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jueves, 2 de enero de 2020

Búhos campestres, ánsares indios, ortegas y una sorpresa en Villafáfila.

En una de mis últimas visitas a las Lagunas de Villafáfila pude disfrutar de un precioso y fructífero día. Día salpicado de muy buenas observaciones en las que hubo un denominador común: el entusiasmo de la persona que me acompañaba, Claudia García (futura bióloga).
Siempre me ha gustado enseñar y este día fue muy especial porque traía a las lagunas a la hija de una prima que acababa de empezar a estudiar Biología y estaba descubriendo el mundo de las aves aunque, como ella dice: “tu tienes mucha culpa de que esté estudiando biología”. Frase que me enorgullece y satisface a partes iguales pero no mas que su cara de sorpresa, ilusión y entusiasmo cada vez que veíamos un ave diferente o descubríamos como se levanta una bandada de cientos de pardillos mientras escuchábamos los silbidos de un zarapito real.
Al llegar la niebla era la reina y señora de las lagunas. Niebla que tardó en levantarse y dejarnos observar la primera sorpresa del día. Vi volar a un par de ellos pero no le dije nada. Monté el telescopio. Los busqué donde se habían posado y le dije: “Claudia. Mira a ver qué te parece eso”. Su enormes ojos se abrieron desbocados mientras que su sempiterna sonrisa se entrecortaba al decir emocionada: “¡Es un búho. No dos!”. Eran dos preciosos búhos campestres que asomaban entre las hierbas.
El búho campestre es un invernante común en España llegando desde zonas nórdicas y rusas; hasta hace pocas décadas no criaba aquí, pero desde los años noventa del siglo pasado cría en nuestra tierra, sobre todo en Tierra de Campos, donde encuentra una buena despensa de comida necesaria para sacar adelante a sus pequeños.
El búho campestre es la rapaz nocturna más diurna, se alimenta fundamentalmente de pequeños roedores y, en esta zona en concreto, de topillos, siendo junto con otras rapaces un fantástico controlador de la población de roedores
Seguimos buscando en los campos cercanos y más búhos campestres comenzaron a surgir entre las altas hierbas por las que asomaban su rechoncha cabeza o posados en la verde alfombra que conforman algunas zonas en las que la hierba surge decidida y fuerte. Hasta veinticinco llegamos a contar. Una auténtica maravilla poder disfrutarlos.
Al ver posado al búho campestre en el suelo tienes la sensación de que se va a caer de cabeza, que va a perder el equilibrio, ya que está de una forma muy horizontal, casi paralelo al suelo, no como otras rapaces nocturnas que están muy verticales. La explicación de esa postura es muy sencilla: como pasa gran parte de su tiempo posado en el suelo, tiene que adquirir una posición que no destaque demasiado; si estuviera más vertical se le vería inmediatamente en la llanura; por el contrario otras rapaces nocturnas están mucho más verticales porque tienen que pasar desapercibidas en lo alto de un árbol y deben asemejarse a las ramas que están a su alrededor.
Junto a los búhos campestres un gran bando de ánsares comunes comía tranquilamente. Pocos lugares hay en los que en la misma imagen veas: búhos campestres, ánsares comunes y avutardas. Pero es que en este caso había un plus: dos preciosos ánsares indios (descubiertos un par de días antes por Juanjo González). Comían inseparables entre los ánsares comunes. No se despegaban ni un instante. Desde enero de 2013 no veía un ánsar indio en las Lagunas.
Este ganso, originario de La India, realiza una migración anual desde esta hasta Mongolia y es, en esa migración, cuando en 2009 un equipo de científicos dirigidos por Lucy Hawkes (Universidad de Bangor (Reino Unido)) colocó a veinticinco gansos un transmisor GPS para ver la altura a la que llegaban. Los datos recogidos demostraron que volaban a 6.437 metros de altura, tardando en completar su recorrido de 8.000 km casi dos meses. Pero lo que más les sorprendió es que sobrevolaron la cordillera del Himalaya de un sólo tirón, en ocho horas y media, sin descansar, volando de noche y sin viento, lo que significaba que se elevaban solamente por la fuerza de sus alas.
Fotografías de Juanjo González, quién los descubrió.
Gracias por cedérmelas para esta entrada.
Los ánsares indios que llegan hasta nuestra tierra pueden tener dos procedencias: la primera ser un escape de algún zoo o colección privada y la segunda provenir de Centroeuropa, de una de las poblaciones asilvestradas; si es esta segunda opción habrían venido infiltrados en un grupo de ánsares comunes.
Estos dos ejemplares no portan ninguna anilla y no son ninguno de los ánsares indios que se encuentran en La Nava (los suyos siguen allí)  así es que me inclino a pensar (y deseo que sea así) que han venido con el gran grupo de ánsares que aparecieron el día 15 de diciembre; grupo en el que siguen los cinco ejemplares con collares azules y que tres de ellos fueron los protagonistas de una anterior entrada (fidelidad en la naturaleza).
También están en el grupo otros dos ánsares con collares: LZ5 y LB2 que también tienen una curiosa historia. LZ5 fue anillado por Arne Follestad el 17-6-2016 en Noruega y la he podido (es una hembra) ver en 2016, 2017 y 2019. LB2 fue anillado el 1-7-2018 y desde ese mismo día se han visto juntos en Noruega, Holanda, La Nava (Palencia en 2018) y aquí en Villafáfila donde permanecen inseparables. El único punto en el que no se han visto juntos ha sido en Francia donde se vio al LB2 en su viaje de vuelta hacia su Noruega natal pero estoy seguro que el otro ánsar, el LZ5, también estaba. Muy posiblemente (con todas las reservas del mundo porque no se puede confirmar) sean pareja ya que fueron anillados de adultos en una zona de Noruega a la que van ánsares no reproductores tanto jóvenes como adultos.
La mañana avanzaba y no nos habíamos movido del mismo punto cuando saltó la observación del día, por lo menos para mi. Buscando en la lejanía un poste llamó mi atención, bueno, lo que había encima del poste…¡un águila imperial ibérica!
Imagen meramente testimonial de la presencia del águila imperial ibérica.
 La lejanía era evidente...
Era un pajizo. Un ejemplar joven que desde el poste de una caja nido observaba la enorme planicie. Nunca la había visto en Villafáfila y me hizo especial ilusión verla aquí. Allí estaba una preciosa águila imperial ibérica joven que estaría en dispersión.
Águila imperial que he visto en diferentes puntos de nuestra provincia, la primera vez en agosto de 2012 y que desde la primavera de 2018 cría en la provincia de Zamora.
Claudia observaba como un niño pequeño para el que todo es novedad, se empapaba de todo lo que veía y preguntaba sus dudas o que es esa ave o la otra e incluso algunas ya las reconocía. Mientras observábamos los ánsares indios un pequeño grupo que volaba muy rápido llamó nuestra atención (bueno la de Juanjo González que se acababa de unir a nosotros). ¡Eran ortegas! Ave complicada de ver por su magnífico camuflaje y escaso número.
Gracias Fernando García por la foto para ilustrar esta entrada.
La ortega es una de esas especies esteparias que están bajando sus efectivos en los últimos años. En toda España se estiman unos 37.000 ejemplares, unos 10.700 en Castilla y León y, en Zamora, entre 150 y 200 según la Junta de Castilla y León.
Volaban a una enorme velocidad para tirarse en una pequeña vaguada en la que las perdimos de vista aunque las volveríamos a ver más tarde.
Habían pasado tres horas, que se habían literalmente, esfumado, y seguíamos en el mismo lugar. Lugar en el que también pudimos disfrutar de perdices comunes, palomas zurita, mochuelos, aguiluchos laguneros, milanos reales, busardos ratoneros, cernícalos, ánade azulón, pato cuchara, ánade silbón, cerceta común, combatientes y así hasta 43 especies.
El día avanzaba, el hambre azuzaba y decidimos movernos hasta otras zonas de las lagunas, después de un buen bocadillo reglamentario, en las que pudimos disfrutar de tarros blancos, avocetas, ánades rabudos, chorlitos dorados y multitud de pequeños pajarillos que nos hicieron disfrutar de un magnífico día en las lagunas. Primer día de Claudia que según volvíamos repasaba las mas de cincuenta especies que habíamos podido ver. 
Día de grandes observaciones pero, sobre todo, día en el que una futura bióloga conoció el maravilloso lugar que son las Lagunas de Villafáfila.

domingo, 25 de noviembre de 2012

Villafáfila siempre sorprende...

He estado en esta última semana un par de veces por las lagunas con todo tipo de condiciones climatológicas. Sol, lluvia, frío y viento, mucho viento, algo que sorprende a todos aquellos que se acercan por primera vez a las lagunas. Reconozco que el pasado sábado mi principal ilusión era conseguir ver, decentemente, al ganso indio que lleva algo más de una semana en las lagunas y poderlo fotografiar, algo qué no conseguí hacer cuando lo observé a principios de esta semana, pero esta vez tuve más suerte.
Ganso indio entre los gansos comunes.
Ganso indio de espaldas.
El ganso indio es un ganso muy hermoso, bastante más pequeño que la mayoría de gansos pero muy elegante y bonito. Este pequeño ganso tiene una enorme cualidad. Es el ave que más alto vuela.
Este ganso, originario de La India, realiza una migración anual desde esta hasta Mongolia y es, en esa migración, cuando en 2009 un equipo de científicos dirigidos por Lucy Hawkes (Universidad de Bangor (Reino Unido)) colocó a veinticinco gansos un transmisor GPS para ver la altura a la que llegaban. Los datos recogidos demostraron que volaban a 6.437 metros de altura, tardando en completar su recorrido de 8.000 km casi dos meses. Pero lo que más les sorprendió es que sobrevolaron la cordillera del Himalaya de un sólo tirón, en ocho horas y media, sin descansar, volando de noche y sin viento, lo que significaba que se elevaban solamente por la fuerza de sus alas.
Unos de estos gansos indios que son capaces de estas increíbles proezas nos visita estos días en las lagunas. ¿De donde vendrá?
Grupo de gansos comunes levantado el vuelo, entre ellos,
en el medio, a la izquierda, el ganso indio.
Algo que también he podido presenciar es una especie de danza que nunca había visto. El pasado sábado cerca de la Salina Grande, dos grullas me hicieron un espectáculo que me dejó boquiabierto; se dedicaron a dar saltos, enfrentarse con las alas abiertas, levantar las colas y adoptar todo tipo de posturas raras que intentaban llamar la atención una de la otra. Se giraban. Se volvían. Agachaban la cabeza y saltaban como si quisieran impresionarse. Las grullas tienen un periodo de celo muy espectacular y llamativo pero ahora es demasiado pronto con lo cual puede ser que sea un anticipo, un flirteo, una conquista o un entrenamiento; aún así creo que es demasiado pronto pero ahí estaban, emocionadas y espectaculares.
La enorme distancia me impidió hacer alguna fotografía pero el momento queda en mi memoria qué es lo qué verdaderamente importa. Las grullas son ruidosas, chillonas y no suelen volar muy alto, permitiéndote fotografiarlas, esta vez sí, en buenas condiciones.

Grullas con Otero de Sariegos al fondo.
Otro de los visitantes ocasionales que he podido observar estos días ha sido al ganso careto. 
Ganso careto en el centro con su característica mancha blanca
en el pico y manchas estriadas negras en la barriga.
Ganso careto, en el centro, junto a gansos comunes y
un busardo ratonero detrás.
He llegado a contemplar, en un mismo día, siete ejemplares y el día que se vieron trece juntos, solamente los pude ver en vuelo. Este es otro ganso hermoso y elegante que se infiltra entre los grandes bandos de gansos comunes que llegan hasta nuestras lagunas. Como las barnaclas cariblancas qué, en esta ocasión, he visto ejemplares solos, no como hace unas semanas qué llegué a ver tres juntos y una cuarta muy cerca. Esta ave es una de mis favoritas y que busco entre los grandes grupos de gansos comunes así como los gansos con collar de los que he podido leer dos. Ambos anillados en Noruega.
El Bj3 ha sido visto solamente en tres países. Su Noruega natal, Holanda y España. En España solamente se ha visto en Villafáfila por Alfonso Rodrigo, Abraham Arias y Teresa López en el 2011 y la observación que hice de él el otro día.
Ganso con el collar Srf en el que se puede apreciar la anilla metálica en su pata.
Todos los gansos son anillados en la pata pero solamente
a un porcentaje de ellos se les pone collar.
El ganso con collar Srf ha sido visto en muchas ocasiones y es quizás el ganso más observado de los que llegan a Villafáfila. Fue anillado en Noruega en 2008 y se le ha visto 27 veces. En su Noruega natal, Holanda, Dinamarca y España. En España se le ha observado, aparte de en las lagunas de Villafáfila, en La Laguna de la Nava y en Boada de Campos (Palencia) y en Doñana (Huelva). Lo curioso es que de estas 27 veces, 14 han sido observaciones realizadas en Villafáfila.
Miles de gansos llegando a la Salina Grande.
Pero Villafáfila es mucho más y cuando vas te sorprende. Así, en estos días, he podido observar: tarros blancos, zarapitos reales, avefrías, estorninos, jilgueros, halcón, cernícalos, laguneros, ratoneros, milanos reales, correlimos comunes, chorlitejos grandes, azulones, cercetas comunes, cucharas, silbones, zampullines comunes, cogujadas, lavanderas blancas, perdices y algunas gaviotas reidoras.
Zarapito real.
Aguilucho lagunero.
Esta imagen no está tomada en Villafáfila pero ilustra los dos tipos de estorninos
qué se ven en las lagunas, el negro y el pinto.
Parte de un bando de miles de jilgueros que se movían
comiendo las semillas de los cardos.
Lluvia sobre la laguna...
Cuando me iba comenzó a llover algo qué necesitan las lagunas y qué esperemos nos traiga nuevas sorpresas. 

viernes, 26 de octubre de 2012

Llegan los gansos.

El pasado día 11 de octubre, desde la ventana de mi casa, pude observar cómo pasaba el primer grupo de gansos de este año, por lo menos para mí. Iban dirección suroeste. Al día siguiente aparecieron los primeros gansos en Las Lagunas de Villafáfila; un pequeño grupo que irá aumentando progresivamente hasta llegar a los miles que pueden llegar a pasar el invierno en las lagunas.
Grupo de gansos comunes aterrizando en una tierra para comer.
Esta época de los gansos me gusta especialmente, quizás sea porque la primera vez que fui a Villafáfila, siendo bastante pequeño, me impresionó verlos. Llegamos al cruce de Otero de Sariegos y mi padre paró el coche. Nos dijo: "Mirad. Esos son gansos". Nos giramos y en el campo de la derecha, nada más entrar en la carretera hacia Otero, miles de gansos pastaban en una inmensa pradera verde. Para un niño pequeño aquello era un espectáculo. Había gansos miraras donde miraras. Nos dejó boquiabiertos. "Bajar la ventanilla y escuchar". Así lo hicimos y miles de graznidos se oían en el campo. "Están hablando". Fue mi respuesta. Eso me pareció. Era como si subieran y bajaran su entonación, como si estuvieran charlando animadamente sobre a dónde ir a comer o sobre irse a otro lugar. Quizás esa primera impresión me quedó para siempre y esa sea la razón por la que me gustan tanto los gansos.
Miles de gansos llegando a la Salina Grande.
En las siguientes semanas llegarán miles de gansos procedentes del centro de Europa que pasarán el invierno con nosotros. Hasta, más o menos, febrero o marzo se podrán ver enormes bandadas de estas curiosas aves que se moverán de los campos al agua y del agua a los campos.
Gansos comunes volando.
El ansar común es el mayor de todos los gansos y el más abundante en estas enormes bandadas. Este ganso es ruidoso, chillón, desconfiado e inteligente. Viaja en grupos dirigidos por un ganso viejo que conoce los recorridos y los mejores lugares. Su formación de vuelo en "V" es muy conocida. Vuelan así por que esta manera de volar les confiere una mayor ventaja que si fueran de manera individual. 
Formación en "V" de un grupo de gansos.
Los científicos han demostrado que se desplazan así porque se van cubriendo unos con otros frente a la resistencia del aire (un símil muy conocido pueden ser los ciclistas con el rebufo. El que va detrás va protegido del viento). Cuando el que va en cabeza, normalmente el líder, se cansa, otro toma su relevo y este pasa al grupo para recuperarse; incluso los gansos que van detrás van gritando a su compañero para animarlo a seguir.
Los gansos son muy sociales y los hermanos de una pollada se pueden mantener unidos toda la vida en el mismo grupo, incluso, cuando un miembro del grupo está enfermo, débil o herido varios compañeros se quedarán con él hasta que se recupere.
Ganso campestre (centro) en Villafáfila.
Cuando vienen los miles de gansos comunes con ellos vienen otros infiltrados como pueden ser los gansos campestres. La diferencias más visibles es que son más pequeños, su color es más oscuro y el pico lo tienen negro con la punta naranja.
Cuando los grupos de gansos están comiendo en el suelo siempre están alerta, sobre todo, al que le toca vigilar, misión que se van turnando de unos a otros. Si en el grupo hay algún campestre es un buen vigía ya que está siempre alerta y avisa el primero del peligro.
Otro de los infiltrados en estas bandadas es el ganso careto. Se distingue perfectamente por el color blanco de la base del pico y por las líneas negras del vientre. 
Ganso careto (el del pico blanco en la base, a la izquierda).
Ganso campestre (el del pico casi todo negro) y gansos comunes (el resto)

en el Centro de Interpretación de las Lagunas de Villafáfila.
Tanto el ganso campestre como el ganso careto son los que con más frecuencia vienen infiltrados entre las enormes bandadas de gansos comunes pero también pueden aparecer otros de forma más esporádica como pueden ser los gansos piquicortos, los gansos indios o las barnaclas cariblancas y todavía más raros los caretos chicos o las barnaclas canadienses entre otros.
Gansos piquicortos en la Salina Grande.
Gansos indios que encontré en una finca particular en la provincia de Zamora.
Foto ilustrativa de dos barnaclas cariblancas en la Salina Grande.
En otras ocasiones, ejemplares que estuvieran en cautividad, ya fuera porque se hubiesen escapado o fueran soltados, también pueden aparecer como fue el probable caso de una barnacla cuellirroja que apareció hace años en las lagunas de Villafáfila o incluso gansos domésticos.
Barnacla cuellirroja en Villafáfila.
También se pueden ver híbridos. El más raro de todos los que he podido ver fue en la Laguna de la Nava, en Palencia, hace algunos años, donde junto con unos guardas vimos un cruce entre barnacla canadiense y ganso nival.
Barnacla canadiense y ganso indio en Gijón.
Villafáfila está empezando a coger agua y con ella vida; y en esta vida que llega, los gansos serán durante los próximos meses unos visitantes ruidosos y numerosos. Cuando veo estos grupos me gusta mirar y buscar posibles infiltrados como los que he comentado anteriormente o cualquier otro y también es apasionante encontrar gansos anillados, gansos que les verás el collar que llevan con un código y un color determinado que según el color vendrán de un país o de otro (lugar donde han sido anillados); por ejemplo si el collar es azul oscuro es de Noruega, Suecia o Dinamarca, si es amarillo es de Alemania, el negro de España o el rojo de Checoslovaquía.
Migración de los gansos comunes a lo largo de un año.
Cuando ves estos collares siempre intentas leerlos y si lo consigues se comunica su lectura para que después, con todas las lecturas recogidas, se puedan hacer diferentes estudios, como por ejemplo de los movimientos de su migración.
En definitiva comienza la temporada de los gansos en Villafáfila. Época llena de sorpresas.

lunes, 5 de diciembre de 2011

Villafáfila. Un buen día de sol.

El día era completamente diferente al de la vez anterior que había estado en las lagunas. El sol resplandecía y la visibilidad era muy buena. Un día perfecto para ver qué podía encontrar.
Al llegar me dirigí a la laguna de San Pedro, junto a Villarrín. Había un nutrido grupo de cercetas comunes que descansaban tranquilamente observadas por los azulones que iban y venían sin parar. Algunos gansos se movían por los bordes de la laguna con su andar torpe pero decidido. Estos días son los protagonistas, los actores principales de la película. Un guarda me comentó que, actualmente, había cerca de 30.000 y todavía podrían llegar más.
Cercetas comunes descansando en la laguna.
Según iba hasta Otero de Sariegos se podían ver bandos enormes de gansos a ambos lados de la carretera, pastando unos y levantando el vuelo otros. El ansar común es el mayor de todos los gansos europeos y se quedará en la reserva hasta finales de Febrero para volver a sus cuarteles de cría en los países nórdicos (Noruega, Suecia y Dinamarca). Es, a partir de 1970, cuando comienzan a quedarse invernando regularmente en las lagunas de Villafáfila.
Tras el cruce hacia Otero se podían observar, a ambos lados de la carretera, avefrías, cernícalos comunes, aguiluchos laguneros, estorninos negros y pintos, milanos y, por supuesto, palomas. Me situé junto al observatorio para ver la Laguna Grande. Había un buen grupo de tarros blancos y ánades rabudos, dos avocetas, cientos de azulones y un considerable número de cucharas, silbones y ánades frisos. Me dispuse a marchar cuando, al girarme para el coche, divisé la característica figura de un mochuelo encima de un palomar derruido. Monté de nuevo el telescopio y  estuve contemplando cómo el mochuelo miraba expectante a varios conejos que correteaban por las ruinas del palomar.
Miles de gansos yendo hacia la Salina Grande.
De repente, un estruendoso ruido se fue acercando desde detrás del palomar y miles de gansos aparecieron volando. Venían a la Salina Grande. Chillaban y graznaban como si fuesen hablando entre ellos, parecía que se comunicaban.
Es sabida la sociabilidad de los gansos. Una vez leí algo sobre este tema que me llamó mucho la atención; lo he buscado, me ha costado, pero lo encontré en una página llamada: www.pajaricos.es. Se refería a un hecho sucedido en Las Marismas del Guadalquivir en 1931, donde fueron abatidos 6 gansos de un solo disparo (vaya puntería), cinco de los cuales estaban anillados, en Dinamarca, y cuatro tenían números correlativos.
El científico F. Bernis estaba realizando un estudio de la migración de los gansos en 1961 y hablando con un guarda le contó lo sucedido, a lo cual Bernis escribió: “Esto es una prueba más de la peculiar sociabilidad de los ánsares. Es sabido que estas aves, macho y hembra tienden a mantener su emparejamiento durante toda la vida, produciéndose, además, una notable cohesión familiar, a causa de la cual las familias de gansos perduran incluso durante el transcurso de las largas migraciones y en el cuartel de invierno, como probablemente fue aquí el caso, pues antaño todos estos ánsares eran anillados como polladas”.
Parte del enorme grupo de gansos aterrizando en la laguna.
Los miles de gansos fueron aterrizando en la Salina Grande entre las miradas indiferentes de los demás habitantes de la laguna que seguían a sus quehaceres cotidianos. Tal cantidad de gansos podía traer sorpresas y comencé a buscar para ver si había algo especial entre ellos. Y lo había. Un ganso careto y dos campestres venían en el grupo; quizás hubiera más pero no los encontré.

Tras un buen rato de observación me dirigí hasta la Laguna de Barillos, donde había prácticamente las mismas especies más un buen grupo de correlimos comunes. Por el camino pude ver varios grupos de avutardas y algunas grullas en pequeñas bandadas Más tarde, en el Centro de interpretaión,  me dijo el guarda que todavía quedaban unas 1.000 grullas. Terminé la mañana en este Centro, donde intenté localizar a un ansar indio que se había visto por allí. Ese día no estaba, quizás habrá más suerte en otro momento.