parejas; sexta provincia española (1ª  Cáceres (7.035), 2ª Badajoz (4.155),  3ª León (2.799)). En muchos lugares de la provincia ya se han marchado pero en la ciudad todavía no.
Todos los pollos de este año y sus padres se reúnen a dormir sobre tejados de iglesias, algunas casas y la catedral; es aquí donde las veo desde casa. En su cúpula, torre y pináculos se reúnen, cada día, alrededor de 30 ó 40 y todos los días tienen la misma rutina.
El amanecer va iluminando sus siluetas mientras se desperezan estirándose y se acicalan. Cuando la temperatura no es tan fría hacen pequeños vuelos de calentamiento de unos pináculos a otros, o desde la torre a la cúpula y, cuando lo creen oportuno, se van en busca de comida.
Acudirán al río pero principalmente lo harán al vertedero donde comen todo lo que pueden para así coger fuerzas y acumular toda la grasa posible que les va a permitir afrontar el viaje hasta el lejano sur del Sahara en las mejores condiciones.
Al anochecer van regresando a la ciudad en grandes bandadas que se distribuyen por los lugares donde duermen. Así un día y otro, hasta que decidan abandonar nuestra ciudad. Iniciarán su largo viaje para volver a finales de Enero o principios de Febrero y así cumplirse el refrán de: “Por San Blas la cigüeña verás y, si no la vieres, año de nieves"; muy dicho por mi abuela que pasadas las navidades ya estaba pendiente de si había o no había cigüeñas. Creía que si no venían o se retrasaban demasiado sería un síntoma de mala suerte y cuando aparecían se quedaba más tranquila.  
Cuando los pollos viajan por primera vez a sus cuarteles en África, normalmente se quedan allí los primeros años de su vida. El primer año la mayoría de los pollos no vuelven  a nuestra tierra; en el segundo y tercer año hacen lo mismo pero se mueven un poco hacia el norte, hacen cortas migraciones acercándose hacia nuestro país y así al tercer o cuarto año, que es cuando alcanzan la madurez sexual, regresarán a sus lugares de nacimiento para buscar pareja y lugar donde construir un nido que ocuparán con la misma pareja toda su vida. Así comenzarán un nuevo ciclo de su vida en el que formarán parte de nuestros pueblos y ciudades y también de nuestro recuerdo y nuestra vida.