Cada pueblo o cada comarca de nuestra provincia tiene sus
propios nombres de aves, mamíferos, setas o árboles. Es su manera de llamar,
desde hace siglos, a lo que tienen a su alrededor. Estos nombres se transmiten
de generación en generación y forman parte del patrimonio cultural de nuestra
tierra; si nos referimos a las aves nos encontramos con una enorme variedad de
nombres vernáculos, nombres con los que las aves son conocidas en esos pueblos
o comarcas.
Estos nombres se han ido olvidando ya que no se transmiten
de padres a hijos como sucedía antes. Los hijos se han ido yendo de los pueblos
y, en muchos casos, no conocen la riqueza del lenguaje de su lugar de origen. Y
si no se usa, se pierde; así habrá sucedido con una gran cantidad de nombres
pero otros muchos todavía siguen utilizándose por las gentes de nuestros
pueblos.
En el pequeño pueblo de Robledo situado en la Sierra de
Culebra se siguen llamando a algunas aves como lo han hecho desde hace muchos,
muchos años. En mis conversaciones con Mundi, Isabel, Ángela, Bea o Ángel han ido saliendo un buen puñado de esos
nombres vernáculos que para ellos son lo más normal del mundo ya que es como
los han llamado siempre y que para mi eran chocantes, divertidos o
sorprendentes.
Estos nombres tienen su sentido, tienen la maravillosa
simpleza de lo normal, de lo común; son nombres que se pusieron por algo que
tiene el ave, por algo que hace o por el lugar en el que se ve normalmente.
Así por ejemplo al chotacabras gris lo llaman pitaciega
porque no se mueve del suelo hasta que casi no estás encima de él, es como si
no viera, estuviera ciego y además hay que pitarle, asustarle o gritarle para
que se mueva del sitio.
El chotacabras es la pitaciega. |
Al mito lo llaman linacero porque era muy común entre las
plantas de lino o al carbonero común, chichipán que es como suena su cántico.
Cada ave tiene su nombre por alguna razón simple, por alguna razón que
consideraban se adaptaba a esa ave. Ahí van algunos ejemplos.
El colirrojo tizón es la babarrubia. |
Al petirrojo lo llaman pimentera. |
El moscón es raboalzado. |
El escarrapitín es un agateador. |
La perdigocha es la perdiz. |
A la urraca la llaman pegocha. |
El pito ferrueño es el pico menor. |
El tener un nombre para cada ave en una zona, pueblo o comarca
planteaba un enorme problema a la hora de clasificarlos y saber de que animal
se trataba. Cuando en los siglos XVI y XVII se traían a Europa multitud de
animales y plantas procedentes de América, África o Asia más las existentes en
Europa era una auténtica locura ponerse de acuerdo en que animal era uno u otro ya que podía tener multitud de nombres dependiendo de donde estuviera por lo
que, los científicos de la época, intentaron establecer un orden lógico pero
cada uno ponía un nombre que podía ser modificado posteriormente; no había una
clasificación que valiera para todos hasta que Linneo (científico sueco), en el
siglo XVIII estableció el sistema binomial, dos nombres, de los cuales el
primero era el género y el segundo la especie.
Linneo fue el primero en utilizar este sistema de manera constante, todos los científicos de la época y posteriores comenzaron a utilizarlo y, con alguna modificación, ha llegado hasta nuestros días.
El nombre científico fue un avance fundamental, necesario y definitivo en la clasificación pero los nombres vernáculos siguieron estando ahí hasta bien entrado el siglo XX en el que se empezaron a despoblar los pueblos y los nombres comunes comenzaron a caer en el olvido. Lo que no se usa, se olvida. Lo que no se transmite, se olvida y, lo que se olvida, se pierde, como está sucediendo con esos viejos nombres.
Linneo fue el primero en utilizar este sistema de manera constante, todos los científicos de la época y posteriores comenzaron a utilizarlo y, con alguna modificación, ha llegado hasta nuestros días.
El nombre científico fue un avance fundamental, necesario y definitivo en la clasificación pero los nombres vernáculos siguieron estando ahí hasta bien entrado el siglo XX en el que se empezaron a despoblar los pueblos y los nombres comunes comenzaron a caer en el olvido. Lo que no se usa, se olvida. Lo que no se transmite, se olvida y, lo que se olvida, se pierde, como está sucediendo con esos viejos nombres.
Didáctica e interesante entrada. Al Chotacabras también en El Bierzo se le llama Pitaciega, me imagino que los nombres tendrán pocas variaciones entre Zamora y León. También recuerdo que mi abuelo llamaba Coidón al Alcaudón común, Milpréndiga a la Oropéndola, Pega a la Urraca y Gallo al Arrendajo
ResponderEliminarSaludos desde León
Es curioso que los nombres sean tan parecidos; es sorprendente como los llamaban. Un saludo y gracias por tu fiel visita.
EliminarAcertada e interesante tu crónica y sus conclusiones, José.
ResponderEliminarEs una pena que todos estos nombres vernáculos caigan en desuso pues son característicos, pintorescos y apropiados en la mayoría de los casos.
Menos mal que existen personas que concentran sus esfuerzos en recopilar y transmitir esa sabiduría popular, plasmándola en los libros.
Al menos, aunque haya caído en desuso, no se perderá del todo.
Un saludo de 'Ojolince y Sra.'
Hola J. Miguel. La recopilación de nombres es fundamental para conservar todos los que se pueda. Muchas gracias por tu comentario. Un saludo.
EliminarInteresantisimo post amigo...aquí queda patente lo rico que es nuestro léxico y lo interesante que puede llegar a ser algo tan sencillo como"recolectar" los distintos nombres que se le dan a una especie..es una labor que me encanta...Salud!!
ResponderEliminarEs fascinante escuchar a gente de nuestros pueblos hablar de la pitaciega, la pega, la babarrubia o el engañapastores. La recopilación de esos nombres que se van olvidando es fundamental para conservar los que se pueda. Un saludo y gracias por tu comentario.
EliminarEn la cercana comarca de La Carballeda, llaman "Linaceras" a los Pardillos, y a las Urracas, las llaman "Pegotas". Como "Picuechas" denominan a las Becadas, que en tiempos eran bastante comunes… Bueno, no quiero alargar mucho la lista.
ResponderEliminarMe ha resultado muy grato volver a recordar estos nombres vernáculos, que se han mantenido por generaciones en los pueblos.
Lastima que cada vez quede menos gente para recordarlos…
Un saludo
Alfredo
Hola Alfredo. Muchas gracias por tu comentario. Seguro que en la zona de tu pueblo todavía queda gente que recuerda muchas de estas palabras y gente que las sigue utilizando y recopilando. Un saludo.
EliminarEn mi pueblo aun siguen llamando papialbo a las garduñas, pardales a los gorriones, pepechín a los carboneros, pegas a las urracas, tordos a los estorninos, neverillas a las lavanderas blancas, aguzanieves a las avefrías....y yo me alegro de que se sigan utilizando. Interesante artículo. Saludos salmantinos
ResponderEliminarHola Carlos. Y que así sea, que sigan con esos nombres. Un saludo.
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