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viernes, 16 de agosto de 2024

¿Saben los ciervos cuando el lobo es un peligro?

Una manera para dar a conocer el lobo ibérico es mediante la exposición que lleva todo el verano en el Chiringuito del Río Caparrota en Puebla de Sanabria (Zamora); exposición sobre el lobo ibérico en la que se pueden ver diferentes fotografías de Hipólito Hernández, Manuel Segura, Fernando Roncero y José Barrueso que nos sumergen en la vida de este icónico animal. Os invito a que si pasáis por la preciosa Puebla de Sanabria os acerquéis hasta allí para poder verla y disfrutarla. Desde aquí quiero dar las gracias a Javier Martín Requejo, alma mater del chiringuito, que siempre tiene un sí para mostrar la naturaleza en su coqueto bar.
Otra forma de dar a conocer diferentes aspectos del lobo ibérico es mediante relatos de observaciones como el siguiente:
“Caminaba despacio. Sin prisa. Recreándose. Con ese paso lento que pareciera que bailara sobre la suave alfombra de la mañana. El sol comenzaba a calentar y su pelo brillaba como un rayo en la noche cuando paró y se metió entre un grupo de escobas a buscar entre ellas.
Al poco comenzó a comer. Había encontrado la despensa que tenía a buen recaudo de la que sacó un gran trozo de carne para una ocasión como esta, en la que, seguramente, volviera de vacío tras una larga noche de correrías por la sierra. Comía tranquilo. Sin ser molestado por nada ni por nadie. Cuando terminó, ahora si, con la barriga llena, reanudó la marcha para llevar comida a sus pequeños que lo esperaban ocultos en algún intrincado brezal.
Dos jóvenes ciervos se pararon. Se dieron la vuelta y observaron como el lobo se acercaba a ellos, cada vez más y más cerca. Los ciervos impasibles. El lobo con un caminar lento y fijo en su destino. El lobo se acercaba más y más. Los ciervos inmutables. El lobo llegó a su altura, menos de tres metros los separaban. Los miró y continuó su camino. Los dos ciervos no le quitaron ojo en ningún momento, pero no huyeron, ni hicieron ningún ademán de salir corriendo. Sabían que el lobo hoy, no era un peligro, hoy podían estar tranquilos. El lobo no iba de caza.
Pasados unos minutos otros dos lobos llegaron al mismo punto en el que los ciervos hicieron exactamente lo mismo, pero en esta ocasión otros tres ciervos adultos se encontraban a menos de veinte metros de ellos, en el medio, los dos lobos siguiendo su camino.
Los lobos pararon, se giraron y miraron a los tres ciervos de la parte alta que levantaron la cabeza, pero no huyeron. Los lobos se giraron y miraron a los dos jóvenes ciervos de la parte baja. Los ciervos los miraron pero tampoco huyeron. Todos sabían que hoy los lobos no eran un problema quizás mañana si pero hoy, en esta ocasión, no estaban de caza.
Los ciervos saben perfectamente cuando un lobo es un peligro y cuando no lo es. Saben perfectamente cuando un lobo va en modo caza y cuando no; lo saben desde mucha distancia, desde el mismo momento que lo detectan saben las intenciones de ese lobo que ha aparecido en su radio de acción. Lo observan desde pequeños, desde que su madre les enseña todo lo que deben de saber ya sea relativo a la alimentación, zonas de encame, como huir, de qué huir, qué es un peligro y qué no lo es; entre esos aprendizajes está la observación del lobo. Observan sus movimientos. Ven su manera de andar, de moverse, su actitud, su distribución si son varios lobos, su forma de mirar....aprenden ya que les va la vida en ello.
Los tres ciervos aceleraron el paso. Querían bajar y eso suponía pasar por delante de los lobos. Bajaron y cruzaron a no más de diez metros de los dos lobos que siguieron detrás de ellos, simplemente porque su camino era el mismo. Los ciervos no corrieron en ningún momento, siguieron su camino tranquilamente y los lobos el suyo. Hoy no eran un peligro.”

domingo, 2 de octubre de 2022

¿Por qué se cazan ciervos y corzos en zonas limítrofes al quemado en la Reserva Regional de Caza de la Sierra de la Culebra?

Este pasado verano en la Sierra de la Culebra y parte de Los Valles se han producido dos de los incendios más grandes en la historia fatídica, triste y desoladora de los incendios forestales en España. Algo más de 60.000 hectáreas abrasadas por un monstruo enorme llamado fuego que tuvo las condiciones perfectas para correr y correr. Fuego que si hubiera sido controlado (sobre todo el primero) al principio estando el total del operativo de incendios activo y no lo consiguen controlar, nada habría que decir ni objetar, pero no fue así. ¿Ha habido alguien que haya asumido responsabilidades por los errores cometidos? No. Según nuestros dirigentes todo se hizo de forma perfecta y eficiente pero la realidad es tozuda y ahí está.
Tristemente, la mayor y fatídica pérdida, fueron las tres personas fallecidas. Pérdidas incalculables a nivel económico, social y medioambiental. Es un drama de proporciones épicas.
Quiero centrarme a nivel medioambiental. Ámbito en el que es una pérdida imposible de calcular. Desde insectos, invertebrados o micromamíferos hasta mamíferos, aves o reptiles todo está afectado. El soporte de flora ha desaparecido. Plantas, arbustos, árboles,…todo muerto y con ello toda la vida que conlleva a su alrededor.
Los incendios fueron en pleno periodo de cría. Todas las camadas de lobos y zorros muertas. Polladas de aves muertas. Crías de ciervos y corzos muertas. Nutrias, garduñas, martas, tejones, jabalís, conejos, liebres, tritones, lagartos…todos afectados.
Los adultos que consiguieron sobrevivir (recordemos que muchos murieron asfixiados o por las llamas o por la heridas causadas) se han desplazado a zonas limítrofes pero, los animales van volviendo a sus zonas, poco a poco se acercan a las zonas quemadas, donde está empezando a brotar la hierba fresca, para alimentarse pero en las que no se pueden quedar porque no hay cobertura vegetal para esconderse de depredadores o protegerse de las inclemencias meteorológicas o simplemente descansar.
Ciervos y corzos deambulan por zonas quemadas y limítrofes en las que están expuestos. En estas condiciones mi pregunta es: ¿Por qué se les está cazando en zonas limítrofes al quemado en la Reserva Regional de Caza de la Sierra de la Culebra? ¿No se debería de haber dejado un tiempo sin cazar?
No entiendo que se pueda disparar a un gran ciervo en una zona a la que ha llegado desorientado, en la que no tiene donde esconderse. El artículo 92 de la Ley 3/2009, de 6 de abril, de montes de Castilla y León dice: “Los aprovechamientos ganaderos y cinegéticos en los montes que hayan sido objeto de un incendio quedarán suspendidos de manera automática y sin derecho a compensación durante un período de cinco años en los terrenos afectados. No obstante, la consejería competente en materia de montes podrá autorizar el levantamiento de dicha suspensión cuando se acredite la compatibilidad de los aprovechamientos con la regeneración del monte incendiado y con la restauración del hábitat y supervivencia de las especies de flora y fauna silvestre”.
¿De verdad se ha acreditado la compatibilidad de la caza del ciervo o corzo en la Reserva Regional de Caza de la Sierra de la Culebra con la regeneración del monte incendiado y con la restauración del hábitat y supervivencia de dichos animales? Pero si el incendio ha sido hace menos de dos meses…

miércoles, 6 de octubre de 2021

Berrea el rey del bosque.

La luz del día se va apagando y el gran ciervo comienza a desperezarse. Levanta la cabeza mostrando su potente cuello y sus imponentes armas, abre la boca y un sonido gutural, ronco y potente sale de su garganta. El sonido retumba en el pinar como si de una catedral se tratara. Todos saben que el rey del bosque está allí y se ha puesto en marcha. Berrea.
El gran macho se levanta. Se estira. Comienza a restregar su poderosa cuerna en unos arbustos cercanos para limpiarla y pulirla; sus armas deben de estar perfectas y las hembras deben de ver la majestuosidad de su cuerna. El pequeño arbusto se mueve zarandeado por la fuerza y potencia de las arremetidas del gran macho, según se restriega parece que llora, de las glándulas del lagrimal le salen unas secreciones que dejarán allí su olor. Todos sabrán que ha estado en este lugar.
Sale del pinar. Pinar que le ha cobijado durante gran parte del día. Pinar que le da protección. Pinar que le servirá de protección a la mañana siguiente, cuando vuelva a descansar. Berrea.
La noche es larga y el rey del bosque comienza la búsqueda de hembras. Las buscará e intentará mantenerlas junto a él varios días. El gran macho levanta la cabeza y ventea; busca el olor de las hembras, el olor de las hembras en celo. Un aroma inconfundible le llega por el frío viento de la noche. Rápidamente se pone en marcha. Las ha localizado.
Las hembras lo observaban. Lo evalúan. No le dejan acercarse. El gran macho se para. Observa si algún otro macho está con ellas. Berrea. Las hembras se ponen alerta. Un berrido suena cerca de ellas. Otro macho está allí. El rey del bosque berrea de nuevo. Las hembras observan. Miran cómo son las cuernas. Saben que cuanto más grande y ramificada sea la cornamenta más fértil es el ciervo; elegirán al macho que más les convenga en función de esa percepción, incluso si pierde cualquiera de sus batallas.
El otro macho le contesta. Se están midiendo. Controlando su fuerza. Su potencia. Su poderío. El rey del bosque sabe que el macho que está con las hembras es más joven. No es un oponente para él. Berrea y se acerca seguro de si mismo. El macho de las hembras le contesta pero ya sabe que no tiene nada que hacer. Se acerca. Se miden. Se contemplan a escasa distancia. Berrean.
El macho más joven se retira. Está en inferioridad y lo sabe. El gran macho ha ganado sin pelear pero no siempre fue así. El rey del bosque recuerda días en los que debía enfrentarse a otros machos iguales que él; debían pelear. Enfrentarse. Entrechocar sus cuernas que suenan en la noche con golpes secos, duros, potentes,...Se empujan. Cargan. Se chocan. Se entrelazan las cuernas. Más de una batalla perdió en su juventud. Ahora no. Es el rey del bosque. Recuerda una batalla con un extraño oponente con una cuerna extraña, larga y peligrosa que casi le mata. Berrea. Oponente que dejó herido al rey del bosque. Herida fea que se curó con el tiempo. Berrea.
Un olor a muerte impregna el ambiente. El rey del bosque lo ve. Un antiguo contrincante yace decapitado en el suelo. Ha perdido su vida. Ha perdido su honra. El superdepredador ha estado allí. El hombre ha estado allí. Berrea. Hombres que solamente quieren el trofeo, la cabeza es lo único que les interesa, ese trofeo por el que han pagado miles de euros, ese trofeo junto al que se hacen fotos orgullosos, se jactan de su logro y lo propagan sin pudor. Huele a hombre. Huele a muerte. El gran macho se va. Continúa su camino. Berrea. Él puede ser el siguiente.
Se acerca a las hembras. Las huele. Las persigue. Las controla. Las crías están asustadas. No saben que pasa. Siguen a su madre y miran sorprendidas al rey del bosque que no deja que sus madres se vayan. Las monta en un segundo escaso con un rápido empujón. Estará con ellas varios días, luego buscará otras y comenzará la misma operación. Quiere extender su extirpe entre el mayor número posible de hembras. Un joven ciervo lo observa embelesado. No se acercará. Su momento llegará en unos años. esperará.
Amanece. El rey del bosque berrea. El sol ilumina su majestuosa e imponente figura. Está cansado. Lleva toda la noche activo. Controlando a las hembras. Defendiendo su conquista. Berrea. Hace casi un mes que casi no come. Las hembras le llevan todo su tiempo. Está cansado. Sabe que es vulnerable. Debe comer algo. En verano engordó lo suficiente como para aguantar sin comer el tiempo de la berrea pero perderá muchos kilos. Debe aguantar hasta que las hembras terminen el celo. Debe cuidar de no resultar herido; si así fuera, su vida correría peligro. Un olor le llega con el viento fresco de la mañana. Huele a lobo. Su enemigo está allí. Esperando una oportunidad. Esperando un desliz. Un fallo. El lobo no perdona. Debe de tener cuidado. Su vida está en juego.
El gran macho está cansado, renqueante, lento, necesita descansar, se tumba. Berrea. Camina con la boca abierta y la lengua fuera. Un pequeño robledal le permite descansar. El frescor del ambiente le alivia su cansancio. Levanta la cabeza. Huele a hombre. Sale del robledal. Allí están.
Dos hombres le observan. Dos hombres que no huelen a muerte. Dos hombres que le observan embelesados. Dos hombres que le respetan. Berrea. Dos hombres que admiran su porte. Su belleza. Su poder. Dos hombres que se van con unas fotos en sus cámaras, imágenes inolvidables en sus retinas y sentimientos profundos en su alma. Dos hombres que le respetan. El rey del bosque continua su camino.
El sol va cogiendo fuerza. El rey del bosque berrea. Orina en la arena y se revuelca en ella. Se impregna. Su olor se extiende por el valle. El sol calienta cada vez más. El rey del bosque está cansado.
Es hora de volver al pinar. De volver a la seguridad de su casa. Berrea. De descansar. Lentamente va entrando en él. Se tumba. Está cansado. Berrea. Agacha la cabeza y la apoya en el suelo. Al anochecer comenzará una nueva jornada. El rey del bosque descansa.
(Esta entrada está basada en una que realicé en 2013, ampliada, mejorada y adaptada).

martes, 1 de junio de 2021

Anochece en la sierra.

Anochece en la Sierra. El sol va cayendo en el horizonte mientras una pequeña rapaz de endiablada velocidad, gran agilidad y quiebros imposibles surca el aire en busca de insectos; insectos a los que caza en pleno vuelo, en un alarde de agilidad y destreza ante, oponentes tan experimentados en el vuelo, como las libélulas, es el alcotán.
Este pequeño halcón de largas y puntiagudas alas, listas negras en el vientre y zona inferior rojiza es un verdadero maestro en la captura de insectos al vuelo. Insectos que captura y come en el aire. Insectos que en muy pocas ocasiones escapan a su maestría.
Esta ave discreta ha llegado hace unas semanas procedente de África para criar en nuestro territorio o continuar viaje hasta el centro de Europa. En España está catalogado como Casi Amenazado.
Zarcero políglota.
Vuela. Planea. Aletea. Se posa en lo alto de un roble. Descansa. Observa. No pierde detalle mientras un zarcero canta al viento y una collalba gris se exhibe ante su pareja. La sierra se va oscureciendo. El sol cae lentamente y las sombras se van adueñando de brezos, carqueisas y robles. Es el momento de las ciervas. Es el momento de salir de sus encames diurnos, encames que les han proporcionado seguridad; es el momento de alimentarse.
Van saliendo poco a poco. Avanzan lentamente por la pradera. Se agachan y comen mientras otra de las ciervas levanta la cabeza y estira las orejas atenta a cualquier sonido, a cualquier movimiento, su enemigo está en la zona, no pueden descuidarse, el lobo no perdona los errores.
Las ciervas se mueven en grupos familiares con una hembra líder, que suele ser la mayor y, por lo tanto, la más experta, la que conoce el terreno como la palma de su mano, la que decide por donde hay que moverse, la que decide por donde hay que huir en caso de un ataque, incluso la que decide donde hay que comer. Junto a ella irán sus crías de los últimos dos o tres años. Incluidos los machos jóvenes de menos de dos años. Avanzan lentamente, comiendo, vigilando, observando. Toda precaución es poca.
El alcotán levanta el vuelo. La luz es cada vez más tenue, las sombras se van apoderando de la sierra. Sigue cazando. Sigue demostrando su agilidad. Planea por encima de una pareja de liebres ibéricas que comen al anochecer.
La liebre ibérica es junto a la liebre de piornal y la liebre europea las tres especies de liebres que habitan la península ibérica, siendo las dos primeras endemismos ibéricos. Están nerviosas, intranquilas, son desconfiadas, a cualquier movimiento o ruido se yerguen, levantan las orejas, se ponen de manos.
Un suave movimiento entre el brezo las hace estar en alerta máxima, el siguiente movimiento actúa como un resorte que les hace correr a la seguridad del brezal mas cercano. El brezo se abre como una cortina, tras él tres negros jabalís asoman al claro, uno detrás de otro van cruzando. El primero se para. Nos mira. La noche se ha apoderado de la sierra. Hay que estar alerta. Cruzan el camino y desaparecen en el brezo.
Las ciervas siguen tranquilas, comiendo. Un joven macho de incipientes cuernas las sigue, seguramente el próximo año ya no estará en el grupo, irá junto otros jóvenes machos formando un pequeño grupo de "solteros".
Comienza la noche. La sierra despierta a una nueva vida nocturna llena de peligros. Nos vamos y mi hija se va muy contenta y sus padres mas todavía. Ha saboreado la maravilla que es disfrutar de la naturaleza.

martes, 21 de julio de 2020

La cierva.

Un momento especial es aquel que te impacta por algún motivo concreto, ya sea por su espectacularidad, rareza o situación poco común. Hace unos días pude vivir uno de esos momentos que te regala la naturaleza de vez en cuando.
Una preciosa cierva comía tranquilamente al borde una pequeña laguna. Su tranquilidad, sosiego y templanza era absoluta. Me miró y siguió a lo suyo, a lo mas importante, necesitaba comer; una pequeña cría le esperaba en la espesura del robledal. Necesitaba alimentarse bien para poder cuidar de su pequeño.
En ningún momento me consideró una amenaza. De vez en cuando levantaba la cabeza, sin dejar de comer, me miraba profundamente y sus orejas, en busca de cualquier sonido de alerta que sus ojos no vieran, se dirigían hacia donde me encontraba, eran como dos antenas parabólicas en busca de una señal invisible.
Comía. La hierba fresca junto a la pequeña laguna temporal era muy nutritiva, le vendría muy bien para estar fuerte y así poder seguir criando a su pequeño cervatillo y para poder intentar protegerlo de los depredadores que, en esta época del año, buscan las pequeñas crías de ciervo o corzo para poder alimentar a las suyas propias.
El momento fue especial. Muy tranquilo, relajante y maravilloso. Me marché y allí quedó. Tranquila. Confiada. En ningún momento la molesté ni me consideró un peligro. Su vida seguía, había visto un humano que la respetaba.

jueves, 7 de noviembre de 2019

De paseo por la playa de Doñana.

Pasear por la playa de Doñana es una delicia para los sentidos. El sonido del mar. La suavidad de la arena. La brisa. El color azul. Verde. Blanco. Las dunas. La ausencia de construcciones desde el final de Matalascañas. Playa virgen de más de treinta kilómetros que es única en Europa. Playa que de no estar protegida sería un hervidero de construcciones hasta la misma orilla como ha sucedido en kilómetros y kilómetros de nuestras costas. Playa solitaria en esta época y por la que caminar es una verdadera maravilla.
Playa llena de vida. Playa en la que sus habitantes pasean, descansan o se alimentan. Habitantes como los correlimos tridáctilos que caminan como si llevaran prisa constantemente, sin parar un momento, pequeños correlimos blancos que parece que les hubieran dado cuerda y patrullan constantemente la playa persiguiendo o escapando de las olas en busca de alimento.
Correlimos tridáctilo.
Pequeños correlimos que llegan de sus territorios de cría en el Ártico para pasar el invierno en nuestras costas. Correlimos que pasan junto a las gaviotas que descansan tranquilamente. Gaviotas como las de Audouin. Preciosas gaviotas que se han ido recuperando lentamente de una situación alarmante en los años sesenta del s.XX; siendo, actualmente, la población española la más importante a nivel mundial.
Gaviota de Audouin.
Gaviota de Audouin de primer invierno y adulta.
Preciosa y estilizada gaviota de patas verde oliva, pico rojizo, negro y amarillo que alcanza el plumaje de adulto a los cuatro años de edad. Gaviota que he podido disfrutar con diferentes edades e incluso varios ejemplares anillados de los que pude leer uno con anilla blanca y dígitos negros: CC4L que fue anillado en el Delta del Ebro el 16-6-2017 siendo esta su primera observación.
Gaviota de Audouin anillada.
Gaviotas sombrías y patiamarilla.
Gaviota cabecinegra entre charranes patinegros.
Junto a las gaviotas de Aundouin gaviotas sombrías, patiamarillas y una solitaria gaviota cabecinegra jalonaban la playa en pequeños grupos que descansaban o buscaban comida. Entre ellas pude leer dos gaviotas sombrías anilladas.
La J961U que venía desde la lejana Noruega, habiendo recorrido unos 3.000 km y había sido anillada el 12-7-2019. También la 5EF proveniente de Gran Bretaña. (Sin datos hasta ahora)
Según avanzas por la playa te invade una enorme tranquilidad. Muy poca gente pasea por la larga playa y nadie, absolutamente nadie, se para a observar o fotografiar las aves que van salpicándola e incluso te miran de forma extraña como preguntándose: “¿qué hace este?” o tienen “tan bien educado al perro” que hacen que te espante todas las aves que estabas fotografiando, vamos lo que se llama educación y respeto.
Según avanzaba por la fina arena los charranes patinegros patrullaban la orilla lanzando impresionantes picados cual flechas que atravesaban el agua a una gran velocidad mientras otros grupos descansaban entremezclados con las gaviotas.
Charranes patinegros y gaviotas de Audouin.
Charranes patinegros.
Charranes patinegros elegantes y distinguidos que algunos de ellos pareciera que tuvieran tupés despeinados y extravagantes. Charranes mucho más nerviosos que las gaviotas y que se espantaban con cierta facilidad; entre ellos pude leer uno con la anilla M9C anillado en las Marismas de Odiel, muy cerca de donde me encontraba.
Ostrero.
Otro de los habitantes de la playa es el ostrero. Precioso y desconfiado limícola que es un verdadero especialista a la hora de alimentarse. Me recordó al precioso corto de Pixar sobre un correlimos que aprende a buscar almejas en la playa. Almejas que encuentra con enorme facilidad, almejas enterradas que localiza, imagino que como en el corto, por las burbujas de aire al bajar la ola.
Ostrero.
Ostreros que sacaban las almejas y las abrían con una facilidad enorme metiendo la punta del pico y abriéndolas haciendo una especie de palanca para sacar la almeja del interior. Ostreros que se levantaban ante la mínima desconfianza.
Chorlitejos patinegros.
Los chorlitejos patinegros, declarada ave del año 2019 por SEO/BirdLife, se movían nerviosos e inquietos en gran número a lo largo de la playa. Playa que conocen bien pues crían en las proximidades. 
Playa de belleza desbordante y tranquilidad infinita a la que asoman por encima de las dunas elegantes ciervos que sorprende verlos a la orilla del mar.
Ciervos más pequeños que los que estamos acostumbrados a ver en nuestra provincia. Ciervos adaptados al clima y terreno que observan como un grupo de cormoranes vuela velozmente a ras del agua.
Esta es la playa del Parque Nacional de Doñana. Playa virgen. Playa imponente y hermosa que nos muestra como debía de ser la costa de nuestro país antes de que el crecimiento desbordado y enloquecido se las comiera salvajemente.
Conservemos este entorno inmaculado de todos aquellos que todavía no ven ante sus ojos la maravilla que tiene ante sí, que son incapaces de entender su importancia y majestuosidad.