El día 25 de junio según iba a casa en el coche, junto al río, vi un ave blanca volando, tenía toda la pinta de un charrán. Paré y fui a ver que era. Efectivamente era un charrán que estaba pescando en la zona de Olivares en el río Duero a su paso por Zamora. Lo seguí. Se posó en una rama varada en la zuda en la que había un segundo charrán. Según les hacía fotos mi hija me toca y me dice: “Papi ahí hay un nido y una cría”. Miro y para mi sorpresa era un juvenil de avetorillo. Mi alegría fue inmensa pero la de mi hija mas ya que le dije que nunca había visto un jovencito de esta especie. Al llegar a casa lo contó encantada. Cogió el móvil de su madre y buscó en google: “juvenil de avetorillo”.
Varios días después la pareja de charranes continua en el río. Vuelan elegantes, como si bailaran en el aire, cayendo, de vez en cuando, sobre la lámina de agua para capturar algún pequeño pez. Charranes que se han detenido en este tramo del río Duero zamorano para descansar y alimentarse; charranes que reanudarán su largo viaje desde el Golfo de Guinea, las costas de Angola o incluso desde las costa de El Cabo donde pasan el invierno hasta las costas europeas desde España hasta Noruega o Suecia.
Pareja de charranes en la que el macho hace vuelos de exhibición, reclama, hace movimientos alrededor de la hembra en los que agacha la cabeza y levanta la cola y le trae regalos en forma de pequeños peces que acepta encantada. No criarán aquí pero es un privilegio seguir sus evoluciones y una oportunidad única.
Dos días después a la pareja de charranes comunes se les han unido una preciosa pareja de gráciles y elegantes charrancitos.
Charrancitos de vuelo ágil, eléctrico que está acompañado de constantes zambullidas en el río para capturar pequeños peces. Charrancitos que alternan sus espectaculares vuelos con el descanso en la zuda. Descanso merecido de unos incansables viajeros que viajan desde sus cuarteles de invierno africanos (pueden llegar hasta Sudáfrica) hasta sus zonas de cría en Europa.
Entre las gaviotas se han visto: gaviota reidora, sombría, patiamarilla, cana, cabecinegra, de Aundouin y gavión atlántico; entre los charranes: común y charrancito; entre los fumareles: común, cariblanco y aliblanco (en otra entrada iré desgranando mas profundamente todas estas observaciones). Increíble y sorprendente tal cantidad de observaciones en este punto del río Duero a su paso por Zamora ciudad.
Aves marinas que pasan el invierno en este entorno, cruzan en los pasos prenupcial o postnupcial o, simplemente, paran a descansar y alimentarse durante unas horas o unos días.
¿Qué tiene este tramo del río para que se produzcan estas observaciones? ¿Por qué se paran en este lugar?
Sinceramente creo que es por dos motivos; primero porque tienen lugares para descansar en la zuda o en los grandes bloques de piedra del viejo puente derruido que les infunden confianza y tranquilidad. Segundo porque en esta zona del río hay comida en abundancia.