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sábado, 11 de febrero de 2017

Un precioso paseo por el río Duero en Zamora.

En numerosas entradas he contado la enorme variedad de habitantes que tiene el río Duero a su paso por Zamora ciudad. Variedad que sorprende a todos aquellos que no la conocen y que, en algún momento, encuentran. Así ocurrió hace unos días con el caso del avistamiento de una nutria que fue grabada en el río. Este simple hecho apareció en todos los medios de comunicación como algo extraño o impensable para un río “tan sucio” como este, algo que es completamente falso ya que siempre han estado aquí lo que pasa es que pasan desapercibidas para la mayoría de la gente.
La mañana se presentaba desagradable, el viento soplaba con inusitada fuerza y los chaparrones caían cada cierto tiempo. Algo que podía frustrar la aparición de cualquier pequeño habitante del río pero, nada más lejos de la realidad, el día se presentó, aún con las inclemencias atmosféricas, muy pero que muy interesante.
Voy a centrarme en varios encuentros que por diversas razones me parecieron interesantes o curiosos.
Desde hace varios años los picogordos pasan el invierno en una zona específica del castillo y trascastillo de Zamora. Estos pájaros que parecen pequeños culturistas destacan por encima de todo por su fuerte pico, cuello ancho y cabeza voluminosa. Su poderoso pico es una eficiente herramienta para comer cualquier tipo de bayas, semillas e incluso titos de cerezas. Este pico, cuando llega la primavera, se vuelve, en los machos, azul metálico con la punta negra y la mandíbula inferior amarillenta; en otoño se volverá a poner como lo tienen ahora.
Los picogordos que están en este jardín seguramente sean un grupo que pasará todo el invierno juntos, en la misma zona; se mueven cautelosamente de los árboles cercanos al suelo donde buscan semillas o bayas como estaba haciendo este precioso macho (la cabeza de color dorado- marrón le delata como tal, por el contrario, una hembra, la tendría simplemente marrón clara).
Este espectacular macho se encontraba en un pequeño grupo de pinzones vulgares que comían entre la hierba pero, el picogordo, permanecía en el arbusto cercano, observando, esperando  hasta que veía que no había peligro y, entonces, bajaba a buscar las suculentas semillas entre el césped.
Las lluvias de estos días se notan tanto en el arroyo que viene desde el bosque de Valorio como en el mismo río Duero que ha aumentado considerablemente su caudal. En el entorno del arroyo la actividad era frenética y lavanderas blancas y cascadeñas, zorzales comunes, petirrojos, colirrojos, mosquiteros comunes, mirlos, jilgueros o incluso un solitario zorzal alirrojo se movían incansables por sus orillas buscando alimento entre los arbustos y los árboles que recorren sus orillas.
En este punto me encontré con Fernando García, gran amante de naturaleza, extraordinario fotógrafo y mejor persona, aparte de amigo que me acompañó el resto del paseo matutino. Nada más encontrarnos pudimos disfrutar de otro precioso y escaso habitante del río, el pico menor.
Este pequeño pájaro carpintero, el más pequeño de todos (para hacerse a la idea es poco más o menos como un gorrión) estaba realmente frenético buscando comida. Se movía ágilmente de rama en rama prospectando con un incesante picoteo en busca de cualquier larva que pudiera encontrar.
El pico menor también era un macho, el píleo de color rojo lo delataba. Estaba realmente activo; se movía por las pequeñas ramas en posiciones acrobáticas para perforar la madera y así rebuscar en el interior. Picoteaba. Metía un poco su poderoso pico y de él salía una lengua larga y viscosa que introducía en la rama en busca de cualquier larva o insecto que se pudiera pegar a ella. En la siguiente imagen se puede ver perfectamente como introduce la lengua en la fina rama.
El pico menor, como todos los pájaros carpinteros, es un consumado trabajador de la madera, siempre ha estado ligado a ella y han tenido muy mala fama a lo largo de la historia ya que se creía que secaba los árboles, con lo cual, era una amenaza pero nada más lejos de la realidad.
El pequeño pico menor estaba desaforado. Rama hacia arriba. Rama hacia abajo. Toda su obsesión era moverse, picotear y buscar. Esta pequeña maravilla tiene entre el pico y el cráneo un tejido esponjoso y unos músculos que se tensan en contra del sentido de los golpes, lo cual le permite no hacerse daño en el cráneo al golpear constantemente en el árbol.
Estuvimos disfrutando de sus evoluciones durante bastante tiempo hasta que decidió cambiar de árbol y alejarse de nuestra posición.
Continuamos por la orilla del río donde descansaban un grupo de gaviotas reidoras y alguna sombría junto con los habitantes más comunes como cormoranes, azulones, gallinetas o garzas reales que se movían por las zudas o en el agua.
La siguiente observación curiosa fue gracias a las indicaciones de Carlos Santos, otro gran conocedor del río, que nos mostró un montón de almejas que había comido, seguramente, una nutria o, quizás, un visón americano; dos grandes montones de conchas se acumulaban en puntos concretos del río. Nunca las había visto aquí, así es que lo consulté y se despejaron mis dudas gracias a las rápidas contestaciones de Cristian Osorio y Victor Salvador, a los cuales se lo agradezco enormemente.
Era Corbicula fluminea, una almeja de río proveniente de Asia incluida en el Catálogo Español de Especies Exóticas Invasoras que está colonizando nuestro río Duero. Especie invasora que apareció en Europa por primera vez en el río Rin en 1980; en España aparece por primera vez en el río Guadiana en 1988; en 1989 en el Miño y en el Duero en 1995.
Cuando se está a gusto, el tiempo pasa rápidamente; la mañana tocaba a su fin no sin antes poder disfrutar de más habitantes del río como: pinzón vulgar, ruiseñor bastardo, martín pescador, grajilla, moscón, mito, verdecillo, busardo ratonero, milano real, agateador común o curruca capirotada.
Este año el Ayuntamiento de Zamora está fomentando el turismo de naturaleza y una de sus ideas ha sido la elaboración de un cuadernillo de rutas para observar fauna en Zamora capital y su término municipal, así como algún otro lugar de la provincia de Zamora. Dicho cuadernillo lo ha elaborado J. Alfredo Hernández el mejor conocedor de la fauna de nuestra ciudad aparte de gran persona y, por supuesto, amigo. Iniciativas como esta son necesarias para dar a conocer la riqueza de nuestra fauna cercana para así poder conocerla, valorarla y respetarla.

domingo, 17 de abril de 2016

De pajarillos por el bosque de Valorio.

Como muchos sabéis en Zamora tenemos un bosque urbano que es, ha sido y será cuna de muchos amantes de la naturaleza que acuden a pasear, disfrutar de sus habitantes, hacer deporte o merendar.
El bosque de Valorio y Zamora han ido unidos desde tiempos inmemoriales. Desde la Edad Media se conoce el bosque por dos razones principales. Una porque durante muchos siglos fue utilizado como una explotación forestal y la segunda por la leyenda de la Virgen de La Hiniesta en la que Sancho IV en 1290 salió de caza con su halcón persiguiendo a una perdiz que se refugió en una retama (hiniesta). Al llegar el rey donde se había refugiado la perdiz se encontró con una imagen de la virgen. El rey impresionado le construyó la iglesia de Santa María la Real, surgiendo el pueblo de La Hiniesta. (Actualmente esa parte del bosque desde La Hiniesta hasta los límites actuales ha desaparecido).  
De la flora autóctona del bosque: robles y encinas; quedan  muy pocos ejemplares. Lo que más encontramos son pinos y dado su carácter de aprovechamiento forestal tenemos datos de repoblaciones sucesivas de pinos en el bosque. La que más me interesa es la que se realiza en 1762, en la cual se plantan los pinos piñoneros que pueblan el centro del bosque en la actualidad.
Otro momento importante de acciones en el bosque es entre 1841 y 1852 en los que se reforesta de nuevo y reacondiciona con la construcción del gran paseo de entrada, La Casa del Guarda, el estanque de Los Pinares y la Fuente del León en 1884. El bosque va perdiendo extensión a lo largo de los siglos y en 1927, con el paso del tren, termina por configurarse su tamaño actual, aunque, la llegada de otro tren, el AVE ha vuelto a determinar su configuración.
El bosque de Valorio tiene una extensión de unas 80 hectáreas distribuidas a lo largo de casi tres kilómetros de longitud, en el que nos encontramos unas 158 especies de vertebrados (según los datos del gran conocedor de la fauna del bosque, J. Alfredo Hernández Rodríguez) destacando una gran variedad de mariposas y de aves, en función de la época del año.
En esta entrada me voy a centrar en algunas de estas aves, concretamente en los pequeños pajarillos que podemos encontrar cualquier día que bajemos actualmente a pasear por el bosque.
El bosque de Valorio está surcado por un pequeño riachuelo que lo atraviesa en parte, conformando un estrecho bosque de ribera en el cual  muchos pajarillos se mueven de rama en rama. Tanto en las riberas del riachuelo como en el resto del bosque una gran variedad de pequeños pájaros van a alegrarnos el paseo con sus cánticos y movimientos. Valorio nunca defrauda y, siempre que paseas por él, vas a ver o encontrar algo interesante.
La época que más me gusta pasear por Valorio es en invierno; las nieblas, el verde, el suelo cubierto por una fina helada o los árboles sin hojas te permiten ver muy bien a los pequeños habitantes que se mueven entre las ramas y el suelo.
En un recorrido virtual a lo largo del invierno hasta la actualidad el bosque te mostrará una amplia gama de pequeños habitantes que se mueven en sus quehaceres cotidianos. Habitantes que pueden vivir en el bosque permanentemente, que pueden venir en invierno o en visitas ocasionales.
Petirrojo.
Pinzón vulgar.
Escribano soteño.
Mito.
Carbonero garrapinos.
Verdecillo, verderón común, petirrojo, gorrión común y molinero, carbonero común, herrerillo común o pinzón vulgar son algunos de los más habituales que puedes encontrar en un día cualquiera de paseo por el bosque; mosquitero común, picogordo, curruca capirotada, agateador, chochín, escribano soteño, pardillo común, lúgano, colirrojo tizón, lavandera blanca o cascadeña, mito, acentor vulgar, jilguero o pico menor aparecen en mayor o menor medida en el bosque.
Estos pequeños habitantes conforman un bosque lleno de vida, de alegría, por el que es una auténtica gozada pasear; al que desde muy pequeños nos llevaban nuestros padres a jugar y veíamos con ojos curiosos como, un montón de pajarillos sin nombre, se movían de un lado para otro y que poco a poco fuimos poniendo nombre a todos ellos.
Pardillo común.
Pico menor.
Picogordo.
Lúganos.
Agateador común.
Chochín.
Valorio no se olvida. Hay que bajar de vez en cuando, es una necesidad, es un sentimiento y más ahora que bajo con mi pequeña que está empezando a descubrir la naturaleza y, en estos días, baja emocionada a ver los patitos que se mueven en el riachuelo.
Pollada de ánade real.
Sus pequeños y expresivos ojos se abren de par en par cuando los descubre entre las hierbas del riachuelo llamándolos para que vengan hasta que recuerda que no puede chillar y pone el dedo en la boca en señal de silencio para que te calles porque sino se van y va señalando al “papá”, a la “mamá” y cuando algún pequeño se aleja demasiado de la hembra se pone nerviosa y le empieza a decir que vaya con su “mamá”.
Disfrutemos del Bosque de Valorio. Disfrutemos de un lugar maravilloso que tenemos en nuestra ciudad. Seamos conscientes de su valor y de su importancia y, por cierto, no estaría mal que abrieran el centro de interpretación que hicieron hace años ya que, cerrado ¿sirve para algo?

miércoles, 25 de febrero de 2015

De paseo por Valorio II.

El 20 de Mayo de 2011 el Bosque de Valorio fue declarado Zona Natural de Esparcimiento de Castilla y León por la Junta. Figura jurídica de protección para “enclaves de fácil acceso desde núcleos urbanos para proporcionar a la población lugares de descanso, recreo y ocio de un modo compatible con la conservación de la naturaleza”. Esta declaración lo protege de futuras actuaciones irregulares o perjudiciales o no, quién sabe…
En este bosque sigo paseando y, desde la anterior entrada sobre Valorio, he podido ver nuevos habitantes que podemos encontrar estos días en el bosque; me voy a centrar en algunos no muy comunes o muy raros de encontrar. El primero de ellos es un ave que nunca había visto en el bosque y que, en teoría, todavía no debía de estar en la península Ibérica pero que, seguramente, sea uno de esos ejemplares invernantes que pasan los meses más fríos entre nosotros, el torcecuello.
Hace unos días J. Alfredo Hernández, amigo y el mejor conocedor del bosque de Valorio y sus habitantes, descubrió la presencia de un torcecuello en Valorio. Al día siguiente de descubrirlo Alfredo fui a intentar verlo; después de más de una hora de buscar donde había sido visto, decidí marchar ya que no aparecía por ningún lado pero, en muchas ocasiones, suceden las cosas sin buscarlas, ni esperarlas, por entera sorpresa y casualidad, así fue, cuando, un par de días después, pasé por el lugar y, sin buscarlo, apareció.
Allí estaba. En el suelo. Comiendo. Mirlos comunes y estorninos eran compañeros de banquete de este desconfiado pájaro carpintero que comía agachado pero pendiente constantemente de lo que sucedía a su alrededor; se movía a pequeños saltos, como los mirlos pero no dejaba de mover la cabeza y estirarse de vez en cuando para observar todo lo que le rodeaba.
Es un pájaro carpintero atípico ya que no hace los nidos como los demás carpinteros picoteando el tronco de un árbol, ni apoya su cola en el tronco para mantener el equilibrio pero si tiene una larga lengua que le permite rebuscar en grietas de los árboles o en suelo, entre las hierbas, para comer su plato favorito, las hormigas, como estaba haciendo este que se movía por el jardín sin llamar la atención.
Mi primer recuerdo de un torcecuello es, como muchos otros, un recuerdo de infancia, de una infancia en la que el viernes por la noche estaba reservado para el capítulo de El Hombre y la Tierra del gran Félix Rodríguez de la Fuente, en uno de esos capítulos el torcecuello estaba metido en un tronco caído en el suelo y un turón se le acercaba; ahí descubrí el por qué de su nombre ya que cuando el turón se le acercaba, el torcecuello se movía adelante y atrás, se estiraba, se contorsionaba y encogía y retorcía la cabeza como si fuera una serpiente con lo cual el turón estaba totalmente desconcertado, tiempo suficiente para que el torcecuello saliera del tronco y escapara. (Los que no conocéis estas imágenes os recomiendo que lo veáis aquí). Este peculiar movimiento de cuerpo y cuello es un efectivo sistema de defensa pero también lo utiliza en el cortejo girando la cabeza unos 180º.
El torcecuello seguía comiendo. Sobre el verde del césped se veía perfectamente su color, si aún sobre el verde intenso es difícil de ver imaginaros cuando está en un árbol; es mimético, es una prolongación de la corteza. Sus colores pardos, negros y grises y su disposición le hacen ser un ave muy difícil de ver y de encontrar,  incluso cuando canta, lo estás oyendo pero no hay manera de localizarlo.
Ver un torcecuello en Valorio es muy complicado y, estas fechas, más todavía aunque como me comenta J. Alfredo Hernández con su voz tranquila y sosegada cada cierto tiempo se ve alguno en el invierno, espero poder ver a esta ave tan curiosa y hermosa algún día más por el bosque.
Muy cerca de donde se encontraba el torcecuello han estado un par de semanas un pequeño grupo de zorzales alirrojos.
El zorzal alirrojo es el más pequeño de los zorzales que tenemos y es, también, un ave muy hermosa. Es esbelto, elegante, inquieto, con una característica franja blanca sobre el ojo y el tono rojizo bajo sus alas. Siempre lo he visto en la misma zona, rebuscando incansablemente entre la hojarasca hasta localizar alguna lombriz que rápidamente se comía ya que estaba constantemente acosado por los mirlos que, superiores en tamaño y en número, rápidamente iban a quitarlo del lugar en el que estaba escarbando.
En el mismo lugar también se movían zorzales comunes que, al igual que los mirlos comunes, acosaban a los zorzales alirrojos en las zonas en las que rebuscaban; cuando el alirrojo se veía amenazado subía a la rama de un árbol y esperaba a que pasara el peligro ya fuera una persona o a que el mirlo o zorzal común se fueran.
Algo también curioso es que uno de esos días pude ver otro zorzal que nunca había visto en Valorio, el zorzal charlo que también estaba junto a los alirrojos y los comunes pero no lo he vuelto a ver.
Si he podido disfrutar de tres zorzales diferentes también, en el mismo día, pude ver cuatro de nuestros siete pájaros carpinteros: el pico menor, el pito real, el pico picapinos y el torcecuello; esta época es la mejor para verlos ya que los árboles están limpios de hojas y se localizan mejor (aunque no es fácil). 
Una auténtica gozada ya que los pájaros carpinteros me gustan especialmente quizás por la evocación bucólica de que mi abuelo era carpintero y, mucho tiempo de mi infancia y juventud, la pasé en su carpintería a orillas del Río Duero.
El picogordo es otro de los que comían cerca de donde se encontraba el torcecuello. Como digo muchas veces, Valorio es agradecido y siempre que bajas ves algo, más o menos, pero ves algo. 
Búho chico, agateador común, herrerillo, carbonero, lavanderas, mitos, moscones o petirrojos y colirrojos se pueden ver estos días moviéndose por el bosque. Incluso, viendo muy poco, pasear por el bosque siempre es una auténtica delicia. 

viernes, 30 de enero de 2015

Un paseo por el bosque de Valorio.

El bosque de Valorio es el bosque por el que paseamos o hacemos deporte muchos zamoranos. Bosque de unas 80 hectáreas y unos casi tres kilómetros de longitud situado en la misma ciudad de Zamora que a lo largo de los siglos ha ido cambiando sus usos. Desde la Edad Media se conoce su aprovechamiento forestal con replantaciones sucesivas hasta que en 1762 se plantaron los grandes pinos piñoneros que actualmente pueblan el bosque en su parte central.
Entre 1841 y 1852 se reforesta de nuevo y reacondiciona con la construcción del gran paseo de entrada, la Casa del Guarda, el estanque de Los Pinares y la Fuente del León en 1884 siguiendo las ideas románticas de la época. El bosque va perdiendo extensión a lo largo de los siglos y en 1927, con la llegada del tren, termina por configurarse su tamaño actual.
En este bosque hay una gran diversidad de vida que suele pasar desapercibida para la mayoría de la gente que pasea por sus caminos (según los datos de J. Alfredo Hernández, amigo y uno de los mayores conocedores del bosque, por no decir el mayor conocedor, 158 especies de vertebrados lo pueblan). En este bosque me gusta pasear, sobre todo en invierno, en los días de fuertes heladas que cubren el verde intenso que lo alfombra.
Un paseo por el bosque puede deparar un buen puñado de sorpresas que van apareciendo según avanzas entre sus pinos, junto al riachuelo que lo atraviesa o en sus laderas pero, como sucede en muchas ocasiones, hay días que ves muy poco y otros, en cambio, los avistamientos se suceden; así me ocurrió en mi último paseo por el bosque.
La tarde estaba soleada, hacía frío pero el sol era agradable e iluminaba los verdes, los marrones, los ocres y los grises que salpican el bosque.
De todas las aves que pude ver en esa tarde me gustaría destacar algunas de ellas, en primer lugar las tres que pude disfrutar de la familia de los pájaros carpinteros. Pájaros carpinteros que están íntimamente ligados a la madera ya que de ella consiguen alimento y en ella construyen sus nidos. Durante muchos años tuvieron la mala fama de "secar los árboles", nada más lejos de la realidad y que, definitivamente, se ha ido corrigiendo en los últimos tiempos.
En primer lugar el más pequeño, el pico menor, un pequeño habitante del bosque, es el más pequeño de todos los pájaros carpinteros que tenemos en la península ibérica, poco más grande que un gorrión, tan pequeño que pasa totalmente desapercibido en innumerables ocasiones. Tan pequeño que verlo no es nada fácil, es escurridizo y se adapta perfectamente al entorno en el que vive. Lo localicé por el sonido.
Un pequeño repiqueteo sonaba entre los árboles, por el sonido tan bajo, había muchas probabilidades que fuera un pico menor así es que me paré y esperé en silencio a ver de donde provenía; pasados unos minutos el suave repiqueteo volvió lo que me permitió moverme para localizarlo. Después de hacer varias veces la misma operación localicé al pequeño carpintero.
Allí estaba, picoteando en una fina rama, era un macho que se movía sin parar. Se adapta perfectamente al tronco del árbol, sus colores y su pequeño tamaño le hacen pasar casi totalmente desapercibido.
El pico menor ha bajado mucho en su población por varias razones, siendo las más importantes la perdida de su hábitat, la eliminación de troncos caídos y viejos y por malograrse muchas de sus puestas y polladas como le pasó a la pareja que estuve siguiendo esta primavera pasada que, después de dos puestas, no consiguieron sacar ningún pollo. 
El siguiente pájaro carpintero que pude ver, siguiendo su tamaño, fue el pico picapinos que, nuevamente localicé por el sonido de su repiqueteo en uno de los grandes pinos piñoneros de 253 años que se sitúan en el centro del bosque.
El pico picapinos golpeaba fuertemente con su peculiar pico que no tiene totalmente recto, sino que tiene una ligera curva para evitar que se rompa, de este modo transforma cada golpe que da en el árbol en una fuerza de empuje.
Pero si golpea tan fuerte, ¿cómo no le repercute en el cráneo? Esto sucede porque entre el pico y el cráneo está reforzado con un tejido esponjoso y tiene unos músculos que se tensan en contra del sentido de los golpes, de tal manera que absorberá la fuerza del impacto.
El siguiente fue el pito real, el más grande de los tres, que localicé también por el sonido pero esta vez por su fuerte reclamo que resuena en el bosque. 
El pito real es muy territorial y, en esta época, controla su territorio. Estos pájaros conviven con la misma pareja toda su vida permaneciendo separados hasta la época de cría en la que se juntan de nuevo.
Al verlo moverse por el tronco del árbol te das cuenta de que está perfectamente diseñado para vivir en vertical gran parte de su vida, está perfectamente adaptado, se agarraba al árbol con sus dedos dispuestos dos a dos, es decir, dos apuntan hacia adelante y dos hacia atrás, para agarrarse con facilidad, además de la cola tan corta y robusta que apoya contra el tronco para tener mayor estabilidad, es otro punto de apoyo.
Otro de los habitantes que me encontré fue uno ocasional, el picogordo que, en invierno, viene al bosque.
Es un ave curiosa, de cabeza voluminosa, pico grande y fuerte, cuello ancho y cuerpo grueso con alas relativamente cortas que se mueve cautelosamente de un árbol a otro o al suelo en busca de comida donde recogerá las semillas que pueda encontrar.
En su viejo hueco estaba el cárabo. Mimético. Está pero parece que no está. Asomado desde su atalaya. Dormido. Tranquilo. 
En su posadero diurno que cambiará en cuanto se acerque la noche, su día, su momento. Momento que comparte con otro de los habitantes del bosque de Valorio, el búho chico.
Esa tarde pude disfrutar de más habitantes del bosque de Valorio como esta preciosa lavandera blanca enlutada.
La noche se adueñaba poco a poco del día y las sombras comenzaban a engrandecerse por momentos, era hora de marchar, de abandonar este precioso bosque hasta otra ocasión en la que podré disfrutar de sus habitantes que seguían moviéndose en el declinar de la tarde; según marchaba iba recapitulando  algunos de los habitantes del bosque que había podido disfrutar como el mosquitero común, el colirrojo tizón, algún petirrojo, varios zorzales comunes y alirrojos, una preciosa lavandera cascadeña, los fijos mirlos comunes además de herrerillos y carboneros comunes, o algún ánade azulón que se movía por el riachuelo, sin olvidarme del pinzón vulgar, el estornino negro y el gorrión común. Todos habitan este precioso y entrañable bosque que muchos zamoranos llevamos muy dentro de nosotros desde muy pequeños.
En el blog podéis encontrar anteriores entradas sobre el bosque como estas dos que podéis ver pinchando en las siguientes imágenes.
Esta primera habla un poco de la historia y características del bosque.
La segunda es sobre el búho chico y "sus armas".
Espero que los que no las conozcáis las disfrutéis como lo hago yo cuando voy a pasear por sus caminos.