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miércoles, 26 de junio de 2024

Gran día: presentación del libro, graja, tarro canelo, morito, canastera...

El pasado día 22 fue un día especial y muy completo; carrusel de emociones en el que, en principio, solamente iba a presentar el libro “Observaciones de campo del Lobo Ibérico 2.0” en la Librería de Ángela en Benavente pero, la naturaleza es caprichosa y nos tenía reservado un sorprendente número de observaciones a cada cual más interesante pero, empecemos por el principio.
Nos dirigíamos a Benavente para la presentación del libro cuando, al tomar el enlace a la autovía que llega de Madrid, en un giro a la izquierda un pájaro negro llama mi atención, está en mitad de la carretera, según llegamos se mueve a la derecha y mi sorpresa es mayúscula: “¡Una graja!”. Se posa en el quitamiedos, reduzco y paso muy cerca de ella que no se inmuta y sigue allí, posada, mirándonos según pasamos. Nunca había visto una graja. Allí estaba. Observándonos.
La graja es un ave con observaciones escasas en Zamora y una población muy restringida en España: “La población de graja en España, históricamente, ha limitado su presencia a la provincia de León. Sin embargo, desde el año 2018, la graja cuenta con un nuevo núcleo poblacional y reproductor en el municipio de Figueras, en la provincia de Girona.” (Fuente “La graja en España” Población reproductora en 2021. Autores: Javier García Fernández y Pablo Salinas López). 
Con la sorpresa en el cuerpo llegamos a Benavente para la presentación del libro “Observaciones de Campo del Lobo Ibérico 2.0.” en la Librería de Ángela. Presentación en la que me acompañó mi buen amigo Fernando García (algunas de sus fotografías aparecen en el libro). Quiero agradecer a Ángela todas sus facilidades, atenciones y el interés por el libro con una presentación en la que estuvimos muy a gusto en su coqueta librería. (Saldrá una entrada del blog solamente para este evento).
Terminada la presentación y después de comer nos dirigimos hasta la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila, en el camino saltó una nueva sorpresa: una joven cigüeña negra se alimentaba en una pequeña charca en Villaveza del Agua.
Cigüeña negra levantando el vuelo.
Abejaruco.
Al llegar a Villafáfila el calor era sofocante pero, al nublarse, la visibilidad era un poco mejor así que había que intentar observar. Paramos en la Salina Grande (a estas alturas todavía hay bastante agua) donde este año se puede observar un buen grupo de gaviotas sombrías. Entre ellas 6 gaviotas patiamarillas descansaban bajo el sofocante calor.
Gaviotas patiamarillas junto a sombrías.
En el agua un tarro canelo descubierto por Daniel García horas antes se alimentaba junto a tarros blancos, ánsares comunes, avocetas o cigüeñuelas mientras las pagazas piconegras y las gaviotas reidoras volaban en busca de alimento, los dos flamencos, descubiertos hace unos 10 meses por Gary Losada, seguían en mitad de la laguna descansando.
Tarro canelo en la lejanía de Villafáfila.
Salió el sol y la visibilidad se tornó imposible, la reverberación impedía cualquier observación mínimamente decente así que decidí acercarme a la Laguna de San Pedro en Villarrín de Campos que, al estar más cerca el agua, seguramente se pudiera ver mejor.
Al llegar una espátula dormitaba en la orilla. Espátula con anilla W[A2XJ] de origen francés que pude ver el día 10 de junio. Cigüeñuelas, un andarríos bastardo, un andarríos grande, avefrías, el morito que se descubrió el día 6 y…¡una canastera!
Canastera junto a una avefría.
Era verdaderamente sorprendente ver una canastera a finales de junio, fecha muy tardía para la provincia de Zamora. Canastera y morito juntos en una estampa muy poco habitual en Villafáfila más propia de Castilla la Mancha, Andalucía o Extremadura.
Morito en primer término. Canastera junto a una avefría detrás.
Garceta grande.
Día completo, lleno de buenas sensaciones y observaciones muy interesantes que nos hicieron disfrutar de una magnífica jornada.

sábado, 15 de febrero de 2020

Santoña II: Ibis sagrado, moritos, barnaclas carinegras...

Los antiguos egipcios veneraban tres especies de ibis: el ibis sagrado, el ibis brillante y el ibis eremita; curiosamente los dos primeros los he podido ver y disfrutar en mi última visita a las marismas de Santoña: el ibis sagrado al cual consideraba un mensajero del dios Toth (dios del conocimiento, de la sabiduría, la escritura y maestro del tiempo) y el ibis brillante, el morito común.
El ibis sagrado es una especie de origen africano; los que llegan hasta las marismas de Santoña provienen de una población asilvestrada de Francia, en el valle del Loira, con más de 5.000 individuos, desde la que, cada cierto tiempo, viene algún ejemplar.  Las primeras observaciones en España se produjeron en 1989 en las islas Canarias de aves procedentes de escapes de colecciones privadas o parques zoológicos.
El ibis sagrado es un ave extraña, de largo pico curvo, cabeza y cuello negro, pelado que contrasta con su plumaje blanco inmaculado y las puntas de las alas y cola negras. Lo pude ver, junto con Ernesto Villodas, cerca de la laguna de Gandarias donde un gran grupo de garcillas bueyeras comían tranquilamente entre las vacas que sesteaban o comían ignorando por completo a sus ilustres vecinos.
El ibis sagrado está considerado en España como especie exótica invasora y desde la consejería de Medioambiente de la Junta de Andalucía: “…desde 2008 la Consejería de Medio Ambiente está llevando a cabo labores de control a raíz de la observación de 5 ejemplares que intentaron reproducirse en la colonia de cría de moritos (Plegadis falcinellus) cercana al Centro de Visitantes José Antonio Valverde del Parque Nacional Doñana. Hasta mayo de 2011, el Equipo de Seguimiento de Fauna Silvestre junto a técnicos del espacio protegido ha eliminado 16 ejemplares”.
Entre el gran grupo de garcillas bueyeras tres preciosos moritos también se movían elegantes, con andares lentos y pausados en la alfombrada pradera que servía de zona de alimentación a un pequeño grupo de ánsares comunes que, seguramente, estuvieran en paso, mientras, un alcaraván, asomaba su cabeza curioso ante tanto movimiento.
Moritos comunes que habíamos descubierto minutos antes en el monasterio de Montehano donde descansaban junto con espátulas, archibebes comunes y claros, vuelvepiedras y garcetas comunes mientras dos enormes gaviones observaban desde su atalaya o una pareja de halcones peregrinos comenzaban a reclamar insistentemente en un preludio de la futura temporada de cría.
En la misma zona del monasterio cuatro zampullines cuellirrojos nadaban tranquilos. Este zampullín es casi idéntico al cuellinegro pero, en esta época su cabeza “plana” le delata sin remisión.
Es el zampullín más escaso que tiene sus principales cuarteles en Finlandia además de Dinamarca, Suecia, Rusia o Noruega desde donde nos visita en invierno. Experto buceador, como todos los zampullines, con las patas muy atrás para facilitar la inmersión y el buceo que le permite tanto alimentarse como escapar de cualquier peligro. También pudimos ver otros miembros de su familia como el cuellinegro, el chico y el somormujo lavanco.
Zampullín cuellinegro.
Somormujo lavanco.
En la bahía un enorme grupo de unas 700 barnaclas carinegras inverna este año. Su número ha ido aumentando exponencialmente en los últimos años, sobre todo por la proliferación de su comida preferida, un alga, la zostera marina.
Este pequeño ganso proviene del ártico. De dos zonas concretas: del norte de Rusia la subespecie nominal bernicla y la hrota proveniente de Groenlandia y norte de Canadá. Aquí, en Santoña, la que se encuentra normalmente es la subespecie bernicla, aunque de vez en cuando aparece algún ejemplar de la subespecie hrota. Todavía hay una tercera subespecie que no llega hasta nosotros, es la nigricans que vive en el noroeste de Canadá, Alaska y Siberia oriental.
Ver a las barnaclas carinegras es un espectáculo increíble. Verlas comer y moverse por la orilla te emboba pero ver pasar muy cerca de ti el enorme bando de las 700 barnaclas es algo único. Bando que se alimentaba tranquilamente en una de las orillas cuando, de repente, la silueta negra y blanca del águila pescadora provocó un enorme revuelo de pánico (temen al águila pescadora aunque no les hace nada en absoluto) que hizo que se levantaran todas y emprendieran vuelo hasta la otra punta de la bahía.
Espectáculo que pude ver desde el Cofre, pequeño barco de Aves cantábricas desde el que Alejandro García con su tranquilidad y serenidad, además de enorme sapiencia y ojo entrenado te muestra todos los habitantes de la bahía (montar en el Cofre es indispensable en toda visita a las marismas de Santoña).
Las barnaclas carinegras nos pasaron muy cerca en un vuelo que nos dejó impactados. El ruido de las alas. El sonido que emitían chillando, animándose a dirigirse hacia el lado salvador de la otra orilla.
Orilla en la que colimbos grandes y chicos nadaban y se sumergían en un constante movimiento que pareciera tuvieran prisa pero, eso será otra historia. Otra historia. Otra muestra de la enorme cantidad de vida que se aglutina en las marismas. Otra historia de un lugar increíble que rebosa vida por los cuatro costados.

lunes, 7 de mayo de 2018

Otra Santoña.

Hace, aproximadamente un mes, pude disfrutar de una Santoña diferente. Una Santoña fuera de la plena invernada. Una Santoña en la que unos vienen, otros se van y algunos se quedan.
La invernada ha terminado. Estamos en pleno movimiento de aves que se desplazan de sus zonas de invernada a sus zonas de cría; que se mueven, que llegan a Santoña de paso para descansar durante unos días o para criar. Así pude ver varias garzas imperiales que se empiezan a asentar entre los carrizos para tomar posesión de sus territorios o a los charranes comunes que se lanzaban como verdaderos misiles sobre el agua; o a varias cercetas carretonas que estarán unos días y continuarán a sus cuarteles de cría, como las espátulas que les están poniendo plataformas para criar pero son reacias a hacerlo.
Garza imperial.
Cerceta carretona.
Charrán común.
Otras, han estado un tiempo y marcharán, como un grupo de preciosos moritos que han pasado parte del invierno en estas lagunas o los imponentes colimbos chicos y grandes que están alargando su estancia para ponerse con sus mejores trajes de gala.
Espátulas y moritos.
Colimbo grande. Arriba con plumaje de invierno y abajo nupcial.
Arao dormitando en el puerto.
Un solitario arao descansa en el puerto antes de su partida…¿o no? Como le sucede a las dos grandes estrellas de Santoña el zarapito trinador americano y el eider común que están tan a gusto que aquí continúan para deleite de todos los visitantes a este precioso lugar.
Zarapito trinador americano.
Eider común.
Los grandes bandos se han ido pero gaviotas patiamarillas, reidoras y alguna cabecinegra sobrevuelan la bahía; zarapitos reales y trinadores, agujas colinegras y colipintas, ostreros, negrón común, zampullines cuellinegros, cormoranes grandes y moñudos, chorlitos grises o archibebes se mueven por las lagunas y marismas.
Zampullín cuellinegro.
Pero en Santoña hay más…es increíble la sensación de ver buitres leonados volando sobre el mar o junto a los acantilados o ver un roquero solitario asomado al azul del Cantábrico.
Buitres leonados en el acantilado marino.
Roquero solitario.
Algunos ya están en pleno proceso de cría, como los cisnes o disputando sus territorios como esta preciosa focha leucística que se peleaba con toda aquella que quisiera acercarse a su zona de cría y otros, como los gaviones atlánticos que pronto sorprenderán a más de uno con su cría definitiva en estas marismas.
Focha común leucística.
Santoña siempre sorprende. Esta entrada, eminentemente de fotografías, está dedicada a todos aquellos que Santoña ha atrapado entre sus redes; me considero uno de ellos. Si queréis saber absolutamente todo lo que se mueve y cuando se mueve por Santoña y por Cantabria, no dejéis de tener el magnífico libro de Ernesto Villodas: "Cuándo y dónde ver aves en Cantabria".