La mejor manera de agradeceros todas estas entradas es con diferentes historias ocurridas, precisamente, en ese mes de agosto; pequeñas historias, de animales sencillos que viven en nuestros bosques, ríos y campos, animales que no conformarán grandes noticias ni portadas pero son tan importantes como el que más, aunque no tengan tanta fama ni parangón mediático.
En la primera historia la protagonista es una liebre. Todo el mundo conoce como es pero cuando se la enseñas y tu hija la ve por primera vez, es un momento verdaderamente especial. Así ocurrió una tarde de agosto en la que apareció muy cerca de nosotros.
En la primera historia la protagonista es una liebre. Todo el mundo conoce como es pero cuando se la enseñas y tu hija la ve por primera vez, es un momento verdaderamente especial. Así ocurrió una tarde de agosto en la que apareció muy cerca de nosotros.
Anochecía y las largas orejotas la delataron entre las
hierbas agostadas. ¿La veis? Pregunté, no, ¿Dónde está?, me respondieron. Ahí. Un
gran sí de emoción se esbozó en una pequeña carita que la miraba sorprendida,
la había visto.
La playa de Villardeciervos estaba llena de gente que
permanecía al margen de un enorme lagarto ocelado que se dedicaba a comer las
sobras de la comida de los humanos que habían estado por su territorio.
¿Nadie lo veía? ¿Cómo era posible? Era un hermoso lagarto
ocelado que se estaba poniendo morado a jamón serrano. Él comía. Yo lo
observaba. ¡Qué difícil es ver! ¿Por qué no nos enseñan a ver? Hay tantas cosas
hermosas que poder descubrir y apreciar en la naturaleza…
El ratón de campo, ese minúsculo roedor que es la base de
la alimentación de gran cantidad de animales. Ese minúsculo roedor que se
caricaturiza y dibuja en numerosas series y películas. A ese pequeño roedor también lo vio mi hija por primera vez y, fue ella, quién lo descubrió y me llamó
corriendo para que fuera a verlo mientras comía tranquilo.
Nos sentamos muy cerca y le expliqué lo que estaba
haciendo. Ella lo miraba curiosa. Lo miraba sorprendida. Lo había descubierto
ella.
Otro momento mágico fue el encuentro con una cierva a muy
poca distancia. No me lo podía creer. Estaba comiendo en la misma cuneta. Paré el
coche en un camino cercano. Me bajé con mucho cuidado y me acerqué.
La cierva ni se inmutó. Siguió comiendo. Nos separaban
tres metros escasos. Comía tranquila. Me senté y me quedé absorto mirándola. No
me temía. Lentamente se separó hasta los siete u ocho metros, entre las escobas
y siguió comiendo. Ahí levanté la cámara y la fotografié, antes, simplemente
disfruté del momento.
¿Y qué decir cuando tu hija ve un grupo familiar de lobos? Eso es tan especial qué, seguramente, tenga una entrada propia.
Podría seguir contando más y más encuentros diferentes con los que la naturaleza nos brinda, con los que la naturaleza nos obsequia. Disfrutarlos. Simplemente hay que disfrutarlos y apreciarlos. Gracias a todos por estar ahí.
Podría seguir contando más y más encuentros diferentes con los que la naturaleza nos brinda, con los que la naturaleza nos obsequia. Disfrutarlos. Simplemente hay que disfrutarlos y apreciarlos. Gracias a todos por estar ahí.