miércoles, 9 de diciembre de 2020

Grupo familiar de lobos en cuatro actos.

Suena el despertador. Es pronto, muy pronto. ¿Por qué te levantas tan pronto? Me dicen muchas veces: “Estamos de vacaciones y madrugas mas que si estuvieses trabajando”. Es cierto pero como diría mi abuela: “sarna con gusto no pica”
La mañana está fresca. Un suave viento del norte mueve las carqueisas, brezos y escobas meciéndolas con la dulzura de una madre acunando a su bebé. Observo. Busco. La sierra está tranquila. Se ven muy pocos ciervos que comen tranquilamente siempre pendientes ante la posibilidad de la aparición de su enemigo natural, el lobo. 
Pasan los minutos y no aparece. La paciencia es una gran aliada con la observación y búsqueda del lobo en su medio natural. La sierra va despertando. Los corzos van saliendo. Se ven mas ciervos que con la luz del sol reflejan el precioso color de su pelo; un curioso acentor se aproxima en busca cualquier rastro de comida mientras un alcaudón real observa desde lo alto de un pino. De repente, aparece un lobo como salido de la nada, el telón se levanta y comienza una preciosa historia en cuatro actos. 
Las fotos de esta entrada no son de lobos en libertad; 
están tomadas en el Centro del Lobo de Robledo (Zamora).
Primer acto: el precioso lobo avanza por un camino, pegado al borde del matorral, por si surge cualquier problema y, de un pequeño salto, desaparecerá de la vista. Avanza lento, pesado, lleva la barriga llena, se le nota según se mueve. Lo sigo expectante. Tengo una ligera esperanza de saber a donde va pero lo complicado es conseguir verlo. Sigue despacio. Un ligero trote que se ve frenado en seco. Otro lobo sale de la espesura del brezal. Es una hembra. Sus tetas caídas la delatan, detrás le sigue una pequeña preciosidad negra de menos de dos meses que sale contoneando todo su cuerpo como si de un enorme flan se tratara. Saludan al recién llegado. Le lamen el morro. El recién llegado trae comida. Comida en su estómago que regurgitará en forma de papilla para que el pequeño lobezno la coma sin dificultad. Está comiendo su primera carne y de esta manera la digerirá mejor. 
Otros tres pequeños lobeznos salen de un punto mas alejado del brezal y bajan por el camino a toda la velocidad que les dan sus pequeñas patas. Son otras tres bolas negras que se juntan contentos y deseosos de participar en la suculenta comida. El gran lobo se mete en el brezal y todos le siguen. Desaparecen. El brezo se los traga como un enorme dragón que abre sus fauces y engulle todo a su paso. 
Segundo acto: el sol va calentando la mañana. La suave luz inunda el valle mostrando la belleza de los colores de la sierra. Sigo buscando. Los pequeños lobeznos y los dos adultos han desaparecido pero queda tiempo para intentar ver algún lobo mas o a estos mismos aunque es complicado que vuelvan a salir porque comerán y descansarán en la profundidad del brezal. 
Un movimiento llama mi atención. No lo he visto bien. Ha sido muy fugaz pero mi intuición me dice que es un lobo. Espero a que salga del pequeño grupo de pinos. Espero. El tiempo pasa muy despacio hasta que sale. Un enorme lobo aparece ante mis ojos. Es grande. Potente. Elegante. Avanza. Entra en la pradera. Un segundo lobo le sigue de cerca. Es su escudero. Avanzan por la agostada pradera produciendo un enorme alboroto entre los ciervos que salen corriendo a toda velocidad, es peligroso quedarse ante el paso del poderoso lobo y su escudero. 
Van subiendo el valle. Se dirigen hacia donde los lobeznos desaparecieron. Avanzan rápido en su trote lobero inconfundible que les permite abarcar mucho terreno en muy poco tiempo y con un gasto mínimo de energía. Desaparecen. 
Fotografía tomada en el Centro del Lobo de Robledo (Zamora).
Tercer acto:
la mañana está siendo extraordinaria. Muchos días los habría firmado para ver, como mínimo, lo que había visto hoy pero las sorpresas no terminarían tan pronto. 
Quince minutos después una fila de cinco lobos avanzaba entre los brezos. Tres adultos y dos subadultos que están en constante aprendizaje. Los lobos suelen ir en línea recta, uno detrás de otro, así no sabes cuantos van en el grupo. Bajaban la ladera en una majestuosa línea imaginaria que todos seguían, incluso cuando dejan de verse unos a otros van siguiendo exactamente los pasos del lobo que va delante; es increíble verlos pasar por los mismos puntos, el olor, en este caso, es un aliado extraordinario. 
Para mi sorpresa se alejaban del punto en el que se habían ocultado los cachorros y los dos adultos. Se alejaban en un paso lento pero decidido. Se iban a encamar a otra zona diferente. En muchas ocasiones parte del grupo familiar se encama en una ubicación diferente a la de los cachorros y eso es lo que estaba sucediendo. Aunque siempre puede pasar algo. 
De repente, los cinco lobos, se paran en seco y como si un resorte imaginario tirara de ellos, se volvieron en dirección al punto en el que los cachorros se encontraban. El sol va calentando con mas energía y un poderoso aullido resuena en el valle. Aullido largo, potente, prolongado. Aullido hacia el que los cinco lobos se dirigen a toda velocidad, mostrando el poderío de su avance. Carrera elegante, rápida, contundente. Carrera que da muestra de la velocidad a la que se puede desplazar un lobo, amplia zancada que abarca terreno de una forma abrumadora. 
Corren hacia un punto por debajo de donde se encontraban los pequeños; en él se encuentran con el gran lobo y su escudero que les están esperando. Se saludan. Se lamen. Contonean sus cuerpos. El gran lobo ejerce su dominio sobre algunos de ellos que se agachan con las orejas gachas y rabo entre las patas en señal de sumisión. Se han reunido los siete lobos y, ante mi sorpresa, otro lobo, el octavo, llega corriendo en el sentido contrario al que llegaron los cinco. Se junta al grupo que se mueve siguiendo al gran lobo que se pierde en el brezal donde los cachorros se ocultaron. Desaparecen.
Fotografía tomada en el Centro del Lobo de Robledo (Zamora).
Cuarto acto:
la mañana avanza y el día está siendo espectacular. Desde la primera observación ha pasado una hora. Hora que se me ha pasado muy rápida, hora en la que he podido observar la vida diaria de un grupo familiar de lobos pero la mañana y las sorpresas no habían terminado. 
Veinte minutos después cinco de los lobos vuelven a aparecer. El gran lobo, dos adultos y dos subadultos bajan por el valle. Van relajados. Los dos subadultos juegan a perseguirse, a saltar uno sobre otro, a morderse simuladamente sus patas en un juego constante, un juego que es aprendizaje; sus juegos les retrasan, teniendo que acelerar para incorporarse al grupo mientras uno de los adultos va delante, explorando y el gran lobo cierra el grupo. Él dirige el avance. Él marca por donde hay que ir y él para en puntos concretos para marcar el terreno, para avisar a todos los que pasen por allí que están en su territorio. Bajan al fondo del valle y desaparecen. 
La mañana toca a su fin. El sol calienta; ciervos, corzos y jabalís se han encamado, al igual que los lobos que pasarán gran parte del caluroso día al resguardo y frescor de brezos y carqueisas. 
He podido disfrutar de los movimientos de un grupo familiar de la sierra. Grupo compuesto por cuatro cachorros, dos subadultos y ocho adultos. Catorce preciosos lobos que viven y mueren en la sierra zamorana, en la sierra en la que el lobo es mítico. Es admirado y odiado a partes iguales. Es fuente de recursos y controversias. Es muy importante en la cadena trófica. Básico en la regulación de especies en nuestros campos. Es cazador y cazado. Es idolatrado y vilipendiado pero, no nos olvidemos, que el lobo es un animal, con sus cosas buenas y malas. Es, simple y llanamente, un animal. Un lobo es un lobo, con todo lo que conlleva serlo.

5 comentarios:

  1. Apasionante mañana, sin duda, y como siempre magníficamente narrada. Enhorabuena.

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  2. Empiezas como poeta con la descripción vívida del entorno.
    Sigues como novelista y nos deleitas con las andanzas de "tus lobos".
    Da gusto leerte. Enhorabuena una vez más.
    He

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  3. Increíble historia, narrada de tal manera que no sólo nos transportas al lugar en el que acurren los hechos, sino que nos haces sentirlos.
    Enhorabuena por tu enorme paciencia y tu increíble pasión por la naturleza.

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  4. Un placer de nuevo poder leer sobre los lobos, y poder sentir por tu narración el sonido y el olor de la Sierra de la Culebra

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  5. Intenso y seductor pasaje en cuatro actos como sólo un buen observador, naturalista y comunicador como tú es capaz de elaborar.
    Enhorabuena y gracias por lograr que disfrutemos de la apasionante naturaleza casi tanto como tú.
    Salud y saludos de 'Ojolince y Sra.'

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