La mañana está agradable. El sol calienta lo justo para una día de marzo y los “pequeños dinosaurios” salen a solearse. Lucía y Marco son dos pequeños niños curiosos e inquietos que se sorprenden cuando van descubriéndolos a lo largo del viejo muro de piedra junto al río Duero en su paso por la ciudad de Zamora.
Muro de piedra entre las aceñas de Olivares y el puente de piedra que tiene una larga y desdichada historia. Muro compuesto por piedras que formaron parte de uno de los monumentos mas impresionantes de la ciudad de Zamora que ha desaparecido por completo: el monasterio de los Jerónimos.
Una pérdida irreparable de una joya arquitectónica que causaría impresión y admiración a todo aquel que lo pudiera visitar en nuestros tiempos. Una de las muchas pérdidas de patrimonio de la ciudad de Zamora como las torres del puente de piedra, el Hospital del comendador Don a Alonso de Sotelo (entre la calle del Riego y San Torcuato), puertas de las murallas de la ciudad (por ejemplo las de Santa Clara y San Torcuato) o el viejo palacio del museo (actual Plaza de Hacienda); todos destruidos en favor de la mal llamada modernidad o progreso en los que no importaba nada mas que los supuestos beneficios que traería.
Lucía y Marco iban descubriendo las pequeñas lagartijas que se soleaban o perseguían insectos a lo largo del muro de piedra. Lagartijas de la especie Podarcis guadarramae lusitanicus que es la que habita en la ciudad de Zamora (Gracias Miguel Rodríguez por tu ayuda).
Lagartijas que buscaban el sol y que en algunas se podía ver perfectamente por donde habían perdido la cola. La pérdida y después regeneración de la cola es un mecanismo de defensa ante el ataque de un depredador: sueltan la cola para distraer al depredador y huyen.
La cola es una parte vital en la anatomía de las lagartijas, la utilizan para mantener el equilibrio, almacenar energía o desplazarse y, si la pierden, es por un motivo de peso como el ataque de un depredador. Cola que tardará en regenerarse entre un mes (en lagartijas pequeñas) hasta un año (en lagartos grandes).
Este proceso de pérdida de la cola se puede hacer de dos formas diferentes: “Muchas especies tienen unas zonas débiles en las vértebras de la cola, que se extienden hasta los músculos y el tejido conectivo que las rodea. Cuando la cola ha sido atrapada, el lagarto contrae tan fuertemente el músculo que rompe la vértebra, perdiendo así la cola para escapar. Este mecanismo de pérdida de la cola es conocido como autonomía intravertebral. El otro mecanismo se denomina autonomía intervertebral, debido a que el lagarto rompe la cola entre las vértebras”. (Párrafos extraídos del blog: knowi.es. Si queréis ver el artículo completo pinchar aquí).
“A diferencia de la primera cola, que tenía vértebras, la nueva cola regenerada será únicamente de cartílago. Así, si el lagarto necesita desprenderse nuevamente de la cola, solamente podrá hacerlo más arriba de donde lo hizo la vez anterior, ya que la nueva cola no tiene vértebras para partir”.
Este muro está construido con piedras del desaparecido monasterio de Los Jerónimos, situado en la margen izquierda del río. Piedras que se trasladaron para cimentar la nueva carretera Villacastín-Vigo (se comenzó a construir en 1834) a su paso por Zamora ciudad.
La destrucción del monasterio supuso la venta y utilización de todo lo que se pudiera aprovechar (que era todo). Piedras y más piedras que se vendieron o expoliaron para la construcción de casas, ese muro de cimentación o para la construcción del Cementerio de San Atilano tras la epidemia de cólera que asoló la ciudad (una ola en 1834 y otra en 1850) y obligaba a sacar los enterramientos fuera de las ciudades.
Monasterio construido en el s. XVI comenzando sus obras en 1535. Monasterio impresionante que incluso Felipe II quiso saber de él para tenerlo como referencia en la realización del proyecto de El Escorial. Monasterio que tras la desamortización de Mendizabal en 1835 comenzó su rápida destrucción; desapareciendo en muy pocos años todo su esplendor (si queréis ver como era pinchar aquí y accederéis al magnífico trabajo de “Tras las huellas de la orden jerónima en la ciudad de Zamora. Estudio y restitución gráfica del monasterio de San Jerónimo de Montamarta” de Daniel López Bragado, Víctor Antonio Lafuente Sánchez y Marta Úbeda Blanco).
Continuábamos por el muro situado a la orilla del río cuando una salamanquesa (Tarentola mauritanica) llamó poderosamente la atención de Lucía y Marco. Estaba medio asomada en un oscuro agujero. El pequeño dragón no se movía mientras los dos niños la observaban con una mezcla de curiosidad y sorpresa: “Mira tiene pinchos”. “Vaya ojos”. “No se mueve”. Eran algunas de sus frases mientras la miraban embelesados.
La salamanquesa es uno de los reptiles mas comunes en las ciudades y casas donde permanece escondida hasta que empieza a oscurecer y sale en busca de insectos, polillas, o arañas. Es asombrosa su facilidad para subir y bajar por paredes verticales que consigue gracias a unas pilosidades que conservan entre los pliegues de las palmas de la mano y no por “las ventosas” que tiene en la punta de los dedos. Salamanquesas que son inofensivas y muy beneficiosas al controlar los insectos de las casas. Por cierto, las salamanquesas también pueden perder la cola.
El muro del viejo monasterio se erguía solemne mientras lo iluminaba el sol y sus pequeños habitantes se desplazaban por él. Monasterio del que se salvaron algunas de las obras mas importantes que tenemos en la catedral de Zamora: el Santísimo Cristo de Las Injurias o La Virgen María con el Niño Jesús y San Juanito de Bartolomé Ordoñez.
En los jardines del castillo podemos encontrarnos con algunos restos del viejo monasterio que en 1945 trasladó el Ayuntamiento hasta allí como son todas las columnas graníticas y la puerta que formaban parte del claustro principal.
Lagartijas y salamanquesas que viven en el muro conformado por las piedras de un magnífico monasterio que se vio relegado a la nada sin tener en cuenta su importancia, majestuosidad o historia como ha sucedido con muchas de las iglesias, palacios, monasterios o casas del casco histórico de Zamora que se destruyeron sin el más mínimo miramiento y, desgraciadamente, algunas en épocas muy recientes.
Muy interesante y documentada entrada, como ya nos tienes acostumbrados. Un cordial saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias. El viejo muro olvidado alberga mucha vida. Un saludo.
EliminarQue guapas las lusitanas, hace mucho que no las veo, a ver cuando abren fronteras para salir de nuestras comunidades y poder disfrutar con lo que no tenemos a mano. Muy chulo el reportaje Jose, enhorabuena!!!
ResponderEliminarNo hay como saber mirar para descubrir vida y belleza donde la mayoría solo ve un viejo muro de piedra y sobre la destrucción de esos patrimonios de incalculable valor, que han dejado de existir en "aras del progreso", creo que todos podríamos citar lamentables ejemplos en nuestras respectivas comunidades, de lo que nunca debió permitirse a nivel urbanístico. Saludos José
ResponderEliminarMuchas gracias! Un documental precioso, Después de tantos meses de no poder visitar mi tierra me he visto a la sombra del muro y observando las lagartijas con Lucía y Marcos
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