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sábado, 19 de octubre de 2019

50 años del Parque Nacional de Doñana.

El pasado 16 de octubre se cumplieron 50 años de la creación del Parque Nacional de Doñana; una auténtica maravilla, un símbolo, lugar emblemático que quiero recordar en esta entrada, lugar en el que:
“…José Antonio Valverde y Luc Hoffmann, WWF puso en marcha uno de los primeros mecanismos de financiación (crowfunding que se llama ahora) de la historia de la conservación de la naturaleza, lo que permitió -junto con los fondos aportados por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)- comprar 6.671 hectáreas de dunas, pinares y marismas en 1963 para crear la Estación Biológica de Doñana, más otras 3.214 de marismas salvajes en 1969 para frenar los proyectos de desecación por el norte y dando lugar a la declaración del Parque Nacional. WWF España sigue siendo propietaria de estas tierras en el corazón de Doñana, que son gestionadas por el CSIC.
Gracias a esta última adquisición y a la intervención de diferentes personalidades, solo tres meses después, el 14 de agosto de 1969, fue declarado el Parque Nacional de Doñana, aunque no fue hasta el 16 de octubre de ese mismo año cuando se materializó legalmente la iniciativa de agosto para su creación y se delimitaron las 35.000 hectáreas que forman el corazón de Doñana.”(fuente elasombrario.com)
Unos datos de esta maravilla: “…122.487 ha (54.251 ha en el parque nacional, y 68.236 ha en el parque natural).​ Comprende tanto el Parque Nacional de Doñana (creado en 1969) como el Parque Natural de Doñana (también llamado Parque Natural del Entorno de Doñana o preparque, creado en 1989 y ampliado en 1997) Fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1994. En julio de 2012, la Unesco aprueba la ampliación de la reserva de la Biosfera de Doñana que pasa de las 77.260 hectáreas a más de 255.000 hectáreas” (Wikipedia).
Pero, aparte de datos, Doñana es sensaciones y son esas las que os quiero transmitir recordando algunas de las entradas que hice en este blog tras una de mis visitas a este lugar tan impactante, aquí os las dejo por si os apetece recordarlas:
Pero Doñana no está salvada, cada cierto tiempo surgen proyectos alocados y sin sentido que tratan de cercenar de alguna manera el corazón de este parque natural.
El 2 de febrero de 2019, coincidiendo con el Día Mundial de los Humedales, WWF publicó un informe con las cinco principales amenazas que afectan a este entorno único:
“1. La sobreexplotación del acuífero. El  acuífero está en peor estado que durante la gran sequía de 1995: más del 80% de los sectores están en parecida o peor situación que hace 24 años. Para hacer frente a este problema, las autoridades españolas diseñaron en 2014 el Plan Especial de la Corona Forestal de Doñana que conllevaría el cierre de más de 2.000 hectáreas de cultivos ilegales. Sin embargo, años después de su aprobación, el Plan sigue sin aplicarse totalmente, mientras la superficie de regadío sigue creciendo.
2. El dragado del Guadalquivir. Este faraónico proyecto fue anulado por el Tribunal Supremo, y motivó un proceso de infracción en Bruselas por la vulneración de las leyes europeas de protección de la naturaleza.  Asimismo, la UNESCO lanzó un ultimátum a España. Sin embargo, a pesar de que nuestro país se comprometió ante este organismo internacional que no llevaría a cabo el proyecto y que lo excluiría del Plan Hidrológico del Guadalquivir, se opone sin embargo a retirarlo del Plan vigente, que ha sido recurrido por WWF ante el Tribunal Supremo. Para WWF, España debe llevar a cabo acciones verificables desde el punto de vista legal, como anular el proyecto de dragado mediante la correspondiente resolución administrativa.  
3. Almacenamiento de gas en Doñana. A pesar de que España ha transmitido a la UNESCO su intención de cancelarlo, lo cierto es que no se ha anulado formalmente. Este proyecto a cargo de Gas Natural-Fenosa, busca construir un almacén junto al Parque Nacional de Doñana, amenazando este espacio protegido, además de presentar unos elevados riesgos sísmicos que no han sido debidamente evaluados.
4. La autovía entre Huelva y Cádiz. Este proyecto pretende  desdoblar una pequeña carretera actual que bordea el parque natural por el norte y luego construir un nuevo y complejo puente sobre el Guadalquivir. Esta obra tendría un altísimo coste no solo económico sino también ambiental debido a que bordea zonas sensibles y protegidas.
5.El irracional e insostenible trasvase. El Congreso de los Diputados está promoviendo la especulación del regadío en Doñana al aprobar una nueva ley que aumenta de 4,99 a 19,99 Hm3 la cantidad de agua que se podrá trasvasar a Doñana. Según cálculos de WWF, si los agricultores se limitasen a regar con los volúmenes autorizados en sus concesiones y se cerrasen las fincas ilegales que no dejan de proliferar en la zona, no haría falta ampliar el trasvase, ahorrando el coste de la larga lista de infraestructuras que se ha asociado al mismo, y logrando la recuperación del acuífero en un plazo mucho menor”. (Fuente WWF España).
Un humedal no es humedal sinó tiene agua, ¿Cuántos humedales tienen problemas en nuestra tierra? ¿Cuántas lagunas o marismas fueron desecadas y maltratadas en el último siglo? Cuidemos y respetemos nuestros humedales (y se me ocurren varios en la provincia de Zamora que se deberían de proteger y cuidar). Son vida pues que vivan.

domingo, 11 de marzo de 2012

Visita a Doñana III: zona norte.

Llegamos a la aldea del Rocío que, para aquel que nunca haya estado allí, la primera impresión que tienes es que te encuentras en un pueblo del “lejano oeste”. Hay caballos y carruajes. En las puertas de todas las casas están los típicos maderos para atarlos y todas las calles están sin asfaltar.(Es la Aldea Mundial del Caballo),
La primera vez que fuimos al Rocío, en un pequeño bar, le pregunté al camarero el por qué de no asfaltar las calles y con su contestación lo dejó todo claro: “Porqué ziempre ha zido azí. Zinó, no zería el Rocío”.
Nuestra siguiente ruta salía a las 15:30 desde allí, así es que esperamos viendo su marisma, la única que tenía agua. Se veían flamencos, garzas, espátulas, avocetas, cucharas, agujas colinegras, zarapito real, morito, cercetas comunes, garceta grande, fochas comunes, cigüeñas, correlimos,…un buen número de especies que nos hicieron muy amena la comida.
Macho de cerceta común comiendo en la marisma del Rocío.
Zarapito real seguido por un morito en la marisma.
El Rocío es mundialmente famoso por su romería, en la que se juntan casi un millón de personas en una aldea que durante el año tiene alrededor de 1.500 habitantes.
Alfonso X El Sabio, tras la conquista a los árabes de esas tierras, mandó construir una ermita en 1270, donde se colocó una imagen de la virgen que rápidamente despertó gran devoción. En el s.XV se crea la primera hermandad que peregrina hasta el Rocío; pero no es hasta el s.XX cuando se masifica dicha peregrinación llegando hasta las 90 hermandades actuales y es ahí, en el Rocío, donde comienza el Coto de Doñana y nuestra ruta por la zona norte que habíamos concertado con Doñanature.
Aldea del Rocío.
Al igual que en la zona sur tuvimos una gran suerte con nuestra guía, Rosario. Nacida y criada dentro de Doñana y que conocía perfectamente todo el territorio, así como su flora y fauna. Tras un pequeño recorrido por la aldea en la que nos explicó diversas curiosidades de sus antiguas construcciones o su romería, paramos junto a los acebuches (olivos silvestres)  milenarios, más de 800 años les contemplan junta a la Madre de las Marismas.
Nos adentramos en el Coto del Rey, antiguo cazadero real que Alfonso X El Sabio creó en el s.XIII, debido a la abundancia de caza mayor. Pasamos entre sus pinos y matorrales con la esperanza de poder contemplar a su habitante más importante y conocido, el lince ibérico, que es, en esta zona, donde campea y vive; pero ese día no hubo suerte y nos quedamos con las ganas de contemplarlo. El Coto del Rey es Parque Natural y, al abandonarlo, entramos por la cancela del Vicioso, en el Parque Nacional con la misma esperanza de ver cualquiera de los linces que habitan este territorio que conserva encinas y alcornoques de los antiguos bosques autóctonos. Vimos un buen número de conejos y algunas perdices que tomaban el sol de la tarde.
El siguiente paso fue entrar en La Vera, zona en la que, como dije en la anterior entrada de Doñana, se concentran los ciervos ya que dada la enorme sequía del parque es, en esta zona, donde encuentran cierta humedad y pasto.
Grupo de ciervos en La Vera.
Pudimos contemplar un rebaño de más de 250 ciervos que buscaban un lugar para comer. Había ciervas con crías del año pasado, baretos (machos de 1 año) y ciervos jóvenes; no había grandes machos, que suelen ser solitarios y estar en los alrededores. Nuestra guía nos comentó que dado el calor y la sequía que estaba haciendo, algunos machos estaban confundidos y habían empezado a berrear, como si fuera pleno agosto, mes en el que tiene lugar el periodo de celo de las hembras en el que los machos luchan y berrean para conseguir aparearse con el mayor número posible de ellas.
Continuamos por la marisma que tenía un aspecto lamentable. Totalmente seca. Solamente se podían ver algunas vacas mostrencas y caballos que, según un estudio del CSIC, es la raza más antigua de Europa.
Avanzamos hasta el observatorio de José Antonio Valverde pero antes de llegar nos encontramos con una pequeña zona de agua donde descubrimos a otro habitante curioso de Doñana, el calamón. 
Calamón en la marisma.
Ave de un azul intenso con reflejos metálicos espectaculares. Muy discreto y no fácil de observar. Además, España es el único país de Europa en el que cría en libertad. Es muy curioso verlo volar porque lleva las patas colgando en una postura inconfundible. Tras observar al curioso calamón junto a cormoranes, garzas reales, flamencos, cucharas y moritos llegamos al centro de visitantes José Antonio Valverde, el padre del Parque Nacional de Doñana.
Moritos sobrevolando el Centro de Visitantes José Antonio Valverde.
En 1952 tiene lugar la primera expedición científica por parte de un grupo de estudiosos entre los que se encontraba José Antonio Valverde que en 1956 y 57 participó en las Doñana Expeditions, nuevas expediciones científicas que tomaron datos, fotografías y videos de la flora y fauna de Doñana. Estas expediciones van a dar fama mundial a Doñana y son el punto de partida de la lucha de José Antonio Valverde por salvar Doñana ya que, la desecación y urbanización sin control amenazaban tan importante territorio. Así en 1961 se crea la WWF (World Wildlife Fund) que en 1964 da una importante cantidad de dinero para comprar las hectáreas que formarán la Estación Biológica de Doñana; nombrándose director a José Antonio Valverde. En 1969 se crea el Parque Nacional de Doñana con una superficie inicial de 37.425 hectáreas que se han ido ampliando hasta nuestros días.
El sol iluminaba nuestro camino de vuelta.
En la laguna del centro de visitantes encontramos pocas aves, las mismas que habíamos visto con anterioridad, así es que tras un camino de vuelta en el que los ciervos y los conejos fueron los protagonistas del recorrido, terminamos nuestra ruta por la zona norte de Doñana con la que nos despedíamos del Parque Nacional hasta una próxima ocasión. 

martes, 28 de febrero de 2012

Visita a Doñana II: zona sur. El águila imperial.

Entre pinos y arena apareció un águila imperial, volaba encima de nosotros, a poca altura. El guía empezó a hablar acerca de ella mientras le decía: “¡está ahí!”. A lo que me contestaba que ya la había visto pero, de lo que no se daba cuenta, es qué le estaba indicando otra águila imperial que se encontraba a 20 metros nuestros, posada en un gran pino piñonero. Cuando por fin se dio cuenta todos miraron hacia ella y pudimos disfrutar de su presencia en el pino.
Esta águila imperial estaba anillada (cuando sepa algo lo comentaré).
Impresionante. Esa es la palabra que me viene a la memoria recordando el momento. Nunca la había visto tan cerca en libertad. Allí estaba. Posada. Elegante. Poderosa. Majestuosa. 
El águila imperial ibérica es uno de los símbolos de nuestro país. Es la rapaz más amenazada de Europa y se encuentra en peligro de extinción, aunque se esté recuperando poco a poco. Actualmente hay unas 250 parejas que se emparejan para toda la vida y que incluso cazan juntas y coordinadas. Vida que si no se ve truncada por algún veneno, la falta de alimento (sobre todo conejos. Si no hay conejo no puede sobrevivir), la perdida de su hábitat o algún tendido eléctrico puede llegar hasta los 21 años (en cautividad bastante más).
Ahí la teníamos. Su nuca color crema, hombros blancos y plumaje oscuro nos indicaban que era un águila imperial adulta. Este es su color final, ya que va cambiando según los años, si queréis ver cómo es su evolución pinchar aquí.
El águila se empezó a mover por las ramas, lo cual nos hacía pensar que se iba a echar a volar, pero no, hizo algo que nos dejó de piedra.
Estiró el cuello. Abrió su fuerte y curvado pico, a modo de una gran podadora, cogió una rama y se oyó un ¡crack! que resonó en el silencio de La Vera. Había roto una gran rama con una facilidad pasmosa. Su pico demostró su potencia. El sonido me dejó helado. Cogió la rama. Se acercó al borde, desplegó sus poderosas alas y se marchó volando en busca de su nido para acondicionarlo de cara a la próxima temporada de cría. La otra águila, que nos sobrevolaba, también se fue en la misma dirección. Era la pareja. Irían a uno de los varios nidos que tienen y que van alternando temporada tras temporada. Era una de las 14 ó 16 águilas imperiales de Doñana.
La sensación que nos quedó fue de un gran impacto. Tenerla ahí, tan cerca y comportándose en total libertad es una sensación irrepetible, única. Una sensación de ser unos privilegiados de poder admirar a un ave tan imponente como es el águila imperial.
Vimos en total tres águilas imperiales a lo que el guía, Jerónimo, no paraba de darle importancia ya que como él decía: “Traigo a gente hasta de Suecia que vienen a verla y no la ven. Así es que apreciar y disfrutar lo que habéis visto”.
El recorrido continuó hacia las dunas móviles que forman un complejo único y de gran importancia. Vimos el llamado “cerro de los ánsares” que es donde miles de gansos van a comer arena para poder digerir su comida favorita, las castañuelas. Observamos al curioso enebro que con sus raíces móviles va cabalgando sobre la duna para sobrevivir saliendo por arriba mientras que los pinos y arbustos se ven atrapados y mueren sin remisión.
Pinos y matorrales se ven cercados por las arenas de las dunas
formando los llamados "corrales".
Tras una parada en las dunas donde pudimos contemplar innumerables huellas de zorro, ciervo, gamo, jabalí o gaviotas y disfrutar de la suavidad de unas arenas blancas que conforman un paisaje que en ocasiones parece nevado, continuamos hasta la playa para volver al punto de partida, El Acebuche.
Habíamos recorrido unos 70 km entre un paisaje imponente y desbordante aunque este año la marisma esté seca. Al llegar al Acebuche recorrimos sus lagunas en las que no había gran cosa pero pudimos disfrutar de un pequeño zampullín que agitaba con fuerza un pez que acababa de pescar.
Vistas las lagunas decidimos ir hasta El Rocío que es donde había más aves y, además, allí empezaba, nuestra siguiente excursión por la zona norte del Parque Nacional de Doñana.

jueves, 23 de febrero de 2012

Visita a Doñana I: zona sur.

Era la segunda vez que íbamos al Parque Nacional de Doñana y hemos quedado encantados con las rutas realizadas. Seguramente el hecho diferenciador hayan sido los guías. Voy a dividir estas entradas dedicadas a Doñana en zona sur y zona norte. En esta hablaré de la sur. (Seguramente para los que vivan cerca de Doñana estas entradas no sean novedosas pero para mí que era la segunda vez que iba, son importantes para mostrar una pincelada de la importancia del Parque Nacional).
Doñana está seca. Lo está porque lleva meses sin llover y las marismas están sin nada de agua, lo cual supone un problema para miles de aves que tienen allí su zona de descanso, cría o toma de fuerzas. Según los lugareños y guías, este año han venido miles de aves menos y muchas de ellas se están yendo más delgadas de lo que vinieron ya que no encuentran comida; un ejemplo muy claro son los gansos que han venido en mucha menos cantidad y se han quedado muy poco tiempo porque no encuentran su comida principal, la castañuela, que se da en las marismas, pero como estas están completamente secas, no ha podido brotar.
Correlimos en la playa corriendo delante de las olas.
Eran las ocho de la mañana cuando llegamos al centro El Acebuche, lugar de partida de las rutas que van al interior de Doñana. La entrada a particulares está totalmente prohibida, solamente pueden entrar trabajadores del parque, lugareños con trabajos tradicionales (coquineros, recogida de piñas,…) o científicos con permisos especiales. Por lo tanto, si se quiere visitar, hay que contratar una ruta. Ahí estábamos, dispuestos a volver a Doñana.
Mientras esperábamos, los rabilargos prospectaban la zona en busca de cualquier resto de comida y una lavandera blanca enlutada caminaba con su andar característico entre ellos.
Doñana se llama así por Doña Ana de Silva y Mendoza, hija de la Princesa de Eboli cuyo marido, Alonso Pérez de Guzmán, duque de Medina Sidonia, en 1585 compró al Consejo de Almonte gran parte de los terrenos que forman el actual Parque Nacional. Al adquirir estos terrenos, que el duque dedica al aprovechamiento forestal, caza y pesca en almadrabas, construye un palacio en el medio de sus dominios, en el cual se instala su mujer. Es el actual palacio de Doñana.
Ostreros, gaviotas y un correlimo buscando comida en la playa de Doñana.
Salimos a las ocho y media del centro, dirección Matalascañas, donde comenzamos el primer ecosistema, la playa. Playa virgen de unos 30 km que recorrimos hacia la desembocadura del Guadalquivir. Nuestro guía-conductor era extraordinario, de una gran sensibilidad hacia el medio ambiente y utilizando palabras precisas y claras que llegaban a todo el mundo. Nos iba hablando de los coquineros que trabajaban en la costa recogiendo almejas, de historia o de las gaviotas que nos íbamos encontrando. Vimos gaviotas sombrías, patiamarillas y una rareza, una gaviota de Audouin con el característico color verde oliva  de sus patas y el rojo de su pico, pincelado de amarillo; era la primera vez que veía una. Gaviota en peligro de extinción en los años sesenta y setenta que se recupera lentamente.
Pasaban los kilómetros con el mar a nuestra derecha jalonado de coquineros trabajando mientras los correlimos, ostreros y gaviotas buscaban comida corriendo según el vaivén de las olas y la playa a nuestra izquierda donde pudimos apreciar una de las torres de vigilancia del siglo XVI, que es lugar de nidificación de un halcón peregrino que oteaba el horizonte desde sus atalaya.
Grupo de jabalís corriendo por La Vera.
Llegamos a la desembocadura del Guadalquivir donde nos adentramos en La Vera, zona fronteriza entre la marisma y los cotos. Esta zona siempre está húmeda, ya que el agua se filtra de las dunas y arenas y, al chocar con el suelo arcilloso de la marisma, sale manteniendo la humedad; por lo tanto es zona de pastos y es ahí donde se concentran jabalís, ciervos y gamos buscando comida, así como las vacas y caballos autóctonos. Pudimos ver jabalís de todas las edades, hembras con crías, tanto rayones como jabatos, y grandes machos. El jabalí de Doñana es un poco más pequeño y presenta en algunos ejemplares una coloración muy oscura, casi negra. También los ciervos son un poco más pequeños debido a su adaptación al terreno en el que viven.
Cierva observando atenta entre los matorales.
Grupo de gamos y ciervo en La Vera.
Continuamos por el coto y las marismas que, como dije anteriormente, está completamente seca. La marisma es el ecosistema más cambiante de Doñana y ahora mismo está como si fuera verano. En la marisma encuentran refugio miles de aves que, muchas de ellas, criarán en primavera, aunque este año se plantea muy problemático por la falta total de agua. Antes de llegar a la parada del poblado de La Plancha vimos un posible cruce de jabalí y cerdo doméstico que campeaba tranquilamente entre los arbustos.
Según avanzábamos por el bosque de pinos y matorrales, nuestro guía, Jerónimo, nos explicaba la importancia del lugar haciendo hincapié en que Doñana es como una cebolla, me explico, hay una parte central que es el Parque Nacional de 50.720 hectáreas; rodeada de 54.250 ha. de Parque Natural, es decir 114.970 hectáreas protegidas en las que se encuentran unas 365 especies de aves, 21 especies de reptiles, 11 de anfibios, 20 de peces de agua dulce, 37 de mamíferos no marinos y unas 900 especies de plantas. Y en este lugar podemos encontrar a dos de los animales emblemáticos de la península ibérica, el lince (que por desgracia no vimos) y el águila imperial, de la que pudimos disfrutar a placer…pero eso será otra entrada.