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lunes, 4 de noviembre de 2013

Asturias: el paiño del puerto.

Hace dos fines de semana he estado en Asturias; lugar que me encanta ir ya qué en menos de media hora puedes ir de la montaña al mar. En el fin de semana he podido disfrutar de una gran variedad de animales dada esta variedad de ecosistemas; de entre todos los avistamientos he podido observar por primera vez algunas aves como el alcatraz, el colimbo grande o el picamaderos negro y en cuestión de mamíferos una marta (primera vez que veo una viva); además también he podido disfrutar de un precioso y solitario chorlito gris en la playa, varios vuelvepiedras, gaviotas (patiamarillas, sombrías y reidoras), buitres leonados, garcetas comunes, espátula, chova piquigualda, fochas, gallinetas, azulones, porrón europeo, estornino pinto y multitud de pajarillos (lúgano, escribano cerillo, pinzón común, mirlo común, herrerillo, carbonero común, lavandera blanca, verdecillo, verderón,...). Además de dos aves anilladas de las que espero conocer su historia (serán las protagonistas de una entrada aparte) y de la peripecia que tuvimos con un paiño europeo que va a ser el protagonista de esta entrada.
Lastres desde el Mirador del Fito.
Lastres es una población costera de calles empinadas, estrechas, de piedra, de una enorme belleza que descienden por la ladera hasta el puerto que fue el sustento de la villa a lo largo de los siglos. Lastres ha adquirido fama en los últimos años por ser el lugar en el que se desarrollaban las peripecias del Doctor Mateo en el pueblo de San Martín del Sella (Lastres) en la serie de televisión y por tener el MUJA (Museo del Jurásico de Asturias) un museo de recomendada visita tanto por la belleza del edificio en si como el contenido del mismo. Lastres está declarado Conjunto Histórico Artístico y fue Pueblo Ejemplar de Asturias en 2010; es un lugar muy recomendable para visitar.
Puerto de Lastres.
En este hermoso lugar, ya de noche, nos encontrábamos dando un paseo por su puerto admirando la belleza de las vistas del pueblo con sus luces reflejadas en el agua mientras los pescadores se afanaban por conseguir alguna captura cuando, junto al muro del puerto, nos fijamos que alteaba un pequeño pájaro que intentaba desplazarse por el suelo dándose golpes sin poder levantar el vuelo. Nos acercamos. Era un paiño europeo. 
Sus largas alas le impedían levantar el vuelo desde el suelo.
El paiño europeo es la más pequeña de las aves pelágicas, es decir, las que pasan toda su vida en alta mar y solamente se acercan a tierra para reproducirse. ¿Qué hacía allí? Lo examiné por si tenía algo roto. Las alas estaban bien. Las patas también pero tenía un golpe en el pico. Había que ponerlo a salvo ya que en el suelo sería un blanco muy fácil para los gatos que deambulaban por el puerto, para algún perro o cualquier persona que no le interesara su conservación.
De esta pequeña ave marina me llamaron poderosamente la atención tres cosas: las patas, los tubitos que tenía encima del pico y el blanco inmaculado que tenía en el obispillo.
Sus patas están palmeadas.
Sus pequeñas patas estaban palmeadas, algo normal teniendo en cuenta que vive toda su vida en alta mar y las necesita para moverse en el agua. Los pequeños tubitos llamados narinas tienen una función curiosa y específica; por ellos expulsará el exceso de sal tras haber bebido agua de mar; el blanco del obispillo destacaba en su plumaje negro como la noche.
Las narinas de su nariz y el único golpe que tenía, en el pico.
Tenía una herida en el pico, seguramente se había dado contra el muro del puerto y dada la longitud de sus alas no podía levantar el vuelo. Había que dejarlo en algún sitio en el que estuviese seguro. Recorrimos todo el puerto buscando un buen lugar y cuando volvimos me fijé en un pequeño cobertizo aislado en el que podía dejar al paiño sobre el tejado. Nos acercamos y lo lancé al tejado de forma suave y, para nuestra sorpresa, el pequeño paiño consiguió volar, girándose para volver a chocar contra el muro del puerto pero esta vez no calló al suelo sino que remontó el vuelo y se fue hacia una alta farola donde se posó y se quedó.
Obispillo blanco.
Lo estuve observando unos minutos. Estaba bien y seguro. Había pasado un peligroso momento y allí se quedaría, seguramente hasta el amanecer para volver nuevamente al mar, su hogar, donde vivirá su larga vida (los paiños pueden vivir más de treinta años) buscando comida o siguiendo a los barcos pesqueros. Era extraño ¿Por qué estaba el paiño allí, en tierra firme? ¿Se había despistado y dado contra el muro? ¿Estaba criando en el acantilado cercano y acudía por la noche a su nido (algo complicado porque anida en junio) y se había dado contra el muro? Un misterio que se quedará sin resolver.