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domingo, 4 de febrero de 2024

Perdices sorprendentes y mochuelos sorprendidos.

Curioso y sorprendente es el momento en el que en medio de una clase de 1º de la ESO un alumno me dice: ”¡Mira el tejado!”. Mi sorpresa se acompañó de un: “¡¿Pero qué hacen ahí?!”.
Allí estaban dos perdices en el tejado del colegio en mitad de la población de Toro. Sorprendente e inaudito a partes iguales y más si en el mismo tejado la pareja de mochuelos residentes las observaban tan atónitos y sorprendidos como lo hacíamos nosotros...
Las sorpresas no acabaron ahí ya que tras un paseo por el tejado una de las perdices se encaramó a lo más alto, se encampanó y se puso a cantar…. 
La naturaleza nuca deja de sorprendernos.

jueves, 25 de febrero de 2016

Mochuelos, búhos y lechuzas: ¿Buena o mala fama?

Todos los días desde hace unos cuantos años en una de las partes del colegio podemos ver a un pequeño mochuelo que nos deleita con su presencia. Su figura regordeta es inconfundible para los niños que van subiendo hasta la ESO y llegan a las aulas en las cuales les imparto clase.
Allí lo ven casi todos los días. Asomado en su agujero. A la puerta de su casa. A la puerta de su hogar pero también lo vemos moverse por los tejados o posarse en las chimeneas. Está sólo todo el año pero, en época de cría, aparece su pareja y, año tras año, sacan adelante una pollada de preciosos mochuelos.
Es una gran satisfacción poder verlo allí y explicar a lo niños que es, como vive, que come,…es educación ambiental en plena clase de cualquier otra asignatura; explicarles que su población ha descendido desde finales de los años noventa en un 40% por la alteración de su hábitat (necesita espacios abiertos y posaderos para cazar), la utilización de pesticidas, la eliminación de árboles viejos, setos y lindes; pero que nuestro mochuelo sigue aquí, en su pared, en su agujero.
El mochuelo ha estado presente en nuestras vidas desde tiempos inmemoriales, como lo atestiguan refranes comunes como, “cada mochuelo a su olivo” o “cargar con el mochuelo” pero  también es un asiduo en mitos y leyendas desde hace  miles de años, al igual que los búhos o las lechuzas pero ¿todos tienen la misma simbología? ¿significan lo mismo? ¿los vemos igual? ¿tienen la misma fama?
Todos recordamos los dibujos animados o los cuentos en los que aparece un búho en el agujero de un viejo árbol, en todos ellos es el sabio del bosque, el que más sabe, al que todos piden consejo.
Un mochuelo o un búho son discretos. Observan ocultos. Observan sin ser vistos. El mochuelo y los búhos se han asociado desde antiguo con la sabiduría. La diosa griega Atenea era la diosa de la sabiduría, de las artes y le acompañaba un mochuelo con ella, simbología que ha llegado hasta nuestros días. Por el contrario la lechuza es más escandalosa y su plumaje es más llamativo, más fantasmagórico además de que emite un sonido chirriante y fuerte que poco tiene que ver con el sonido plácido de los búhos por lo que, la lechuza, se ha relacionado, desde antiguo, con la dama blanca que viene del inframundo, del mundo de los muertos, como si fuera un fantasma en la noche, una guía de las almas, la mala suerte y, además, la lechuza, solía vivir en cementerios, casas caídas, abandonadas o viejas iglesias que agrandaban su mala fama asociada también a la brujería o las malas artes.
Por lo tanto los mochuelos y búhos han sido relacionados con la sabiduría y el discernimiento por su capacidad de discreción, su observación sin ser vistos, por su actitud pensativa, por su plumaje discreto y su sonido poco escandaloso por el contrario, la lechuza, ha tenido muy mala fama, su plumaje tan llamativo, su voz chirriante y vivir en casas abandonadas, ruinas o cementerios la condenó a ser considerada como un ave de mal agüero relacionada con la muerte, lo fantasmagórico o la brujería, algo que todavía en muchos lugares se sigue pensando. Ideas que han calado a lo largo de la historia, ideas que gracias al aumento en el nivel cultural han ido cambiando poco a poco aunque sean muy dificiles de erradicar definitivamente.

viernes, 22 de febrero de 2013

En el territorio del lince II.

El lince prefiere el bosque mediterráneo en el que encontrará zonas de matorral, berrocales y árboles diseminados con zonas de pasto. Este habitat es propicio para innumerables especies que viven en un entorno lleno de vida. Especies que tendrán alimento y cobijo que es lo que necesita el lince para poder sobrevivir y prosperar. 
Mientras buscas al lince y esperas su aparición innumerables aves se mueven a tu alrededor. Por un lado están las grandes aves carroñeras y las rapaces y por el otro los pequeños pajarillos que vuelan entre lentiscos, rocas o árboles cantando, comiendo o moviéndose nerviosos o alterados ante cualquier presencia amenazadora o excitados, ya que, su época de celo, está en todo su esplendor. Me referiré, en esta ocasión, a las grandes aves carroñeras y rapaces. 
Pudimos disfrutar del buitre negro.
Imponente ave de gran envergadura, desde 2,50 metros hasta incluso llegar a los 3 metros, que intenta llegar a las carroñas antes que el buitre leonado para abrir el cuerpo y alimentarse de la parte muscular del animal. Lo pudimos ver todos los días y una observación fue muy especial ya que dos buitres negros nos hicieron una demostración de cómo volar sin prácticamente mover las alas.
Entraron por un collado al valle, pasaron por delante nuestro y cogieron una corriente térmica para así poder elevarse con el aire caliente, con tan buena suerte para nosotros que pasaron a muy pocos metros nuestros, mostrándonos su porte, su envergadura y su aspecto imponente.
Al buitre leonado también lo vimos todos los días. Es mucho más común que el buitre negro y un poco más pequeño. Planeaban como veleros llevados por el viento, sin esfuerzo aparente, dejándose llevar.
Una vez que el buitre negro ha llegado y abierto la carroña el buitre leonado comerá del interior; por eso tiene el cuello pelado, para poder introducirlo en el cuerpo del animal y, al no tener plumas en él, quedar limpio y no ser un foco de posibles infecciones. (En una entrada anterior hablé del orden de llegada a una carroña. Pinchar aquí si queréis verla de nuevo).
El águila imperial es otra imponente ave de la que pudimos disfrutar plenamente. También la vimos todos los días. Creemos que era la misma pareja por dos motivos. El primero porque son territoriales y raramente estaría otra pareja en el mismo territorio y el segundo porque revisando las fotografías, sobre todo de una de ellas, tenía las mismas manchas blancas en los hombros, algo que es único en cada águila imperial. No hay dos águilas imperiales con la misma distribución de manchas blancas.
Esta pareja nos deleitó con sus vuelos nupciales e incluso tuvimos el privilegio de poder observar una cópula, encima de un árbol, de una especie amenazada y emblemática de nuestra fauna.
Por esta ave tengo una especial atracción. Me parece fascinante y espectacular. Ave que al igual que el lince, sufrió un enorme declive entre los años setenta y noventa del s.XX ya que como el gran gato basa su alimentación en el conejo y, si este no está, el águila imperial lo pasará muy mal.
Algo curioso del águila imperial es que fue descubierta en el siglo XIX por un naturalista alemán llamado Reinhold Brehm que bautizó a la nueva ave como Aquila adalberti, en honor al príncipe alemán Adalberto de Baviera como prueba de su amistad.
El águila real también estuvo presente en nuestras observaciones.
Pudimos contemplar águilas reales adultas, de primer año e inmaduras que sobrevolaban nuestra zona deleitándonos con una visión formidable de sus poderosas cabezas con fuertes picos, imponentes garras, elegante silueta y vuelos nupciales en los que pudimos diferenciar a las hembras ya que son un poco más grandes que el macho. 
Son águilas grandes y poderosas que llegan a tener más de dos metros de envergadura y muy veloces ya que pueden alcanzar cerca de los 300 km/h.
Entre las pequeñas rapaces pudimos observar un gavilán tanto volando como un verdadero rayo entre los árboles como apostado en una gran roca granítica. Observando. Esperando caer sobre cualquier pequeño pajarillo o paloma torcaz.
Otro habitante del territorio del lince es el pequeño y rechoncho mochuelo que no paraba de reclamar a su pareja con lo cual nos mostraba su posición en cualquier momento del día mientras un cernícalo común se cernía como si estuviese sujeto por una fuerza misteriosa en el aire y en la oscuridad de la noche una lechuza se cruzó en nuestro camino con su blanco inmaculado y perfecto.
Todas estas aves comparten con el lince su territorio, su casa, su hogar. Un hogar que esperamos sea por muchos años.

sábado, 18 de junio de 2011

El año del mochuelo.
La SEO/Bird Life (Sociedad Española de Ornitología) cada año elige un ave que considere que se encuentra amenazada o que sufra un elevado declive. Este año, el ave elegida, es el mochuelo.
Si hace unos días os contaba que en una parte del colegio seguíamos a las cigüeñas Margarito y Florinda, por cierto los pollos están inmensos haciendo constantes ejercicios de vuelo para fortalecer sus alas, en la otra parte, seguimos a una pareja de mochuelos. Normalmente sólo vemos uno, el mas oscuro, no sabemos si es la hembra o el macho. Vive todo el año en el tejado del colegio, lo llamamos Pimpollo. La pareja aparece en época de cría y ahí comienza nuestra historia.
Se considera que la población de mochuelos ha descendido desde finales de los años noventa en un 40% fundamentalmente por la alteración de su hábitat (necesita espacios abiertos y posaderos para cazar), la utilización de pesticidas, la eliminación de árboles viejos, setos y lindes.
La otra mañana, a la entrada del colegio, me llamaron. Habia 3 pollos de mochuelo en el patio. Habían caído desde el agujero del viejo muro en el que habían nacido. Todavía no podían volar bien, así que estaban escondidos en una esquina. Temerosos, con los ojos muy abiertos, acurrucados unos sobre otros y actuando de una manera diferente, mientras unos se tumbaban rígidos, como si estuvieran muertos, pero mirando de reojo, el otro abría los ojos tanto que parecía que se le fueran a salir. Al ser muy peligroso dejarlos allí los recogimos y metimos en una caja que guardamos en un cuarto a oscuras para que estuvieran tranquilos, hasta que, por la tarde, los pudiera llevar al Centro de Recuperación de Aves de Villaralbo, donde he llevado varias crías a lo largo de los años.
El mochuelo es un ave nocturna pero durante mucha mañana lo podemos ver en el tejado, encima de una chimenea o asomado en un agujero de las tejas que, curiosamente, tiene como casa durante todo el año pero, en época de cría no; en esta época aparece la pareja, se dice que es la misma de por vida, estos llevan criando unos cuantos años en el mismo sitio, en el mismo agujero del muro en el que les hemos visto traer lagartijas, algún pequeño ratón y sobre todo escarabajos o saltamontes.
Ayer encontré otro pollo de la pareja de mochuelos. Se encontraba en otro patio menos concurrido. Desde la esquina de una ventana me miraba asustado. Sus ojos son impactantes de un amarillo verdoso que impresiona. Ojos que le son muy importantes a la hora de cazar ya que, al tener visión estereoscópica, puede ver cualquier objeto con los dos al mismo tiempo y así calcular perfectamente donde está  la presa.
 No lo cogimos. Este podrá salir adelante aquí. Hemos visto como, la madre o el padre, baja por la mañana temprano (supongo que por la noche también), a las llamadas constantes del pequeño mochuelo a darle de comer, con lo cual es mejor dejarlo y que los padres terminen de criarlo.
El mochuelo ha estado presente en nuestras vidas, como lo atestiguan refranes comunes como, “cada mochuelo a su olivo” o “cargar con el mochuelo”, por lo tanto dejemos que continúen formando parte de nuestros campos y pueblos, que su vuelo corto y su figura regordeta de bola de plumas se siga viendo en muros, tejados o agujeros de viejos y cansados árboles que los han cobijado siempre.

domingo, 22 de mayo de 2011

Coincidencias.

Muchas veces la mejor foto es la que no has hecho. La que has visto, pero no llevabas la cámara o estaba guardada cuando te ha pasado un lobo al lado y se te queda mirando, o un ciervo tumbado dormitando se levanta a toda velocidad, o un zorro despistado…son innumerables las ocasiones en las que has dicho, “qué pena de cámara”. Hay otras veces que has tenido coincidencias y, de entre ellas, por diversas razones, me gustan estas dos (estas fotos son de baja calidad por la cámara que llevaba). Una está tomada en La Sierra de la Culebra y la otra el las Lagunas de Villafáfila; dos de los lugares más importantes en biodiversidad de la provincia de Zamora.
La Sierra de la Culebra tiene como gran símbolo al lobo (ya comentaré en otra ocasión alguna aventura con este extraordinario animal) y a él estábamos buscando cuando avanzábamos tranquilamente por un magnífico valle. Andábamos con la mosca tras la oreja ya que acabábamos de ver junto al camino el cuerpo semicomido de una cierva. Seguramente había sido el señor de la sierra, el lobo. Caminábamos en absoluto silencio con la vista puesta en todos los lados menos en el camino. Un ruido llamó nuestra atención. En mitad del camino unos simpáticos conejillos se atusaban tranquilamente.
El conejo es una de las especies más importantes dentro de la cadena trófica, ya que son la base de la alimentación de un enorme número de especies, desde todo tipo de rapaces, hasta muchos mamíferos, pasando por algunos reptiles.
Los conejillos estaban tranquilos. Paramos y, en silencio, saqué la cámara. Enfoqué y ahí los tenía cuando,… ¿pero qué demonios sale por detrás?. Un ciervo macho se asomó al camino. Paró. Nos miró y siguió. Visto y no visto. Tuve que volver a ver la foto para saber si había salido. Allí estaba. Mirándonos. Aunque seguramente estaría pendiente de algo más importante que nosotros, el lobo, que no andaría muy lejos.
Los conejos siguieron a lo suyo y según nos acercamos desaparecieron a toda velocidad. Qué importante es este pequeño y simpático animal. El sólo es capaz de desestabilizar, tanto si aumenta en demasía, como si disminuye, a todo su entorno.
Si disminuye (casi siempre por culpa del hombre. Como cuando el doctor Armand Delille inculcó el virus de la mixomatosis a unos conejos que le fastidiaban sus terrenos y se extendió por toda Europa, matando millones de ellos) el claro ejemplo es el lince ibérico (cómo me impresionó verlo en el campo, en su territorio. Nunca creí que me impresionaría tanto. Pero eso, merece un capítulo aparte), que lo tiene en el 90% de su dieta y, si el conejo escasea o desaparece, el lince también.
Si crece en exceso también es tremendamente perjudicial. Así sucedió en Australia, donde se introdujeron tres parejas que a los 3 años tenían 14.000.000 millones de descendientes provocando una verdadera plaga al no tenían depredadores naturales. Y, ¿qué hicieron? Introducir zorros para que los regularan; pero estos, teniendo comida más fácil de conseguir que el conejo como eran las especies autóctonas, que nunca habían visto un zorro, se dedicaron a comérselos. Con lo cual tuvieron dos problemas los conejos y los zorros.

La segunda fotografía es en Las Lagunas de Villafáfila y también tiene de protagonista al conejo. Esta vez con una pequeña rapaz nocturna, el mochuelo.
Un conejo comía y se limpiaba tranquilamente cuando, muy cerca de él, se posó un mochuelo. El conejillo lo miraba entre incrédulo y temeroso, el mochuelo ni caso, con cara de malas pulgas. La cosa no fue a más y cuando marché en busca de las avutardas, ahí seguían, cada uno a lo suyo. Por cierto, el mochuelo ha sido declarado ave del año 2011 por la SEO/BirdLife para que nos fijemos en su conservación, importancia y protección dada su bajada alarmante de ejemplares.