La mañana está fría, un suave viento del norte recorre la sierra cuando lo veo. Está cantando suavemente sobre una fina rama de una zarza, es un escribano hortelano. Único representante de la familia de los escribanos de la península ibérica que migra en invierno. Escribano que ha bajado enormemente en las últimas décadas del siglo XX. Escribano con una triste realidad a su espalda; es el desgraciado protagonista de una receta de la mas alta cocina: el hortelano al Armagnac.
Macho de escribano hortelano. |
Hembra de escribano hortelano. |
Y todo por una receta que desde el s. XVII sigue un macabro proceso que comienza cuando los capturan ilegalmente, meten en una oscura caja y ceban sin descanso, día y noche para que engorden desmesuradamente hasta convertirse en verdaderas bolas de grasa. Veinte días mas tarde los ahogarán en un vaso de Armagnac para después ser asados y servidos en selectos restaurantes que pueden cobrar 150€ por su consumo ilegal. Consumo que sigue otro ritual: ponerse una servilleta de lino en la cabeza para oler y saborear el plato. Todo de forma ilegal.
Juvenil de escribano hortelano. |
La familia de escribanos hortelanos abandonará la zona el próximo otoño y se arriesgará a pasar por un territorio francés en el que son perseguidos de forma ilegal para satisfacer los mas exigentes paladares.
(Parte de la información para la realización de esta entrada ha sido sacada del artículo escrito por Marc Casanovas en la página traveler.es).
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