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martes, 8 de mayo de 2012

Por la vega de Villaralbo.

Cuando era pequeño, en muchas ocasiones, mis padres nos llevaban a una zona de Villaralbo en la que iba la gente a bañarse en el río Duero; algo realmente impensable desde hace unos años. También acudía con mis tíos, expertos pescadores, a que nos iniciaran en el arte de la pesca, que para mí era tremendamente aburrido. Respeto a los pescadores pero, a mí no me gusta, igual que los pescadores pueden decir que qué rollo es esperar durante horas y horas a que ver si se ve un animal pasar aunque sean solamente unos segundos; a unos nos gustan unas cosas y a otros, otras. El caso es que entre tira la caña, espera  y espera y espera si pican, por allí pasaban extrañas águilas, pájaros de colores y un montón de aves acuáticas, además de algún jabalí que cruzaba el río. Eso me atraía mucho más.
Estuve mucho tiempo sin volver hasta que ya mayor me decidí a regresar y, por supuesto, todo estaba cambiado. Ya no había zona de baño y el río se había comido los mejores lugares,  pero los animales seguían estando y ahora sabía qué eran aquellos bichos raros que veía de pequeño.
Abejarucos sobre la valla.
Algo que no entiendo es el por qué de cerrar con vallas muchos de los accesos al río, cuando es obligatorio, por ley, que se pueda pasar por su márgenes. Si por ley debe de dejarse abierto el paso, ¿cómo es posible que una orilla por la que se podía caminar o ir en bicicleta por sus caminos se haya visto cortada por vallas y vallas que llegan a meterse incluso dentro del río para que no se escape el ganado? El caso es que desde hace años me gusta ir para observar y, el pasado domingo, estuve allí.
Lavandera boyera llevando material al nido.
Gorrión molinero comiendo.
Tarabilla.
En el camino que llega hasta el río desde Villaralbo, entre los campos trabajados de esta fértil vega, surgen, si vas mirando con cuidado, muchas sorpresas. Te puedes encontrar multitud de pequeños pajarillos que vuelan de un campo a otro. Lavanderas boyeras, gorriones morunos y molineros, mosquiteros comunes, tarabillas, verdecillos y verderones o jilgueros son fáciles de ver según vas avanzando por el camino. Además de las abundantes urracas, estorninos o cigüeñas.
El río tiene una muy variada vida tanto en él como en sus márgenes. En esta zona siempre hay milanos, ya sean negros o reales. Pude observar una gran cantidad de milanos negros y un milano real que todavía seguía en la zona.
Milano negro en su atalaya.
El milano negro no es un buen cazador pero sí un oportunista que come de todo lo que puede y, en esta zona, cuando el río deja charcas de agua aisladas del cauce central es frecuente verlos comer carpas y barbos que se han quedado atrapados o atacar a los polluelos de somormujos o azulones que crían en la zona.
En esta época se pueden ver un buen número de abejarucos que se mueven constantemente entre los árboles del río y los campos de cultivo buscando insectos. Esta hermosa ave, de colores espectaculares, solamente viene a comer. 
Alcaudón común dispuesto a cazar.
La sorpresa agradable de la mañana fue una abubilla que nunca había visto por allí y sobre todo una pareja de alcaudón común que tampoco había visto. Una pareja de estas pequeñas y curiosas aves estuvo gran parte de la mañana por la zona. Estuve pendiente de ver si cazaban algún topillo, ratón o incluso pajarillo. Hicieron un intento a un jilguero que tuvo una enorme suerte y se escapó en el último momento. El alcaudón es capaz de imitar a otros pájaros y eso fue lo que hizo para atraer al incauto jilguero que, atraído por el sonido, se aproximó y casi encontró la muerte que le atacó desde un arbusto. Ante tal frustración para el alcaudón y suerte para el jilguero se limitaron a capturar pequeños insectos del suelo que luego se comían en un arbusto o poste cercano.
Alcaudón común en su atalaya.
Esta zona del Duero es propicia para observar azulones, cormoranes y somormujos que crían sobre sus nidos flotantes y, cuando salen sus pequeños, los llevan a cuestas. Son dignos y complicados de ver.
Cormoranes en el río.
A media mañana decidí cambiar de ubicación y dirigirme a otra parte de la misma vega pero más cerca de Zamora. Allí me encontré con varios ruiseñores que cantaban como locos, algunos mirlos y dos carriceros que pareciera les hubieran dado cuerda para cantar y cantar sin parar y que no fui capaz de ver hasta que no se movieron de un cañizo a otro.
Carricero cantando desde un carrizo.
Martinete en la orilla contraria.
Un martinete me deleitó con varios cruces de lado a lado del río y una solitaria garza imperial se movía sigilosa entre los cañizos en busca de comida, mientras alguna garza real pasaba volando por el río.
Así es esta zona de la vega de Villaralbo, de una gran variedad. Zona que antes se podía recorrer por la orilla del río y ahora, las vallas, te lo impiden.

sábado, 7 de abril de 2012

Los gorriones. Parecidos pero diferentes.

El otro día según entraba en el jardín interior de mi casa un estruendoso alboroto llamó mi atención. En uno de los jóvenes árboles del jardín había un pelea encarnizada entre, por lo menos ocho gorriones comunes machos que revoloteaban picándose, enganchándose con las garras, persiguiéndose e incluso tirándose al suelo para picarse violentamente. La batalla duró varios minutos de gran intensidad y finalizó cuando una hembra que se encontraba en el pequeño árbol se fue. Ahí se acabó la historia. Algunos machos se fueron detrás de ella y otros, indiferentes, se marcharon por otro lado.
Así es el cortejo del gorrión común, violento y de luchas encarnizadas como en otra ocasión pude presenciar en Puebla de Sanabria. Esta fotografía es su ejemplo.
Pelea de gorriones comunes macho por una hembra que estaba en las cercanías.
Antes de continuar me gustaría agradecer a Alfonso Rodrigo (no dejéis de visitar su extraordinario blog: http://birdingzamora.blogspot.com.es/, merece la pena) y Fernando G. Roncero, dos amantes de la naturaleza y grandes pajareros, el haberme prestado sus fotografías para esta entrada. Gracias a los dos.
Todo el mundo conoce al gorrión, es uno de los pájaros más humanizados y que más convive con nosotros en ciudades y pueblos. Pero, como comentaba en una entrada anterior, está teniendo una regresión, está desapareciendo a velocidades preocupantes para los científicos y naturalistas de todo el mundo. Aunque nos parezca increíble ya ha desaparecido de ciudades como Londres, Dublín, Edimburgo, Praga o Berlín. Y en Gran Bretaña han desaparecido cinco millones de parejas en los últimos treinta años. En España, por el momento, la situación no está tan mal pero sí es preocupante en ciertas zonas, como por ejemplo en Valencia, que ha descendido en los últimos años en un 90% su población y en Madrid están comenzando a tener problemas.
Baño en un charco de Toro de un gorrión común macho.
Todo el mundo conoce a este pequeño pájaro pero lo que no sabe mucha gente es que no solamente hay gorriones comunes y que, seguramente, confunda con las otras especies que existen.
Así, el pequeño gorrión se ha ido adaptando a unas áreas u otras. Mientras que el gorrión común lo encontramos, sobre todo, en las ciudades, el gorrión molinero y el moruno nos los encontraremos en el campo, son la versión campestre del común. En la alta montaña nos encontraremos con el gorrión alpino, al que, por cierto, nunca he visto.Y por último, en gran parte de España, menos en el norte, nos encontramos con el gorrión chillón. Todos se comportan más o menos igual, aunque el más tímido es el molinero.
Gorrión común en Villafáfila.
Gorrión chillón.
El gorrión es un pájaro que cae bien aunque, no cante ni sea de vistosos colores; nos cae bien y estamos acostumbrados a verlo revolotear entre los coches y los edificios de nuestras ciudades. Seguramente es el ave que recordamos desde pequeños y que primero somos capaces de conocer aunque, como dije antes, haya varias especies. Así es que si estás viendo un gorrión observa atentamente. Si crees que estás viendo un macho de gorrión común y tiene una mancha oscura en las mejillas y la parte de arriba de la cabeza (píleo) marrón, es un gorrión molinero. Si sigues viendo a ese macho y le ves todo el pecho lleno de manchas negras y también el píleo marrón, no es un gorrión común es un gorrión moruno y si aparece una hembra y le ves una tira clara en la cara, desde el ojo hasta la nuca, y una mancha amarilla en el cuello, será un gorrión chillón. El gorrión alpino no tiene confusión ya que lo encontraremos en la alta montaña y tiene todo el pecho y parte de las alas, blancas.
Gorrión molinero llevando una ramita al nido en Los Tres árboles.
Gorrión alpino en Los Picos de Europa.
Por lo tanto, cuando veamos un gorrión debemos fijarnos en qué especie es; esto es muy fácil de enseñar a los niños ya que para ellos comenzará como un juego y se irá convirtiendo poco a poco en una inquietud y afán de saber más, de conocer más pájaros. 
En una ruta por Doñana el guía que nos llevaba hizo una pregunta al grupo: “¿qué marca de coche es este símbolo? (hizo la forma de una estrella)”. Automáticamente todos dijeron: “¡Un Mercedes!”. “¿Y este? (hizo varios aros unidos)”. Todos dijeron: “¡Un Audi!”. “Y esa ave. ¿Qué es?”. Nadie habló. Ninguno del grupo sabía qué ave era. “¿Nadie lo sabe?”. Preguntó otra vez. Levantamos la mano, un poco acobardados. “¿Alguien más?”, preguntó de nuevo. "¿Cuál es? (nos preguntó)”. “Un Milano Real”. Contestamos. Era un simple milano real y nadie lo sabía. Una de las aves más conocidas que, increíblemente, nadie conocía. El guía continuó: “¿Cómo es posible que ustedes sepan todos los coches y sean incapaces de saber cuál es esa ave? ¿Por qué estamos olvidando enseñar a los niños a conocer las aves que están a nuestro alrededor?”
Hembra de gorrión común.
Enseñemos a los niños a diferenciar los pájaros. Enseñemos a los niños a respetarlos, valorarlos y seremos capaces de que en el futuro se eviten muchas barbaridades y atropellos. Si comienzan aprendiendo con los pájaros, continuarán con la naturaleza, y estaremos invirtiendo en el futuro de nuestros bosques y campos.
En una calle de Sevilla me encontré este cartel escrito en unos azulejos. Estaba en la puerta de un colegio y es un ejemplo que en muchos sitios se debería de seguir.
Y este otro que estaba en el parque de María Luisa, también en Sevilla. Enseñemos a los niños a querer, apreciar y valorar a los pájaros que nos rodean, no será un trabajo en vano.