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martes, 22 de marzo de 2016

Villafáfila está imponente.

Hacía bastante tiempo que no iba a las lagunas de Villafáfila, hace unos días decidí pasar allí las primeras horas de la mañana y la sensación fue maravillosa. El agua es vida y las lagunas están rebosantes de agua y, por lo tanto, de vida.
Desde luego, si se quieren ver todas las lagunas, hay que ir con mucho tiempo porque hay mucho que ver y más que habrá ya que la temporada de cría se antoja extraordinaria con las condiciones de agua que tienen las lagunas, la primavera se presume muy buena.
Salina Grande desde la carretera de Otero de Sariegos.
Como llevaba tantos meses sin venir disfruté cada momento que me puse al telescopio; me lo tomé con tranquilidad. Mi primera parada fue en la laguna de San Pedro donde los patos cuchara eran los más abundantes deambulando en parejas mientras una par de machos de tarro blanco se enzarzaban constantemente mientras una hembra los miraba sin inmutarse o un grupo de aguja colinegra descansaba y se alimentaba tranquilamente en una de las orillas.
Laguna de San Pedro en Villarrín de Campos.
Huele a primavera y las aves están en preparativos amatorios como pude observar en tres parejas de zampullín cuellinegro en la Salina Grande descubiertos por Alfonso Rodrigo el pasado mes de febrero; el zampullín cuellinegro es un ave preciosa pero la distancia en las lagunas de Villafáfila es enorme y es muy difícil conseguir hacer alguna fotografía, en la siguiente fotografía tomada en Villafáfila el 17 de marzo de 2012 lo podéis ver en todo su esplendor.
Fotografía tomada el 17 de marzo de 2012.
La mañana era muy agradable, no hacía viento y la temperatura era suave; lo cual te permitía disfrutar aún más, miraras donde miraras había algo que ver, ánade rabudo, focha común, ánade azulón, ánade friso, gaviota reidora, tarro blanco, cerceta común, combatiente, silbón europeo…aves, aves y más aves que dan un colorido espectacular a las lagunas.
Una de las observaciones que más disfruté fueron 16 preciosas e imponentes espátulas que descansaban tranquilamente en una de las lagunas y, entre ellas, una anillada que será la protagonista de otra entrada cuando tenga su historia.
Las espátulas descansaban, se aseaban y comían mientras agujas colinegras, patos cuchara, tarros blancos o avocetas se movían a su alrededor y un solitario ansar común las miraba desde la orilla hasta que, pasados unos minutos, se levantaron y marcharon en su vuelo lento y armonioso.
Cigüeñuelas, archibebes comunes, porrones moñudos y europeos o avefrías seguían sus quehaceres en las lagunas mientras las reinas de la estepa, las avutardas, estaban en plena exhibición. Los machos ya están haciendo la rueda y los grupos de hembras los observan como se pavonean delante de ellas y de otros machos que compiten por sus parabienes.
Salina Grande desde el camino que la rodea.
Mi estancia tocaba a su fin mientras las parejas de perdices intentaban no separarse o las liebres corrían velozmente para encamarse nuevamente y desaparecer en la llanura. Villafáfila  está rebosante de agua y de vida, es una gozada para los sentidos, es una gozada que tenemos aquí mismo, a nuestro lado, una gozada que anuncia una primavera que promete ser espectacular.

lunes, 8 de abril de 2013

Tablas de Daimiel II: el pato colorado.

Las Tablas de Daimiel están a rebosar. No pudimos ir en mejor momento ya que este enclave especial y diferente está volviendo a la vida. 2.020 hectáreas se encuentran cubiertas por el agua.
Hacía más de treinta años que las Tablas no se encontraban con tal cantidad de agua teniendo en cuenta que entre 1984 y 2010 las tablas estuvieron secas debido, fundamentalmente, a la sobreexplotación de los acuíferos proveniente del cambio de usos agrícolas propiciado en los años sesenta y setenta por el franquismo, pasándose de cultivos tradicionales de secano a los de regadío así como la desecación de las lagunas para su aprovechamiento agrícola. Todos estos condicionantes propiciaron la sobreexplotación del acuífero 23 que es el que sustenta las Tablas y el estar secas durante 26 años hasta que el 23 de febrero de 2010 el agua volvió.
Este enclave peculiar está regado principalmente por dos ríos. El Guadiana, de agua dulce y el Gigüela, de agua salobre, además de la aportación del Azuer, formando un complejo ecosistema de lagunas que fue declarado Parque Nacional en 1973 y que en estos días está absolutamente repleto de agua y lo que es mejor, habrá agua para los próximos, como mínimo, 5 años (aún sin que llueva más) ya qué el acuífero que las sustenta está lleno.
En este enclave peculiar estuvimos haciendo una ruta guiada de casi cinco horas que se nos pasó volando, buena culpa de ello la tuvo el guía, Manuel, de voz pausada, clara, precisa y muy didáctica que nos explicó todo lo que las tablas significan, su historia, sus problemas, sus usos tradicionales, su fauna o su flora.
El emblema del Parque Nacional es el pato colorado. El mayor pato buceador de los que podemos encontrar en nuestro país. Allí estaba. Un precioso macho solitario que se zambullía constantemente y salía con grandes trozos de hierbas que se comía rápidamente en la superficie.
Es un pato espectacular. De cabeza anaranjada, las plumas levantadas le hacen parecer todavía más cabezón, pico rojo intenso al igual que su iris y una sensación de elegancia y robustez que deja constancia en sus movimientos por la laguna.
Los patos buceadores tienen unas características especiales. Los patos buceadores han evolucionado para poder sumergirse con facilidad. Tienen las patas más fuertes y un poco más atrás para poder impulsarse mejor, lo cual, les hace andar con dificultades pareciendo un poco torpes en tierra firme; además de tener los dedos un poco más largos, al igual que la membrana interdigital. Sus alas son más cortas con lo que no son buenos voladores y, para poder despegar, deben impulsarse recorriendo la superficie para coger impulso pero, esas alas, las suelen utilizar para impulsarse bajo el agua y la cola la utilizarán a modo de timón.
El pato colorado se considera un pato buceador pero no es
un pato buceador típico como los porrones.
También la hembra de pato colorado se dejó ver desde las pasarelas.
Hembra de color menos llamativo, como la inmensa mayoría de las hembras deben pasar lo más desapercibidas posible y ocultarse a la vista de los depredadores para así criar a sus pequeños sin problemas, que el macho pero muy hermosa que se quedó muy cerca de nosotros, dormitando tranquila entre los carrizos.
El pato colorado está incluido en el Libro Rojo de las Aves de España como especie vulnerable y en nuestro país tiene la zona de cría más importante de toda Europa. 
Pareja de patos colorados. Macho a la izquierda y hembra a la derecha.
Este espectacular pato lo pudimos contemplar en varios lugares de las Tablas pero no fue el único habitante que pudimos observar en las lagunas y, aunque vimos menos variedad y cantidad que en la Laguna de Navaseca, disfrutamos de un buen número de ellos. Así vimos: focha común, pato cuchara, ánade friso, garza real, gaviota sombría y reidora, garcilla bueyera, golondrina común y daúrica, cormorán común, avefría, somormujo lavanco, ánade friso, cerceta común, garza imperial, calamón, porrón europeo, zampullín común, ganso común, azulón, cigüeña blanca, alcaudón real y el aguilucho lagunero, única rapaz del entorno que sobrevolaba sin parar las lagunas esperando capturar algún porrón o ánade; pero marchamos con la pena de no poder disfrutar del bigotudo, ave que teníamos especial interés en ver aunque sí pudimos contemplar innumerables pajarillos a lo largo de nuestros recorridos por el enclave lagunar y con el todo-terreno que formaba parte de la ruta guiada en el que también conocimos la dehesa de Zacatena que se extiende en una parte de las tablas.
Parte de un gran grupo de gaviotas de diferentes especies.
Somormujo lavanco.
Machos de pato cuchara.
Golondrina dáurica.
Garcillas sobrevolando la laguna.
Imagen testimonial de una garza imperial que vimos prácticamente de noche.
Atenta liebre que pudimos ver, así como conejos y algunas perdices.
Las tablas son un enclave especial, diferente, un enclave que aparece por primera vez mencionado en el Libro de la Caza del Infante Don Juan Manuel en 1325 y en el que se hace la primera conservación del entorno por parte de Felipe II que lo consideraba un enclave privilegiado para la caza. Un enclave que ha perdido ese carácter cinegético, menos mal, ya qué está protegido su entorno y en él no se puede cazar. Un enclave que lo ha pasado muy mal en los últimos años y que ahora empieza a despegar con fuerza. Un enclave que se encuentra a rebosar de agua. Las tablas están de enhorabuena y todos los amantes de la naturaleza también.