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domingo, 15 de enero de 2017

Un día redondo.

La mañana estaba heladora; -6º marcaba el coche cuando me dirigía a Puebla de Sanabria y, después de pasar el Puente de la Estrella, asomó el sol tras la intensa niebla que cubría Zamora desde hacía, más o menos, un mes. Sol. Que maravilla. Que luz. Amanecía y la luz era extraordinaria, la visibilidad fantástica y una impresionante helada cubría el campo dando la sensación de que había nevado.
Había que aprovechar la luz y decidí acercarme hasta un punto concreto de la Sierra de La Culebra en el que tenía la esperanza de poder avistar al lobo, animal emblemático, enigmático y mítico que como, muchos ya sabéis, es una de mis pasiones.
Nada más llegar, ni pasados cinco minutos, un precioso e imponente lobo se levantó de entre los brezos. La helada cubría los campos y un gran lobo de pelaje tupido caminaba lentamente, parsimonioso, elegante, avanzaba lento, muy lento, gustándose, recreándose.
Agradezco enormemente a John Hallowell prestarme
la fotografía para ilustrar el momento.
Su silueta se recortaba en el manto helado. Una silueta potente, fuerte; una silueta que demostraba la fortaleza del lobo. Paró. Levantó la pata y marcó el lugar. Era un gran macho. Un macho muy oscuro. Un macho espectacular que caminaba lento y confiado en la fría mañana.
Avanzó varios cientos de metros lentamente y se volvió a tumbar en el brezal. Desapareció. Se lo tragó la tierra. No volvió a aparecer. No lo volví a ver pero me dejó una visión imborrable de un animal que debemos valorar y respetar.
Continué camino hacia Puebla de Sanabria mientras los ciervos comían tranquilamente los tiernos brotes que el frío hielo iba dejando al descubierto y, los corzos, se movían atentos según el sol iba calentando la heladora mañana.
Durante la mañana me moví por el entorno de Puebla de Sanabria y Robledo donde me encontré con un gran amante de la naturaleza y fotógrafo, además de amigo, Manolo Segura, que buscaba los verderones serranos que se movían por las cercanías de Robledo. La suerte nos acompañó y pudimos ver dos ejemplares que suponían mis primeros verderones serranos.
Agradezco enormemente a Manuel Segura prestarme esta
fotografía de los verderones serranos de otro momento.
Estos pequeños verderones serranos se movían entre los abedules y la pradera junto al riachuelo donde se alimentaban tranquilamente, mientras, los piquituertos, otros de los habitantes del lugar oteaban las cercanías desde su atalaya. 
Los piquituertos son pequeñas y curiosas aves que, nada más verlas, lo primero que te llama poderosamente la atención es su pico. Pico que tiene la mandíbula superior recta y la inferior cruzada a la derecha o a la izquierda (dependiendo de los individuos).
Este pico es una herramienta especializada para poder comer. Su alimento principal son los piñones que tiene que coger mediante una curiosa operación: el pico lo introduce en la piña quedando las dos puntas una encima de la otra. Al cerrarlo hará cuña para ir separando la escama de la piña, si hace falta se ayudará de giros de cabeza; de esta manera conseguirá abrirla y llegar al piñón. Aquí entrará en acción su larga y pegajosa lengua para coger el piñón y comérselo.
Esta adaptación tan específica de tener el pico cruzado, le impide tener otras muchas posibilidades de recursos alimenticios por lo que, si escasean las piñas, deberá de buscar otros suministros de comida como pueden ser las manzanas, de las que solamente comerá sus semillas, como ocurre en Sanabria determinados años; o los escarabajos, que son fáciles de coger para él.
En Puebla de Sanabria me acerqué, junto con Manuel Segura hasta el embalse en busca de unas agachadizas chicas que llevan un tiempo por la zona pero sin éxito; en cambio, después que Manuel marchara estuve admirando las evoluciones de un pájaro precioso que es un consumado buceador. El mirlo acuático.
Es una verdadera gozada verlo moverse por las aguas cristalinas del río Tera, como va de piedra en piedra o se sumerge en las frías aguas del río pudiéndose distinguir como, literalmente, camina por el fondo en busca de pequeñas larvas que son la base de su alimentación.
El intenso día llegaba a su fin había y había disfrutado de animales de nuestros campos, de nuestros bosques, de nuestros ríos; animales que viven en nuestro entorno y que muchas veces no prestamos la atención que se merecen.

jueves, 13 de septiembre de 2012

Otros pajarillos.

En estos días de esperas del lobo, muchas veces infructuosas, aparecen a nuestro alrededor un buen número de pajarillos a los que no solemos hacer caso, estamos a otros menesteres. Estos pajarillos con sus vuelos acrobáticos, cánticos y persecuciones nos animan la mañana o la tarde. Quiero centrarme en tres de los que más estoy viendo en estos días. Tres que también merecen que se les de algo de importancia. 
El primero es el papamoscas cerrojillo. Un pequeño pájaro simpático y bonito que revolotea constantemente de un arbusto a otro. Sus vuelos son cortos. Es activo, ágil, no para de mover la cola arriba y abajo y de sacudir las alas. Este pequeño pajarillo me dejó impresionado el otro día. 
Se encontraba el pequeño papamoscas cerrojillo en un arbusto. Quieto. Agazapado. Inmóvil. Atento a todo lo que se cruzaba delante de él cuando, de repente, salió como una exhalación volando y se lanzó sobre un insecto que pasaba tranquilamente cerca del arbusto. Lo cogió en el aire. No sé muy bien lo que era, no me dio tiempo a verlo, y marchó a otro arbusto un poco más lejano y se ocultó. Estaba cazando al acecho. Cazaba como si fuera una leona que, oculta, salta cuando una cebra pasa a su lado. Nunca lo había visto y me resultó curioso así es que comprobé si era cierto que así cazaba y, en efecto, este pequeño pájaro caza al acecho moscas o mosquitos principalmente (de ahí viene su nombre) aunque también puede capturar escarabajos, mariposas e incluso gusanos y lombrices.
En estos días nos encontramos en el paso otoñal hacia sus cuarteles de invierno en el África Tropical por eso se ven tantos papamoscas cerrojillos en nuestros campos. El pequeño cerrojillo volvió después de comerse el insecto capturado y se volvió a poner en el mismo sitio. Le gustaba y seguramente esperaría otra oportunidad para capturar a otra presa.
El segundo pájaro es el piquituerto que revoloteaba sin parar de los pinos a los cables y otra vez a los pinos. Así constantemente pero, en alguna ocasión, se para más de la cuenta y es el momento de verlo con detenimiento y, si hay una hembra cercana, mejor que mejor.
Una hembra se encontraba posada en el cable que pasaba por encima de nuestras cabezas mientras que un macho revoloteaba alrededor de ella. Después de varios vuelos acrobáticos, como si quisiera impresionarla, se posó a su lado.
El macho es rojizo y la hembra verde oliva pero, lo que destaca, por encima de todo, en este pajarillo es su pico. Tiene la mandíbula superior recta y la inferior cruzada a la derecha o a la izquierda (dependiendo de los individuos). Tener el pico así le sirve para poder alimentarse.
El macho en un momento determinado se acercó más y con un vuelo rápido se colocó encima de ella. Estaba montándola. Pasados unos segundos se bajó y marchó pero volvió a los pocos minutos.
El alimento fundamental de los piquituertos son los piñones. El pico lo introduce en la piña quedando las dos puntas una encima de la otra. Al cerrarlo hará cuña para ir separando la escama de la piña, si hace falta se ayudará de giros de cabeza; de esta manera conseguirá abrirla y llegar al piñón. Aquí entrará en acción su larga y pegajosa lengua que cogerá el piñón y se lo comerá.
El macho de piquituerto volvió a los pocos minutos. La hembra allí seguía. Quieta. Sin moverse del cable. El macho se colocó al lado, se acercó y, otra vez, la volvió a montar. Acababa de presenciar dos montas de piquituerto. Nunca había visto ninguna y en pocos minutos observé dos.
Esta adaptación tan específica de tener el pico cruzado, le impide tener otras muchas posibilidades de recursos alimenticios por lo que, si escasean las piñas, deberá de buscar otros suministros de comida como pueden ser las manzanas, de las que solamente comerá sus semillas, como ocurre en Sanabria determinados años; o los escarabajos, que son fáciles de coger para él.
El tercer pajarillo es el acentor común. Delante de la zona en la que me encontraba había un buen número de zarzas donde el pequeño acentor se movía de aquí para allá entre los espinos y las moras. En un momento determinado se bajó al suelo. A nuestro lado. Se fue acercando poco a poco, con cautela, sin prisa pero sin pausa. Según se aproximaba yo me agachaba un poco. Se aproximaba. Me agachaba. Se aproximaba. Me agachaba e iba sacando una pequeña cámara digital.
El motivo de acercarse tanto era porque el suelo estaba lleno de pipas y migas de unas galletas que un compañero había estado comiendo en la espera. Llegó un momento que estuvimos a menos de treinta centímetros uno del otro. Él comiendo las migas y yo sacándole fotografías.
Estos tres pequeños pajarillos son relativamente comunes en nuestros bosques. Nos hacen compañía y alegran nuestros paseos, aunque no solemos prestarles atención. Son compañeros en las esperas y se extrañan el día que no aparecen, como casi siempre, cuando no tienes algo es cuando te das cuenta de su valor. Démonos cuenta antes y admirémoslos. Forman parte de nuestro entorno. 

lunes, 14 de mayo de 2012

Piñas: ¿quién se las comió?

Un rastro es una señal o huella que queda de algo. En muchas ocasiones es muy complicado ver a un animal y nos tenemos que conformar con ver sus rastros. Cuando nos movemos por un pinar, mirando las piñas, podremos saber que animales viven o han pasado por allí por la forma en que han sido comidas. Dependiendo de cómo quede sabremos si se la ha comido una ardilla, un ave o un roedor tipo ratón o lirón careto.Cuando se sale por un pinar hay que fijarse ya que se puede uno encontrar con esas piñas comidas. Así nos sucedió con estas que recogimos y que aparecen en la siguiente fotografía. 
Aquí  podemos comprobar cómo han quedado. La número uno se la comió un ratón, lirón careto... La número dos una ardilla y la número tres un ave (piquituerto, pájaro carpintero,…). La número cuatro es una piña intacta para ver la diferencia con las demás.
Ardilla: algo que hay que tener en cuenta de las ardillas es que tienen unas patas delanteras, manos, con dedos ágiles que les permite coger objetos y manejarlos con soltura. Así, cuando cogen una piña lo harán por los extremos y, normalmente, comenzarán a comérsela por la parte de abajo. Lo harán dando vueltas a la piña con su ágiles manos dejándola  limpia pero con restos de hilillos o escamas en el eje central de la piña.
Las ardillas se alimentan fundamentalmente de frutos secos y semillas, aunque no desperdiciarán bayas o setas.
Ardilla con una nuez.
Ardilla enterrando su botín para una mejor ocasión.
Cuando una ardilla considera que debe de guardar su botín, lo puede hacer en algún hueco de un árbol o escarbar en el suelo para enterrarlo y volver a por él cuando sea necesario pero, lo que ocurre muchas veces, es que no vuelve y, esa nuez, almendra o avellana queda allí, germinando, para dar lugar a un nuevo árbol. En muchos lugares las llaman “las sembradoras de árboles”.
Los penachos de las orejas los perderá en verano.
Las ardillas son muy curiosas. Primero se ponen a salvo y luego
 te miran para ver quién eres o que quieres.
Su cola también nos llama poderosamente la atención. Es larga y frondosa y tiene una utilidad variada y muy importante para ellas. Servirá para equilibrarse en saltos o subidas y bajadas por troncos o ramas. También es un medio de comunicación entre ellas y si viene un depredador la utilizará para intentar asustarlo, pareciendo ser más grande y poderosa de lo que realmente es.
Lirón careto.
Ratón de campo, lirón careto,…: cuando nos encontremos con una piña es muy importante cogerla y ver cómo está por la parte de abajo. Un ratón o lirón careto no tiene las manos ágiles de una ardilla, por lo que solamente podrá comer la piña por un lado, por el lado que ha caído al suelo y queda boca arriba. 
Si ha sido capaz de darle la vuelta y comerla por todo los lados, el eje central de la piña, quedará completamente limpio, no como la ardilla que la comió totalmente en redondo y dejó el eje central con restos de hilillos.
Macho de piquituerto.
Pájaro carpintero, piquituerto…: si la piña ha sido comida por una de estas aves siempre dejará cascarillas de la piña. Cuando un piquituerto come una piña utilizará su pico característico y adaptado para comerlas. La mandíbula superior está recta mientras que la inferior está cruzada a la derecha o a la izquierda (no todos los pájaros la tienen hacia el mismo lado). 
Este pico lo introduce en la piña quedando las dos puntas del pico una encima de la otra. Al cerrar el pico hará cuña para ir separando la escama de la piña, si hace falta se ayudará de giros de cabeza; de esta manera conseguirá abrirla y llegar al piñón. Aquí entrará en acción su larga y pegajosa lengua que cogerá el piñón y se lo comerá. 
Esta adaptación tan específica le impide tener otras muchas posibilidades de recursos alimenticios por lo que, si escasean las piñas, deberá de buscar otros suministros de comida como pueden ser las manzanas, de las que solamente comerá sus semillas, como ocurre en Sanabria determinados años; o los escarabajos, que son fáciles de coger para él.
Si encontráis una piña comida mirar a ver quién se la comió y sabréis quién ha pasado por allí o vive en ese lugar.