martes, 29 de septiembre de 2020

El gran día de la migración de las espátulas: ¡¡mínimo 533!!

Cada vez que sales al campo esperas poder ver, disfrutar, sentir la naturaleza. Hay días en los que no ves nada, otros que son insulsos y otros que son muy buenos en cuanto a observaciones de fauna pero, hay algunos, que son verdaderamente especiales. Uno de esos días fue el pasado 18 de septiembre de 2020. Día en el que las condiciones meteorológicas se volvieron perfectas para lo que sucedió.
La población de espátulas de la zona atlántica se congrega fundamentalmente en dos grandes áreas: una situada en la parte sur de la península ibérica (Andalucía y parte del sur de Portugal) y otra situada principalmente en Holanda aunque también se distribuyen por zonas de Alemania, Bélgica, Francia y Dinamarca. 
Una vez finalizada la etapa de reproducción en estas dos grandes zonas, las espátulas comienzan su migración postnupcial hacia el sur, desplazándose hasta Mauritania (Banc d’Arguin) y el Delta del Senegal en África aunque también un buen número invernará en el sur de la Península Ibérica. 
Este largo viaje requiere de zonas intermedias en las que descansar y alimentarse durante un periodo de tiempo; así el estuario de Txingudi (Guipuzcoa), la Reserva de la Biosfera de Urdaibai (Vizcaya) y el Parque Natural de las Marismas de Santoña, Victoria y Joyel (Cantabria) constituyen la entrada de esas viajeras en la península ibérica, lugar de descanso y alimentación en los que pasarán semanas e incluso algunas todo el invierno. 
Desde ahí, la mayoría de las espátulas de Centroeuropa, atravesará la península ibérica hasta sus cuarteles de invierno en Andalucía o en África. Su paso por el interior suele ser rápido, con muy pocas escalas para la mayoría de ejemplares aunque algunos grupos permanecen días en embalses o lagunas para reponer fuerzas y así poder seguir su largo viaje pero, cuando las condiciones meteorológicas son muy concretas, sucede lo que sucedió el pasado día 18 de septiembre. 
Lo primero que hay que tener en cuenta es: ¿por qué migran? La razón fundamental de su viaje es para encontrar mayor disponibilidad de alimento. Sus zonas de cría se ven azotadas por bajada de las temperaturas, fuertes vientos y mal tiempo, incluso nieve que provoca que la comida escasee, desaparezca o sea muy difícil encontrar por lo que deciden desplazarse más al sur en su busca. 
Una vez que deciden emprender viaje el siguiente paso es: ¿cuándo emprenderlo? Según se acerca el inicio del viaje comen lo máximo que pueden ya que deben de acumular grasa para el esfuerzo que van a realizar; comienzan a estar intranquilas ya que empieza a hacer frío, las lluvias aumentan, los días son más cortos y los vientos del norte se vuelven fríos; la migración está cerca. 
El día del inicio del viaje es elegido cuidadosamente ya que las condiciones meteorológicas son importantísimas así, los mejores días, son los que el viento sople del norte. Con un anticiclón en el centro de Europa los grandes grupos de espátulas levantaron el vuelo y comenzaron su viaje al sur. Atravesaron Francia, entraron en la península ibérica y al llegar a nuestra zona se encontraron de frente con una borrasca de fuertes vientos y lluvia que les hizo bajar al suelo ya que, continuar el viaje, sería muy costoso, con un gasto de energía desproporcionado que les haría falta para más adelante, así es que el día 18 de septiembre las condiciones meteorológicas tan especiales provocaron que los grandes grupos de espátulas tuvieran que frenar su migración al sur al toparse de lleno con esa fría, lluviosa y ventosa borrasca que les obligó a descender al suelo. 
El embalse de Ricobayo es uno de los principales embalses de la provincia de Zamora. Se construyó entre 1929 y 1935 en el río Esla, suponiendo una enorme transformación del entorno ya que ocupa casi 6.000 hectáreas y divide la provincia en dos partes: al oeste, la comarca de Aliste y, al este, Tierra de Campos. 
Es un embalse con dirección norte-sur con lo cual constituye un inmejorable corredor para las aves en migración por el que se desplazan y pueden bajar a comer o descansar cuando lo necesitan. Por aquí, por este corredor, entraron los grupos de espátulas que aparecieron el día 18 de septiembre de 2020. 
En la mañana de ese día 18 de septiembre, Alfonso Rodrigo, al cual tengo que agradecerle enormemente todos sus consejos y excelentes fotografías para la realización de esta entrada, en el paraje de Valclemente (en el embalse de Ricobayo), contó 334 espátulas que tuvieron que parar su viaje y descansar. Por la tarde me acerqué y había 199 a la vez que, Carlos A. Ramírez, en otro punto del embalse (más al norte) contó otras 70, en total 603 espátulas. 
Ese es el dato: ¡¡603 espátulas!! Teniendo en cuenta que si restamos los 70 ejemplares que dejó sedimentados Alfonso Rodrigo que estaban cuando fui por la tarde, nos quedan un mínimo de ¡¡533 espátulas!! que es una cifra verdaderamente impresionante. 
Tengamos en cuenta que en esos grupos viajaban espátulas anilladas, de las que hemos podido leer una mínima parte. De las anillas que pudimos leer por la mañana Alfonso Rodrigo y yo por la tarde, ninguna se repetía. Si hubiéramos hecho un conteo todo el día la cifra hubiera sido impactante, sabiendo exactamente las que hasta allí llegaron. ¿Cuánto nos perderemos? ¿Cuánto no somos capaces de ver? 
Desde ese día los grupos han seguido pasando en pequeños bandos tanto en el embalse de Ricobayo como en las graveras de Coreses o en Puebla de Sanabria. Grupos que paran para descansar y reponer fuerzas. 
Parte de un grupo descansando en Puebla de Sanabria.
Hemos conseguido leer 29 espátulas anilladas. Recibiendo contestación de 12, otras 12 están pendientes de respuesta y 5 mas que no se pueden identificar porque las anillas están en mal estado. Además de 8 anillas vistas, pero por desgracia, no leídas. 
De las que se ha recibido contestación provienen: 8 de Holanda, 2 de Francia, 1 de Alemania y 1 de Dinamarca donde fueron anilladas. Espátulas viajeras. Espátulas que tuvieron que hacer un alto en el camino por las condiciones meteorológicas. 
Espátula anillada en Dinamarca el 20-5-20 con anilla: G[V312] 
que lleva unos días descansando en las graveras de Coreses.
Espátula con código: YfaL/BYR
Entre estas espátulas anilladas hay historiales que nos muestran su migración completa. Así la espátula con código de colores YfaL/BYR vista por Gary Losada, Alfonso Rodrigo, Miguel Rodríguez, Juanjo Gonzáles y José Barrueso fue anillada el 3-6-2010 por Leon Kelder en Holanda. Ha sido vista en diferentes puntos que nos marcan su impresionante recorrido: 4.459 km desde su lugar de anillamiento hasta su lugar de invernada. Partiendo de Holanda y pasando por Francia, España, Marruecos y Mauritania para terminar en Senegal. 
Recorrido de la espátula con código: YfaL/BYR
La espátula con anillas YfaG/LYL vista por José Barrueso, Juanjo González, Gary Losada, Miguel Rodríguez, Alfonso Rodrigo y Manuel Segura llegó todavía más lejos: 4.749 km de recorrido desde Holanda (anillada el 8-6-2009) hasta el sur de Senegal. 
Espátula con anillas YfaG/LYL
O el ejemplar con el código de anillas: YLYf/aGR anillada en Holanda el 11-6-2011 y vista por Alfonso Rodrigo ha llegado (que se tenga constancia) hasta los 4.116 km en un punto de Mauritania. 
Impresionantes viajes de miles de kilómetros que realizan estas bellas y espectaculares aves para obtener un aprovechamiento óptimo de los recursos para poder alimentarse. El alimento no es el mismo a lo largo del año, hay épocas en las que abunda y otras en las que escasea pero se complementa perfectamente entre las zonas de cría y las de invernada. 
Viaje hacia el sur que se vio sacudido por una fuerte borrasca que el día 18 de septiembre les obligó a hacer un alto en el camino en un punto de la provincia de Zamora donde tuvimos l ainmensa suerte de poder disfrutarlas
(Muchas gracias a Miguel Rodríguez, Carlos A. Ramírez, Alfonso Rodrigo, Gary Losada y Carmen Cerviño por dejarme vuestras fotos para ilustrar esta entrada).

martes, 22 de septiembre de 2020

Gaviota de Sabine juvenil en el Embalse de Ricobayo (Zamora).

El mensaje era escueto y claro: “Sabine de primer invierno…”. La voz de Alfonso Rodrigo, gran y experto ornitólogo, reflejaba toda su emoción, con un toque de sorpresa y un poco de nerviosismo. ¿Sabine? ¿Otra Sabine? Era la segunda cita histórica para Zamora y para Castilla y León. La primera fue la Sabine adulta que nos visitó hace un año en las lagunas de Villafáfila (descubierta por Cristian Osorio).
La gaviota de Sabine es pequeña, elegante y hermosa. Los adultos tienen cabeza gris oscura, pico negro con la punta amarilla, círculo rojo alrededor del ojo, collar negro fino en época nupcial, cola ahorquillada, espalda gris oscuro y alas blancas y negras hacen que sea una de las gaviotas más bonitas del mundo. 
Este ejemplar era un precioso juvenil que lucía su hermoso plumaje en el que destacaba su patrón en forma de escamas en la espalda, mostrando su dibujo en “M” de las alas cada vez que las abría. 
Al día siguiente fui a verla. Allí estaba. Alimentándose en la orilla del embalse entre un grupo de gaviotas reidoras que, de vez en cuando, se le acercaban para intentar echarla pero la gaviota de Sabine se defendía agachándose y abriendo el pico para defenderse. 
Se alimentaba constantemente de pequeños insectos que había en el barro o en la superficie del agua. A su alrededor combatientes, agujas colinegras, correlimos comunes, chorlitejos grandes y hasta una cigüeñuela y un par de avocetas recorrían la orilla del embalse alimentándose sin descanso; para todos hay, todos pueden comer. La naturaleza es sabia y les ha dotado de características específicas que les permiten alimentarse en un mismo punto a todos, a diferentes profundidades. 
La gaviota de Sabine es un ave pelágica (pasa prácticamente toda su vida en alta mar, exceptuando para criar) que alcanza el plumaje de adulto a los dos años. Verla aquí, en el interior, es complicadísimo y muy, muy raro. Cría en Alaska, Groenlandia y Canadá; al final del verano, las aves que crían en el este de Canadá y Groenlandia, se desplazan hasta las costas del oeste de Europa y África donde pasarán el invierno para volver después a sus zonas de cría. 
Fumarel común.
Gaviotas reidoras luchando por un pez.
La joven Sabine cada cierto tiempo volaba hasta la orilla para meterse en el agua, lavarse y comer algunos insectos que había en su superficie mientras un fumarel común volaba por la zona y hacía constantes picados para lanzarse a la superficie del agua en busca de alimento, o los archibebes claros, comunes y un oscuro pasaban bajo las gaviotas reidoras que luchaban por un pez ante la indiferencia de la Gaviota de Sabine que seguía alimentándose junto a una garza real pareciendo una liliputiense ante el imponente Gulliver. 
Esta joven gaviota de Sabine se convertirá a los dos años de vida en una preciosidad como la que nos visitó hace un año en las Lagunas de Villafáfila.
Gaviota de Sabine adulta que nos visitó en septiembre de 2019
en las Lagunas de Villafáfila.
Es increíble poder verla. Es increíble poder disfrutarla aquí, en el interior, en un embalse de Zamora. Cuando marché, allí seguía: descansando, alimentándose y reponiendo fuerzas para emprender su viaje de vuelta a alta mar, a su vida pelágica, a su vida alejada de la costa. A una vida que tuvo un alto en el camino en un embalse perdido del interior peninsular.

miércoles, 16 de septiembre de 2020

Las ciervas. La noche. El lobo.

El sol se esconde temeroso y la noche comienza su andadura. Las sombras se van adueñando del bosque y los animales comienzan a salir. Los ciervos han pasado todo el día encamados, descansando. Es el momento de comenzar una nueva jornada.
Los grupos de ciervos dirigidos por la hembra mas vieja comienzan a asomar de la profundidad del pinar o de la espesura del matorral que los ha protegido durante todo el día. 
Las hembras se mueven en grupos familiares con una hembra líder, que suele ser la mayor y, por lo tanto, la más experta. Junto a ella irán sus crías de los últimos dos o tres años. Incluidos los machos jóvenes de menos de dos años. Esa hembra es la que decidirá por donde hay que moverse, comer e incluso hacia donde hay que huir ante la presencia de un depredador. 
Salen cautelosos. Tranquilos. Su enemigo no está lejos. Hay que tener cuidado. Un descuido o una imprudencia la pueden pagar con su vida. El lobo no perdona y si ve una oportunidad la aprovechará sin dudarlo. 
Asoman la cabeza. Vigilan. Salen. Caminan despacio comiendo y vigilando por turnos. Unas comen y otras vigilan. Avanzan hacia las zonas bajas a comer la fresca hierba y a saciar su sed. Un ruido las alerta. Rápidamente levantan la cabeza ante el sonido de alarma de la vigía. Un poderoso jabalí sale de la espesura. 
Jabalí que seguirá casi los mismos pasos que el grupo familiar de ciervas. Se tranquilizan. No hay peligro. Continúan saliendo de la espesura. Anochece. La sierra se tiñe de negro. La noche avanza. El día muere. Las estrellas brillan.
Siempre que hablamos de ciervos sucede lo mismo. Solamente se habla de los machos. Que si es muy grande o muy pequeño. Que si vaya cornamenta que tiene. Que si tiene tantas puntas. Siempre se habla de los machos y no nos damos cuenta que las ciervas tienen una grandísima importancia. Las ciervas son más importantes de lo que pensamos. Un buen amigo siempre dice que la base de la población de ciervos de la sierra son las hembras y si algo le pasa a ellas se resiente todo el ecosistema. Y no le falta razón.
Pero alguien dirá que si faltan machos también afecta. Estará en lo cierto pero la falta de machos se notaría menos. Hay que tener en cuenta que con pocos machos se quedan preñadas muchas ciervas pero si hubiera muchos machos y pocas ciervas. Habría un problema de nacimientos. Solamente nacerían tantos cervatillos como el número de hembras que hubiera, eso si se llegara a buen término en todos. Por lo tanto es mucho más preocupante la bajada de la población de ciervas. 
Ha salido todo el grupo. Suben la pequeña loma comiendo la fresca hierba. La noche las abraza definitivamente. El influjo de la luna cae sobre los habitantes de la noche que van surgiendo entre sombras.
Un precioso vareto, ciervo macho al que le ha crecido su primera cuerna, me mira entre curioso y expectante. Es noche cerrada. Comienza su jornada. Comienza una noche llena de peligros. Comienza su jornada diaria. Comienza la supervivencia.
Amanece. La noche llega a su fin. Han sobrevivido otra jornada mas pero el lobo sigue ahí. Buscando. Observando. Esperando una oportunidad. Oportunidad que siempre llega. El lobo es paciente. Cuidados. Meticuloso. Sabe esperar y sabe aprovechar la oportunidad que se le brinde.
El lobo sabe donde están las ciervas. Sabe cuando atacarlas. Sabe sus puntos débiles. Sabe como capturarlas. Viene hacia ellas. Las busca. Hoy tiene un encuentro inesperado. Nos hemos encontrado en la misma curva. Yo bajaba y él subía. Nuestras miradas se cruzaron unos instantes que parecieron congelar el tiempo. Instantes en los que nuestra sorpresa era palpable. Instantes en los que el tiempo parecía avanzar mas lento. Instantes en los que el lobo fue más rápido y saltó a la cuneta para desaparecer; se lo tragó el brezal pero estaba ahí. Lo noto. Noto su presencia. Noto su mirada. No lo veo pero él a mi si. 
Detrás de mi asomó una cierva que estaba pendiente del lobo; yo era inexistente para ella. Cuando el lobo desapareció entonces me miró, se dio media vuelta y continuó su camino con sus dos pequeños hacia la espesura del bosque. 
El hecho de tener dos crías puede ser debido a dos razones. La primera es que las dos sean suyas, algo que sucede en muy raras ocasiones. La segunda es que la segunda cría la haya adoptado. 
Hace un tiempo pude observar como cuatro lobos planearon y llevaron a cabo una emboscada a una cierva con su cría. El resultado fue que la cierva, protegiendo a su cría, se interpuso entre el lobo y su pequeña. La hembra adulta murió y la cría quedó sola. Esas crías solas, en la mayoría de las ocasiones, son aceptadas por otra hembra que tenga su propia cría. Cuidará de las dos. Protegerá a las dos. Enseñará a las dos todo lo que deben de saber para poder sobrevivir en la sierra. Si no fuera adoptada no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir. Moriría.
La cierva se ocultó seguida por sus pequeños. El resto del grupo familiar fue apareciendo tranquilo, ajenos a la situación que se acababa de vivir. El lobo había desaparecido pero seguirá ahí. Las ciervas nunca bajarán la guardia. Su vida les va en ello.
Vuelven al bosque. Vuelven a la espesura de los brezos y carqueixas. Vuelven a encamarse. El día ha llegado a su fin y el sol comienza a calentar en la sierra. Han sobrevivido una noche mas.

domingo, 6 de septiembre de 2020

Lagartija leonesa: una pequeña joya.

Una de las pequeñas joyas que tenemos en la provincia de Zamora es la lagartija leonesa (Iberolacerta galani). Lagartija endémica que solamente se encuentra en un reducido espacio entre las provincias de León, Zamora y Orense (La Cabrera, El Teleno, Peña Trevinca y Sierra Segundera) entre El Bierzo, La Maragetería, El Valle del Tera y el valle del Río Bibei.
El 5 de junio de 2019 se incluyó en el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y en el Catálogo Español de Especies Amenzadas (vulnerable). 
Esta preciosa y espectacular lagartija se encontraba delante de mi ante la indiferencia absoluta de los visitantes a la Laguna de Peces que, pasaban inmutables entre ellas y yo, que intentaba observarlas y fotografiarlas; por cierto, solamente una persona tuvo la deferencia de pasar por detrás mío y no entre donde me encontraba y las lagartijas leonesas que, este día, estaban especialmente activas ante los cientos y cientos de hormigas voladoras que surcaban el cielo sanabrés. 
Hembra de lagartija leonesa.
Las preciosas lagartijas leonesas estaban cazando. Quietas. Hieráticas. Esperaban que una de las cientos de hormigas aladas se posaran en el suelo para abalanzarse como un pequeño rayo para poder capturarla. 
Hembra con su captura.
Su efectividad era enorme, sobre todo la de un precioso macho que fallaba muy pocos intentos. Era certero y preciso. De un precioso e intenso color verde en su parte abdominal y unos destacados ocelos azulados. Acechaba. Esperaba. 
Macho.
Hasta seis ejemplares pude observar en un reducido espacio. Machos, hembras y algún ejemplar joven que permanecían inmóviles esperando su oportunidad. 
Lagartijas que viven entre los 1.400 y los 2.300 metros de altitud. Son lagartijas de alta montaña que sobreviven en un clima y terreno duro al que están perfectamente adaptadas, siendo uno de sus mayores problemas la alteración así como los incendios de su hábitat. 
Es una lagartija realmente desconocida y muy poco estudiada que hasta el año 2006 no fue reconocida como especie gracias a los estudios del profesor de biología de la Universidad de A Coruña: Pedro Galán, del cual proviene su nombre científico: Iberolacerta galani; en reconocimiento a su trabajo. 
Hembra.
Macho.
La gente seguía pasando junto a una especie única que está entrando en el peligroso camino de la extinción. Nadie me preguntó qué hacía sentado en el suelo. Nadie se interesó por las lagartijas; es más creo que la mayoría ni las vio, simplemente pasaban como autómatas a hacerse la foto de rigor en esta conocida laguna glaciar de la sierra sanabresa. 
La RAE define endémico como: “Propio y exclusivo de determinadas localidades o regiones”. Un endemismo es el: “término utilizado en biología para indicar que la distribución de un taxón está limitada a un ámbito geográfico reducido y que no se encuentra de forma natural en ninguna otra parte del mundo”. 
La lagartija leonesa como buen endemismo es un magnífico bioindicador del lugar en el que vive, de su hábitat. Si este se altera, la lagartija leonesa sufre. Si este se modifica, la lagartija leonesa sufre. Especie que debemos de proteger, estudiar, reconocer y respetar porque si no su destino será muy complicado.