domingo, 29 de abril de 2012

Ver al lobo. Cuestión de suerte.

Muchas veces ver un lobo es cuestión de suerte, aunque esa suerte puedes buscarla mínimamente, es decir, tendrás más probabilidades de verlo si sabes en la zona por la que se mueve. Aún así pueden estar varias personas en un mismo lugar, que pase el lobo y no lo vean todos, lo vean unos sí y otros no. Eso sucede con cierta frecuencia.
El lobo es un animal muy inteligente y un experto en pasar desapercibido, además de ser una animal eminentemente nocturno, aunque eso no impide que  pueda aparecer a las cinco de la tarde o a la una del mediodía pero, lo normal, es que se mueva desde el anochecer hasta el amanecer.
Puedes pasar a su lado y no enterarte de que está ahí. O puedes estar esperándolo, porque sabes que está o que tiene pasar, y no verlo, aunque haya pasado delante de tus narices y no lo has visto. Voy a contaros tres momentos en los que nos sucedió algo parecido.
Está ahí y no lo ves. Pasas a su lado y no lo ves.
Sabíamos que en la zona había una loba. Sabíamos dónde estaba y también que el único sitio para verla en condiciones era un claro, en medio del robledal; José Luis, Ernesto, Pilar y yo no quitábamos ojo del claro. La tarde empezaba a caer y no aparecía. Nuestras esperanzas se estaban diluyendo a la par que la luz del día hasta que un zorro asomó en el claro. Entró confiado. De derecha a izquierda. Olisqueando y buscando topillos que llevarse a la boca. Todo parecía normal. Cuando llegó al medio se paró en seco, giró y levantó la cabeza, las orejas tiesas y, al segundo, salió corriendo como alma que lleva el diablo. Algo pasaba. Su comportamiento no era normal. Acto seguido apareció un lobo corriendo desde la parte de arriba del claro hacia el zorro que salió de allí a toda velocidad. El lobo cruzó todo el claro corriendo en la dirección por la que el zorro había huido. Fueron unos segundos nada más. Éramos cuatro y Pilar no lo vio. Estaba, en ese momento, colocándose una prenda de abrigo, ya que empezaba a hacer frío. Coincidencia y mala suerte a partes iguales que no acabó ahí, ya que, minutos más tarde, volvió a cruzar el claro en otra dirección y Pilar se lo volvió a perder pues estaba lamentándose de su mala suerte anterior y no estaba mirando por los prismáticos justo cuando pasó de nuevo. Ese día, la pobre Pilar, tuvo razones para lamentarse profundamente y muchas veces me lo recuerda. 
Cruza y no te da tiempo a enfocarlo o no hay luz suficiente o, lo que
es peor, no llevabas la cámara. Pero es un momento inolvidable.
(Sé que la fotografía está desenfocada. Está puesta adrede)
En otra ocasión caminábamos, José Luis, su cuñado y yo, por la sierra. Estábamos preparando una ruta para un grupo. Caminábamos tranquilamente. Hablábamos de las posibilidades de la zona, las huellas que íbamos encontrando y  el camino a seguir. Paramos en una cresta desde la que se divisaban varios valles. Cogimos los prismáticos y miramos a ver si había corzos o ciervos, ya que la zona era muy propicia pero la hora no; eran las once de la mañana. Cada uno nos pusimos a mirar hacia un lado. Uno a la ladera de enfrente. Otro al valle de la izquierda y yo al de la derecha. Me giro y lo hago hacia el lado que no mirábamos. En ese momento. A unos 25 metros, por el camino que acabábamos de venir, cruzó un lobo de derecha a izquierda del camino. Mi sorpresa fue enorme. Acabábamos de pasar por allí no hacía ni cinco minutos y el lobo había esperado a que pasáramos para cruzar él. Me quedé perplejo. Avisé a mis compañeros que rápidamente miraron al sitio indicado. No lo volvimos a ver y eso que cruzó por un descampado y se metió en una zona de brezos y robles jóvenes. Sabíamos que estaba ahí pero no fuimos capaces de volver a verlo. Así es el lobo. Aparece y desaparece como por arte de magia.
También puedes verlos (4 lobos) pero a demasiada distancia para
 la cámara que llevas. Ahí están y el momento lo recordarás siempre.
El último caso fue tremendamente curioso y no fue mala suerte sino sorpresa e incredulidad. Sucedió una tarde de verano. A finales de agosto. Me encontraba con toda mi familia merendando en una finca que tenemos cerca de Zamora. La mesa estaba muy animada y entre tortilla y pimientos me quedé mirando la ladera de enfrente. De los arbustos había salido…¡un lobo! Cruzó toda la ladera tranquilo, sin prisa, mientras todos los que estábamos en la merienda lo mirábamos perplejos, llenos de incredulidad. Éramos siete y lo vimos todos. Hasta mi sobrina de tres años que decía que era un perro y luego le explicamos que lo que había visto era un lobo y a todo el mundo se lo contaba; por cierto, explicarles a los niños, que no todos los lobos son malos, que no son como los que salen en Caperucita, los Tres Cerditos o cualquiera de los cuentos clásicos y que, durante siglos, se les ha acusado y creado muy mala fama de una forma interesada. Antes era en los cuentos donde se pregonaba su mala fama, ahora, en los periódicos con noticias exageradas o amplificadas de una manera excesiva.
El lobo es un animal astuto e inteligente y muy difícil de ver, aunque a veces nos sorprende con encuentros inesperados (como este último que os conté) aunque para verlo hay que echar muchas horas en el campo y muchas desilusiones o frustraciones pero cuando lo ves, siempre es diferente y siempre es una ocasión especial y única aunque sean unos pocos minutos o segundos.

martes, 24 de abril de 2012

Villafáfila. Primeras polladas.

Va a ser un año malo para que las aves críen en Villafáfila, o como dicen ya muchos, un año malísimo. Ya deberían de estar saliendo polladas de ciertas especies o por lo menos en el proceso de cortejo unas y cría otras, pero las condiciones de las lagunas no ayudan. El agua es muy escasa y además se ve barrida por el fuerte viento de los últimos días. El sábado por la mañana y el domingo por la tarde estuve en las lagunas y en ese período de tiempo la poca agua que quedaba en la Salina Grande se desplazó, de un lugar a otro, favoreciendo la perdida de agua más rápidamente.
Pollada de tres gansos en la parte de arriba y de siete en el medio.
Pero aún así se ven las primeras polladas. He visto dos polladas de gansos comunes y hay otra de azulones. Muy poco bagaje para las fechas en las que estamos pero es lo que hay. Todas se encuentran en la laguna de abajo del Centro de Interpretación. Normalmente los gansos vuelven a sus lugares de cría habituales en el norte de Europa pero hay ejemplares que por diversos motivos se quedan, ya sea por encontrarse enfermos, débiles o ser demasiado viejos; entre ellos tenemos un pequeño grupo de gansos comunes y el infiltrado, un ganso campestre, que han decidido quedarse y viven en la laguna de abajo del Centro de Interpretación y salen a comer a las alfalfas cercanas. Seguramente alguna de estas polladas sea de una pareja de este grupo.
Ganso campestre que no ha emigrado, seguido de varias avocetas y cigüeñuelas.
Hay dos polladas, una de tres y otra de siete pequeños gansos. Esta última es de pollos muy pequeños, de no más de dos días; en cambio la de tres pollos son algo más grandes, tienen cerca de una semana.
La verdad es que hizo mucha ilusión verlas ya que son las primeras y además inesperadas, ya que no tenía ninguna esperanza de ver ninguna. Estos pollos son muy vulnerables y su número se verá mermado por águilas, aguiluchos y milanos. Esperemos que alguno de ellos pueda salir adelante.
Pollada de siete pequeños gansos bebiendo en la laguna.
Como dije antes he estado el sábado por la mañana y el domingo por la tarde en las lagunas haciendo un recorrido atípico, ya que las zonas de agua, por cierto, por la cantidad de agua que hay parece que estuviéramos en junio, marcan a donde debes de ir. Dos días tremendamente diferentes, ya que mientras el viento del sábado era de una virulencia tremenda y desagradable, la tarde del domingo era espléndida.
Tres zampullines cuellinegros.
Los dos días estuve en la balsa y mientras el sábado había seis zampullines cuellinegros el domingo solamente había dos. Están con un espectacular plumaje nupcial entremezclados con un grupo de fochas y zampullines comunes. El zampullín cuellinegro lleva, al igual que los somormujos lavancos, a sus crías sobre sus espaldas como podéis ver pinchando aquí.
También nos encontramos con un elevado número de limícolas, es decir, el grupo de aves que viven en las orillas y se alimentan de los pequeños animales que encuentran entre el lodo o cieno y, como les explico a los niños en muchas ocasiones, son complementarios, no se estorban unos a otros; como los hay con diferentes tamaños y formas de picos (cortos, largos, puntiagudos, con curva,…) todos comen a diferentes profundidades y para todos hay comida, se complementan.
Chorlitejo Grande.
Pudimos ver archibebes, correlimos, chorlitejos, andarrios,…pero si queréis saber todos los que puede haber no dudéis en visitar el blog de Alfonso Rodrigo que os los explicará perfectamente. De entre todos quiero destacar uno que es una rareza y nunca había visto, el Correlimos de Temminck, viéndolo coincidimos con Cristian Osorio y un grupo de gallegos. Este pequeño correlimos se mueve ágil y sin descanso por la orilla de la laguna buscando incesantemente su comida en el lodo.
Correlimos de Temminck.
Buscábamos los famosos moritos que se me han resistido todo el tiempo que llevan aquí y la polluela pintoja vista recientemente, pero no encontramos a ninguno de ellos, aunque haya poca agua y el día esté desapacible, Villafáfila siempre te ofrece avistamientos, menos de los que desearíamos en esta época pero es lo que tenemos.
Gaviota reidora.
Así pudimos ver varias pagazas piconegras, gaviotas reidoras, cigüeñuelas, lavanderas cascadeñas, un considerable bando de jilgueros, varios trigueros, un escribano montesino, cernícalos comunes y primillas, varios machos y hembras de lagunero, una pareja de ratoneros, dos milanos reales y varios negros, un zarapito real, un macho de ánade friso en San Pedro junto con dos parejas de cerceta común, un cuchara macho y grandes bandos de azulones, un macho de aguilucho cenizo, varias perdices, avocetas  y un grupo de tarros blancos en la Laguna Grande, así como porrones europeos y moñudos.
Gansos saliendo del Centro de Interpretación a comer fuera.
Pagaza piconegra.
Un águila calzada nos sorprendió posada en una de las cruces del cementerio viejo con una paloma entre las garras. 
Águila calzada.
como no todo son aves, también vimos varias mariposas que parecía estuviesen petrificadas, creo que estaban medio aletargadas por el aire y el frío. Si queréis saber más de estas mariposas entrar en el blog de Ernesto que os dirá más acerca de ellas.
Precioso jilguero que me encontré al llegar a casa
 cantando como un loco en un jardín.
Estos han sido dos magníficos días por las lagunas que no visitaba desde antes de Semana Santa, en compañía de mis amigos Fernando G. Roncero, Ernesto Hernández y mi novia Isa. 

miércoles, 18 de abril de 2012

La gineta. Sombra en la noche.

Mi primo y yo volvíamos en coche de dar una vuelta por unos pinares cerca de Peñausende; la luz se escapaba poco a poco, el día tocaba a su fin. Veníamos hablando tranquilamente de nuestro tema favorito, los animales, que si los jabalís no sé qué y los lobos no sé cuánto, cuándo..., de repente, vemos unos ojos luminosos seguidos de un ligero movimiento en la cuneta de la izquierda; mi primo reduce la velocidad hasta parar por completo y vemos cruzar una gineta la carretera. Lo hizo tranquila pero sin pausa. Al llegar a la cuneta de la derecha se subió por un muro de piedra hasta un grueso tronco de un árbol y se nos quedó mirando fijamente. Nos quedamos quietos, en silencio, observándola con enorme interés. Ahí estuvo unos segundos en los que pudimos apreciar la belleza de este extraño animal, tan difícil y complicado de ver, tan complicado que era la primera vez que veía una en plena libertad y viva.
Fotografía de una gineta de día hecha por Alberto Carreño 
al que agradezco enormemente 
prestármela  para ilustrar esta entrada.
Este encuentro que duró demasiado poco me gustaría dividirlo en varias partes para así poder explicar las características de este curioso animal que es eminentemente nocturno y es complicadísimo ver de día.
La cuneta izquierda: Lo primero que vimos de ella fueron sus ojos. Un simple brillo que llamó nuestra atención inmediatamente. Esos ojos, relativamente grandes, que tiene perfectamente adaptados a su vida nocturna. Son grandes porque necesitan recoger el mayor número posible de rayos de luz y tienen la pupila vertical ya que este hecho les permite controlar la luz que entra en el ojo. Si es de noche y hay poca luz, la pupila se abrirá hacia los lados para permitir que entre mucha más luminosidad y si es de día, la pupila se cerrará al máximo, se pondrá como una línea vertical ya que no necesitará tanta luz.
La carretera: ahí vimos su andar y forma característicos. Es alargada con una cola extremadamente larga, anda pegada al suelo; sus patas son muy cortas y su cabeza pequeña, pareciera que se desplazara levitando. Aquí nos llamó poderosamente la atención su enorme cola gris surcada por varios anillos negros que, es más larga que la cabeza y cuerpo juntos. Y esa cola es una parte importantísima de su movimiento. Le da estabilidad en las alturas y le permite bajar, subir y saltar por los árboles con una agilidad extraordinaria, es su timón y estabilizador.
Según avanzaba por el asfalto, la escasa luz se reflejaba en su pelaje gris salpicado de manchas negras que le dan un aspecto diferenciador de unas ginetas a otras, al igual que las cebras, todas tienen las manchas diferentes. Es su signo de identidad.
Joven gineta acurrucada en un centro de recuperación.
El muro y el árbol: aquí desplegó toda su facilidad y elegancia para moverse y trepar por superficies verticales. Aquí entran en juego, aparte de su cuerpo alargado, patas cortas y larga cola, sus uñas. Uñas que son retráctiles y que despliega solamente cuando las necesita, ya sea para trepar o para cazar.
Siempre recordaré unas imágenes que me impresionaron de pequeño de mi  programa favorito, que tanto ha influido en cientos de niños para que amásemos y admirásemos la naturaleza, El Hombre y La Tierra; de dos ginetas que cooperaban para cazar. Lo hacían subiéndose una a un árbol con una agilidad extraordinaria para asustar a un ave y que, como era de noche, no podía volar y así cayera al suelo, donde la otra la esperaba para cazarla.
Magnífica fotografía de Alberto Carreño en la que vemos la pequeña cabeza
de la gineta con su pupila vertical contraída por la luz del día,
morro afilado y grandes orejas.
El árbol: en él pudimos ver y fijarnos en su pequeña cabeza que, aparte de sus ojos que ya mencioné, tiene unas enormes y tiesas orejas que le delatan como un animal nocturno. El oído lo tienen muy desarrollado y estas orejas son como dos parabólicas que le permiten captar los más mínimos ruidos de sus presas, ya sean roedores o aves, así como cualquier peligro que le pueda acechar.
Algo muy curioso de las ginetas es que los antiguos egipcios las domesticaban y las tenían en las casas para que les eliminaran los ratones; más tarde, los árabes hicieron lo mismo y las introdujeron en España, siendo nuestro país junto con el suroeste de Francia los únicos lugares en donde se encuentra fuera de África.
Este fue mi único encuentro con una gineta viva, ya que por desgracia las he visto atropelladas en carreteras y cunetas y aquí quiero contar un hecho que supuso la primera vez que la vi.
Había dormido en casa de mis abuelos. Me levanté y fui hasta la cocina para hacerme el desayuno. Me acerqué a la nevera para coger la leche. La abrí y el salto que pegué fue directamente proporcional al susto que me llevé. Había una gineta en la nevera. Tiesa. Congelada. Mi primo la había atropellado y la había guardado en la nevera para enseñárnosla y que así la viéramos los demás. Allí estaba. Tiesa como un palo. Ese es uno de los problemas que han tenido estos animales, los atropellos, sin olvidarnos que fueron blanco de los peleteros para hacer abrigos y se le consideraba una alimaña que había que combatir y eliminar, pero la gineta es una superviviente nata y se adapta a todo tipo de terrenos y circunstancias, así como una extraordinaria cazadora que aprovecha cualquier recurso a su alcance, incluso frutos.
Este ha sido mi único encuentro con una gineta viva, en libertad. Espero que se repita y poder disfrutar de un animal tan curioso como este.
(Podéis visitar la página de Alberto Carreño en fotonatura pinchando AQUÍ. Seguro que os gusta)

sábado, 14 de abril de 2012

Harold y Poli. Los ojos de Mari Carmen y Mariano.

Hemos estado toda esta semana de viaje, en París. Tenía preparada una entrada para hoy, nada más llegar, pero durante estos seis días en una ciudad increíble y espectacular hemos coincidido en el grupo con dos personas dignas de admiración por su valentía, perseverancia y amor a la vida. Se llaman Mariano y Mari Carmen y son ciegos. Ciegos. Sí. Pero con unas tremendas ganas de disfrutar, de hablar, de conocer, de relacionarse, de absorber sensaciones, de vivir… y con ellos iban Harold y Poli, sus ojos. Y en ellos me quiero centrar.
Este es Harold.
Este es Poli.
Actualmente en España hay 1.000 perros guía ayudando a personas ciegas. Casi todos provienen de la escuela que la ONCE (Organización Nacional de Ciegos Españoles) tiene en Madrid. Cada año educa y entrena a 100 perros guía; también provienen de una escuela norteamericana en Rochester, Estados Unidos, que cada año manda a España 24 perros guía. Harold y Poli provienen uno de cada una de estas escuelas.
Mariano y Mari Carmen han ido a todos los lugares con nosotros. Han entrado en museos, iglesias, palacios, han ido por el metro, han subido en escaleras mecánicas, han paseado por París, han entrado en restaurantes y siempre se les veía tranquilos, muy educados y sociables. Os aseguro que es satisfactorio observar cómo se mueven, la confianza absoluta que tienen en sus perros. Mariano me dijo en una ocasión, “Poli son mis ojos. Me fío de él. Confío en él”.
Harold y Poli son dos cruces de Labrador y Golden Retriever. Poli tiene más de Labrador y Harold tiene más de Golden. Ver su comportamiento es digno de todo elogio. Son perros amables, cariñosos, inteligentes, vivaces y con una mirada de buenos que no pueden con ella.
Para no extenderme demasiado voy a centrarme en situaciones concretas para que entandáis la importancia de los perros para Mariano y Mari Carmen y del entrenamiento tan intensivo que han tenido que recibir  para poder realizar su función.
Poli con la cabeza levantada y Harold tumbado en la
Sainte Chapelle esperando a que sus dueños
terminen de leer en Braille un libro acerca  de los monumentos de París.
Su entrenamiento comienza desde que nacen. Aunque quizás comience incluso antes de nacer, seleccionando a sus padres para que de su cruce salga una buena camada. Sin embargo, no todos los perros valdrán para ser perro guía. Los van seleccionando poco a poco. A los dos meses se los dan a una familia de acogida que los sociabiliza hasta el año, que es cuando empezarán su entrenamiento en serio. Entrenamiento que me decía Mariano que era durísimo y muy complicado. Suele durar un año y cuando el perro tiene dos es entregado a una persona que lo ha solicitado. Aunque no se entregan al azar, sino que a cada persona solicitante se le asigna el perro que mejor se adapte a sus características o circunstancias. Cuando se le entrega el perro deberá acudir a la escuela de perros guía a aprender a tenerlo, tratarlo y andar con él, será más o menos durante un mes. Después se lo podrá llevar.
Como cualquier perro normal hay que sacarlo por la mañana a hacer sus necesidades pero estos perros no las hacen sin que sus guías les den la orden. En una ocasión, caminando por una de las calles de París veo que Mariano se separa un poco del grupo, me acerco a él y le pregunto que si le sucede algo y me contesta que Poli va a hacer sus necesidades. Le digo que no tiene pinta y me dice: “Sí. Sí quiere”. Le suelta un poco la correa y comienza a animarlo y a darle una orden. Poli comienza a dar vueltas, a ponerse nervioso y termina haciéndolo. Automáticamente Mariano saca una bolsa de plástico del bolso, recoge el excremento y me dice, “vamos con el grupo”. Estos perros no hacen ninguna necesidad hasta que su dueño se lo ordena.
Bajando las escaleras de la Opera Garnier.
Harold y Poli iban decididos, caminaban por la calle en línea recta, un poco por delante de sus dueños. Si veían cualquier obstáculo, siempre pasaban ellos al lado de él, es decir, pasaban entre el obstáculo y su dueño. Sorteaban pibotes, farolas, gente, coches y cuando llegaban a un escalón, bordillo o escalera paraban y marcaban que había una dificultad. Mariano y Mari Carmen de vez en cuando les daban una caricia, una palabra amable e incluso una galletita que llevaban en el bolso con un cariño tremendo y el perro les correspondía con una mirada tierna que, aunque sus dueños no puedan ver, sí la perciben perfectamente. Aunque en alguna ocasión si iban nerviosos o demasiado deprisa les reprendieran simplemente con un, "¡no!", y un pequeño tirón. Su relación y compenetración es absoluta.
En otra ocasión nos encontrábamos en uno de los palcos de la Opera Garnier y Mari Carmen estaba agachada acariciando a Harold. Me acerco y le pregunto qué le pasa. Me contesta que Harold está nervioso con tanta gente. Allí estaba ella, tranquilizando a su perro, a sus ojos. Acariciándolo con gran dulzura y hablándole tiernamente. Me quedé contemplándolos cuando me dice: “Qué pesados estos japoneses. Si les cobrara un euro por cada foto que están haciendo a Harold me haría rica”. El perro estaba nervioso porque el palco estaba lleno de japoneses haciéndole fotos y yo no me había dado cuenta.
En otra ocasión, según íbamos andando por la calle me comenta Mariano todo sorprendido: “No sé por qué se asombran tanto estos franceses de vernos por la calle. Seguramente sus ciegos no se muevan tanto como nosotros”. Era cierto. Por donde íbamos eran el centro de las miradas e incluso en el Museo del Louvre; en la Opera Garnier tuvieron problemas para entrar con sus perros, pues no los dejaban pasar. Al final entraron.
En el Museo del Louvre donde hicieron parte de nuestro recorrido y
después fueron a una sala donde pudieron tocar algunas reproducciones. 
En España es obligatorio por ley que los perros guía entren en cualquier sitio. En Francia, por lo visto, no están tan adelantados como nosotros. En algunos lugares no entiendían que son perros especiales que cuando entran en un autobús, taxi, metro, museo o iglesia si su dueño se lo ordena se van a tumbar a sus pies, no harán nada, no ladrarán y no mancharán, pero estarán absolutamente pendientes de su dueño.
Os podría contar decenas de hechos de estos días tanto de Harold y Poli como Mariano y Mari Carmen. De su percepción, de sus sentimientos. De cómo se hacen fotos, de cómo reconocen las marcas de los coches, de cómo saben si las tiendas están abiertas o cerradas, de cómo aprecian la belleza sin verla, la sienten de otra manera, la perciben de otra forma; como Mari Carmen, que cuando le preguntamos qué era lo que mas le había gustado del Palacio de Versalles nos contestó que los jardines porque eran muy bonitos. Ella los sentía, los olía, los oía…de una forma que los demás no buscamos, porque somos muy visuales y obviamos el uso de los otros sentidos para disfrutar las cosas. Durante estos días nos han dado a todo el grupo una lección de amar la vida, de afrontarla con optimismo, de querer vivirla aun con sus dificultades y problemas. Mi admiración hacia los cuatro y hacia todos aquellos, tanto adiestradores como fundación ONCE, que son capaces de hacer posible que unos animales sean tan importantes para la vida de tantas personas. Espero que algún día seamos capaces de ver estas situaciones como algo normal, eso sería la verdadera integración para todos.

sábado, 7 de abril de 2012

Los gorriones. Parecidos pero diferentes.

El otro día según entraba en el jardín interior de mi casa un estruendoso alboroto llamó mi atención. En uno de los jóvenes árboles del jardín había un pelea encarnizada entre, por lo menos ocho gorriones comunes machos que revoloteaban picándose, enganchándose con las garras, persiguiéndose e incluso tirándose al suelo para picarse violentamente. La batalla duró varios minutos de gran intensidad y finalizó cuando una hembra que se encontraba en el pequeño árbol se fue. Ahí se acabó la historia. Algunos machos se fueron detrás de ella y otros, indiferentes, se marcharon por otro lado.
Así es el cortejo del gorrión común, violento y de luchas encarnizadas como en otra ocasión pude presenciar en Puebla de Sanabria. Esta fotografía es su ejemplo.
Pelea de gorriones comunes macho por una hembra que estaba en las cercanías.
Antes de continuar me gustaría agradecer a Alfonso Rodrigo (no dejéis de visitar su extraordinario blog: http://birdingzamora.blogspot.com.es/, merece la pena) y Fernando G. Roncero, dos amantes de la naturaleza y grandes pajareros, el haberme prestado sus fotografías para esta entrada. Gracias a los dos.
Todo el mundo conoce al gorrión, es uno de los pájaros más humanizados y que más convive con nosotros en ciudades y pueblos. Pero, como comentaba en una entrada anterior, está teniendo una regresión, está desapareciendo a velocidades preocupantes para los científicos y naturalistas de todo el mundo. Aunque nos parezca increíble ya ha desaparecido de ciudades como Londres, Dublín, Edimburgo, Praga o Berlín. Y en Gran Bretaña han desaparecido cinco millones de parejas en los últimos treinta años. En España, por el momento, la situación no está tan mal pero sí es preocupante en ciertas zonas, como por ejemplo en Valencia, que ha descendido en los últimos años en un 90% su población y en Madrid están comenzando a tener problemas.
Baño en un charco de Toro de un gorrión común macho.
Todo el mundo conoce a este pequeño pájaro pero lo que no sabe mucha gente es que no solamente hay gorriones comunes y que, seguramente, confunda con las otras especies que existen.
Así, el pequeño gorrión se ha ido adaptando a unas áreas u otras. Mientras que el gorrión común lo encontramos, sobre todo, en las ciudades, el gorrión molinero y el moruno nos los encontraremos en el campo, son la versión campestre del común. En la alta montaña nos encontraremos con el gorrión alpino, al que, por cierto, nunca he visto.Y por último, en gran parte de España, menos en el norte, nos encontramos con el gorrión chillón. Todos se comportan más o menos igual, aunque el más tímido es el molinero.
Gorrión común en Villafáfila.
Gorrión chillón.
El gorrión es un pájaro que cae bien aunque, no cante ni sea de vistosos colores; nos cae bien y estamos acostumbrados a verlo revolotear entre los coches y los edificios de nuestras ciudades. Seguramente es el ave que recordamos desde pequeños y que primero somos capaces de conocer aunque, como dije antes, haya varias especies. Así es que si estás viendo un gorrión observa atentamente. Si crees que estás viendo un macho de gorrión común y tiene una mancha oscura en las mejillas y la parte de arriba de la cabeza (píleo) marrón, es un gorrión molinero. Si sigues viendo a ese macho y le ves todo el pecho lleno de manchas negras y también el píleo marrón, no es un gorrión común es un gorrión moruno y si aparece una hembra y le ves una tira clara en la cara, desde el ojo hasta la nuca, y una mancha amarilla en el cuello, será un gorrión chillón. El gorrión alpino no tiene confusión ya que lo encontraremos en la alta montaña y tiene todo el pecho y parte de las alas, blancas.
Gorrión molinero llevando una ramita al nido en Los Tres árboles.
Gorrión alpino en Los Picos de Europa.
Por lo tanto, cuando veamos un gorrión debemos fijarnos en qué especie es; esto es muy fácil de enseñar a los niños ya que para ellos comenzará como un juego y se irá convirtiendo poco a poco en una inquietud y afán de saber más, de conocer más pájaros. 
En una ruta por Doñana el guía que nos llevaba hizo una pregunta al grupo: “¿qué marca de coche es este símbolo? (hizo la forma de una estrella)”. Automáticamente todos dijeron: “¡Un Mercedes!”. “¿Y este? (hizo varios aros unidos)”. Todos dijeron: “¡Un Audi!”. “Y esa ave. ¿Qué es?”. Nadie habló. Ninguno del grupo sabía qué ave era. “¿Nadie lo sabe?”. Preguntó otra vez. Levantamos la mano, un poco acobardados. “¿Alguien más?”, preguntó de nuevo. "¿Cuál es? (nos preguntó)”. “Un Milano Real”. Contestamos. Era un simple milano real y nadie lo sabía. Una de las aves más conocidas que, increíblemente, nadie conocía. El guía continuó: “¿Cómo es posible que ustedes sepan todos los coches y sean incapaces de saber cuál es esa ave? ¿Por qué estamos olvidando enseñar a los niños a conocer las aves que están a nuestro alrededor?”
Hembra de gorrión común.
Enseñemos a los niños a diferenciar los pájaros. Enseñemos a los niños a respetarlos, valorarlos y seremos capaces de que en el futuro se eviten muchas barbaridades y atropellos. Si comienzan aprendiendo con los pájaros, continuarán con la naturaleza, y estaremos invirtiendo en el futuro de nuestros bosques y campos.
En una calle de Sevilla me encontré este cartel escrito en unos azulejos. Estaba en la puerta de un colegio y es un ejemplo que en muchos sitios se debería de seguir.
Y este otro que estaba en el parque de María Luisa, también en Sevilla. Enseñemos a los niños a querer, apreciar y valorar a los pájaros que nos rodean, no será un trabajo en vano.

miércoles, 4 de abril de 2012

Por la Alta Sanabria.

Desde muy pequeño me gusta recorrer los bosques, pueblos, cañones o lagunas de Sanabria y de vez en cuando hago una ruta por la Alta Sanabria. Todos los meses un grupo llamado "ruteros" hacemos una ruta por la provincia de Zamora de un día completo y en este mes tocaba la Alta Sanabria.
En el camino hasta Sanabria amanecía y
 los ciervos se iban yendo a sus encames.
No voy a hacer un estudio pormenorizado del glaciarismo, flora o fauna de la zona, sería demasiado, sino que voy a explicar el recorrido, ya sé que hay más cosas pero me referiré a lo que nos fuimos encontrando y algunas curiosidades.
Nuestra ruta comenzó en la Laguna de Peces (1.725m); laguna de origen glaciar como casi toda la zona que, por cierto, nunca la había visto tan baja de agua en esta época. Desde ahí nos dirigimos hasta la Laguna de Yeguas (1.795m) situada a los pies de Peña Cabrita (1.904m). 
En esta laguna se aprecia perfectamente el proceso de colmatación, es decir, su muerte lenta. Está recibiendo lentamente sedimentos y nutrientes que se van disolviendo en el agua; cuando existe un exceso de nutrientes (llamado eutrofización) aumenta el crecimiento de algas y musgos superficiales, que impiden la entrada de la luz hasta el fondo de la laguna. Además, cuando éstos mueren van al fondo, originando más materia que no puede ser degradada a buen ritmo por los descomponedores (bacterias sobre todo) La laguna se va rellenando de esta materia y se va colmatando, va perdiendo profundidad. El agua va desapareciendo, formándose una masa compacta, la turba, en donde se empezarán a asentar hierbas, juncos y darán paso a una pradera. Aquí, en la Laguna de Yeguas, se está produciendo este proceso y así actualmente tenemos dos lagunas, la de Yeguas y la de Cubillas (la situada debajo de Peña Cabrita) que fueron una y se están muriendo. En esta laguna nos encontramos con una pareja de porrones europeos y dos parejas de azulones aparte de algunas ranas en la laguna.
Laguna de Yeguas en pleno proceso de colmatación.
A lo largo de todo el recorrido pudimos contemplar y oir el canto de dos tipos de acentor, el común y el alpino. El acentor común es un pequeño pájaro que pudimos apreciar tanto, cantando en las ramas altas de los brezos, como desplazándose agachado entre ellos y las carqueisas por el suelo. Como curiosidad, este pequeño pájaro es un blanco común de los cucos que dejan su huevo en el nido de estos pequeños pajarillos para que críen al pollo invasor.
Acentor común.
También vimos varios acentores alpinos, más vistosos que los comunes, que nos deleitaban con su hermoso canto, tanto en vuelo como situados en la rama más alta de cualquier brezo.
Desde Yeguas nos dirigimos hasta el valle del Tera donde, antes de bajar, disfrutamos de una increíble vista de toda la zona pudiendo apreciar el punto más alto de la provincia de Zamora, Peña Trevinca (2.127m) y varios dosmiles más.
Todo el recorrido de la ruta estaba dentro del Parque Natural del Lago de Sanabria de 22.365 hectáreas, siendo un extenso complejo glaciar. En esta panorámica se pueden apreciar tanto el circo, la lengua como las morrenas y el típico valle glaciar en “U”. Bajamos hasta Vega de Conde donde encontramos varias lagartijas serranas y un pequeño lagarto. En el camino hasta Vega de Tera tuvimos dos nuevas sorpresas.
Hacía mucho tiempo que no veía perdices pardillas y junto al camino levantaron dos, una pareja que no se movió hasta que casi les pasamos por encima.
Macho a la izquierda
(tiene una mancha marrón oscura en el abdomen) y
hembra a la derecha.
Las perdices pardillas son un poco más pequeñas que las rojas y solamente vuelan cuando estás prácticamente encima de ellas. Levantaron junto al camino y se tiraron hacia el centro del valle en un vuelo ruidoso que les hizo perderse rápidamente de nuestra vista. 
La forma del escudo anal nos indica que es una corza.
La segunda sorpresa fueron dos corzos que estaban encamados y se levantaron a nuestro paso. El duende, así llaman al corzo en Sanabria y tienen razón, ya que, los ves y no los ves, en un abrir y cerrar de ojos. En la anterior entrada, relativa al tejón, comenté el curioso caso de que las hembras de tejón tienen la implantación del óvulo retardada, es decir, pueden guardar el óvulo fecundado un tiempo determinado, pues bien, las corzas hacen lo mismo.
Llegamos a Presa Rota, lugar de triste recuerdo para todos los sanabreses por la fatídica rotura de la presa el 9 de enero de 1959 que arrasó el pueblo de Ribadelago.
Tras la comida continuamos por el Cañón del Tera en el que comenzamos a ver robles, acebos, almendros y algunos abedules hasta llegar a la Cueva de San Martín. En este tramo nos encontramos con arrendajos, carboneros y un buen número de pajarillos, además de un mirlo acuático en una de las múltiples pozas que el río forma en el cañón.
Mirlo acuático tras salir del agua.
El mirlo acuático tiene una curiosa peculiaridad como es la de bucear e ir andando por el fondo del río buscando larvas e insectos que se esconden debajo de las piedras. Aquí también nos cruzamos con la famosa ranita de San Antonio que le gusta moverse por las ramas de brezos, hierbas o robles siempre que tenga cerca una zona húmeda.
Rana de San Antonio.
Por encima de la Cueva de San Martín pasamos por un bosque de robles y acebos. El acebo es un árbol muy curioso y amenazado durante mucho tiempo (sobre todo por la costumbre de cortarlo por Navidad como adorno); los bosques de acebos son tremendamente importantes para sus habitantes (pajarillos, micromamíferos,..), porque suben la temperatura ambiente entre 3 y 5 grados, por lo tanto en invierno son un refugio extraordinario para todos ellos.
Aquí comenzó la fuerte subida que nos llevó desde aproximadamente los 1.350 m hasta los 1.733 m del vértice geodésico del Gencional.
En el final de la subida pudimos encontrar los primeros escarabajos, entre ellos un espectacular escarabajo verde metalizado que, por cierto, es la orden del reino animal con más con más especies descritas, unas 375.000. Al llegar al Gencianal bajamos hacia la Laguna de Peces para terminar un largo y estupendo día de ruta por la alta montaña sanabresa.
(Doy las gracias a Poli por haberme prestado su magnífica fotografía de las perdices pardillas)

domingo, 1 de abril de 2012

El lobo. Imposible ponerse de acuerdo.

Es una verdadera lástima pero que creo que sobre el tema del lobo, actualmente, es imposible ponerse de acuerdo entre administración, ganaderos y proteccionistas.
Hace unos días, según volvía de trabajar, estaba escuchando la radio y lo que oí me dejó perplejo. Eran las declaraciones de un ganadero que hablaba de que en China, unos lobos, habían atacado a varios niños y decía que eso sucedería en España sí seguíamos protegiendo al lobo y no al ganadero. Me dejó impactado. Indignado y triste. ¿Cómo es posible que lleguemos a tales extremos en los que se condena socialmente al lobo como comedor de niños en pleno siglo XXI? Y no solamente esto, sino que últimamente se están prodigando en los medios de comunicación, ya sea prensa escrita, radio o televisión, declaraciones como: “El lobo es un animal asesino y los asesinos están en la cárcel”. “El lobo es un animal que mata, aunque no tenga hambre, y es errante, por lo que no se puede sujetar”. “El mejor lobo es un lobo muerto”. “El lobo y  la ganadería son incompatibles”. ”En el futuro, el ganadero, será la especie en extinción”. “Donde hay ganadería extensiva, no puede haber lobos” o lemas como: “Ganado+lobo=ruina”. “Si la sociedad quiere lobo, que lo pague”.
Si partimos de estas declaraciones y que la Junta de Castilla y León quiere declarar al lobo especie cinegética al sur del Duero (menos mal que de momento Europa lo ha prohibido) y que debería de pagar las ovejas muertas en tiempo y forma, el acuerdo, es imposible.
1. ¿Cuantos ataques hay de los lobos a la ganadería? Aunque parezca increíble aquí tampoco se ponen de acuerdo. En Castilla y León en 2011 las cifras que se dan son discordantes: UPA y COAG  dicen que 2.315. ASAJA que 1.800 y la Junta de Castilla y León 611. ¿Cómo se contabilizan? ¿Quién debe contabilizarlos? ¿Cómo puede haber 1.704 ataques de diferencia según cuenten unos o cuenten otros? ¿No se estarán engordando o disminuyendo las cifras de ataques en algunos casos, según convenga? Algo no cuadra.
2.¿Cuántos animales muertos han provocado los lobos en la ganadería? Otra vez números que no cuadran. En 2011, UPA y COAG  dicen que 5.950. ASAJA habla de 4.500 y la Junta de Castilla y León 1.900. Son 4.050 animales muertos de diferencia entre unos y otros. Otra vez datos sorprendentes. ¿Quién tiene razón? Seguramente ninguno. ¿Por qué se dan cifras tan diferentes? Evidentemente por los intereses económicos. Unos quieren cobrar todo lo que se muere y otros quieren pagar cuanto menos mejor y eso, si lo pagan. Seamos un poco justos y coherentes.
3.¿Cuántos daños económicos suponen los ataques de los lobos a la ganadería? Están entre 1,5 millones de euros y 2 millones. Esto supone una incidencia económica al conjunto de la ganadería entre un 0,01 y un 0,05 %. Si es tan mínima su influencia, ¿por qué se le da tanto bombo?, ¿Por qué se le acusa de todo al lobo? Sí. Hay ataques. Eso es innegable pero, ¿suponen tantos daños como se dice?, ¿supone tantísimo dinero como se quiere hacer creer? Si comparáramos la mortandad de animales de la cabaña ganadera por cualquier enfermedad y la causada por los lobos, ¿qué pasaría?
4.¿Hay muchos o pocos lobos? Otra controversia. Los ganaderos consideran que hay un número excesivo de lobos pero como decía en una entrada anterior, la Junta de Castilla y León considera que actualmente hay 126 manadas seguras y 66 probables en nuestra comunidad, con una tendencia de estabilidad. A esas manadas de lobos habría que añadir los lobos errantes (jóvenes o viejos), por lo tanto nos encontraríamos con cerca de 2.000 lobos en la comunidad. Si se matan 139 lobos (cupo estipulando para la temporada 2011-12) se está matando un lobo de cada manada segura y, aproximadamente, uno de cada tres de las manadas probables, con lo que si consideramos que una manada la forman unos 7 lobos tendríamos unos 1.344 en total y si se matan 139 son entre un 10% y un 11% de lobos cazados en una temporada del total de animales, con respecto a las manadas.  ¿Es mucho o poco? Depende de a quién se le pregunte. Para mí es demasiado, ya que a esos lobos cazados hay que añadirles los eliminados furtivamente, atropellados o de muerte natural. En definitiva, ¿son muchos o pocos unos 2.000 lobos?
5.¿Por qué el ganadero no se acostumbra a la presencia del lobo? La respuesta es sencilla porque, donde había lobos, desaparecieron hace años y ahora que están volviendo, se han acostumbrado a vivir sin ellos, con lo cual, deberán volver a usos tradicionales como defensa con mastines y cercados, además de pastores eléctricos. El ganadero debe de acostumbrarse a convivir con el lobo;  por cierto los rebaños peor protegidos son, en general, los más atacados y, curiosamente, donde menos ataques hay es donde más lobos hay, en la Sierra de la Culebra; ya sé qué alguno me dirá que hay menos ganaderos, cierto, pero a esos ganaderos ¿Cuánto les atacan?, mucho menos que a otros ya que tienen mastines y están acostumbrados a la presencia del lobo y conviven con él. Comprendo a aquellos ganaderos legales que pierden sus ovejas y la junta no les paga pero, disiento de aquellos que olvidan encerrarlas, dejan a las más viejas solas o dicen que ha sido el lobo cuando han sido perros y acusan al lobo de haberlas atacado. Seamos serios. Unos que digan la verdad y otros que paguen.
6.¿Cuántas especies con unos dudosos 2.000 ejemplares se pueden cazar? Seguramente ninguna excepto el lobo y ahora se quiere declarar también especie cinegética al sur del Duero.
7.¿Solamente los ganaderos tienen al lobo como problema? ¿Los ataques del lobo son los únicos causantes de la posible quiebra de un ganadero? Seguramente no, pero si la administración pagara los daños y el lucro cesante en tiempo y forma, seguramente no habría tanta picaresca por meter ataques donde no los hay y no habría tantas protestas.
En definitiva, el problema del lobo es, simple y llanamente, un problema de dinero. Unos porque quieren recuperar el dinero de sus ovejas muertas, seamos francos ¿solamente las matadas por ataques de lobos? No. Se intentan colar como ataques muchas más. Y otros porque no quieren pagar en tiempo y forma, más el lucro cesante, lo causado por el lobo. Es decir, dinero y mentalidad.
El lobo debería de ser un bien rentable o el inicio de un despegue económico, el revitalizador de la economía y vida para determinadas zonas de nuestra provincia y comunidad y no una fuente constante de conflictos que por la cerrazón de unos y otros tiene muy mala solución.
“Este animal tiene que convivir siempre con el hombre y hay que conjugar políticas medioambientales que favorezcan la integración del lobo en su hábitat y los intereses de los ganaderos, sin perder nunca la perspectiva”. Estas declaraciones hechas por Juan Manuel de la Torre, presidente nacional de ASCEL (Asociación para la Conservación y el Estudio del Lobo Ibérico), sí me parecen unas declaraciones coherentes y responsables. Intentemos esa integración y no busquemos, como diría mi abuela, duros a cuatro pesetas. Hagamos que haya políticas de apoyo al ganadero y al lobo, a los dos, ya que no son excluyentes y deben convivir. Todos ganarán y ganaremos.
(Todos los datos y declaraciones de esta entrada son reales y están sacados de diferentes informes, notas de prensa o artículos)