Hace unos días he podido
presenciar un hecho que jamás había visto en el comportamiento de un lobo; he
preguntado a diferentes expertos y ninguno lo había visto o tenido conocimiento
de él en libertad; por el contrario, en cautividad, puede suceder pero no es muy
habitual.
El hecho en sí es una rascadura
pero no en el suelo. Antes de contarlo hay que explicar que es una rascadura y
porqué las realiza el lobo y así continúo con una entrada que hice hace tiempo
dedicada a los rastros del lobo.
Los lobos viven en una sociedad jerarquizada en la que las
marcas, ya sean visuales u olorosas, son muy importantes porque transmiten
información que el lobo que pasa por allí interpreta a la perfección.
Rascadura de un lobo realizada en un punto de La Sierra de la Culebra (Zamora) |
Los lobos, en algunas ocasiones, rascan el suelo dejando una
marca visual y además olorosa porque en la planta de sus patas tienen unas
glándulas que segregan un determinado olor que quedará impregnado en las señales
del suelo. Lo normal es que estas rascaduras se realicen después de que haya
marcado con orina o con un excremento aunque no siempre. Por lo tanto una
rascadura es una manera más que tienen los lobos para transmitir información
como por ejemplo de quién es este territorio o quién manda aquí.
Este tipo de rascadura es el normal pero, como he dicho
anteriormente, hace unos días presencié un hecho insólito y sorprendente que
nunca había visto en el comportamiento de un lobo.
Fotografías tomadas en un centro en cautividad de un lobo macho orinando y después realizando unas rascaduras en el suelo. |
El termómetro marcaba -5º. Hacía mucho frío pero la
visibilidad era extraordinaria y aunque la mañana estuviera heladora las esperanzas de ver algún lobo siempre están intactas cuando llegas, colocas el telescopio y comienzas a buscar. Pasados cinco minutos, dentro de un bosque de robles, en un
pequeño claro, descubrí cinco lobos que estaban tumbados unos y sentados otros, más un sexto
lobo estaba de pié. Este lobo con su paso lento y tranquilo se
acercó a un roble, se puso a dos patas y comenzó a rascar con sus manos la
corteza del árbol (como cuando los gatos marcan un árbol o se afilan las uñas
en algún sitio). Mi sorpresa fue total y absoluta ¿Qué estaba haciendo? Mi
primera idea es que hubiera algún animal en el roble y estuviera intentando
cogerlo o asustarlo o algo, pero no, estaba marcando ese árbol por alguna razón
específica.
Al poco tiempo se bajó y continuó por el claro, andando
entre los demás lobos que seguían tumbados o sentados; dio una pequeña vuelta,
volvió al mismo árbol y realizó la misma operación. Se puso a dos patas. Se
estiró y comenzó a rascar con las patas delanteras en el mismo sitio de antes.
Volvió a bajarse. Dio otra vuelta entre los demás lobos y realizó, por tercera
vez, la misma operación pero, en esta ocasión, al bajarse, después de haber
arañado el árbol, marcó con un excremento el lugar y se fue. Salió del robledal
y cuatro de los lobos le siguieron, el
quinto se fue en dirección contraria.
¿Qué había hecho? ¿Había marcado un lugar específico? ¿El
lugar sería muy importante par él? Me quedé sin habla. Nunca lo había
presenciado pero mi sorpresa fue mayor cuando, después de indagar a diferentes
expertos me dijeron que esa conducta nunca la habían visto u oído en un lobo en
libertad pero si en alguno en cautividad.
Muy cerca de esta rascadura había un excremento. |
La mañana continuó y después de casi dos horas de disfrutar
de los lobos volvieron a lo más profundo del robledal cuando, por la zona, aparecieron unos cazadores y ninguno de ellos hizo lo que conté en una entrada
anterior; lo de controlar al cazador. Todos desaparecieron y se escondieron en
el bosque de robles.
La mañana llegó a su fin y según regresaba pensaba en la imagen sorprendente de ese lobo rascando el árbol. Los lobos son sorprendentes y cada vez que consigo ver a
alguno así me lo demuestran.