El sol había salido hacía pocos minutos pero las nubes
ocultaban su luz dando un aspecto triste y desangelado a la mañana. Acababa de
llegar a las Lagunas de Villafáfila e iba en busca de los habitantes
principales en esta época, los ánsares, cuando, según avanzaba, comenzaron a levantarse
búhos campestres a ambos lados. Era increíble. Se levantaban, volaban unos
metros y se volvían a posar. 1, 2, 3, …16 preciosos búhos campestres
aparecieron ante mi asombro y mi cara de incredulidad.
No esperaba encontrármelos y, muchas veces, cuando surge
algo que no esperabas la sensación es de perplejidad, admiración y un asombro
que pasa a ser una maravilla cuando los disfrutas a placer; cuando los puedes
observar en todo su esplendor, observar sus grandes y preciosos ojos, sus
inmaculadas plumas, sus fuertes patas y las diferencias de tono en sus colores.
Había más de 16, seguramente estarían entre 20 y 30 pero
era imposible contarlos. Su penetrante mirada me taladraba como una afilada
lanza. Sus preciosos ojos amarillentos no dejaban de observar al intruso.
El búho campestre es un invernante común en España
llegando desde zonas nórdicas y rusas; hasta hace pocas décadas no criaba aquí,
pero desde los años noventa del siglo pasado cría en nuestra tierra, sobre todo
en Tierra de Campos, donde encuentra una buena despensa de comida necesaria
para sacar adelante a sus pequeños.
El búho campestre es la rapaz nocturna más diurna, se
alimenta fundamentalmente de pequeños roedores, siendo junto con otras rapaces
un fantástico controlador de sus poblaciones. Mucho mejor que el
maldito veneno o las quemas. De entre todos ellos, dos me llamaron poderosamente la
atención.
El primero estaba posado en un campo cuando comenzó a
mover el cuello y el cuerpo de una forma convulsiva, como cuando
tenemos ganas de vomitar y, ante mi asombro, abrió el fuerte pico y vomitó una
egagrópila, es decir, estaba devolviendo una especie de bola con todas las
partes que no puede digerir de sus presas (huesos, plumas…) el proceso es
similar a cuando los gatos devuelven una bola de pelo. Estas egagróplias son
una fuente de información ya que con su estudio se puede saber la alimentación
de esa rapaz.
El segundo por su color. Era mucho más blanco que los
demás, me recordaba a los búhos de las películas de Harry Potter. Era realmente
precioso.
Al ver posado al búho campestre en el suelo tienes la
sensación de que se va a caer de cabeza, que va a perder el equilibrio, ya que
está de una forma muy horizontal, casi paralelo al suelo, no como otras rapaces
nocturnas que están muy verticales. La explicación de esa postura es muy
sencilla: como pasa gran parte de su tiempo posado en el suelo, tiene que
adquirir una posición que no destaque demasiado; si estuviera más vertical se
le vería inmediatamente en la llanura; por el contrario otras rapaces nocturnas
están mucho más verticales porque tienen que pasar desapercibidas en lo alto de
un árbol y deben asemejarse a las ramas que están a su alrededor.
Dejé a los búhos campestres y busqué a los ánsares que
este año, toquemos madera, parece que, hasta estos momentos, han venido más que los que había, por estas fechas, el año pasado. Actualmente
hay algunos más de 4.000 y, entre ellos, mis dos primeros ánsares caretos (en una visita anterior), un par de ánsares con
collar y al ánsar chico que nos ha estado volviendo locos durante las últimas semanas.
El pasado verano José M. San Román descubrió un ánsar chico
en el Centro de Interpretación y, a principios de septiembre, Alfonso Rodrigo
descubrió que portaba una anilla, lo cual, en principio era síntoma de que
procedía de una colección privada o un parque.
Durante las últimas semanas se ha visto un ánsar chico
entre los grupos de ánsares salvajes que se mueven por las lagunas surgiendo la
duda de si era el mismo ejemplar.
El pasado día 12 lo pude ver en una zona de la Salina
Grande entre un grupo de ánsares comunes que llegaban volando. Me llamó
poderosamente la atención su gran cojera y el enorme barrado, no se parecía al
del ejemplar que había visto el pasado 30 de septiembre en las lagunas del
Centro de Interpretación. Como no pude verle la anilla surgió la duda. ¿Era el
mismo?
En días sucesivos otras personas lo han conseguido ver y
certificar que tiene la anilla al igual que lo he visto hoy, con lo cual, la duda y el misterio se han
resuelto.
Es un ave preciosa y verlo entre los ánsares comunes es especial y, si fuera un ave que viniera con ellos desde el norte de Europa, sería un
auténtico lujazo. Hay más ánsares, collares pero eso será otra
historia.
Buahhhh ! Como me gustan esos Buhos campestres. Y como me gustaría verlos en grupo. Así, como los has visto tu varias veces. Una maravilla !! A ver si tengo suerte este invierno.
ResponderEliminarUn saludo
Alfredo
Es una auténtica gozada. No es el grupo más grande que he visto pero fue tan sorprendente y hermoso que te deja impactado. Un saludo.
EliminarHola José,
ResponderEliminarcomo ya sabes el pasado domingo disfrutamos de una salida en Villafáfila. Coincido contigo que aunque sea una incógnita el origen de ese ánsar careto chico, probablemente algún parque o colección, disfrutarlo entre los grupos de Gansos es toda un experiencia, un apena que esté cojo.
La observación de los Búhos es una gozada, y más en grupo, es una de mis especies favoritas.
Un saludo desde León
Hola J. Alberto al igual que a ti los búhos campestres son una de mis debilidades, me encanta y verlos como estos, tan por sorpresa y a placer es una auténtica gozada. Con respecto al ánsar chico sería maravilloso poder disfrutar de uno procedente del norte...ojalá alguno nos visite. Un saludo.
EliminarMuy chulo el reportaje y los avistamientos. Se ha recuperado Villafáfila con las últimas lluvias o sigue igual de seca? Saludos desde Cantabria.
ResponderEliminarHay un poco más pero hace falta mucha para que estén medianamente en condiciones. Esperemos que con las lluvias de esta semana la cosa cambie y así los invernantes se vayan quedando. Un saludo.
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