El sol se esconde temeroso y la noche comienza su andadura. Las sombras se van adueñando del bosque y los animales comienzan a salir. Los ciervos han pasado todo el día encamados, descansando. Es el momento de comenzar una nueva jornada.
Los grupos de ciervos dirigidos por la hembra mas vieja comienzan a asomar de la profundidad del pinar o de la espesura del matorral que los ha protegido durante todo el día.
Las hembras se mueven en grupos familiares con una hembra líder, que suele ser la mayor y, por lo tanto, la más experta. Junto a ella irán sus crías de los últimos dos o tres años. Incluidos los machos jóvenes de menos de dos años. Esa hembra es la que decidirá por donde hay que moverse, comer e incluso hacia donde hay que huir ante la presencia de un depredador.
Salen cautelosos. Tranquilos. Su enemigo no está lejos. Hay que tener cuidado. Un descuido o una imprudencia la pueden pagar con su vida. El lobo no perdona y si ve una oportunidad la aprovechará sin dudarlo.
Asoman la cabeza. Vigilan. Salen. Caminan despacio comiendo y vigilando por turnos. Unas comen y otras vigilan. Avanzan hacia las zonas bajas a comer la fresca hierba y a saciar su sed. Un ruido las alerta. Rápidamente levantan la cabeza ante el sonido de alarma de la vigía. Un poderoso jabalí sale de la espesura.
Jabalí que seguirá casi los mismos pasos que el grupo familiar de ciervas. Se tranquilizan. No hay peligro. Continúan saliendo de la espesura. Anochece. La sierra se tiñe de negro. La noche avanza. El día muere. Las estrellas brillan.
Siempre que hablamos de ciervos sucede lo mismo. Solamente se habla de los machos. Que si es muy grande o muy pequeño. Que si vaya cornamenta que tiene. Que si tiene tantas puntas. Siempre se habla de los machos y no nos damos cuenta que las ciervas tienen una grandísima importancia. Las ciervas son más importantes de lo que pensamos. Un buen amigo siempre dice que la base de la población de ciervos de la sierra son las hembras y si algo le pasa a ellas se resiente todo el ecosistema. Y no le falta razón.
Pero alguien dirá que si faltan machos también afecta. Estará en lo cierto pero la falta de machos se notaría menos. Hay que tener en cuenta que con pocos machos se quedan preñadas muchas ciervas pero si hubiera muchos machos y pocas ciervas. Habría un problema de nacimientos. Solamente nacerían tantos cervatillos como el número de hembras que hubiera, eso si se llegara a buen término en todos. Por lo tanto es mucho más preocupante la bajada de la población de ciervas.
Ha salido todo el grupo. Suben la pequeña loma comiendo la fresca hierba. La noche las abraza definitivamente. El influjo de la luna cae sobre los habitantes de la noche que van surgiendo entre sombras.
Un precioso vareto, ciervo macho al que le ha crecido su primera cuerna, me mira entre curioso y expectante. Es noche cerrada. Comienza su jornada. Comienza una noche llena de peligros. Comienza su jornada diaria. Comienza la supervivencia.
Amanece. La noche llega a su fin. Han sobrevivido otra jornada mas pero el lobo sigue ahí. Buscando. Observando. Esperando una oportunidad. Oportunidad que siempre llega. El lobo es paciente. Cuidados. Meticuloso. Sabe esperar y sabe aprovechar la oportunidad que se le brinde.
El lobo sabe donde están las ciervas. Sabe cuando atacarlas. Sabe sus puntos débiles. Sabe como capturarlas. Viene hacia ellas. Las busca. Hoy tiene un encuentro inesperado. Nos hemos encontrado en la misma curva. Yo bajaba y él subía. Nuestras miradas se cruzaron unos instantes que parecieron congelar el tiempo. Instantes en los que nuestra sorpresa era palpable. Instantes en los que el tiempo parecía avanzar mas lento. Instantes en los que el lobo fue más rápido y saltó a la cuneta para desaparecer; se lo tragó el brezal pero estaba ahí. Lo noto. Noto su presencia. Noto su mirada. No lo veo pero él a mi si.
Detrás de mi asomó una cierva que estaba pendiente del lobo; yo era inexistente para ella. Cuando el lobo desapareció entonces me miró, se dio media vuelta y continuó su camino con sus dos pequeños hacia la espesura del bosque.
El hecho de tener dos crías puede ser debido a dos razones. La primera es que las dos sean suyas, algo que sucede en muy raras ocasiones. La segunda es que la segunda cría la haya adoptado.
Hace un tiempo pude observar como cuatro lobos planearon y llevaron a cabo una emboscada a una cierva con su cría. El resultado fue que la cierva, protegiendo a su cría, se interpuso entre el lobo y su pequeña. La hembra adulta murió y la cría quedó sola. Esas crías solas, en la mayoría de las ocasiones, son aceptadas por otra hembra que tenga su propia cría. Cuidará de las dos. Protegerá a las dos. Enseñará a las dos todo lo que deben de saber para poder sobrevivir en la sierra. Si no fuera adoptada no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir. Moriría.
La cierva se ocultó seguida por sus pequeños. El resto del grupo familiar fue apareciendo tranquilo, ajenos a la situación que se acababa de vivir. El lobo había desaparecido pero seguirá ahí. Las ciervas nunca bajarán la guardia. Su vida les va en ello.
Muy bueno el artículo, quería tener información ya que voy a empezar a hacer esta fp de aprovechamiento y conservación del medio natural, y ¿Quería saber que tan difícil es entrar al campo laboral a través de un estudio na distancia?
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario. No te puedo responder a tu pregunta, lo lamento, no tengo datos para decirte. Un saludo.
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