En los documentales que podemos ver en la televisión
aparecen preciosos colimbos grandes criando en lagos situados en espectaculares
paisajes de montañas, árboles o praderas inmensas en la lejana Norteamérica, Groenlandia
o Islandia. Esos colimbos, de plumaje espectacular y absolutamente precioso,
tienen la cabeza y cuello negros y a rayas, pequeñas manchas blancas en la
espalda, ojos rojos y pico negro. Esos colimbos grandes en plumaje nupcial que
parece que sólo podemos ver en lejanos parajes también los podemos encontrar,
algunos años, en un punto situado en Cantabria, más concretamente en las
marismas de Santoña.
El colimbo grande es un ave impresionante, de fuerte pico, cuello robusto y pinta de cormorán cuando lo ves a distancia. Ave proveniente del ártico que cría, como dije anteriormente, en Groenlandia, Islandia o Norteamérica que en un grupo muy reducido de ejemplares pasa el invierno en puntos muy concretos de Galicia, Asturias o Cantabria y es en Santoña, cuando alargan su estancia invernal, donde podemos disfrutar de la maravilla de verlo con sus espectaculares, llamativas y preciosas galas de su plumaje nupcial.
El día estaba revuelto. Día oscuro de nubes negras con amenaza constante de agua y un viento cambiante que tan pronto soplaba muy fuerte como que se paraba y se convertía en una ligera brisa. Habíamos quedado con Alejandro García (aves cantábricas) para dar una vuelta por las marismas. Antes de embarcar dimos una vuelta por el puerto y salto la sorpresa. Un precioso colimbo grande pescaba en mitad del puerto de Santoña.
Su movimiento era constante. Salía y se zambullía sin parar. Se estaba alimentando y tan pronto aparecía en un punto cercano como en otro mucho más alejado entre el ajetreo de barcos de pesca que llegaban a descargar el preciado oro en forma de pescado (boquerón y bonito) que en Santoña se convierte en un modo de vida y de subsistencia. Era un colimbo grande con su plumaje de invierno.
Embarcamos y salimos a las marismas. El siguiente colimbo grande que pudimos ver estaba a medio cambio entre el plumaje de invierno y el plumaje nupcial.
Ya se podían ver las manchas blancas de la espalda, el cuello y la cabeza se empezaban a oscurecer y su pico ya se había ennegrecido. Aún cambiando el plumaje estaba precioso. Pudimos ver dos ejemplares diferentes con el plumaje de esta manera.
Los barcos seguían entrando tanto a Santoña como a Colindres seguidos de grupos de gaviotas que no perdían la oportunidad de poder conseguir algo de alimento.
En las orillas de la marisma agujas colinegras y colipintas, zarapitos reales y trinadores, chorlitos grises, ostreros, garcetas comunes y espátulas buscaban alimento sin descanso mientras un buen número de gaviones atlánticos de todas las edades (vimos un total de doce ejemplares, por cierto algunos ejemplares emparejados, no creo que pase mucho tiempo sin que críen en este lugar) descansaban junto a gaviotas reidoras, sombrías y patiamarillas. En las siguientes imágenes podemos ver en las dos primeras fotos ejemplares de cuarto año (uno más atrasado que otro) y un adulto ( identificadas las edades por Miguel R. Esteban al cual se lo agradezco enormemente).
Charranes patinegros
pasaban volando ágilmente sobre somormujos lavancos, zampullines cuellinegros y
cormoranes moñudos que se sumergían constantemente en la marisma en busca de
comida, incluso una hembra de negrón común nos rodeó entre asustada y curiosa.
Entre todo este movimiento apareció. Allí estaba. El colimbo grande en todo su esplendor, con su precioso e imponente plumaje nupcial.
Apareció de repente. Muy cerca de nosotros. Salió. Nos miró unos segundos con sus espectaculares ojos rojos y desapareció nuevamente para salir más lejos. Estaba espléndido. Su cabeza y cuello negro y a rayas brillaba con la escasa luz del sol. En la espalda, surcada de pequeñas manchas blancas, se acumulaban aisladas gotas de agua que parecían pequeños brillantes en su precioso manto. Los ojos rojos. El pico negro. Era increíble poder disfrutar de un ave tan hermosa y más increíble era haber visto a tres diferentes colimbos grandes con la evolución de su plumaje de invierno al de verano, al nupcial, como se puede apreciar en la siguiente serie de fotografías.
Santoña es un lugar mágico, un lugar especial en el que un buen número de colimbos grandes pasan el invierno todos los años y, de algunos de ellos, podemos disfrutar en su plumaje nupcial cuando prolongan su estancia hasta mediados de abril. En pocos días desaparecerán para volver a sus cuarteles de cría en los idílicos lagos situados en lejanas tierras dignas de un paisaje de postal pero volverán el año que viene para poder disfrutarlos una vez más en las marismas de Santoña, un paraíso para las aves.
El colimbo grande es un ave impresionante, de fuerte pico, cuello robusto y pinta de cormorán cuando lo ves a distancia. Ave proveniente del ártico que cría, como dije anteriormente, en Groenlandia, Islandia o Norteamérica que en un grupo muy reducido de ejemplares pasa el invierno en puntos muy concretos de Galicia, Asturias o Cantabria y es en Santoña, cuando alargan su estancia invernal, donde podemos disfrutar de la maravilla de verlo con sus espectaculares, llamativas y preciosas galas de su plumaje nupcial.
El día estaba revuelto. Día oscuro de nubes negras con amenaza constante de agua y un viento cambiante que tan pronto soplaba muy fuerte como que se paraba y se convertía en una ligera brisa. Habíamos quedado con Alejandro García (aves cantábricas) para dar una vuelta por las marismas. Antes de embarcar dimos una vuelta por el puerto y salto la sorpresa. Un precioso colimbo grande pescaba en mitad del puerto de Santoña.
Su movimiento era constante. Salía y se zambullía sin parar. Se estaba alimentando y tan pronto aparecía en un punto cercano como en otro mucho más alejado entre el ajetreo de barcos de pesca que llegaban a descargar el preciado oro en forma de pescado (boquerón y bonito) que en Santoña se convierte en un modo de vida y de subsistencia. Era un colimbo grande con su plumaje de invierno.
Embarcamos y salimos a las marismas. El siguiente colimbo grande que pudimos ver estaba a medio cambio entre el plumaje de invierno y el plumaje nupcial.
Ya se podían ver las manchas blancas de la espalda, el cuello y la cabeza se empezaban a oscurecer y su pico ya se había ennegrecido. Aún cambiando el plumaje estaba precioso. Pudimos ver dos ejemplares diferentes con el plumaje de esta manera.
Los barcos seguían entrando tanto a Santoña como a Colindres seguidos de grupos de gaviotas que no perdían la oportunidad de poder conseguir algo de alimento.
En las orillas de la marisma agujas colinegras y colipintas, zarapitos reales y trinadores, chorlitos grises, ostreros, garcetas comunes y espátulas buscaban alimento sin descanso mientras un buen número de gaviones atlánticos de todas las edades (vimos un total de doce ejemplares, por cierto algunos ejemplares emparejados, no creo que pase mucho tiempo sin que críen en este lugar) descansaban junto a gaviotas reidoras, sombrías y patiamarillas. En las siguientes imágenes podemos ver en las dos primeras fotos ejemplares de cuarto año (uno más atrasado que otro) y un adulto ( identificadas las edades por Miguel R. Esteban al cual se lo agradezco enormemente).
Entre todo este movimiento apareció. Allí estaba. El colimbo grande en todo su esplendor, con su precioso e imponente plumaje nupcial.
Apareció de repente. Muy cerca de nosotros. Salió. Nos miró unos segundos con sus espectaculares ojos rojos y desapareció nuevamente para salir más lejos. Estaba espléndido. Su cabeza y cuello negro y a rayas brillaba con la escasa luz del sol. En la espalda, surcada de pequeñas manchas blancas, se acumulaban aisladas gotas de agua que parecían pequeños brillantes en su precioso manto. Los ojos rojos. El pico negro. Era increíble poder disfrutar de un ave tan hermosa y más increíble era haber visto a tres diferentes colimbos grandes con la evolución de su plumaje de invierno al de verano, al nupcial, como se puede apreciar en la siguiente serie de fotografías.
Santoña es un lugar mágico, un lugar especial en el que un buen número de colimbos grandes pasan el invierno todos los años y, de algunos de ellos, podemos disfrutar en su plumaje nupcial cuando prolongan su estancia hasta mediados de abril. En pocos días desaparecerán para volver a sus cuarteles de cría en los idílicos lagos situados en lejanas tierras dignas de un paisaje de postal pero volverán el año que viene para poder disfrutarlos una vez más en las marismas de Santoña, un paraíso para las aves.
Qué espectáculo!! Enhorabuena!!
ResponderEliminarGracias Ernesto. Un saludo.
EliminarBuen seguimiento al colimbo, pillarle con los tres plumajes es todo un lujo. Enhorabuena Jose, un fuerte abrazo desde Cantabria.
ResponderEliminarEs un lujo y una enorme satisfacción. Gracias Germán.
EliminarEs una buena jornada, desde luego. Con semejante botín en la cámara uno se va a casa bien satisfecho.
ResponderEliminarMe gustan estas aves barbaridad pero, me he vuelto puñeteramente perezoso para viajes largos.
Me alegra tu encuentro con el colimbo.
Saludos.
Hola Javier. Un maravilloso encuentro de un ave espectacular que nunca se me olvidará. Gracias por el comentario y un saludo.
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