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lunes, 22 de octubre de 2012

Hibridación en el gato montés.

Es un animal especial, diferente, mágico. Cada vez que me encuentro con él siento una tremenda emoción. Primero por tener la suerte de verlo y segundo por poder admirar a uno de los mamíferos más desconocidos de la península ibérica. Un mamífero difícil de ver, de seguir o de estudiar. Un mamífero diferente, especial y muy hermoso.
Estos dos jóvenes gatos monteses pertenecen a una camada de tres.
Hace algunas entradas comentaba la emoción de verlo en Asturias, en nuestra búsqueda del oso; de como caminaba elegante, con ese andar que le caracteriza, ligero pero seguro, ágil pero contundente. Se mueve con cautela. Silencioso. Decidido. Elegante. Es el gato montés.
En el “Atlas rojo de los mamíferos terrestres de España” se dice: “No hay estimaciones del tamaño de la población de gatos monteses o de su tendencia en España, pero estudios parciales sugieren que sus poblaciones podrían mantenerse estables o con un ligero declive. La hibridación genética, la transmisión de enfermedades de gatos domésticos o asilvestrados, los procesos de fragmentación y pérdida de calidad de los hábitats naturales y la mortalidad directa derivada de la actividad cinegética parecen afectar negativamente a la especie. De mantenerse o acentuarse el impacto de los factores descritos, en un futuro podría cumplir con los requerimientos necesarios para ser incluido en la categoría VU (Vulnerable) según los criterios A4e (hibridación y competencia con especies asilvestradas) y A2c (pérdida de calidad y superficie de hábitat)”.
Misma pareja de jóvenes gatos monteses.
En esta entrada me quiero centrar en uno de los mayores problemas de la población de los gatos monteses, su hibridación con el gato doméstico (que vive en pueblos) o el gato asilvestrado (que vive en el campo).
Últimamente me he encontrado con varios gatos asilvestrados que viven en zonas de bosque alejadas de cualquier zona urbana o pueblo. Estos gatos viven en una zona en la que el gato montés también está presente, por lo tanto, la probabilidad de que estos gatos asilvestados se crucen con los monteses es alta. El cruce entre los gatos monteses y los domésticos o asilvestrados da lugar a un híbrido que es fértil,  al contrario que la mayoría de los híbridos que se producen en la naturaleza. Por lo tanto, es un gran problema para la pureza genética de la especie.
La hibridación entre gato montés y gato doméstico puede producirse por diferentes razones.
Primero: que uno de estos gatos asilvestrados que viven en zonas de bosque se cruce con ellos.
Segundo: que alguien, en algún momento llevase una camada, perdida o encontrada en el monte de pequeños gatos monteses a un pueblo o finca y después, alguno de ellos, se cruzara con algún gato doméstico.
Tercero: que cualquier gato montés se haya acercado a un pueblo o finca en la que hubiera gatos domésticos y se crucen.
Se me ocurren estas posibilidades pero seguro que hay más. El caso es que la hibridación es uno de los principales problemas de nuestros gatos monteses. Estos dos gatos que os muestro a continuación son gatos asilvestrados que viven en el monte.
Gato asilvestrado que vive en el campo. No es un gato montés.
Algunas de las características que nos pueden dar una pista sobre su hibridación o no son las siguientes:
Primero: El gato montés es más corpulento que el doméstico y tiene el pelo más largo.
Segundo: Si la cola es larga y fina no será montés. La cola de estos es gruesa, más corta y tiene tres o cuatro anillos negros acabados en una bola o maza negra.
Tercero: En el gato montés, de la cara, le parten cuatro rayas negras que van hacia las orejas, las dos centrales se prolongan por el dorso para formar una banda negra que recorre toda la línea dorsal de la espalda; desde ella salen hacia los lados las líneas trasversales (no muy claramente dibujadas y más oscuras) que van hacia la barriga. Si estas rayas trasversales están muy claramente dibujadas será un gato doméstico o un híbrido.
Joven gato asilvestrado que vive en el bosque. No es un gato montés.
Estas sencillas indicaciones nos dirán si un gato montés es puro, está hibridado, es un doméstico o un asilvestrado. Evidentemente hay más características del gato montés como el hocico de color ocre, la piel de la nariz rosada, sus ojos claros (normalmente verde o amarillos) o las almohadillas muy negras. 
Actualmente se está desarrollando un estudio acerca del gato montés en la provincia de Valladolid, el Proyecto Gato Bravo, con seguimientos a diferentes gatos y fototrampeo. Estos estudios son necesarios e imprescindibles para conocer más a este maravilloso mamífero, tan desconocido y falto de estudios.
La verdad es que cuando ves a un gato montés no se olvida fácilmente. Ese andar, esa corpulencia, esa elegancia, es mirada...Un gato montés es diferente, es mágico.

martes, 10 de enero de 2012

Gato montés. El gran desconocido.

En estos ocho meses de historia de este blog solamente he hecho una entrada acerca del gato montés y, curiosamente, es la más visitada con diferencia. Ya era hora de que hiciera otra con el mismo protagonista. El gato montés. El gran desconocido.
Es el desconocido porque de todos los mamíferos de nuestro país es al que menos caso se le hace, el que no tiene estudios y no se sabe cual es su población real. Lo poco que se sabe de él es por los gatos con radiotransmisor o los estudiados en centros de recuperación o en cautividad; por el contrario sí tenemos datos de los gatos monteses abatidos durante la existencia de las “malditas” Juntas de Extinción de Animales Dañinos que tanto daño hicieron a nuestra fauna y al gato montés en particular. Las cifras de gatos monteses matados fueron enormes, cifras que, por lo menos a mí, me causan un gran dolor por la pérdida de tantos ejemplares y el capital genético que con ellos se perdió.
Hace tiempo que no veo un gato montés. El último fue una gata. Fue muy cerca de Zamora en una finca que mi familia tiene situada en un paraje en el que hay una enorme diversidad de fauna, tanto en aves como en mamíferos. En una zona específica se ven gatos monteses cruzar el camino o moverse entre las jaras y escobas. Es ahí donde esta gata, de aspecto lamentable, delgada, casi famélica, vivía y se dejaba ver de vez en cuando, sobre todo cuando el hambre le apretaba y al anochecer se acercaba a la finca a hurtadillas en busca de cualquier resto de comida.
Al gato montés, durante demasiado tiempo, se le ha perseguido, no por su piel, como a otros mamíferos, ya que no se utilizaba para la industria peletera sino porque durante mucho tiempo se le consideró un rival que competía con el hombre por especies cazables. Algo que el hombre nunca ha tolerado y que además, para muchos, supuso un negocio, para los llamados alimañeros que a través de Las Juntas de Extinción de Animales Dañinos entre los años 1954 y 1962 eliminaron 3.479 gatos monteses distribuidos de la siguiente manera: Badajoz (1), Cáceres (1), Ciudad Real (157), Cuenca (175), Granada (530), Guadalajara (492), Huesca (6), Jaén (9), Lugo (2), Oviedo (663), Palencia (2), Salamanca (558), Santander (75), Soria (339), Teruel (119) y Toledo (350).
(Estos datos han sido tomados del trabajo realizado por Eduardo J. Corbelle Rico y Eduardo Rico Boquete titulado “La actividad de las Juntas de Extinción de animales dañinos en España, 1944-1968)
Fuente: Dirección General de Montes, Caza y Pesca fluvial, Sección de caza. Juntas provinciales de extinción de animales dañinos y protección a la caza y relación estadística de alimañas capturadas y premiadas  por las Juntas, 1954-1962. Archivo de la Dirección General de Conservación de la Naturaleza, Fondo Documental del Monte, sección Caza, cª 150.
3.479 gatos monteses eliminados en 8 años. Cifra a la que hay que añadir los abatidos en las provincias que no tenían Junta de Extinción como por ejemplo Zamora, y los cazados furtivamente o envenenados. En definitiva, una sangría que le hubiera causado graves problemas (incluso estar catalogado como en peligro de extinción) si no fuera por el oportunismo del gato montés, ya que se alimentan de lo que está a su alcance, de todo lo que puede cazar en su territorio. Si, por el contrario, fuera un especialista, estaría en un serio aprieto como está el lince ibérico actualmente.
Los gatos monteses son nocturnos, sigilosos y solitarios; lo cual les hace ser difíciles de observar. Los verás cruzar el camino o moverse entre las sombras y muy difícilmente pasear a plena luz del día. Esta gata se acercaba en busca de comida y durante un tiempo dudamos si era o no montés (la luz no nos dejaba verla bien). Este es uno de los problemas de los gatos monteses: la hibridación con domésticos. Tras verla en unas fotos que le hicimos ya de noche, nos cercioramos de que definitivamente era montés y joven y sus tetas caídas nos indicaban que estaba criando y sus cachorros tiraban y pedían más, con lo cual la gata necesitaba comida fácil y rápida, razón por la cual acudía a la finca. Así estuvo un tiempo hasta que, de repente, dejamos de verla, desapareció sin más. No sabemos si le pasó algo o, simplemente, cogió fuerzas para conseguir comida por si misma y así no tener que correr tantos riesgos acercándose hasta los humanos.
Riesgos que quedan claro en el “Atlas rojo de los mamíferos terrestres de España” en el que se dice: “No hay estimaciones del tamaño de la población de gatos monteses o de su tendencia en España, pero estudios parciales sugieren que sus poblaciones podrían mantenerse estables o con un ligero declive. La hibridación genética, la transmisión de enfermedades de gatos domésticos o asilvestrados, los procesos de fragmentación y pérdida de calidad de los hábitats naturales y la mortalidad directa derivada de la actividad cinegética parecen afectar negativamente a la especie. De mantenerse o acentuarse el impacto de los factores descritos, en un futuro podría cumplir con los requerimientos necesarios para ser incluido en la categoría VU (Vulnerable) según los criterios A4e (hibridación y competencia con especies asilvestradas) y A2c (pérdida de calidad y superficie de hábitat)”.
(Agradezco enormemente a Poli su impresionante fotografía. Las fotos de esta entrada están tomadas en plena naturaleza, en libertad, menos la primera que está tomada a un gato montés en un centro en cautividad).

viernes, 3 de junio de 2011

El Gato Montés. Silencio en la noche.

Siempre que lo he visto ha sido por casualidad, por qué él se ha despistado o lo ha querido; que si atraviesa el camino, que si te lo cruzas en el bosque o estás en una casa rural, sales por la noche y allí está. Casualidades. Es silencioso, escurridizo, nocturno y se deja ver muy poco. Parecido al gato doméstico pero más corpulento, más grande, con la cola más gruesa, el pelo más largo y tres rayas en las patas.
Toda esta casualidad cambió con otra casualidad. Nos los encontramos sin buscarlos, fue una única vez pero muy intensa. Una camada de tres jóvenes gatos que hicieron con sus gestos, elegantes movimientos y belleza, las delicias de Isa y de mi que, prácticamente, no nos lo creíamos.
Llegábamos de una ruta cuando el guía nos dio una información esperanzadora, “en esta zona hay una camada de gatos monteses que los cogieron de pequeños porque su madre murió, los criaron y los soltaron, pero de vez en cuando vienen por esta zona y, si tenéis suerte, los veréis”. Para allí fuimos y allí estaban.
Al sol de la mañana. Tranquilos. Tumbados. Lavándose cuidadosamente, como buenos gatos. Juguetones y cariñosos, con unos ojos impresionantes que les permiten ver en la noche, que junto con el oído les permite moverse en la oscuridad mas absoluta sin ningún problema para capturar ratones, topillos, pequeños pájaros y algunos anfibios o reptiles.
Allí estaban, brindándonos un espectáculo que nunca hubiéramos imaginado. Su aspecto era imponente. Entre elegante y misterioso. Una vez leí algo sobre ellos que me llamó mucho la atención y aquí quiero reproducirlo. Fue escrito por  Leyhausen (1988) y lo llamó “la hermandad de los gatos machos”.
Lo describe de la siguiente forma: “cuando los machos se encuentran por primera vez lo normal es que anden a la brega;  como consecuencia de estos enfrentamientos todos los gatos se conocen entre sí y establecen una jerarquía que les permite aprovechar comunalmente los recursos y disponer de un territorio conjunto de caza. Al caer la tarde suelen reunirse amistosamente, respetando cada uno las distancias individuales de los otros e incluso respetando esta jerarquía en la época de celo. Sin embargo los combates son muy duros cuando un joven macho se considera preparado parar entrar en la hermandad. En este caso, se establecen duros combates  y el joven ataca una y otra vez a los machos viejos, aun cuando suele salir estrepitosamente derrotado, sufriendo heridas más o menos graves. Pero apenas se cierran las heridas vuelve a plantear combate a los viejos machos. Cuando tras aproximadamente un año de mantener esta situación de enfrentamientos, si no se ha visto finalmente dominado, ni se ha visto obligado a dejar la zona, tiene ya un lugar en la hermandad, no produciéndose nuevos combates sino con otros ejemplares jóvenes que quieren iniciar el mismo proceso de introducción en la hermandad”.
Tras observarlos y fotografiarlos un buen rato, nos fuimos en silencio, sin molestarlos, satisfechos de lo vivido. Volvimos 5 ó 6 veces más al mismo lugar durante los siguientes 4 días y nunca más los volvimos a ver.