Estoy empezando a estar cansado de aquellos naturalistas-fotógrafos, fotógrafos-naturalistas o lo que sean porque de naturalistas tienen muy poco, que priman conseguir una buena, gran o maravillosa fotografía por encima de cualquier otra sensación en la naturaleza; es lo único y verdaderamente importante de su “pasión” por el medioambiente pero claro, no va sola, ya que después deberán de hincharse hablando de esa gran fotografía que han hecho publicándola a los cuatro vientos de las redes sociales.
Gente que se mete hasta el borde de la Salina Grande de Villafáfila sin tener en cuenta que han molestado y levantado a todas las aves que allí se encontraban. Gente que es capaz de perseguir a un lince que te ha salido muy cerca y no volverás a ver. Gente que se ha escondido en un lugar prohibido consiguiendo su foto pero desplazando a un grupo familiar de lobos. Gente que es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir su tan codiciada fotografía. Gente que no tiene ni ética, ni moral.
Gente que se mete hasta el borde de la Salina Grande de Villafáfila sin tener en cuenta que han molestado y levantado a todas las aves que allí se encontraban. Gente que es capaz de perseguir a un lince que te ha salido muy cerca y no volverás a ver. Gente que se ha escondido en un lugar prohibido consiguiendo su foto pero desplazando a un grupo familiar de lobos. Gente que es capaz de cualquier cosa con tal de conseguir su tan codiciada fotografía. Gente que no tiene ni ética, ni moral.
Ya en 1677 Baruch Spinoza decía: “La ética es
la rama de la filosofía que estudia lo correcto o equivocado del
comportamiento humano, la moral, la virtud, el deber, la felicidad y el buen
vivir. Además, tiene como centro de atención las acciones humanas y
aquellos aspectos de las mismas que se relacionan con el bien, la virtud,
el deber, la felicidad y la vida realizada”.
Estos mal llamados naturalistas la ética la han visto muy
de lejos y, no digamos, la moral que es “el conjunto de reglas que se aplican en
la vida cotidiana y todos los ciudadanos las utilizan continuamente. Estas
normas guían a cada individuo, orientando sus acciones y sus juicios sobre lo
que es moral o inmoral, correcto o incorrecto, bueno o malo”.
¿Dónde está su moral y ética en el amor por la
naturaleza?
Estos personajes no aman la naturaleza, solamente aman su
ego. Si la amaran no interferirían hasta el punto de espantarte un gran grupo
de grullas porque ha tenido que acercarse hasta el mismo lado cuando llevas
dos horas apostado a una distancia en la que las grullas ni se han inmutado. Si
la amaran no serían capaces de desplazar a un grupo familiar de lobos con
cachorros por meterse encima de ellos, en zona prohibida, cuando llevas
viéndolos una temporada y no se han movido del lugar. Si la amaran no serían
capaces de ponerse entre un grupo de observadores situados a una distancia
segura y un lince por conseguir mejor fotografía que ellos pero haciendo que el
lince no aparezca más en los siguientes días.
¿Dónde está su moral y ética en el amor por la
naturaleza?
Y lo que todavía me exaspera mas es cuando oyes hablar a
más de uno vanagloriándose de lo que han conseguido o encarándose cuando les
reprochas su acción; han conseguido esa fotografía pero ¿a qué precio? Para
ellos ninguno porque no verán como mal lo que han provocado pero, para el resto
de gente, que respeta normas y prohibiciones les ha supuesto un problema y no
digamos para los animales que han molestado, echado o espantado.
Lo más penoso de todo es que cambiarlos es prácticamente
imposible porque consideran que no hacen nada malo y, si encima, no son
sancionados, todavía mejor; lo seguirán haciendo y todos aquellos que cumplimos
las normas escritas y no escritas de comportamiento, ética y moral seguiremos
cabreándonos y llevándonos las manos a la cabeza cuando lo volvamos a sufrir
porque, por desgracia, muchas veces, el sentido común es el menos común de los sentidos.