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miércoles, 20 de octubre de 2021

Fidelidad a las zonas de invernada.

La Real Academia Española de la Lengua (RAE) define invernada como: “Estancia o permanencia en un lugar durante el invierno”. La Península Ibérica es un lugar privilegiado para que miles de aves provenientes del norte y centro de Europa lleguen hasta nuestras tierras a pasar el invierno. Desde los viajeros ánsares o grullas hasta las gaviotas reidoras, sombrías o cabecinegras pasando por rapaces o pequeños pajarillos vienen en busca de mejores condiciones para poder alimentarse, para poder sobrevivir.
Las condiciones ambientales locales de muchas aves en el norte de Europa cambian de una manera constante y, en ocasiones, son cambios periódicos que se pueden predecir; esos cambios estacionales provocan una bajada generalizada de los recursos alimenticios disponibles. Sus zonas se ven cubiertas por nieve, fuertes vientos y mal tiempo que provoca que la comida escasee, desaparezca o sea muy difícil de encontrar, por lo que deciden desplazarse más al sur en su busca. Zonas en la Península Ibérica o África que disponen de abundancia de alimento cuando en sus zonas de origen escasea, no hay o cuesta mucho esfuerzo encontrarlo.
Estas aves migratorias pasarán todo el invierno entre nosotros y volverán a sus zonas de cría en primavera. Pero el cambio climático está ocasionando modificaciones en estos ciclos, alteraciones que están provocando que esas migraciones se alteren ya que, muchas de esas aves, que venían a pasar el invierno entre nosotros ya no vienen porque no les hace falta, ni les compensa, hacer un viaje tan peligroso y largo si pueden encontrar alimento mucho más cerca.
Un ejemplo que nos toca directamente es el que afecta a los ánsares comunes que llegaban por miles hasta la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila y que, prácticamente, han desaparecido. La razón fundamental de la disminución de ánsares que vienen hasta nuestras tierras en los últimos años es que tienen comida en la zona de Alemania y Holanda. Grandes extensiones de tierra ganada al mar que se utilizaban para el cultivo de flores se han abandonado y dejado libres, con lo cual, en esas tierras crecen los pastos que son alimento para todos estos ánsares que encuentran comida y, además, el invierno, tanto en Alemania como Holanda es, cada año, menos duro, con lo cual, se unen estas dos circunstancias para que miles de ánsares no se muevan de esas zonas y, los que bajan desde los países nórdicos, se queden, en gran número, también allí.
Aun así miles de aves siguen llegando hasta la Península Ibérica y muchas de ellas son fieles a sus lugares de invernada. Aves fieles que podemos identificar porque tengan algún defecto o alteración física y las haga muy reconocibles, por ser aves raras de las que hay muy, muy pocos ejemplares (por ejemplo la famosa gaviota “Cipriana”, Larus thayeri, primer ejemplar para España que apareció en febrero de 2008 y siguió viniendo al mismo punto de Lugo durante los siguientes 11 años, un poco de su historia aquí) o porque vengan anilladas y sepamos su historia.
Quiero centrarme en estas últimas. Aves anilladas que son fieles a sus lugares de invernada como sucede con algunas de las que han llegado en la última semana hasta nuestra tierra zamorana desde cientos o miles de kilómetros.
4-11-2020
La primera de ellas es una gaviota reidora: la TC1W (anillada el 22-6-2019 en Zalew Mietkowski - Polonia). Gaviota que he podido ver en el río Duero a su paso por Zamora el pasado día 17 de octubre y que lleva viniendo (o sabemos que viene) desde que la anillaron de adulta con más de dos años. Gaviota reidora que ha venido en los inviernos de 2019, 2020 y 2021 quedándose hasta principios de marzo para después regresar a Alemania donde se la ha visto en temporada de cría.
6-3-2021
Otro ejemplo es una grulla: la BBY-WGW. Anillada el 9-7-2012 en Arnimswalde Brandenburg (Alemania) que he podido ver en la Reserva Natural de las Lagunas de Villafáfila en los inviernos de 2013, 18, 19, 20 y volví a ver el pasado día 12 de octubre de 2021.
10-11-2018
20-10-2020
Si hablamos de las cigüeñas blancas tenemos bastantes ejemplos de aves que permanecen todo el invierno desde hace bastantes años entre el Centro de Residuos Sólidos Urbanos de Zamora (CRSU) y la ciudad, donde muchas de ellas duermen.
2316 el 30-1-2021 junto con Z353,
anillada en Cospeito (Lugo) el 27-5-2018 por Antonio Salazar.
Así está la 2316 anillada por Pablo Santos hace la friolera de 22 años, el 26-5-1999 y año tras año permanece en la ciudad. O la WA8F anillada el 3-6-2004 en Santa María del Páramo (León) por el GIA León y que llevo siguiendo desde hace 6 años.
WA8F y Z026 en el vertedero de Zamora el 28-9-2021.
La Z026 anillada en Guitiriz (Lugo) por Antonio Salazar el 19-5-2013 y veo en Zamora desde el 21-9-2017 invierno tras invierno. O la portuguesa 4U+ anillada el 24-1-2014 por Carlos Miguel Pacheco en Cuba (Portugal) que nos visita por segundo invierno consecutivo. Sin olvidarme de la W3SA anillada por Pablo Santos el 7-6-2004 en San Pelayo (Zamora) o la C79M anillada el 3-6-2008 por el GIA León en Santibañez de Bernesga (León) que pasan el invierno en Zamora año tras año.
C79M y W3SA durmiendo en la Iglesia de San Ildefonso
de Zamora ciudad el 20-9-2021
Ejemplos de aves fieles a su zona de invernada. Aves que ahora mismo ya están aquí. Aves a las que se les ha añadido el bisbita alpino visto por Manuel Segura el pasado 19-10-21 que repite invernada en la bella Puebla de Sanabria desde que fue anillado por Jeremy Maingueneau en Laruns (Francia), en junio de 2018 con más de dos años.
19-11-2019
27-3-2020
19-10-2021
Estos son solamente algunos de los pequeños ejemplos de aves que hacen recorridos enormes, sorteando adversidades y peligros para buscar unas mejores condiciones de alimentación en nuestra tierra. Aves que vienen año tras año. Aves que son un verdadero privilegio verlas. 
LZ5 y LB2 en diciembre de 2019.
YN32 el 19-1-2016, vista también el 6-2-2021 en el vertedero de Zamora
 así como el 30-12-2020 en el vertedero de Gomecello (Salamanca)
Aves que ya han llegado y que esperan a otras que, confiemos sigan viniendo desde la lejana Noruega como los ánsares LZ5 y LB2 a las Lagunas de Villafáfila o las gaviotas sombrías YN32 desde Islandia o B= desde Países Bajos que alternan los vertederos de Zamora y Gomecello (Salamanca) a lo largo de todo el invierno.
(Agradezco enormemente a Manuel Segura cederme sus fotografías del bisbita alpino para ilustrar esta entrada).

martes, 31 de marzo de 2020

111 especies desde las ventanas de muchos zamoranos (desde mi ventana III).

Una semana mas. Una semana mas desde mi ventana. Desde la ventana de muchos zamoranos. Desde la ventana de 38 zamoranos de 17 localidades desde las que hemos visto ¡111 especies!, ni más ni menos que 111 especies desde cada una de nuestras ventanas. 
Precioso escribano soteño fotografiado por M. Segura en Calabor.
Trepador azul fotografiado por H. Hernández "Poli" en El Puente de Sanabria.
Desde especies comunes como el colirrojo tizón, el mirlo común, la paloma doméstica o el estornino negro hasta especies mucho más sorprendentes como el búho chico, el torcecuello, el pico picapinos o el vencejo real pasando por especies que nunca me hubiera imaginado que se vieran desde casa como la cigüeña negra, la pagaza piconegra, el zarapito real o el chorlito dorado europeo. (Si pincháis aquí veréis la lista completa). Quiero agradecer enormemente a dos amigos: M. Segura y H. Hernández "Poli", grandes amantes de la naturaleza y magníficos fotógrafos prestarme sus preciosas fotografías para ilustrar esta entrada.
Pinzón vulgar fotografiado por M. Segura en Calabor.
Pico picapinos fotografiado por Poli en El Puente de Sanabria.
Serín verdecillo fotografiado por M. Segura en Calabor.
Las ventanas están abiertas, abiertas a la naturaleza urbana o rural, abiertas a la esperanza, abiertas a un mundo que antes no mirabas, no prestabas atención, estaba ahí y no tenía nuestro interés. Ahora no nos queda más remedio y nos estamos sorprendiendo de todo lo que se puede ver desde la ventana de nuestra casa, con sus peculiaridades y diferencias de unas ventanas a otras, ya sea por la ubicación de la ventana, el campo de visión o la capacidad para ver (no sólo para mirar).
Mi ventana me sigue dando alegrías. Me sigue dando aire. Me sigue dando vida. Sigo viendo la mayoría de las especies que he comentado en las anteriores entradas pero aparecen sorpresas, momentos únicos o momentos impactantes.
Vencejo real.
El vencejo real es el más grande de los vencejos españoles, desde luego para mí, el más bonito y espectacular. Es un ave especial, diferente, un ave que como todos los vencejos tiene la silueta típica en forma de arco. Vencejos que nunca se posan en el suelo y si lo hacen sería sinónimo de muerte, no podrán levantar el vuelo y morirán.
Una vez leí un artículo que me impresionó y quiero poner aquí un extracto de él: “Los ornitólogos saben desde hace mucho tiempo que el vencejo es una criatura especial. Las observaciones y las mediciones con radares les hacía sospechar que estas aves son capaces de pasar largos periodos en el aire, sin necesidad de tocar tierra o bajar al nido, hasta el punto de que se cree que duermen en el aire, dando vueltas en círculo. El equipo de Felix Lietchi, del Instituto Ornitológico de Suiza, acaba de presentar la primera prueba de que el vencejo real, la especie de mayor tamaño de estas aves, realiza una verdadera proeza: es capaz de pasar seis meses en el aire, durante su migración transahariana, sin bajar ni posarse en un solo momento.
El trabajo, publicado en Nature Communications; Liechti F., Witvliet W., Weber R. & Bächler E. (2013). First evidence of a 200-day non-stop flight in a bird, Nature Communications, 4 DOI: 10.1038/ncomms3554; sugiere que estos animales realizan todas sus necesidades fisiológicas, incluido el sueño, durante su larguísimo vuelo. Los autores del estudio colocaron unos pequeños receptores a seis ejemplares de vencejo real (Tachymarptis melba) y recapturaron a tres de ellos a su regreso a Europa tras un periodo de siete meses. Los datos recogidos en los receptores indicaban la posición mediante GPS y valores como la incidencia del sol, la posición respecto al suelo y la actividad de sus alas. Los resultados, explican los científicos, no dejan lugar a dudas: los tres vencejos volaron desde África occidental hasta Europa durante el periodo de no cría y recorrieron una distancia de 2000 km durante alrededor de 200 días sin dejar de volar” (Extracto sacado del siguiente enlace).
Este precioso vencejo real lo he visto en varias ocasiones de la última semana. Hasta seis ejemplares he podido ver juntos. Vencejos reales que vuelan rápidos, sin descanso, infatigables entorno a mi ventana. Una alegría para la vista.
Vencejos reales que vuelan por debajo de la atenta e inescrutable mirada del águila calzada que vigila esperando su ocasión. Ocasión en la que, en una décima de segundo, se gira, pliega las alas y se lanza como un misil en picado sobre una desdichada paloma del tejado.
Palomas que viven en el alambre como les gusta a varios mirlos cercanos a mi casa. Mirlos que se acercan a pequeños saltitos al objetivo. Ven al gato. Lo controlan. Saben donde está y qué va a hacer.
Un saltito mas. Un paso mas. Llegó. El gato sigue ahí. Se tensa. Agacha el cuerpo cual pequeño tigre en pos de un antílope. Salta. El mirlo se libra por poco. Volverá. Unos granitos de pienso siempre vienen bien.
Los gorriones aprovechan la tranquilidad del patio para darse un merecido baño de arena. Arena que les servirá como protector de parásitos. O para ir llevando material a su preciado nido que permanece oculto en un pequeño arbusto.
La vida sigue. Los herrerillos comunes se han unido a mi lista de vecinos al igual que los jilgueros, las currucas capirotadas, los verdecillos, los mosquiteros o los verderones que cantan y se mueven por la tranquilidad de la ciudad. Incluso un sorprendente pito real cruza por mi ventana. Pito real al que he oído varios días tamborilear en algún árbol cercano. Sin olvidarme de un aguilucho lagunero que he podido en varias ocasiones o las gaviotas reidoras y sombrías que están en plena migración.
Cigüeña blanca con material para su nido.
Un total de 42 especies llevo vistas desde mi ventana. Especies que cada una de ellas ha llenado mis anhelos de naturaleza.
Águila calzada morfo claro.
Los buitres leonados siguen pasando regularmente.
La vida sigue. La vida tranquila de la fauna de ciudad. Fauna que estamos viendo y descubriendo desde nuestras ventanas.
(Podéis encontrar más información sobre las aves vistas en la provincia desde casa en otros dos blogs zamoranos: saliegosbirding y zamorabiodiversa.

sábado, 21 de marzo de 2020

Desde mi ventana II.

Llevamos una semana. Una semana en la que debemos de ser solidarios. Debemos de hacer caso y quedarnos en nuestras casas. No puede ser que haya gente desobediente que no tengan ni dos dedos de frente y salgan a correr, pasear o incluso a la montaña (esta semana han denunciado a dos excursionistas que con ellos no iba nada y estaban por la sierra sanabresa). Ser solidarios. Es cosa de todos. A todos nos afecta. Pensar que hay gente que se está jugando la vida como los empleados de supermercados, los transportistas, el personal sanitario, los policías y guardias civiles, los miembros del ejército, los empleados de gasolineras o farmacias, panaderos, agricultores, ganaderos, repartidores, empleados de limpieza, cuidadores…están ahí, al pie del cañón para que nosotros podamos continuar adelante. Si salís a correr, pasear o lo que sea, les ponéis en peligro a ellos y a todos los demás ¡Quedaros en casa!
Una semana mirando desde mi ventana. Ventana al mundo. Ventana de salvación. Ventana de evasión. Ventana de naturaleza urbana. Ventana desde la que todos los días observo como la vida de la naturaleza sigue, sin aspavientos, sin sobresaltos, con normalidad.
Colirrojo tizón (macho).
Un colirrojo tizón persigue a su amada ante la presencia de un competidor mientras un curioso gorrión común me mira entre sorprendido e intrigado.
Gorrión común (macho).
Cigüeña blanca.
Las cigüeñas vuelan ajetreadas en sus quehaceres, los pardillos y los mirlos cantan desgañitándose ante su selecto público y las palomas, madre mía nunca me hubiera imaginado estar tanto tiempo observándolas, se pavonean delante de sus parejas o esperan a que se selle su amor.
Mirlo común (macho).
Pardillo común (macho).
Pareja de paloma torcaz en pleno proceso de cortejo.
Paloma doméstica en cortejo.
A las especies habituales que he comentado en la entrada anterior se van uniendo nuevas como los aviones roqueros que vuelan haciendo quiebros y requiebros junto a la catedral (gracias Alfonso Rodrigo por tu ayuda), los cormoranes grandes que suben y bajan por el cercano río Duero (que no lo veo por poco), grandes grupos de gaviotas reidoras que están en migración de regreso a sus cuarteles de cría o los buitres leonados que se desplazan a gran altura.
Avión roquero.
Cormoranes grandes.
Buitre leonado a gran altura.
El tiempo pasa despacio. Lentamente. No hay prisa. No hay trasiego. Los gatos callejeros están muy tranquilos y confiados; la vida sigue y a esta zona de la ciudad, todos los días, se acercan aves de caza, ya sean halcones peregrinos, milanos negros o reales, busardos ratoneros o águilas calzadas que ven en las palomas una posible presa.
Hace unos días un halcón peregrino se lanzó como un verdadero misil a por las palomas que descansaban en la cúpula de la catedral. Se dio la alarma y las asustadas palomas levantaron el vuelo despavoridas, momento en el que un águila calzada, que estaba detrás de la torre, se lanzó a por ellas en busca de una posible presa. 
Águila calzada (morfo claro).
El halcón falló por muy poco y el águila calzada también después de perseguir a las palomas unos segundos, segundos en los que una cotorra de Kramer asustada, se levantó de su posadero en un árbol cercano. Cotorra que lleva un tiempo por la ciudad. No se ha demostrado que crie (esperemos que no lo consiga).
Esta cotorra es originaria de África y el sur de Asia y ha sido introducida en España por parte de todos aquellos que la han comprado como animal de compañía y después, cuando les molestaba, la han soltado. Ahí comienza el problema. La cotorra de Kramer es muy adaptable y rápidamente ha colonizado decenas de ciudades de nuestro país, donde es un verdadero dolor de cabeza.
Una especie invasora es la que llega a un nuevo territorio, colonizándolo y criando en él. Por lo tanto alterará el ecosistema y provocará daños de diferente índole como el desplazamiento o reemplazamiento de especies autóctonas ya que competirá con ellas por el mismo alimento, provocarán riesgos para la salud humana (por ejemplo alergias) o problemas para la agricultura. Se provocará un impacto sobre los individuos autóctonos (visón americano sobre el visón europeo), genético (como la hibridación entre la malvasía canela sobre la malvasía cabeciblanca), sobre los ecosistemas (modificación del paisaje por parte del eucalipto) o sobre las poblaciones (cangrejo americano sobre el autóctono). Un verdadero problema. (Si queréis leer más sobre estas cotorras, pinchar aquí).
Milano negro.
29 especies diferentes llevo vistas desde mi ventana (todas las fotografías de esta entrada han sido realizadas durante estos días, desde la ventana de casa), no son muchas pero si son las que me acercan a la naturaleza. A lo largo de esta semana ha surgido la iniciativa entre muchos naturalistas zamoranos de toda la provincia, de ir anotando lo que vemos desde nuestras ventanas. En estos días llevamos 95 especies, algo increíble. Especies que siguen su vida, especies como la cigüeña negra, el camachuelo, el zarapito real, el torcecuello o el zorzal charlo. Especies que voy a ir actualizando en una lista que está en una pestaña a la derecha de este blog. De momento os dejo aquí la lista. Impresionante. Gracias a todos y cuidaros. (Pinchar en la lista para verla).
Podéis ver también la lista en otros dos blogs zamoranos:

lunes, 16 de marzo de 2020

Desde mi ventana I (y los que quedarán).

Mi ventana va a ser durante las próximas semanas mi ventana al mundo, mi ventana a la esperanza, mi ventana a la ilusión, mi ventana a la naturaleza, mi ventana…
Voy a pasar todos los días un rato mirando por mi ventana. Mirando las aves que vuelan libres, que se mueven en busca de pareja, que se mueven en busca de alimento, que cantan, que se pavonean o que se acicalan.
Son tiempos complicados en los que debemos de ser solidarios, en los que debemos respetar las indicaciones que nos dicen, en los que debemos de ayudar y cooperar entre todos para salir de este mal sueño. Tiempos en los que las aves viven su vida, sin preocuparse de nuestros problemas.
Desde mi ventana veo algunos árboles, la catedral de Zamora, tejados y cielo. En este mundo las cigüeñas blancas descansan en la catedral, preparan sus nidos o vuelan rumbo al vertedero mientras los gorriones comunes se persiguen por los tejados o un colirrojo tizón se exhibe sobre un muro moviendo insistentemente su pequeña y rojiza cola.
Es un mundo urbano al que las aves se han adaptado a sobrevivir. Las palomas domésticas están en pleno cortejo, las machos se pavonean y persiguen a las hembras en los tejados o en la catedral pero siempre mirando al cielo, más aún en esta época ya que uno de sus grandes enemigos aparece como una flecha caída del cielo, el halcón peregrino.
El halcón peregrino, cuando comienza la época de cría, aparece por la zona en busca de las palomas de la catedral o de las iglesias cercanas.
En mi día 1 lo he podido ver sobrevolando la zona, esperando una oportunidad. Lo he visto en varias ocasiones cazar sólo o con la pareja. Cuando lo hace en pareja es impresionante ver la estrategia que son capaces de desarrolla, cooperan en busca de un fin común.
Uno de ellos vuela muy bajo sobre los tejados; lo hace de tal manera que las palomas posadas en la iglesia o en la catedral no lo ven venir hasta que está casi encima, momento en el que se asustan y levantan el vuelo. Ahí es cuando la pareja entra en acción, un misil caído del cielo se lanza sobre el grupo de palomas asustadas que vuelan sin orden ni concierto, momento en el que una de ellas se separa o es más lenta, paloma que va a ser objetivo del halcón caído del cielo. Impresionante.
Un macho de mirlo canta altivo mientras un milano negro sobrevuela a dos milanos reales que tienen una escaramuza con constantes caídas, picados y agarradas en el aire; el territorio o la pareja serán las causas de las disputas.
Las grajillas se posan en la cúpula de la catedral mientras varios pardillos se mueven por los tejados y un carbonero común se desgañita en una rama cual cantante lírico que quiera impresionar a su dama. Junto a ellos vuelan las primeras golondrinas y aviones comunes que acaban de llegar de sus cuarteles de invierno para comenzar su temporada de cría.
Una garza real va en dirección a la colonia de cría que tienen en el río Duero mientras varias torcaces vuelan hacia un tejado en el que, sobre una chimenea o en una antena varias tórtolas turcas se acicalan o se exhiben.
Tórtola turca que llegó proveniente de Asia Menor a España en 1960 a Asturias, el primer nido se localizó en 1974 en Santander y desde 1980 se distribuyó por toda la península y Baleares para llegar a Canarias en 1990.
Anochece desde mi ventana. Es el tiempo de los cárabos que se oyen con su canto lastimero muchas noches. Cárabos urbanos que viven en un convento cercano o en el parque del castillo.
Esta ventana va a ser una importante mirada a la naturaleza, a la existencia durante los próximos días, semanas…
Ánimo a todos, cuidarse y mucha paciencia.